viernes, 31 de octubre de 2014

Monstruos que temer

Desde que somos pequeños comenzamos a conocer una retahíla de monstruos. Seres en su mayoría irreales con los que se intenta educarnos o adoctrinarnos a través del miedo en función del paradigma moral dominante en la sociedad o en la familia de turno. Criaturas procedentes del ámbito naif de los cuentos (el lobo, la bruja, el ogro...) o de la ficción para adultos (el vampiro, el fantasma, el hombre-lobo, el zombi, la criatura de Frankenstein, el golem, la momia, Dorian Gray, los muñecos embrujados...) pero con la finalidad común y encubierta de estructurar un esquema de valores y amenazas que podamos usar como mapa para desenvolvernos en lo que no es ficción sino simple, pura y cruel realidad.

En ese sentido, todos esos iconos del escalofrío son simultáneamente consecuencia y causa del proverbial miedo a lo desconocido, a lo oculto a nuestro entendimiento, a lo que está más allá de nuestra previsión o comprensión, a lo que nos supera. Son derivaciones del atávico miedo a la oscuridad e, igualmente, partícipes de los mismos mecanismos psicológicos que, por ejemplo, provocan la xenofobia, las intolerancias y el temor a Dios o a la muerte, aunque en ocasiones precisamente esos dos temores (quizás los más universalizados) estén vinculados entre sí por la concepción de la muerte como dación de cuentas ante el "Ser Supremo", algo que, por cierto, se explota de forma bastante exagerada en el Antiguo Testamento judeocristiano, donde Dios es una entidad terrible y temible.

Sin embargo, paralelamente a todo ello, esos monstruos, especialmente los originados en el mundo de la literatura y el cine, se construyen como una versión siniestra de deseos y anhelos que han excitado/interesado al ser humano desde siempre: la inmortalidad, la eterna belleza, la saciedad de nuestras pasiones, el progreso científico, la supervivencia incondicionada, la impunidad...Así, estas criaturas funcionan en la práctica como catalizadores de moralejas, como una versión ingeniosa e inquietante de la tradicional advertencia de "ten cuidado con lo que deseas...", como unos raíles con los que dirigir conductas y pensamientos y así hacer nuestra vida más ¿fácil?

En línea con esto, yo creo que, además de por el miedo que pueda causar un monstruo de ficción en sí mismo considerado, cada uno de ellos apela a un temor distinto y profundamente humano. Por ejemplo: el vampiro representaría el miedo a la marginación en su versión más radical (fuera de la sociedad, el tiempo y la redención); el hombre-lobo encarnaría el miedo a dejarse llevar por la pasión en su grado más extremo; la criatura de Frankenstein sería un significante del miedo a la pérdida de la identidad; el espectro, la momia y el muerto viviente serían tres representaciones complementarias del miedo a la muerte; el golem daría forma al miedo al robo de la voluntad; la bruja sería la encarnación del miedo a la vejez; los muñecos embrujados apelan al miedo al fin de la infancia-inocencia...Temores que, mirados en perspectiva, nos dan una clave muy importante para explicar la eficacia de estas criaturas a la hora de acojonar al personal, ya que todos esos monstruos dan miedo no tanto por lo que son en sí como porque, de alguna u otra manera, nos remiten al rechazo, a cosas que la sociedad rechaza y aparta de sí y, siendo el hombre como es un animal social, nada le da más miedo que sentirse rechazado.  

Por todo ello creo que, tarde o temprano, uno acaba por darse cuenta de que las motivaciones que llevan a crear y perpetuar a estos monstruos dentro del imaginario colectivo no son en absoluto ingenuas ni "desinteresadas". Es el momento en que empiezas a dejar de tener miedo a estas criaturas...y empiezas a tenérselo a otros monstruos que, por desgracia, no forman parte de ficciones ni ensoñaciones. Monstruos como la pobreza, la enfermedad, la falsedad, la precariedad, la violencia, el terrorismo, los abusos, la guerra, el genocidio, el maltrato, los celos, la infidelidad, la pérdida del tiempo, el olvido, la injusticia, la desigualdad, el fundamentalismo...Monstruos que sí debemos temor porque sí que pueden joder nuestra vida y/o la de nuestros seres queridos. Y eso ya no es ningún cuento, ni relato ni película.

A su lado

Podía quedarse mirándola así, en silencio, todos los segundos que le quedaran al mundo. Podía quedarse mirándola así, en silencio, hipnotizado por su serenidad. Podía quedarse mirándola así, en silencio, imaginando la posibilidad de despertarla con un beso lleno de luz. Podía quedarse mirándola así, en silencio, pensando en si en ese preciso instante estaría soñando con él. Podía quedarse mirándola así, en silencio, sonriendo al recordar el trueno feliz de su risa. Podía quedarse mirándola así, en silencio, resctando el sabor salado y fresco de su cuerpo en sus labios. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, bajándose del tren del tiempo y renunciando a todos los mapas y coordenadas. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, expulsando de su memoria todos los recuerdos grises. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, reviviendo en sus ojos la primera vez que la vió. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, recordando en su pulso la primera vez en que ella lo miró. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, aguantándose las ganas de cartografiar su piel con sus dedos. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, conspirando con el azar para regalarle un nuevo momento de felicidad. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, volviendo al instante en que un beso lo cambió todo. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, esperando el momento de volver a acunarla en un abrazo. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, reinventándola en su nariz en un agradable olor a champú y perfume. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, reviviendo el terremoto del primer orgasmo compartido. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, dejando que su mano sobrevolara su precioso pelo negro y surfeara el horizonte delicado de su delgadez. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, disfrutando con la oportunidad de volver a sentir su piel como pan recién hecho sobre su pecho. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, deseando escuchar su respiración calmada y sutil. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, cambiando las palabras por sensaciones y el pasado por el presente. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, a su lado, para siempre...y así lo había decidido. El ataúd era incómodo y el aire escaso. Nada de eso le importaba. El mundo y su lógica quedaban varios metros por encima y tenía toda la eternidad para acostumbrarse. Lo importante era ella. Siempre lo había sido. Lo importante era que iba a estar a su lado. Como siempre. Para siempre.

