jueves, 31 de marzo de 2011

Liberad al pato WilliX

Después de unos artículos que se podrían calificar de serios, circunspectos, graves, adustos y demás...hoy quiero regalar una pequeña porción de genialidad y buen humor al igual que han hecho conmigo.

Seré claro. Hay que salvar a este pato. Ya sé que la gente tiene cosas más importantes en las que pensar ahora mismo, como, por ejemplo, por qué son tan contagiosos los bostezos, por qué estornudamos al mirar directamente al Sol, si tuviéramos que recibir un tiro en qué parte del cuerpo querríamos sufrirlo o qué hay más allá (de la puerta de los bazares chinos). Pero hay que dejar eso a un lado. Hay que salvar a este pato.
   

Por cierto, para todos los que como yo son amantes de los animales, tranquilidad, sólo es la última genialidad de los anuncios de MiXta (Mahou), pero, de cualquier forma...¡Hay que ayudar a liberar a este pato!

miércoles, 30 de marzo de 2011

Historia de una mentira

Se ha levantado una (lógica) polvareda a propósito de las actas de las negociaciones del Gobierno con la banda terrorista ETA, merced a las revelaciones publicadas, paradójicamente, por medios tan distantes como  "El Mundo" y "El País". Lo único que tengo claro a este respecto es que sólo una de las dos partes negociadoras puede estar mintiendo. Y sospecho que no es quien ya tiene poco o nada que perder. De todos modos, hasta que no salgan a la luz las actas oficiales hoy escrupulosamente custodiadas, no podré tener una opinión definitiva sobre este nauseabundo asunto.

A mí siempre me ha parecido un error dialogar con quien ha hecho del asesinato, el miedo y la destrucción su único lenguaje, ya hablemos de Al-Qaeda, las FARC o ETA. Pero lo que me un disparate aún más grave es negociar, mercadear o regatear con terroristas cualquier tipo de compensación política, legal o penal a cambio del abandono de toda acción criminal. La única cuestión que hay que debatir sobre esta gentuza, sin importar si han nacido en los aledaños del Cantábrico, entre dunas mahometanas o en selvas tropicales, es si se les aplica la pena de muerte o la cadena perpetua. Así de sencillo.

Dicho esto, a mí, este Gobierno (al igual que el resto de la casta política patria) me parece tan fiable en cuestiones de honradez y honestidad como El Dioni de administrador del FMI o Coto Matamoros como ministro de Sanidad. Todo lo que dice y hace este Gabinete es, fundadamente, sospechoso de ser rigurosamente falso o verosímilmente incierto. Por eso me cuesta creer, y mucho, que las informaciones recientes sobre su negociación con los asesinos de ETA sean completamente falsas. Cuando no se tiene talento y la ética es nimia, la bellaquería es una alternativa muy razonable... tanto como la estupidez. 

Supongo que estoy muy condicionado por tener memoria suficiente...qué se le va a hacer. A mí no me importaría apoyar al Gobierno de mi país a desdecir lo que figura en las actas de un miserable ser que no se merece ni el aire que respira. Me encantaría, pero no puedo. Y no puedo porque recuerdo demasiado bien su obeso historial de mentiras, desdichos y renuncios. Dos ejemplos:El Ejecutivo del "No a la guerra" está ahora colaborando en dos concentraciones hippies como Afganistán y Libia, el mismo Ejecutivo gracias al cual ahora la economía española está en la Champions League y la crisis eran habladurías.

Por eso, me mantengo en una prudente espera, con el deseo de que se aclare todo esto lo antes posible, pero me temo que será difícil. Supongo que no ayuda mucho a ello tener como cabezas del Gobierno a un tipo que deja a Pinocho como la pitonisa de Delfos y a un individuo que convierte a Goebbels en un apóstol de la sinceridad.

En resumen, a mí, todo esto, me parece la crónica de una aberración anunciada, la historia de una mentira en la que todos los protagonistas son igualmente miserables.

