lunes, 25 de febrero de 2008

Una de cal y otra de Óscar

La pasada madrugada se han celebrado los Óscar, una ceremonia en la que, entre otras cosas, se ha premiado a "No es país para viejos" como mejor película y a Javier Bardem como mejor actor secundario, lo cual es un buen ejemplo de lo que ha primado, en líneas generales, en los galardones de este año: el papanatismo, el borreguismo, el seguidismo o llámese como se quiera. ¿Los grandes perjudicados? El arte, el talento, la brillantez, la originalidad...todo aquello que hace al cine ocupar el séptimo lugar entre las artes. Como me gusta hablar con conocimiento de causa, he visto todas las películas favoritas y...no sé si pesa más el cabreo o la decepción. No obstante, intentaré hacer un análisis lo más rápido y ameno de las principales categorías de los Óscar:

  • Mejor película: Que la ramplona, insufrible e incomprensible "No es país para viejos" se haya llevado el Óscar en esta categoría es, cuando menos, sonrojante. Al menos, si tenemos en cuenta que la monumental "Pozos de ambición", la fresca y original "Juno" o la preciosa y emotiva "Expiación" comparten categoría con la memez de los Coen. Cualquiera de estas tres películas reune méritos y cualidades suficientes por sí solas para que les dieran merecidamente el Óscar en lugar de "No es país para viejos". Si ese tostón se ha premiado como si fuera una maravilla cinematográfica, es el más claro síntoma de que la labor rameril y sombría de productoras, distribuidoras y críticos pelavainas está cambiando el norte del buen gusto y la sensatez. Así de sencillo. De "Michael Clayton" no voy a hablar, porque, con todos los respetos, en todas las categorías hay un convidado de piedra, puesto para contentar a todo el mundo.
  • Mejor Director: Teniendo presente la injusticia cometida al dejar sin nominar al portentoso Joe Wright y que colaran en las nominaciones al director para paladares minoritarios Julian Schnabel, no es de extrañar que para culminar el despropósito premien a los hermanos Coen, dos tíos con un talento que dejaron de exhibir desde el mismo momento en que se convirtieron en los niños mimados de Hollywood y sus lobbies. Se supone que el mejor director es el que hace la mejor película sea cual sea la óptica o apartado a considerar. Pues bien, si en las colinas donde nace el celuloide se pensara esto que acabo de escribir, el premiado debería haber sido Paul Thomas Anderson, si apostamos por el drama, o bien Jason Reitman, si lo hacemos por la comedia. Ambos firman dos películas que son más que notables en todos los apartados desde los cuales se puedan considerar. No se puede decir lo mismo del film de los Coen, que no es más que vulgarmente correcto.
  • Mejor actor: La primera de las dos categorías en las que cualquiera de los nominados se lo merecía sobradamente. Darle un Óscar a Daniel Day-Lewis por su enésima interpretación magistral, en detrimento de soberbios actores como Depp, Mortensen o Clooney es como premiarle dos veces...y merecidamente.
  • Mejor actriz: La otra categoría donde cualquiera de las candidatas se lo habría llevado con toda la razón del mundo. Enhorabuena a Cotillard porque la competencia era excelsa (Blanchett, Christie, Linney, Page).
  • Mejor actor de reparto: El gran despropósito. O la Academia se ha vuelto zoofílica o resulta que actuar ahora es poner una imperturbable cara de orangután fumado a lo largo y ancho de un metraje. Pues nada, Bardem, enhorabuena. Nunca con tan poco (talento) se consiguió tanto (premio).
  • Mejor actriz de reparto: O de cómo cometer una injusticia con una formidable actriz llamada Cate Blanchett mientras se deja sin premiar a la portentosa y bisoña Saoirse Ronan. La alquimia de los Óscar convirtió en esta categoría el bronce en oro. Felicidades, Tilda.
  • Mejor guión original: Merecidísimo para Diablo Cody y su estupenda "Juno".
  • Mejor guión adaptado: Más coba para los consentidos y autocomplacientes hermanos Coen.
El resto de los galardones transcurrió dentro de lo previsible y anodino...pero nada de eso me quitará la sensación de bochornoso disparate en la noche de mayor gloria de un neanderthal patrio que más que camino del mito, va en pos de una nauseabunda sobrevaloración. ¡Qué noche! ¡Cuánto premio de garrafón!...