Cambio de planes

Para cuando amaneció, Jerónimo Peñazar ya tenía los ojos abiertos. Su cara, encallada junto al mirador que dominaba el ático, se convirtió en un farolillo de verbena low cost mientras el sol se encaramaba por el horizonte con la agilidad de un guiri asalmonado de cien kilos. Siempre le había gustado pensar que Dios ayuda a quien madruga, sin importar qué ocurría con los que tenían turno de noche. Aquel día tenía una agenda bastante completa: treinta y seis correos electrónicos por enviar, dieciséis llamadas telefónicas que hacer, cuatro reuniones presenciales a las que asistir, dos audioconferencias en las que participar, una videoconferencia en la que dejarse ver, asistir a la presentación de un libro sólo para intercambiar tarjetas de visita, declinar la invitación a una conferencia, humillar a un becario sólo por diversión de cabrón alfa, dejarse a medio beber cinco cafés, almorzar con su jefe para abrillantarse los egos, hacer cinco chistes sin gracia, comer en una hamburguesería con la secretaria postuniversitaria a la que quería ascender en la escala de personal adjunto a la cama, recoger el chaqué del tinte, llamar a su exmujer y enviar recuerdos a sus tres hijos, pasarse por el ginclub para hacerse una transfusión de Bloody mary, enviar un sms a su examante preguntándole por su pequeño bastardo de seis meses, pagar un cuarto de su sueldo a "La fabulosa Candice" (nacida Cándida) por descontracturarle los genitales, comprar kebab para cenar, sentarse a contemplar en su pantallón de plasma cómo el Real Madrid masacraba a un equipo de segunda división, escribir un par de tuits discutiblemente ingeniosos, teñirse las canas, untarse la pomada quemagrasa en el vientre y quedarse dormido desnudo escuchando a Frank Sinatra. 

Dos horas más tarde, José Peñazar seguía allí. Solo. Junto al mirador de cristal tornasolado. En su sofisticado ático. Con el sol bronceando su cara y los ojos llenándose de ciudad esquizofrénica. Junto a su enorme cama deshecha, en la que un tanga granate había naufragado en una tormenta nocturna de alcohol y ADN. A dos pasos de su mesilla, en la que las llamadas y mensajes se apilaban en su smartphone como una partida de tetris. Quizás debería haber avisado en su trabajo. Quizás debería haber comunicado a alguien que se encontraba tremendamente indispuesto. Quizás lo habría hecho de haber podido. Quizás alguien a esas horas ya debería saber que una cabeza decapitada no iría a ninguna parte. Quizás alguien debería saber ya que la noche había traido consigo un inesperado cambio de planes.

lunes, 27 de octubre de 2014

"Lluvia constante": perder para ganar

Mientras escribo esto, aún resuena en mi cabeza una larga e intensa ovación, una lluvia de aplausos con toda la contundencia y furia de un aguacero procedente de un público puesto en pie durante varios minutos. Así se despedía "Lluvia constante" de los Teatros del Canal después de más de dos semanas dejando sin butacas libres a su Sala Verde y sin palabras a los espectadores.

Este drama del productor y guionista Keith Huff, estrenado en 2007 y triunfante en Broadway, desembarcó en España el pasado 9 de octubre de la mano del cineasta David Serrano y con los actores Roberto Álamo y Sergio Peris-Mencheta en los papeles protagonistas. La obra, inspirada por un terrible hecho real, convierte al público en testigo de los trágicos sucesos que cambiaron para siempre las vidas de dos polícias, el visceral y violento Dani (Álamo) y el taciturno y alcohólico Rodo (Peris-Mencheta), dos amigos salpicados por toda la mierda y la crueldad de un mundo imperfecto, dos personas que intentan sobrevivir en una vida convertida en callejones sin luz.

Así, "Lluvia constante", pese a su trama y ritmo de thriller
policíaco, se descubre ante el espectador como un drama profunda y amargamente humano, un duro y conmovedor descenso a los infiernos del alma donde se desdibuja la frontera entre el bien y el mal, entre lo lógico y lo contradictorio, entre la redención y la destrucción, entre la lealtad y la traición, entre lo justo y lo necesario, entre la risa y el llanto, entre la felicidad y el dolor, entre la vida y la muerte.