Y, para concluir, reiterar una vez más mi ilusión de que ETA, su séquito de siglas políticas, sus familiares, simpatizantes y quienes juegan perversamente a la equidistancia (Eguibar, Eguiguren, etc), se vayan al Tártaro, que es donde se merecen estar.

lunes, 28 de marzo de 2011

Ragnarök matemático

Recientemente, he leído una noticia que se hace eco de un curioso estudio, según el cual, las religiones tienen sus días contados en unos cuantos países. Una afirmación que se sustenta en un análisis matemático para finiquitar por anticipado adoraciones y cultos varios. Es decir, lo que vendría a ser un ragnarök travestido de cifras, estadísticas y extrapolaciones.
El estudio creo que es tan respetable como discutible, principalmente porque abordar desde las ciencias exactas lo que pertenece a un ámbito difícilmente ponderable cuantitativa y racionalmente, como es la religión, me parece mezclar churras con merinas.

Como ya he hablado en anteriores ocasiones en este blog del asunto religioso, no me extenderé mucho esta vez:
  • Que las religiones actuales pueden desaparecer es algo lógico, porque no serían ni mucho menos las primeras en hacerlo. Basta con mirar qué ha pasado con los cultos de los antiguos egipcios, griegos, romanos, sumerios, etc. Pero una cosa es que sea lógico y otra es que sea seguro.

  • Que las religiones de hoy en día necesitan mejor prensa es evidente, especial y paradójicamente las que más fieles tienen. En el caso del cristianismo en general y el catolicismo no les favorece mucho que la Iglesia proyecte una imagen tan paquidérmica; que demasiados sacerdotes, prelados y demás vicarios de Cristo tengan una retórica trasnochada y rancia; que se asocie ese culto con los sonrojantes grupos flandersianos (es decir, neocatecumenales, operarios y demás entusiastas sin reparos); que echen pelillos a la mar y miren hacia otro lado en cuestiones de hondo calado social; o que den con demasiada frecuencia argumentos para el regocijo de la patulea de demagogos modernísimos que creen que el agnosticismo, ateísmo y anticlericalismo son lo más de lo más. En el caso del Islam, la relación casi instantánea que hay en el inconsciente colectivo entre ese credo y un gachó barbudo y mal encarado a punto de inmolarse, no es la mejor campaña promocional que puede tener. Igual que no es muy popular que el Judaísmo tenga su epicentro en un país aficionado a coser a misiles y otros proyectiles a sus vecinos.

  • Que hoy están más de moda otros "cultos" es fácilmente comprobable: El "culto al cuerpo" (hay muchos espejos, espejitos mágicos haciendo mucho, mucho daño), el "futbolismo" (el fútbol como religión es algo que se comenta sólo con mentar "iglesia maradoniana"), la tecnofilia o tecnoestrés (sin tweet no soy nada, sin facebook menos y sin móvil ni te cuento), los videojuegos como bálsamo espiritual (¿Cuántas personas no se encuentran mejor jugando con las videoconsolas que yendo a misa, por ejemplo?)...

  • Que el ser humano tiene hoy motivos de sobra para sentirse profundamente vulnerable (ahí está lo de Japón, por ejemplo) es evidente gracias a la gran cantidad de información a la que estamos expuestos. Esto proverbialmente suele ayudar a fomentar la necesidad de creer en algo, en una suerte de superhéroe invisible y tranquilizador que nos saque las castañas del fuego y que muchos confusos llaman Dios, así que, aunque sea erróneamente, las religiones siguen teniendo un excelente caldo de cultivo para pervivir.
De todos modos, suceda lo que suceda y dejando mi parecer a un lado, lo que más me interesa es que tú, lector, comentes tu opinión al respecto: ¿Crees que las religiones van a desaparecer? ¿Cuál es tu percepción de la religión en la actualidad? ¿Piensas que se puede pronosticar matemáticamente la desaparición de la religión? ¿Existe la necesidad de creer en algo? 