viernes, 22 de febrero de 2008

Soy Atléticocornudo por la gracia de Aguirre

El Atlético de Madrid no juega y mucho menos al fútbol. Hace cosas en torno a un balón en un campo de césped rodeado de público. Los jugadores trotan, corren, brincan, caen, gritan, suspiran, sudan, se miran, parpadean y de vez en cuando le dan con el pie a un esférico. Verlo es como contemplar un cuadro de Miró. Es "algo", pero es difícil de explicar. Aunque más que Miró, parece un Tàpies, por lo que conlleva de tomadura de pelo. Ser del Atleti, en la "era Aguirre", es algo muy parecido a tener la sensación de que tu pareja te está construyendo una cornamenta en sus ratos libres y tú tienes que aguantar ese olor a cuerno quemado porque, por encima de todo, la quieres. Lo malo es cuando tienes la sospecha, cada vez más fundada, de que "la otra persona" es el entrenador. Normal que se mire con ojos aviesos a Javier Aguirre, que es quien se está "beneficiando" a este Atleti, además de sus rivales, claro. Que alguien te consuma el ánimo y la autoestima jodiendo a lo que más quieres no es plato de gusto.


Primero se eliminó de la Copa del Rey y anoche, de la de la UEFA. La razón es sencilla: Cuando un equipo no juega al fútbol y otro sí, lo normal es que, salvo que sea Italia, siga adelante el equipo que sabe qué hacer con un balón futbolístico en el césped de un estadio. Eso es lo que le ocurre al Atleti, que no juega absolutamente a nada, gracias a la sensacional dirección de un entrenador incapaz de dirigir con tino, dentro y fuera del vestuario, a la mejor plantilla que ha tenido, sobre el papel, el Atlético de Madrid desde el doblete. Ha mostrado su ineptitud para inculcar un sistema de juego, preparar convenientemente los partidos importantes, ensayar jugadas de estrategia, transmitir un espíritu ganador, alinear a los jugadores más en forma, solucionar con sensatez problemas de disciplina...Un figura (porque de genio, poco). Lo único que sabe hacer es agarrarse como una garrapata a las maravillas del Kun o Forlán y al regazo de su único valedor, Miguel Ángel Gil Marín (¿qué tal si haces un favor al club de tu padre y te largas?). Un tío muy valiente este cuate...


Pero no todas las culpas van a caer sobre el mexicano (con una que caiga y le descalabre es suficiente), porque al fin y al cabo los que cobran (mucho) por salir al terreno de juego son los jugadores. Y aquí tenemos la parada de los monstruos, que, además de ser una película, es el 90% de la plantilla del Atleti: Cléber Santana, Mista, Pablo, Reyes, Luis García, Maxi, Pernía, Zé Castro, Eller, De las Cuevas...viendo lo que cobran y cómo juegan, se tiene más miedo que uno del Ku-Kux-Klan paseando por Harlem. El otro día un periodista dijo que el Atleti tenía dos jugadores de Champions (por el Kun y Forlán) y el resto apenas tendría sitio en una plantilla de Segunda División. ¡Qué gran verdad! Entre los mantas de solemnidad y los que piden a gritos la jubilación anticipada, la plantilla del Atleti se ha convertido en una galera con varios mancos en los remos...El presidente Cerezo ha fichado a quienes le han pedido, así que...¿de quién es la culpa? Pues, además de un mexicano que es a la vulgaridad lo que Pancho Villa a la valentía, del director deportivo, Jesús García Pitarch, que tiene una visión que ni Stevie Wonder.