Por si eso no fuera suficiente, este montaje cuenta con dos interpretaciones de las que dejan huella y buena advertencia de ello es que la escenografía es minimalista. Tanto Roberto Álamo como Sergio Peris-Mencheta componen sus personajes con una solidez, intensidad y honradez monumentales, dejándose el cuerpo
y el alma para llenar de vida y matices a Dani y Rodo. Ya desde el comienzo de la obra, cuando ambos avanzan hacia el proscenio para romper la cuarta pared, uno siente la presencia, el magnetismo y la química que los dos actores exhiben de principio a fin en "Lluvia constante". Su actuación es simplemente memorable, de las que te quitan las palabras y el aliento mientras te hacen sentir desnudo y cómplice al mismo tiempo. Dos encarnaciones apabullantes que consiguen algo a priori muy complicado como es que el espectador empatice con alguien tan conflictivo como Dani y tan oportunista como Rodo. En resumen: Álamo y Peris-Mencheta regalan a las butacas un tour de force del que se hablará mucho tiempo y merecidamente.

Y, coronando todo ello, la moraleja que desde la boca de Rodo se queda clavada en la mente del público: cuánto hay que perder para ganar. Una reflexión amarga, honesta y cierta y que conviene no olvidar porque, al fin y al cabo, nos guste o no, lo aceptemos o no, el mundo de Dani y Rodo es el nuestro.

Por todo esto, es lógico que, al apagarse las luces, cuando Dani y Rodo ya no están y vuelven a aparecer Roberto y Sergio, el tenso silencio se quiebre arrasado por una tormenta de aplausos de un público que puesto en pie durante varios minutos no tiene palabras pero sí sobrados motivos para estar muy agradecido por lo que acaba de ver, sentir y pensar

Decía hace no mucho Sergio Peris-Mencheta en una entrevista que el teatro necesita la verdad del cine. Prueba superada.

viernes, 24 de octubre de 2014

"Perdida": la sociedad deshonesta

Recientemente se ha estrenado "Perdida", la última película del siempre interesante y en ocasiones magistral David Fincher. Un film, basado en el bestseller homónimo de Gillian Flynn (guionista de esta adaptación), que traslada la esencia del noir a un entorno doméstico-matrimonial. Así, a primera vista, "Perdida" cuenta al espectador la resolución de una inesperada e inquietante desaparición de una joven que amenaza con hundir para siempre las vidas tanto de su marido como de sus familiares. Una historia que permite a Fincher demostrar su maestría a la hora de crear atmósferas, jugar con los inevitables prejuicios del espectador y articular giros de guión (por qué lo llaman "giros" cuando quieren decir sorpresas) con los que tensar progresivamente la tensión en las butacas y el interés en las cabezas. No obstante, hay que tener claro que, de no estar dirigida por Fincher ni protagonizada por unos solventes Ben Affleck y Rosamund Pike, "Perdida" no sería distinta en absoluto a esos telefilmes con los que Antena 3 tiene a bien atormentar retinas y neuronas en la sobremesa de los fines de semana. Es decir, que de obra maestra, nada. Igualar esta película con genialidades de Fincher como "Se7en" o "Zodiac" es un crimen. "Perdida" es una película a la que técnicamente no se le puede poner ninguna objección (Fincher y bodrio son incompatibles) pero, más allá de eso, sólo es una película entretenida, como lo fueron "The game" o "La habitación del pánico", por no salirme de la filmografía del director. Por todo esto, no extrañaría que quien vea "Perdida" movido por la expectación y las excelentes críticas que alfombraron su estreno pueda sufrir un ligero chasco.