Tu turno.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Adiós a la última gran diva

Ha muerto Elizabeth Taylor. La última representante de la época más gloriosa de Hollywood, la última diosa de ese Olimpo en blanco y negro, símbolo del esplendor y el ocaso de un tiempo que convirtió a hombres y mujeres en mitos inmortales, ha llegado al "The End".

Con ella, el cine pierde la mirada más dulce, rebelde y seductora de quien supo saborear intensamente la miel y la hiel del séptimo arte. Con ella, se va un mujer indómita que aunó carisma y dignidad de una forma irrepetible y modélica. Con ella, se apaga una de las estrellas más brillantes y agradables de cuantas ha conocido la oscuridad de una sala de cine. 

Sobrevivió al éxito, al fracaso, a la alegría, a la pena, a la enfermedad e, incluso, al matrimonio. Mujeres así hay muy pocas. Después de hoy, apenas ninguna.

Descansa en paz, Martha, Catherine, AngelaLeslie, Susana, Rebeca, Maggie, Cleopatra...Elizabeth.

Sólo puede quedar uno

"Sólo puede quedar uno", rezaba el eslogan de "Los inmortales". Lo cierto es que esa frase, eje de los espadazos de Connor MacLeod y compañía, bien podría resumir las riñas que han ido dando forma y nombre al progreso tecnológico de las últimas décadas. Unos duelos a muerte entre dispositivos, terminales, formatos y demás ingenios de la tecnología sin los cuales no se puede entender el mundo actual.

Repasando reyertas ya tan clásicas de lo que algunos denominan "guerra de formatos", como el Betamax contra el VHS; éste contra el DVD; y éste a su vez contra el Blu-Ray, que también disputó contra el HD DVD; el sistema QWERTY contra el Dvorak; el vinilo contra el casete y éste contra el  CD; la triple confrontación entre éste último y el Minidisc y los reproductores Mp3; entre éstos y los iPods; los disquetes de 5,25" contra los de 3,5"; entre estos últimos contra el CD y éste contra las memorias USB; Flash contra HTML5, Windows contra Mac OS y Linux; o Explorer contra Firefox, por citar algunos ejemplos conocidos, no se puede dejar de tener la sensación de que el progreso se resume en una encarnizada confrontación de avances de los cuales los únicos beneficiarios indiscutibles son los usuarios, esto es, la humanidad. 

Teniendo presente lo arriba dicho, no deja de parecerme curioso que las justas tecnológicas entre megaempresas que estamos presenciando actualemente en los campos de los teléfonos inteligentes y las tablets, puedan ser explicadas no sólo desde el  novísimo ámbito de la tecnología, sino desde otros tan añejos como la biología, gracias a teorías como "la supervivencia del más apto" de Herbert Spencer o conceptos como la darwiniana "selección natural", formulados a mediados del siglo XIX.

En definitiva: Nada nuevo bajo el sol...aunque parezca lo contrario

viernes, 18 de marzo de 2011

La hipocresía de la tortuga

Finalmente, parece que eso llamado "la comunidad internacional" va a hacer algo respecto al tema de Libia. Prisa, lo que se dice prisa, no se han dado, especialmente a la hora de ponerse de acuerdo, así que lo de comunidad les viene que ni pintado, porque parecen una comunidad de vecinos, eufemismo amable para hablar de la ONU, esa institución en la que se debaten sesudamente los asuntos más importantes y cruciales de todo el orbe como son el sexo de los ángeles, la disyuntiva  sobre el huevo y la gallina, si Falete y Espinete pertenecen al mismo género, el final de "Perdidos", por qué Perea juega en Primera División, el talento de Álex Ubago, ahorrador o no ahorrador, cueces o enriqueces. Y una vez solventados esos puntos, pasan a las menudencias, como el homenaje libio a las Fallas de estas últimas semanas. Todo eso a la misma velocidad que una tortuga se da cuenta de que tiene artrosis crónica, por supuesto.