Es evidente quién tendría que abandonar el Atlético por el bien del club y respeto a su historia y afición, pero como vivimos en un tiempo en el que la honestidad es más defecto que virtud, pues sólo queda soñar y desear que alguien tenga la decencia de regalar a final de temporada una clasificación para la Champions League a los seguidores atléticos. Mientras tanto, el ridículo entrenador, el paródico director deportivo y los vagos y memos que tienen la desvergüenza de ponerse la rojiblanca, seguirán llevándose a casa un dinero que no merecen pero con el que no podrían comprar nunca el respeto y aplauso de una afición que es la única que está a la altura del Atlético de Madrid y de la Liga de Campeones.

jueves, 21 de febrero de 2008

No es país para bostezos

Pues sí. Ya he visto la afamada película "No es país para viejos", uno de los films con más nominaciones para los próximos Óscar, firmado por los peculiares e interesantes hermanos Coen y que cuenta en su reparto con Javier Bardem, al que le llueven los elogios y premios por su interpretación de asesino lunático y despiadado. El argumento tiene cierto interés, al igual que las correctas interpretaciones de Josh Brolin, Tommy Lee Jones y el propio Bardem, y técnicamente es bastante decente...pero ya está. Ni es un peliculón ni el western del siglo XXI ni la actuación de Bardem es prodigiosa.

"No country for old men" es una película con un ritmo excesivamente pausado, casi hipotensa, y eso se nota a lo largo de las dos horas que tiene de metraje, que transcurren más lentas que un paso de Semana Santa. Si a esta falta de tensión se le añade que es bastante fácil vaticinar el desenlace de la historia, el tedio culebrea entre los fotogramas de principio a fin.

En cuanto a Bardem...mentiría si dijera que no es un buen actor, pero igualmente faltaría a la verdad si afirmara que su actuación en esta película se merece el diluvio de galardones y el más que previsible Óscar. No sé si todo ello se debe al cambio climático o a la ausencia cada vez más preocupante de interpretaciones memorables. Lo que sí sé es que esta casi constante adulación y lameculismo en forma de críticas y premios, tiene mucho de borreguismo. ¿Que le han premiado y dicen que está sensacional? Pues venga, yo también. El "Anton Chigurh" de Bardem es un psicópata de manual, cierto, pero la diferencia entre una actuación prodigiosa y una actuación correcta es la misma que el "Hannibal Lecter" de Anthony Hopkins y el matón de Javier Bardem, la misma que hay entre merecerse un Óscar y no merecérselo. Y no digo esto por fobia personal o antipatía ideológica a Javier Bardem ni porque sea español. Diría exactamente lo mismo si el papel lo hubiera hecho un ucraniano con nacionalidad tailandesa. De todos modos, si, como es probable, se lleva la estatuilla dorada por una interpretación que sólo se puede calificar de "adecuada", yo me pensaré seriamente dedicarme a ser actor. La verdad, no creo que sea un ejercicio increíble de arte interpretativo tener la mirada fija y con los ojos como platos, el rostro inexpresivo y parecer recién salido de un fumadero de opio.

No obstante, lo peor de "No es país para viejos" no es que esté por debajo de las críticas y premios que ha recibido o que la actuación de Bardem sea correctamente vulgar. Lo peor es su final, abrupto e inusual, de esos que hacen que se te quede cara de pánfilo y un cierto sabor a tomadura de pelo cuando se encienden las luces de la sala. Si se les acabó la cinta o estaban tan aburridos de su propia película que decidieron finiquitar todo, sólo los Coen lo saben. Lo único de lo que no cabe duda es que el hecho de que este film esté nominado a tantos Óscar es una decisión incomprensible.

En fin. Yo lo que sí sé es que para westerns crepusculares, ya está "Sin perdón"; para buen cine negro, tenemos las películas de Michael Mann; y que para ver a psicópatas inolvidables, basta con ver "Taxi Driver", "El silencio de los corderos" y "Seven".

miércoles, 20 de febrero de 2008

Cuando la diferencia entre el talento y la caradura es cuestión de comillas

No hay que confundirse.La sensibilidad artística es un don propio de unos cuantos afortunados y la hipersensibilidad de algunos "artistas" (la diferencia entre el talento y la caradura es cuestión de comillas) es rasgo exclusivo de una caterva de jetas. Me he enterado, por distintas fuentes de que una plataforma denominada "Coalición Cultura" (un nombre sesudo y esforzado como pocos he visto) se ha quejado oficialmente de que haya quien llame por su nombre y ponga en su sitio a los tunantes, truhanes y perpetradores de bodrios que, según dicen, viven de su trabajo, que no es otro que vivir del aire con unas ínfulas que ni el bardo de Astérix. Como digo, estos artistas de cobrar cada vez que respiran se han quejado de que les den cera y, más concretamente, se han quejado al PP.