De todos modos, me parece una película bastante interesante por todo eso que, estando en ella, no responde a su capa más inmediata o superficial. En mi opinión, la trastienda de "Perdida" es mucho más interesante que la película en sí. Un fondo, por cierto, mucho más inquietante que la susodicha desaparición y que podría resumir en cuatro puntos:
* La vida como continua construcción de un relato. Conscientemente o no, nos pasamos nuestra existencia construyendo tanto nuestro propio relato como fabulando o completando el de los demás. Somos permanentes constructores de historias y, a menudo, contadores de las mismas tanto para nosotros mismos como para quienes nos rodean. Contar siempre requiere un interés
previo en hacerlo. ¿Interés en qué? ¿Por qué? Quizás porque, debido a nuestra condición de seres sociales, somos y estamos obsesionados con la necesidad de ser aceptados (incluso por nosotros mismos) y de llamar la atención y, al mismo tiempo, pensamos y actuamos con la urgencia de encajar todo y a todos en un discurso lógico, en un plan previsible, en un puzzle sin huecos. Lo que pasa es que olvidamos que toda historia, como cualquier producto del ingenio, es "sólo" una representación de la realidad y, por tanto, tiene en su esencia un componente de irrealidad, de falsedad, de engaño...y es precisamente por ahí por donde se cuelan las sorpresas y, a menudo, las decepciones y frustraciones. En ese sentido, uno es lo que su historia dice que es. Todo esto se ve en "Perdida" especialmente en el diario de Amy Dunne (crucial), en las actitudes del matrimonio ante los demás y en la propia estructura narrativa del film. ¿He dicho ya que el engaño está íntimamente ligado a la representación?
* La apariencia ha sustituido a la identidad: la falsedad como identidad. Muy ligado al punto anterior, es causa y consecuencia simultánea del mismo. Hoy más que nunca vivimos en una sociedad en la que la imagen y el prejuicio han desplazado y marginado a la autenticidad y el argumento. Entre todos hemos construido un paradigma en el que lo que parece, es, y lo que es tiene que corresponderse necesariamente con lo que creemos que es. Así, vivimos en una sociedad de espejos, de fachadas, de persuasión
indiscriminada y continua para sentirnos integrados, para no sabernos desplazados. ¿Por qué? Quizás porque entendemos que exponernos tal y comos somos es algo dañino, peligroso, arriesgado. El miedo a la soledad y/o al daño nos ha convertido en seres mutables, adaptativos, paradójicos, cosméticos. Hemos construido un juego que consiste en travestir la realidad empezando por nosotros mismos. Hemos cedido a los demás, a los otros, la capacidad para darnos significado. Todo esto sería hasta ingenuo de no ser porque todos somos conscientes (y a menudo partícipes) de ello, con lo que hemos transformado las relaciones sociales y nuestra propia percepción en una perversa reyerta de simulaciones que satisfagan nuestros egos y/o anestesien nuestras fobias y complejos. Así nos va...Nuevamente, la actitud del matrimonio protagonista de "Perdida" es muy reveladora tanto entre ellos como con las personas que se relacionan con ellos.
* La mediatización y el vaciado social de la identidad: eres lo que los demás creen que eres. Contectado íntimamente con el punto previo. Hoy a nadie le importa lo que eres. Ni se molesta en ir más allá. Vivimos en una sociedad donde hemos transformado el conocimiento, incluso el del otro, en un "fast-food". Tenemos urgencia por encajar, etiquetar y hacer previsibles a los demás sin importarnos en absoluto en corroborar empírica y pausadamente nuestras impresiones; algo en lo que, por cierto, destacan (y para mal) los medios de comunicación, capaces de encumbrar o
hundir, sobreatender o ignorar a la velocidad de la luz. En resumen: vivimos en un mundo donde lo único que importa es el "a priori" y para de contar. Como somos conscientes de todo ello, decidimos jugar con eso y manipular al resto desde la apariencia y el relato que construimos de nosotros mismos con la esperanza de que el resultado nos sea favorable. Nos hemos convertido en nuestro propio producto y la cuestión no es tanto resistirse a eso como decidir quién saca provecho de eso: nosotros o los otros. En "Perdida" todo esto es muy relevante, tanto en la propia dinámica entre la propia historia y el espectador como en la relación de la polícia y los medios de comunicación con el inquietante y sufrido Nick Dunne (Affleck). En ese sentido, es especialmente reveladora la escena en la que se "identifican" a dos marionetas con los Dunne. A buen entendedor..." es ejemplar para ilustrar todo esto que estoy diciendo.  
* El matrimonio como estafa a los otros y como chantaje al otro. O cómo lo que supuestamente era/es la instuticionalización de una relación afectiva se convierte en una herramienta al servicio del interés frío, calculado y egoísta y donde los sentimientos
(buenos) brillan por su ausencia. La conversión del matrimonio en un medio y no en un fin es un error tan grande como habitual. Igual que lo es asociar esta institución o convención social con el amor, la felicidad o la fidelidad. Nada que ver. Y después de ver "Perdida" queda aún más claro.

Por todo ello, creo que esta película es un thriller meramente entretenido pero una crítica tan cruda como interesante de la sociedad en que vivimos.
   

martes, 21 de octubre de 2014

Dentro y fuera

Rodrigo Rato, ese hombre, ayer mandó una carta interesante al PP. Interesante no porque pida la suspensión temporal de militancia hasta que se asiente la polvareda por las tarjetas negras de Caja Madrid, que también (tiene tela que sea él quien tenga que pedir la suspensión y no los responsables del partido, supuestamente los más afectados por el desprestigio) sino porque afirma "haber actuado siempre dentro de la legalidad". 

Sin entrar a valorar si actuó o no dentro de la legalidad, cosa que deberá determinar el juez, lo que es a todas luces innegable es que Rato, como Blesa y el resto de usuarios de las "tarjetas opacas" de la hoy Bankia, actuó fuera de la ética, de la honradez, de la decencia y de la vergüenza. Lo cual plantea el contrasentido de que en el mundo actual o, al menos, en la España de hoy se puede actuar al mismo dentro de la ley y fuera de toda dignidad. Un desafine inquietante que hace cuestionarse qué clase de legalidad es la que puede estar desconectada de la ética y la honorabilidad o qué tipo de ley puede amparar un comportamiento
netamente nocivo contra el bien común. Pero, yendo más allá, si Bankia se ha convertido, escándalo tras escándalo (preferentes, rescate, tarjetas black...), en uno de los mejores exponentes de la miseria humana que en líneas generales define a la clase política, sindical y empresarial de este país, creo que estas declaraciones de Rato son un perfecto ejemplo de cómo la destrucción ética, la corrupción moral, la tolerancia a la excusa y la asimilación de la indecencia como herramienta de realización personal/profesional han disuelto en España el sistema de valores tradicional, aniquilado cualquier atisbo de la "cultura del mérito" y consolidado lo que, por escoger un nombre al azar, podría denominar como el "paradigma Blesa": cuanto más miserable seas como persona, mejor te irá en este país. Porque España está en las antípodas de ser tierra de promisión y modelo ejemplar (si es que alguna vez lo fue). En todo caso, es modelo a evitar y tierra de mezquindad, de ruina moral; de vaciado de valores; de menosprecio del mérito, la capacidad y el esfuerzo; de alergia a la autocrítica; de excusa como anestesia; de disculpa de la infamia; de alfombras que coronan montañas de mierda; de ausencia de responsabilidad; de picaresca anfetaminada y bombardeada con rayos gamma; de mamoneo descarado; de penalización de la honradez; de "cultura del atajo"; de efervescencia séptica; de la desvinculación con los otros (y por tanto, del bien común). Es, en definitiva, un paraíso de gentuza que sólo deja al individuo dos opciones: ser víctima o ser parte del problema. España da tanto asco que ya no lo disimula ni con hipocresía.