No voy a entrar ahora a comentar el tema de las revoluciones en el mundo árabe, porque ya lo hice en otro artículo, ni tampoco glosaré la proverbial lentitud, inoperancia e ineficacia de instituciones como ONU, OTAN, UE y demás torres de Babel de opereta. Tampoco voy a dedicar el artículo a valorar la conveniencia o no de permitir que un terrorista extravagante y paranoico que se viste como si tuviera excedente de cortinas y manteles permanezca en el poder de un país como Libia, porque creo que se comenta solo. Y sobre la polémica de si la comunidad internacional debe inmiscuirse en asuntos internos de países, pienso que sólo "procede", por utilizar la jerga pertinente, cuando se cumpla una regla muy sencilla: Si la mortalidad se dispara  súbitamente en un país, éste necesita ayuda, sea del tipo que sea.

Lo que me lleva  a escribir este artículo es criticar no sólo el fango burocrático y políticamente correcto (sinónimo de "gilipollesco") que anega las relaciones internacionales desde hace ya lustros sino la hipocresía de los países que un día hacen la vista gorda, otro se la cogen con papel de fumar, otro hacen una declaración rimbombante y circunspecta con bandera ondeante detrás, y quizás en algún momento reaccionen, siempre y cuando se lo permitan sus intereses "discretos", esos que son notorios pero no públicos, tan conocidos como obviados por todos los convidados de los saraos internacionales y que, en el fondo, son las verdaderas razones de muchos de los disparates diplomáticos que hemos visto en los últimos años. Intereses que, como es tristemente lógico pensar, están relacionados con el dinero. El posicionamiento por filias políticas o ideológicas, es cosa ya de cuatro trasnochados. Ahora lo que se lleva son pactos tácitos y mefistofélicos que aporten beneficios económicos y lo mismo da Juana que su hermana si las arcas públicas o las cuentas privadas lucen obesas.

Motivos siniestros, en todos los sentidos, que muy pocas veces son difundidos informativamente, salvo afortunadas excepciones como la del pasado fin de semana, cuando tuve la suerte de leer un muy revelador reportaje publicado en un semanario y cuya lectura recomiendo: "El dinero congelado de los cleptócratas".

No hay coherencia en la comunidad internacional porque, sencillamente, no hay decencia. Y sin decencia ni coherencia, la Humanidad está un poco más cerca de ahogarse en sus propios vómitos.

En definitiva, el mundo avanza a lomos de una tortuga hipócrita quizás hacia el desastre, quizás hacia la nada. Lo que es seguro, parafraseando al genial Shakespeare, es que algo huele a podrido...y no sólo en Dinamarca.

martes, 15 de marzo de 2011

Ni un velo de tonta (ni cobarde)

Ana Pastor, lozana y certera periodista de TVE, ha entrevistado a Mahmud Ahmadineyad, presidente de Irán y paranoico de la república independiente de su cabeza. La entrevista ha discurrido por los cauces a los que nos tiene acostumbrados mi colega de profesión: preguntas hábiles para cuestiones incómodas (ya se sabe que la verdad duele y reconocerla duele mucho más). Hasta ahí, nada nuevo. 

Lo novedoso y noticioso, valga la redundancia, es que Pastor, haciendo gala de ese coraje que tanto se echa de menos dentro y fuera del periodismo, no ha tenido reparos en desestimar el uso del hiyab ante quizás el musulmán más extremista, poderoso y peligroso del orbe, con permiso de Bin Laden, para estupefacción e incomodidad de Ahmadineyad, por cuya mente debían estar pasando un desfile de ideas y ninguna buena para la periodista me temo. Toda una metáfora del periodismo como profesión que no entiende de cortapisas y de la verdad como algo que no está sujeto a obstáculos, normas ni corsés.