Debe ser que los "artistas" tienen licencia para tocar los cascabeles ajenos y difamar, desprestigiar y denigrar, pero no para ingerir su propia medicina. Es decir, por poner un ejemplo, un "artista" le puede llamar a usted imbécil, pero usted no puede llamar imbécil a un "artista", porque entonces está ofendiendo a un "trabajador de la cultura" (debe ser un oficio terrible el tener que acicalarse los genitales y dar lustre al ombligo mientras esperas que la inspiración tenga la deferencia de hacerte una visita o que alguien te limosnee, por compadreo o piedad, un contrato). Vamos, que ser "artista" es un chollo: Perpetras una supuesta obra o actuación que sólo guste a tus parientes consanguíneos y al snob de turno con gafas de pasta negra y bufanda cual fular y, mientras tanto, arramblas con toda subvención que se ponga a tiro, vives por encima de la media de tus conciudadanos, insultas a quienes te califican por lo que eres y luego te quejas. Eso sí que requiere arte, talento, dedicación y entrega, sí, señor. Chapó, "artistas". Yo no podría hacer eso, honestamente. No valgo, lo reconozco. La vergüenza y la honestidad son un lastre, qué le voy a hacer.


Es cierto que vivir del arte es muy difícil, que el verdadero reconocimiento a los artistas les llega una vez están abonando el camposanto, que los artistas son por definición seres sensibles e incomprendidos...y añada usted todos los tópicos que quiera. Pero en España, ser "artista" es de lo más rentable si te parapetas detrás de una pancarta, si te integras en una plataforma para la masturbación virtual y pública de algún político, si vas a los Goya y te crees Lenin cuando subes al escenario, o si prefieres robar a millones para asegurarte los tuyos (los piratas tenían barcos; los bandoleros, trabucos; y los artistas, el cánon digital y las cuotas). Todo es cuestión de "talento" y tener claro lo que quieres, que diría un ladrón...


Yo me pregunto si al gang de fulleros egocéntricos, proclives al zanganeo tanto como a la queja más vergonzosa, se les ha ocurrido pensar que si su éxito profesional, reputación artística y/o sus ventas son tan ínfimas no es por una conspiración política-social ni por la falta de sensibilidad o educación artística del común de la población. No, hijos, no. Si tuvierais el mismo genio para el arte que para la demagogia política y la sustracción económica ajena, no os haría ninguna falta ni pancartas, ni cánones ni subvenciones ni cuotas.


En fin, en España sobran "artistas" y hacen falta artistas. Para que quede claro a quiénes me refiero cuando utilizo las comillas, me refiero a todos y cada uno de los jetas de ocasión, artistas de baratillo, viejas glorias con merecido olvido, faranduleros de pacotilla, necios de saldo y genios que no conocen más libertades que las suyas que firman el manifiesto de "Coalición Cultura", la "P.A.Z" y/o no dejan pasar Goya o Max para violar la cultura con sus discursos panfletarios y ruines. Lo que hacéis vosotros no se puede llamar "arte". Tiene otros nombres, pero seguro que eso os es indiferente, "artistas". Yo, por mi parte, puesto que no os puedo "hacer pupa" con mi opinión, os la haré de la única forma que sé que os duele: ni un minuto de atención ni céntimo de euro para sufragar vuestra bazofia de "arte", porque eso sí que es, por utilizar vuestras propias palabras, "un ataque directo a la Cultura, a los ciudadanos y a sus libertades y, de forma manifiesta, a su libertad de expresión. Un insulto, en definitiva, a la propia identidad de un país, su cultura y a la democracia".

lunes, 4 de febrero de 2008

El cine español, a tomar por los Goya

Anoche se celebró la gala de los Goya. Para algunos, es la fiesta del cine español. Para otros, una copia de todo a un euro de los Óscars. Para mí, una decadente, pesada y martirizante autopsia del séptimo arte en España. Porque el cine en España, el que se hace aquí, hace tiempo que tiene un tufo a podredumbre que no lo quita ni el glamour de pacotilla de los premios con nombre de pintor (cosas de aquí...) ni el previsibile pero ameno histrión Corbacho. Si los Goya son la fiesta de la cinematografía española, hace tiempo que no invitan al buen gusto a esa juerga. ¿Qué son los Goya? Neus Asensi vestida de fulana galáctica; la presidenta de la Academia dando un discurso pueril y estúpido; Alberto San Juan desvariando majaderías ante un auditorio con vocación de clá; Alfredo Landa haciéndose un lío en su propio homenaje; o premiar una película que han visto cuatro críticos y el acomodador.