Quizás todo esto se solucionaría apostando por la educación y la cultura, dentro y fuera de las aulas. O reformando el Código Penal y demás leyes, para que fueran algo más que rimbombantes alternativas al papel higiénico. O cerrando Telecinco. O quizás simplemente asumiendo que este país tiene cada vez más de salvaje oeste, de sálvese quien pueda, de zona catastrófica que de un "Estado social y democrático de Derecho" del siglo XXI que se preocupa por preservar el bienestar de cuantos lo integran.

Lo que es indudable es que si antaño la historia de España la escribieron personas como Alfonso X, los Reyes Católicos, el Gran Capitán, Cervantes, Quevedo, Lope o Calderón, hoy la escriben personas como Urdangarín, Pujol, Bárcenas, Blesa, Rato, Belén Esteban o Isabel Pantoja y familia. Toma Marca España.

sábado, 18 de octubre de 2014

"Podemos" superstar

Este fin de semana se está celebrando el congreso fundacional  de "Podemos" en Madrid, algo que podría resultar paradójico teniendo en cuenta que esta formación política hizo su debut en las elecciones de mayo con la misma sutileza que Moby Dick, convirtiendo así la noche del 25 de mayo en un punto de inflexión en la historia política española.

El surgimiento y la creciente fuerza de "Podemos", igual que sucede con otro partido en auge como "Ciudadanos", serían impensables fuera del contexto político actual en el que la crisis de legitimidad (ética, política e intelectual) de los dos grandes partidos ha dinamitado la percepción social de los inquilinos de las Cortes así como las tendencias de voto tradicionales. Una crisis que tiene sus cuatro mayores exponentes en el vaciado ideológico del PP y el PSOE, sus trapicheos con "el Otro Gobierno", su total y vergonzosa ausencia de autocrítica a la hora de reconocer y corregir sus errores y su decisiva contribución para consolidar la "mierdocracia", sistema que premia la mediocridad, el gregarismo y la hipocresía en detrimento del talento, la preparación y la honradez. Una crisis que, a pesar de lo que digan las encuestas, no tiene sus principales en víctimas en aquellos que están camino de ver desmantelado su chiringuito (los partidos tradicionales) sino en los ciudadanos, que se han visto arrasados en lo económico (pagando el despropósito de las entidades financieras y las Administraciones Públicas) y ninguneados en lo político (el voto es absurdo en un ambiente en el que los programas y las promesas político-electorales se convertien en papel mojado a la velocidad de la luz). A los partidos tradicionales siempre les quedará su particular París en forma de multinacional (las empresas energéticas, Telefónica, etc) pero ¿y a la gente normal? Pues, parece, que sólo tenemos dos opciones: emigrar a pastos mejores (más limpios) o votar lo inesperado, lo nuevo, el giro de 180º. Y ahí es donde entran en escena, como decía, tanto "Podemos" como "Ciudadanos". Dos formaciones que se desarrollan abonadas por la descomposición (ideológica, ética y moral) de los partidos tradicionales, que comparten su visión e intención de cambiar la forma de entender y hacer la política y que tienen en la gente, en la ciudadanía, su principal objetivo y capital.

Más allá de este marco o contexto, "Podemos" se caracteriza en mi opinión por lo siguiente:
- Capitalizar el descontento social mejor que ningún otro partido gracias a una estética y un discurso muy afín a ese magma de ciudadanos cabreados con el poder. Es decir, "Podemos" se está convirtiendo en la merecida hostia con la que votantes de todo tipo quieren expresar su agradecimiento a PP, PSOE, IU y demás escombros.
- Utilizar eficazmente redes sociales y medios de comunicación para suplir su falta de recursos. Precisamente, en el ámbito mediático, la propulsión de Podemos sería inimaginable sin la desmesurada atención que le han dedicado y dedican los medios afines al PP (que son por desgracia casi todos) y los propios políticos populares para intentar aniquilar el apoyo electoral a PSOE e IU y, al mismo tiempo, poder articular cuando llegue el momento un discurso del miedo que cohesione, movilice y enajene a los votantes conservadores mejor que cualquier majadería de las babeadas por el inquilino de La Moncloa o por alguna de las ladillas que le rodean. El problema de esta arriesgada estrategia es que quizás, sólo quizás, estén fabricando a Godzilla.
- Hacer populismo renegando al mismo tiempo de ello.
- Tener la habilidad retórica y dialéctica del demagogo, la pasión del arribista y la astucia del oportunista.
Características todas ellas que han convertido a "Podemos" en la "superstar" del panorama político (como demuestra el ambiente hoy en Vistalegre o la encuesta del CIS) y que hace que sea visto como el mesías por algunos, el ragnarok por otros y flor de un día por el resto.