No entraré a valorar aquí si el hiyab como bufanda o fular es una falta de respeto, aunque cabe recordar que el Corán no prescribe su uso. Lo que sí me parece digno de elogio y aplauso es lo que ese simple gesto denota: Que aún hay esperanza para mi profesión, que aún hay gente que honra el único trabajo del mundo cuya materia prima es la verdad, que aún hay motivos para ejercer el periodismo con vocación y compromiso. Que aún hay personas con la suficiente valentía para decir lo que otros callan y hacer lo que otros no se atreven a hacer.

Olé tus ovarios, Ana Pastor. Olé.


lunes, 14 de marzo de 2011

No fue Godzilla

No es un fragmento de ninguna película de Godzilla, ni el devastador desenlace de un combate entre "mechas", ni el escenario del típico anime postapocalíptico, ni una secuencia de un film catastrófica al estilo de las de Roland Emmerich, ni una secuela de videojuegos tremebundos como "Disaster: Day of crisis". Lo parece. Lo increbíble es que no sea nada de eso, pero es la vida real. Es Japón devastado por un terremoto, un tsunami y un riesgo creciente de accidente nuclear. Viendo las terribles imágenes que se han propagado desde el viernes en todas direcciones, uno comprende bien el sumo temor que despertaba entre los antiguos griegos la deidad responsable de estas catástrofes naturales: Poseidón. Y, hoy como entonces, todos tenemos motivos de sobra para sentirnos muy pero que muy vulnerables.

En el plano estrictamente personal, he de reconocer que le tengo un gran afecto a ese país, quizás por haber crecido amamantado telivisivamente por series de animación japonesas, por la profunda admiración que siento por todo lo relacionado con los samuráis, por el gran cariño que tengo a videojuegos de origen nipón,  por la simpatía que me despiertan la histriónica cordialidad y discreción de sus habitantes...pero, por encima de todo, por su dignidad, responsabilidad, eficiencia y capacidad para resarcirse de cualquier tipo de penuria; virtudes que, por cierto, la hermanan ineludiblemente con Alemania como naciones con vocación de Ave Fénix.

Pánico me da pensar cómo habría reaccionado este país verbenero que es hogaño España ante un cataclismo como éste: La clase política moviéndose entre la demagogia y la inoperancia, los medios de comunicación recreándose en la vertiente más carroñera de la noticia, las administraciones públicas reclamando dinero a espuertas antes de pensar cómo ayudar, los papanateros de turno buscando culpables en lugar de soluciones, los miembros del Gobierno haciendo circunspectos declaraciones que no van a ninguna parte, las parrillas televisivas volcándose aún más en la telebasura con la excusa de evadir, el Congreso creando comisiones a gogó para que ciertas señorías tengan tiempo que perder...y la población, la sufrida población, dando la cara, arrimando el hombro y echándole un par de narices al asunto.
Mas volviendo al tema del artículo: Me da igual si el terremoto, de Japón, pese a ser tan asolador, no tiene el dudoso honor de estar en el podio histórico de los seísmos, o si el pavoroso tsunami posterior se queda en agua de borrajas comparado con otros precedentes. Tantísimas pérdidas en vidas humanas (un millar de muertos, otros tantos desaparecidos)  y materiales (poblaciones enteras borradas de la superficie, ciudades fantasmagóricas, las comunicaciones cercenadas...) son razones más que de sobra para sentir honda lástima y admiración por Japón y quienes, estoy seguro, sacarán adelante ese país que algún día tendré el honor de visitar. Ganbatte, Nihon-koku!

martes, 8 de marzo de 2011

Ya lo decía Azorín...

Cosas de la serendipia. Algún avezado periodista de TVE ha descubierto una portada del magnífico pero extinto diario "YA", fechada el 7 de abril de 1974, que reproduce curiosa y sorprendentemente el mismo tipo de noticias que podrían encontrarse en las primeras planas de marzo de 2011: Libia, límites de velocidad, carestía, partidos de baloncesto, etc.