* Sospechosos habituales: Teniendo en cuenta que en España el 99% de las películas no se hacen sino que se perpetran, los Goya no son tanto una gala de premios como una rueda de reconocimiento que permite identificar fácilmente a los culpables de tanto bodrio y tomadura de pelo. Aquí casi nadie hace cine de verdad. En todo caso, se hace cine de terror, aunque estemos ante un drama o una comedia. Y digo que casi nadie porque hay muy pocos directores que se proponen tomarse en serio su profesión y no perder el respeto al público. Directores como Amenábar, Médem, Garci, De la Iglesia, Almodóvar o Coixet, que, ideologías y fobias aparte, imprimen a sus películas un sello personalísimo, inconfundible y que tiene bastante que ver con el Arte. Quitándoles a ellos, el panorama de cineastas está lleno de mangantes, jetas, aficionados al plagio, aburreovejas y carne de psiquiátrico. Y otro tanto se puede decir del repertorio de actores y actrices. En resumen, la industria cinematográfica española rezuma morralla y anhela gente que sepa conciliar a críticos y público en torno a una pantalla. Aquí no se hace cine pensando en el público, se hace cine pensando en llevarse la subvención al agua y el dinero a la saca.

* Lo artísticamente correcto: En este país, para dedicarte al cine tienes que ser progre y militante de izquierdas o parecerlo, por aquello del "qué dirán". Viendo los argumentos de ciertas películas y las memeces panfletarias que se cascan bastantes directores y actores, tengo mis serias dudas de que alguien que viva de los fotogramas no pueda resistirse al onanismo ante una foto del asesino Santiago Carrillo o la infame Dolores Ibárruri. Luego se sorprenden de que apenas vea cine español. ¡Toma! Si además de la discutible calidad de tu bodrio te enemistas públicamente con una parte importante de la población, tú me dirás quién va a pagar por verte, además de tus padres, allegados y críticos con gafas de pasta negra y "El País" en ristre.

*El palmarés: Que se haya premiado a la gritona Manuela Velasco con un Goya por "REC" es como premiar a Jamie Lee Curtis con un Óscar por "Halloween". Es decir, delirante. Como delirante es que se premie por original un guión plagado de tópicos y "homenajes" (la forma fina y eufemística de decir plagio) a otras películas, o que la mejor película española de 2007 sea tan conocida como la fisiología del hipocampo. Sí, señor, ya sólo les falta doblar las películas en swahili para que la industria cinematográfica entre en quiebra por vergüenza ajena.


Visto lo visto, con un cine tan de saldo, a mí no me quedan ganas de seguir escribiendo de algo tan penoso. Sólo puedo sugerir, al lobby progre que se expande cual metástasis por el cine español, que hagan de una vez películas coherentes con su calidad e ideología que terminen por hundir la industria.Por ejemplo: Alejandro Amenábar podría rodar un thriller de cómo un completo necio llega a presidente después de unos atentados; Pedro Almodóvar tendría un filón contando a su modo kitsch las peripecias de una socialista aficionada a las tortillas de almejas y los bollos rellenos de conejo; Javier Bardem, Juan Diego Botto y Alberto San Juan encandilarían seguro a sus seguidoras protagonizando a tres heroicos jóvenes que fusilan a decenas de hombres, mujeres y niños inocentes y desarmados en Paracuellos del Jarama en la Guerra Civil; y Fernando León de Aranoa podría dar rienda suelta a su emotividad social contando la historia de un indigente intelectual y moral llamado Pepín que desde que nace en Galicia logra esquivar todas las trabas de la sociedad para tener un escaño en el Congreso de los Diputados. Por ideas no será...