El principal problema que yo le veo a "Podemos" es que si bien sí saben acertar en líneas generales con el diagnóstico (tal y como está el patio, señalar los problemas y a sus culpables resulta algo tan sencillo que lo podría hacer un niño) fracasan en el tratamiento, proponiendo soluciones que oscilan entre el
idealismo ingenuo y el "disparate al estilo suramericano", haciendo que el remedio pueda ser aún peor que la enfermedad (y mira que ésta ya es tremenda...), lo cual viene a demostrar una vez más que es más fácil criticar que corregir. Con esto no quiero decir que su programa sea una puñetera mierda sino que debería ser mínimamente realista puesto que cualquier solución, si quiere ser efectiva y positiva, no debe ser ajena a la realidad. Esto me lleva a pensar, por un parte, que más allá del ruido y la furia, no hay nada (que merezca la pena) y, por otra, que quizás a Podemos o, al menos, a los Catilinas de barriada que lo lideran, no les interese tanto gobernar como el poder: una vocación humana y propia de la política española pero irresponsable y muy inquietante. Si a esto se le añade mi percepción de Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero como dos lobos al más puro estilo Robespierre y con un ego tamaño Everest pues...es obvio que no está en mis planes votar a "Podemos", igual que sucede con PP, PSOE y cualquier otro partido que no sea "Ciudadanos". 

Lo que es indudable es que "Podemos" tiene un presente efervescente y un futuro dudoso que sólo será despejado por el curso de los acontecimientos, curso que, seguramente, nos traerá un nuevo tiempo político, mejor o peor que el actual. Ya veremos.

domingo, 12 de octubre de 2014

No es país para fiestas

Hoy es 12 de octubre, Día del Pilar (de Zaragoza más bien), Día de la Hispanidad (o de cómo Colón se salió con la suya), Fiesta Nacional en España y segunda oportunidad anual para que la ONG "Fuerzas Armadas" salga a pasear y se sienta llena de orgullo y satisfacción y mucha emoción y etc, etc, etc. En resumen, hoy es el día que, tradicionalmente, todo aquel que sea y se sienta español marca en rojo (y gualda) en el calendario. También es el día del que muchos españoles suelen estar pendientes...para hacer (o no) planes de puente.

Sin ánimo de ser pinchaglobos, yo creo que el patio no está precisamente para celebrar nada ni para estar orgulloso de la España oficial, de la nación pública, del arquetipo actual de este país. ¿Qué festejamos hoy? ¿La España del despropósito, de la chapuza, del despiste, de la negligencia, de la irresponsabilidad, de la resignación cobarde, de la demagogia, de la mediocridad, del todo vale, del "y tú más", del pelotazo, de la corrupción, de los enchufes, de la autocomplacencia, del arribismo, de la amoralidad, de la injusticia, de la fiscalidad variable, del mercadeo de favores, de la devaluación del bienestar, del populismo, de los cretinos presidenciables, del turnismo inútil, de los que siguen pensando y votando en "rojos" y "nacionales", del nazismo regionalista, del saqueo a los ciudadanos, de la incultura, de la pataleta ensimismada, de los jóvenes emigrantes forzosos, de los parados a perpetuidad, de los trabajos devaluados, de los sueldos miserables, de la desigualdad, de la televisión pública en caída libre, de la prensa panfletaria, del amarillismo ¿informativo?, de los medios de comunicación sodomizados por la financiación privada, de la telebasura líder de audiencia? ¿Esa España es la que tenemos que festejar? Esa España decepcionante que la festejen el Gobierno (sea cual sea), los diputados, los senadores, los sindicalistas y aquellos cargos públicos, políticos, banqueros y empresarios (del IBEX) que poco o nada han hecho para evitarla y mucho o todo para perpetuarla y aprovecharse de ella. Pero yo, esa España, no la festejo. Ni hoy ni nunca. Hace mucho tiempo que la fiesta terminó, si es que alguna vez hubo motivo para ella.

En cambio, sí me gustaría festejar esa otra España dignificada por la cultura, el deporte y por las gentes que no agachan la mirada ni tiran la toalla ni se dejan llevar ni lo dejan estar. Por los españoles que, a pesar de España, siguen levantándose cada día con el ánimo de hacer que sus vidas y las de sus seres queridos merezcan la pena. Por los españoles que, a pesar de España, siguen apostando por el esfuerzo y la honradez. Porque son esos españoles los que, mucho más que este país, se merecen un día para celebrarlos.Porque son esos españoles los que consiguen que España no dé totalmente asco.

martes, 7 de octubre de 2014

Más peligroso que el ébola

Absurdo, chapucero, demencial, desesperante, despreciable, disparatado, dramático, fallido, hilarante, humillante, imperdonable, indefendible, indignante, inquietante, insoportable, patético, terrible, tremendo, ridículo, vergonzoso...el despropósito a cuenta de la gestión española del ébola se puede calificar objetiva y fríamente de muchas maneras.  