Este suceso, que podría quedarse en mera anécdota de aficionados a las hemerotecas, me lleva a pensar una cosa. Aunque se presta a hablar sobre los interesantes conceptos del "eterno retorno", el "tiempo cíclico" y la concepción circular de la historia, no hablaré de eso aquí. Este curioso descubrimiento me induce a recordar lo que dijo el genial Azorín a comienzos del siglo pasado en el capítulo titulado "Las nubes" de su imprescindible "Castilla" (1912): "Sí;vivir es ver pasar: ver pasar allá en lo alto las nubes. Mejor diríamos: vivir es ver volver. Es ver volver todo un retorno, un perdurable retorno...". Cuánta razón tenía este maestro patrio de las letras y el pensamiento.

Y, sin abandonar la mentalidad noventayochista, apostillo lo siguiente a lo dicho por Azorín: Vivir es ver volver...y darse cuenta de que no se ha aprendido nada de lo ya visto y vivido, pues las hemerotecas son fuentes constantes de errores repetidos una y otra y otra vez. Lo cual, me recuerda a lo dicho en otra obra literaria, "El gatopardo" y su ya célebre propuesta de "cambiar todo para que nada cambie". ¡Cuánto han cambiado las cosas desde 1974 y qué poco hemos cambiado!

lunes, 7 de marzo de 2011

El futuro está que arde

La NASA lo lleva advirtiendo casi un lustro y diversos medios de comunicación en todo el mundo (RNE, ABC, Telecinco, Cuatro, Financial Times, BBC, Daily Mail, Independent, Fox, La Nación, El Cronista, National Geographic, Discovery Channel, Quo...) se han hecho eco de ello estos últimos meses de forma especial: Se avecina una tormenta solar que podría fundir los plomos de la tecnificada humanidad

Si esta inquietante noticia procediera de los agoreros apocalípticos de costumbre, o de los creyentes en siniestras profecías (la maya de 2012 es la más en auge actualmente), o de los devotos paranoicos del fin del mundo, o fuera el argumento de la enésima película  catastrófica de Roland "Mecargoelplaneta" Emmerich, no le daría mayor importancia. Pero cuando están por medio científicos internacionales que se juegan en la difusión de esta información su credibilidad y con ella el pan del que vivir, la cosa cambia.

No obstante, pese a que medios de comunicación serios y de raigambre como ABC han bautizado a la futura tormenta como "La tormenta solar del fin del mundo", no caeré aquí en el alarmismo, por mucho que se esté diciendo que la tempestad del Sol puede devolver a la Humanidad al nivel tecnológico de hace dos o tres siglos, que su coste económico y en vidas sería digno de una película de ciencia-ficción y que se tardarían meses en levantar la cabeza. 

Lo que me suscita esta interesante noticia y fiable vaticinio científico son las siguientes reflexiones: ¿Hasta qué punto nos hemos permitido depender de la tecnología y de cualquier ingenio que funcione con electricidad como para que su inutilización aterre tanto como una extinción? ¿No es francamente revelador que los más afectados  (en todos los sentidos) por la probable tormenta solar fueran los habitantes del llamado "primer mundo" mientras que los del "tercero" apenas se verían perjudicados?  ¿Es la hora de aprender de quien menos tienen? ¿Es este fenómeno cósmico una suerte de justicia poética para cuestionar la tecnodependencia y la opulencia electrónica de la sociedad? ¿No es una necesaria cura de humildad saber que pese a hallarnos en la vanguardia del progreso no podemos hacer nada ante algo así más que esperar que sea leve? ¿Cómo nos sentiríamos si tuviéramos que vivir en una sociedad de un nivel tecnológico similar a la de nuestros bisabuelos y tatarabuelos? ¿Sabríamos revertir o adaptarnos a un cambio tan radical? ¿Puede alguien hoy vivir sin utilizar el móvil, navegar por internet, comunicarse en redes sociales, trabajar con un ordenador, utilizar la tarjeta bancaria y otras gestiones y quehaceres hoy comunes y sentidos casi como imprescindibles? Muchas preguntas para las cuales la tecnología, oh, sorpresa, parece no tener la respuesta...