Lo prioritario ahora es que la enfermera contagiada se cure y que se contenga tanto cualquier posible nuevo contagio como la lógica y obvia alarma social. Conseguido eso (tarea complicada), deben o, mejor dicho, deberían (this is Spain, my friend) venir los ceses, las dimisiones y las peticiones de perdón urbi et orbe, porque sólo así se conseguiría devolver cierta dignidad a algo que no tiene defensa ni excusa posible. Lo que único que no toca ahora (ni antes tampoco) es cuestionar si se debía o no ayudar a las personas contagiadas. Se puede (y se debe) cuestionar el "cómo" y el "dónde" pero no si había motivo o no para el auxilio.

Más allá de la evidencia de que en "Las aventuras del ébola en España" los protocolos seguidos han sido a la seguridad lo que Cañita Brava a la música clásica, lo que ha quedado claro con esta lamentable noticia es que el Partido Popular gestiona entre mal y peor las crisis graves, como ya ocurrió con el Prestige en 2002 o como aún ocurre con la crisis económica. No es demagogia, es hemeroteca. Como tampoco es demagogia reconocer que el Gobierno español ha hecho un gran favor a la OMS al demostrar al planeta entero que el asunto del ébola se puede gestionar aún peor que dicha organización, y mira que era difícil dada su falta de diligencia y consideración desde que este último brote se iniciara en diciembre de 2013. Un favor que, las cosas como son, ha tenido como gran protagonista a Lady Gürtel, la ¿ministra? de ¿Sanidad? Ana Mato, que culminó ayer su imparable ascenso a las más altas cimas de la miseria política, intelectual y humana perpetrando una de las ruedas de prensa más esperpénticas, cobardes y gilipollescas de la historia de las ruedas de prensa, hasta tal punto que debería ser considerada un homenaje (involuntario) al humor de los hermanos Marx. Nota: el 25 de septiembre Mato comunicó a los consejeros autonómicos en materia de sanidad que el riesgo por ébola en España era muy bajo. Lo dicho, ni los Monty Python. Que una tipa así no sólo haya llegado a ese cargo sino que se mantenga (o la mantengan) en él es algo que debería explicar Íker Jiménez.

Antes de la llegada de Mariano Rajoy y su séquito de mierdócratas al poder, los españoles sabíamos (ahí está la Historia para enseñarlo/recordarlo) que nuestros mandatarios políticos están sobradamente capacitados para avergonzarnos o para hundirnos económicamente o para arriesgar nuestras vidas, pero nunca para esas tres cosas a la vez...eso sólo está al alcance de los elegidos (y no para la gloria precisamente). En ese sentido, es indudable que el impresentable Rajoy (que conviene recordar saltó a la fama por "unos hilillos de plastilina"...) y su retrete de ministros se han especializado tanto en crear problemas de la nada como en agravar los ya existentes por culpa de una devastadora combinación de mediocridad, incompetencia, cobardía y prepotencia. El karma de España debe ser muy jodido para haber sufrido como últimos presidentes a Zapatero y Rajoy.

En definitiva: gracias al infame Rajoy y su corte de mediocres e ineptos hoy todo el mundo ya tiene claro que hay algo aún más peligroso que el ébola: la estupidez.

sábado, 4 de octubre de 2014

Viñetas, humor y crítica social

Los cómics, la novela gráfica o, como se dice en castellano, los tebeos son un arte (el noveno, concretamente) y como tal hay que entenderlos más allá de su función principal (entrenter, evadir) y considerarlos como parte de un diálogo, de una interacción con la realidad en la que nacen. Una interacción en la que el mundo real funciona como referencia y el tebeo como un catalizador de una visión y una actitud hacia dicha realidad. Es decir, como un espejo frecuentemente distorsionador, según el cometido o la vocación que exista tras las viñetas. Así, se podría decir que cualquier historieta cumple alguna de estas dos funciones: 
- Adoctrinadora: Busca inocular o reforzar ¿sutilmente? los
valores y las ideas dominantes (por lo general de corte maniqueo, patriotero y/o conservador). En este sentido, podemos encontrar buenos ejemplos de ello a ambos lados del Atlántico. Así, encontramos a los yanquis "Capitán América" y "Supermán" (por citar los más icónicos) y a los españoles (aunque ya extintos) "Guerrero del Antifaz", "Roberto Alcázar y Pedrín", "El Capitán Trueno", "El Jabato", "El Corsario de Hierro", "El Cachorro"...Viñetas que responden a una visión sesgada y monolítica del mundo y que intentan adoctrinar y anestesiar cualquier atisbo de inconformismo (a quien se deje) sin por ello dejar de entretener al lector.
- Crítica: Aquí se inscribirían todos los cómics que tienen en su ánimo realizar una más o menos velada denuncia de todo aquello que huele a Dinamarca en la sociedad. Nueva y obviamente, tenemos muchos ejemplos de ello fuera y dentro de España. En cuanto a fuera del país, cómics tan dispares en fondo y forma como "Contrato con Dios", "Watchmen", "V de Vendetta", "The Authority" o "Los muertos vivientes" son tan sólo algunos de los muchos que han decidido que, además de contar una historia, toca "dar caña" a un mundo que no funciona. Una crítica que, por lo general, deja poca o ninguna concesión al humor. Justo lo contrario de lo que sucede en España, donde, salvo excepciones como el genial Paco Roca, maestros de las historietas como Ibáñez o Jan utilizan la sátira y/o la parodia para denunciar o retratar cosas que tienen escasa o nula gracia; habilidad, por otra parte, encumbrada por mitos de la viñeta como los españoles Mingote y Forges o el argentino Quino.