Por suerte, siempre nos quedará aquello que nos ha permitido evolucionar, progresar y avanzar a lo largo de la historia: el cerebro.

"Rango": El bueno, el feo y...el camaleón

Este fin de semana he visto "Rango", película de animación dirigida y coproducida por Gore Verbinski y "protagonizada" por el camaleónico y genial Johnny Depp, en la que ambos cambian los caribeños mares del éxito filibustero por el árido e incierto oeste. 

Si alguien pensaba que el nuevo proyecto de Verbinski, una vez desvinculado de la saga de "Piratas del Caribe", iba a suponer un batacazo en taquilla y crítica, a estas alturas ya se habrá dado cuenta del error, habida cuenta de los datos de recaudación y las valoraciones de los espectadores. Quizás tenga que ver en todo ello que en este peculiarísimo y ameno "western" se pueden encontrar varias de las claves que convirtieron a la trilogía piratesca en un fenómeno mundial: una excelente combinación de aventura y comedia, unos personajes tan extravagantes como entrañables, una trama con regusto clásico pero presentada de una forma novedosa,  un acertado sentido del ritmo en la dirección y el montaje, y una indudable vocación de entretener a todas las edades que se sienten al otro lado de la pantalla para ver "Rango".

El argumento de la película podría sintetizarse en cómo un camaleón urbanita y con sueños de estrella dramática se las tiene que apañar  súbitamente, por avatares de esa gran carretera que es la vida, en un pueblo del oeste sediento de agua, justicia y héroes, necesidades que tendrá que saciar Rango haciendo uso de todas sus habilidades si no quiere defraudar a su público, los habitantes de Dirt ("suciedad", "mugre", en lengua de Shakespeare). La película transita como es de suponer por todos los clichés, arquetipos y lugares comunes del "western" y por eso no es raro que el espectador encuentre más de un guiño a títulos y personajes clásicos de las películas de tal género. Por eso, la originalidad de "Rango" no está tanto en el "qué" sino el "cómo": animación por ordenador, animales en lugar de seres humanos y humor en lugar de drama.

En mi opinión, no era descabellado pensar que a Verbinski y Depp les sentaría bien darse un garbeo por el Oeste, ya que ambos transitaron ya por ese género hace años, aunque bien es cierto que de forma atípica, como no podía ser menos: "The Mexican", en el caso de Verbinski, y "Dead Man", en el de Depp. Teniendo eso en cuenta, a mi parecer, uno de los grandes aciertos de "Rango" es la original y divertida traslación al mundo animal de los personajes típicos de un film de este género, muy acertada tanto en las facciones "físicas" como en las psicológicas. Partiendo de esa base, la complicidad del espectador está ya ganada y con ello es más fácil entretenerle con el humor sano y desternillante que emana el guión, dejando algunas escenas francamente hilarantes, algunas de las cuales, por cierto, evocan indudablemente el tipo de humor que atesoran las tres primeras entregas de "Piratas del Caribe": escenas cómicas en segundo plano, histriónicos gags de slapstick, diálogos mordaces y rápidos, secuencias casi oníricas (muy semejantes a las vistas en la tercera entrega bucanera), bromas puramente visuales...

En definitiva, el tándem Verbinski-Depp ha conseguido hacer con el western lo mismo que consiguieron con las aventuras marítimas: renovarlo de una forma original, amenísima y apta para cualquier espectador. Por eso "Rango" es tan recomendable: Porque te hace pasar un muy buen rato en unos tiempos en los que el entretenimiento se vende muy caro.


miércoles, 2 de marzo de 2011

ParchEspaña

No, lector, no te dejes engañar por el título del artículo, pues no voy a hablar de ninguna feria destinada a que ciertos lesionados oculares vean el vaso medio lleno. Hoy de lo que se trata es de verlo medio vacío, así que hablaré de política o de algo parecido a ello. 