Siguiendo con esto último, hay que reconocer que el humor es excelente como vehículo y disfraz para burlar censuras y prejuicios y sacudir conciencias (aquellas que no estén en coma
por idiotez). ¿Por qué? Porque el humor funciona mucho mejor que la simple información a la hora de decir la verdad o reflejar la realidad. Quizás ello se debe a que estamos dispuestos a aceptar mejor aquello que no sólo nos hace pensar sino también reir. O tal vez porque la sonrisa es el único caballo de Troya posible para todas esas noticias o verdades que preferimos ignorar por cobardía, saturación o desinterés. Esto no es nuevo, ni mucho menos: ya en la Antigüedad Aristófanes en el teatro y los bufones en los palacios se ganaban vida y fama haciendo guasa de cosas que, en sí mismas, poco chiste tenían, aparentemente. 

En España, por ejemplo, algunas de las mejores muestras de cómo el humor pudo y puede decir más y mejor sobre la realidad que cualquier medio informativo las tenemos, además de en los cómics antes citados, en publicaciones como "La Codorniz" (antaño), "El Jueves" (hasta que lamentablemente lo domaron) y "Mongolia" (ahora). Eso por no hablar de lo que hace el magistral Rafael Álvarez "El Brujo" en un escenario, de los monólogos cómicos que arrasaron en teatros y televisiones hasta hace no mucho o de por qué un programa como "El intermedio" es actualmente la referencia en televisión a la hora de saber qué pasa de verdad. En resumen: la sátira (quizás hoy más que nunca) está mucho más pegada a la realidad que el mejor de los teletipos o el más sofisticado de los telediarios (de los periódicos mejor no comentar nada...).

Pero volviendo a Ibáñez y Jan, autores de los que soy auténtico fan desde que era un crío, creo que es bastante interesante contrastar sus estilos a la hora de reflejar la realidad y criticarla dado que, si bien cualquiera puede repasar o reconocer los últimos decenios de España en sus tebeos, uno y otro utilizan caminos distintos:
- Ibáñez ha sido desde siempre francamente ecléctico en los temas que aborda (lo mismo ambienta una historieta en un Mundial de fútbol que en una trama de corrupción política) pero su carga crítica se ve (lamentablemente) mermada o incluso disipada por el quizás excesivo peso del gag, de la gracieta y del chiste que cualquier lector habitual ya espera. En ese sentido, creo que, paradójicamente, resultan más interesantes en su crítica social obras suyas menos conocidas como por ejemplo "13 Rúe del Percebe" o "Chicha, Tato y Clodeveo" que sus trabajos más famosos "Mortadelo y Filemón", "Pepe Gotera y Otilio" o "El botones Sacarino". No obstante, Ibáñez sí que se ha evolucionado en su criterio y enfoque, siendo más paródico y universal en sus inicios mientras que de un tiempo a esta parte se muestra muy pegado a los grandes temas de actualidad en España. La pena es que su crítica siga sin ser todo lo amarga y profunda que podría ser...
- Jan, a través de las historietas de "Superlópez", ha experimentado una evolución similar, dejando atrás la parodia de grandes clásicos de la literatura, el cómic y el cine que brillaba en sus comienzos para abanderar y centrarse posteriormente en una crítica en absoluto atenuada de los principales problemas que afectan o bien al mundo en su conjunto o bien a España en particular: la deshumanización tecnológica, el botellón, la adicción al móvil, la inseguridad informática, las hipotecas, la crisis económica, los recortes, los desahucios, la contaminación, los tejemanejes políticos, la inmigración, el tráfico de armas, la locura millonaria del fútbol, la explotación laboral...La sátira de Jan no tiene nada de parodia ingenua. Detrás de sus viñetas (o de las de Superlópez, que para el caso es lo mismo) hay un mensaje rotundo, una evidente sensibilidad y un corazón demoledor. Algo digno de elogio dados los tiempos que corren en España, en los que ya no sólo el hecho de denunciar lo que está mal, sino también el no tirar la toalla en ese empeño son tareas sencillamente (super)heroicas. Por esa razón, es casi ofensivamente lógico que sea Superlópez la auténtica estrella del tebeo nacional a la hora de denunciar y enfrentarse a las injusticias que avergüenzan a España. Por eso, sus tebeos, no sólo deberían leerlos niños.

En definitiva: que cuando tengamos un cómic en nuestras manos convendría no olvidarnos de que ese tebeo no sólo está reflejando de una manera determinada nuestro mundo sino que también está diciendo algo de nosotros mismos y de con qué actitud nos enfrentamos a lo que nos rodea. Ingenuidad, la justa.