Por todos es sabido que el (des)Gobierno del señor POE pasará a la historia española, europea y mundial como uno de los Ejecutivos más reformistas de los anales occidentales y que dejará a la Atenas de Pericles como un campamento de refugiados en comparación con la España de José Luis. Ahí están sus espléndidas reformas para dar testimonio de ello: El cambio del modelo económico (España, incuestionable tierra de bonanza), la renovación del sistema educativo (España, primavera de lumbreras), la transformación del mercado laboral (convirtiendo al INEM en punto de encuentro multicultural y club social para todas las edades), la optimización del sistema judicial (patrocinado por la ONCE, como no podía ser menos), las medidas garantes del acceso a la vivienda (fomentando el fortalecimiento de las relaciones entre padres e hijos), el saneamiento del sistema financiero (los pelotazos ya sólo existen los partidos de tercera división y en los campos de golf), la erradicación de la violencia doméstica (como se puede ver en las noticias diariamente), la apuesta por el I+D (apostando por mandar a nuestros investigadores fuera de nuestras fronteras), la mejora de la imagen exterior de España (como país de cómicos)...

Sin embargo, hoy mis loas y aplauso van dirigidos a la formidable política energética del Gabinete del Doctor Cagalera. Una vez aceptado que "plan" es sinónimo de "idea" y ésta a su vez de "ocurrencia", no puedo sino deshacerme en elogios ante su preclara forma de garantizar un futuro energéticamente sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Después de rebajar el límite de velocidad 10 kilómetros-hora, sé que el país en el que campará mi progenie será un vergel donde los pájaros trinen como si fuera una película de Disney y estaremos tan avanzados que haremos parecer a "Tron" una película sobre la prehistoria. Y ojo que a cualquiera que se atreva a cuestionar este extasiante plan de ahorro energético le atacaré sin piedad, pues medidas como la arriba citada me recuerdan vivamente las antológicas decisiones del superintendente de mis adorados Mortadelo y Filemón en materia de logística y transporte. Así que cuidadito...

Dicho lo cual, no puedo más que sugerir altruistamente a este Gobierno nuevas medidas para ahorrar energía y pecunia: 
  • Hacer por ley una rebaja del 50% en la compra de zapatillas de deporte para que todo el mundo tenga más fácil y cómodo ir andando al trabajo o a la cola del paro.
  • Iluminar las carreteras con cirios pascuales, que no contaminan y duran todo un año.
  • Recuperar la diligencia como medio de transporte interprovincial.
  • Apagar nocturnamente la iluminación en cualquier población con más de dos habitantes.
  • Hundir toda la flota actual y sustituirla progresivamente por embarcaciones a vela. 
  • Sustituir el parque de automóviles y motos por bicicletas o jamelgos, ayudando a los conductores a la compra de complejos vitamínicos o alfalfa, según el caso.
  • Ofrecer a los particulares una docena de abanicos con motivos folclóricos en lugar de los aparatos de aire acondicionado que tengan en sus domicilios. 
  • Premiar fiscalmente a las empresas que permitan a sus empleados asistir en verano tocados con taparrabos y otros motivos indígenas a cambio de eliminar el aire acondicionado en los edificios.
  • Invertir en la investigación de la orina como carburante.
  • Ayudar a la industria textil a la creación de prendas fosforescentes que puedan ser usadas en lugar de encender la luz en hogares y edificios públicos y privados.
  • Contratar a expertos japoneses para concienciar a la población de los beneficios de comer los alimentos crudos.
Por último, ardo en deseos de conocer cuál será el nuevo parche, perdón, medida que emprenda este Gobierno de prohombres: ¿Designar a John Galliano embajador en Israel?, ¿Nombrar a David Bisbal ministro de Turismo? ¿Designar a José Mourinho como portavoz del Ejecutivo? ¿Karmele Marchante como nueva ministra de Cultura? ¿El Dioni como gobernador del Banco de España? ¿Pedir a Falete que ponga nueva letra al himno de España y que lo cante?...

¡Qué país, nen, qué país!