jueves, 31 de enero de 2008

El Atleti es abstemio

Al Atlético de Madrid no le gustan las copas, o eso parece. Anoche, pese a ganar, cayó eliminado de la Copa del Rey ante un equipo que se pasea por los campos cual cadáver del Cid, el Valencia. Es lo que tiene jugar con un poco de orden, con 11 jugadores y con suerte. La mala fortuna y las desgracias son viejas forofas del conjunto del Manzanares porque sabido es por todos que cuando juega el Atleti el infortunio está al caer. Es algo que va con el escudo y las rayas rojiblancas. Lo que no es de recibo es que en el Atleti sólo haya tres personas que juguen al fútbol (Diego Forlán, Kun Agüero y Raúl García) y el resto del equipo juegue contra ellos. Lo que no es de recibo es desperdiciar talento por las majaderías incomprensibles de un entrenador y la absoluta falta de forma, calidad y profesionalidad del 90% de la plantilla. Lo que no es de recibo es dejar que te remonte un 2-0 un equipo que parece sacado de una película de zombis. Lo que no es de recibo es hacerse el haraquiri en la competición donde más fácil era dar una alegría a la afición. Mas, como me gusta explicar todo detalladamente, iré por partes:


  • El entrenador: A Javier Aguirre le viene grande el Atleti. Es como darle una sudadera de Pau Gasol a Joselito. Y le viene grande porque el Atleti no necesita un entrenador cobarde, incapaz de tomar decisiones valientes como dejar en el banquillo o la grada a quienes no están para jugar, al menos al fútbol; incapaz de construir un equipo que sepa qué hacer en el césped; incapaz de hacer cambios con un mínimo de sentido común; incapaz de transmitir a sus pupilos una mentalidad ganadora y aguerrida; incapaz, incapaz, incapaz, incapaz. La enésima muestra de sus carencias como entrenador la ofreció anoche, sacando un medio de campo de encefalograma plano y desvergüenza en auge (Reyes, Luis García, Cléber Santana y Maxi) y dejando en el banquillo a un Raúl García que estaría pensando "¿Qué hago yo sentado al lado de Pablo?".



  • Los culpables de las alegrías: Hacía años que el Atlético de Madrid no contaba con tantísimo talento, lucha y clase en su delantera. Forlán y Kun son dos auténticos genios y, lo que es más importante, jugadores de fútbol y de equipo. Algo que, quitando a Raúl García, no puede decir el resto de componentes de la plantilla. Todas las alegrías del Atleti llevan su firma. Goles, entrega, calidad, efectividad, compromiso... son muchos los beneficios que reportan estos dos cracks. La pena es que luego sus compañeros estén empeñados a tirar tanto mérito por el retrete de la mediocridad y la apatía.



  • ...y qué pocas balas: Decía el simpar Ford Fairlane "Cuántos gilipollas y qué pocas balas". Ése es el pensamiento más recurrente que suscita ver la alineación del Atlético esta temporada, especialmente en el partido de anoche. Si por ciertos jugadores fuera, el Atleti estaría jugando en Regional. A saber: Reyes, un sujeto que es al fútbol lo que uno del PSOE a la política: un jeta impresentable que lo único que hace bien es meterse el dinero en la saca; Cléber Santana, la versión brasileña del monstruo de Frankenstein, petición expresa del genial Aguirre; Eller, agujero negro defensivo, en todos los sentidos; Pernía, una mediocridad a quien los resúmenes televisivos convirtieron en supuesto jugadorazo; Luis García, lamentable clon de un buen jugador de fútbol; Mista, ¿futbolista? que es incapaz de marcar un gol al arcoiris; Abbiatti, el Zubizarreta italiano; Maxi, principal beneficiado de que el valiente entrenador sea incapaz de dejar fuera a quien no está para jugar; y Pablo, el doble agente: trabaja para el Atleti tanto como para el enemigo, es lo que tiene tener la mente en "blanco"...El resto de la plantilla se resume en el siguiente comentario: "Bueeeeeeeno, no están mal, peeeeeero...". Si con este plantel se consigue algún éxito este año, habrá que pensar que San Judas Tadeo, patrón de las causas perdidas, es colchonero.



  • El partido de anoche: Pese a la alineación de Aguirre y gracias a Forlán y el Kun el Atleti iba ganando 2-0 a los veinte minutos, tiempo suficiente para que la defensa olvidara todo resquicio de seguridad y se dedicara a jugar a la ruleta rusa y los centrocampistas decidieran demostrar cuánta gente hay que echar de la actual plantilla. Con un equipo tan obsesionado con el suicidio, el desastre estaba al caer, y cayó: Un gol en propia puerta de un brasileiro con retraso mental y locomotriz y unos defensas que no contendrían el ataque de una nonagenaria en silla de ruedas bastaron para que el Valencia empatara el partido y la Copa se fuera a hacer gárgaras. De poco sirvieron la entrega de Forlán, Agüero y Valera o la entrada de Raúl García. Cuando juegas con los actuales Reyes, Luis García, Maxi y Pernía conviertes el partido en un siete contra once y eso es dar muchas facilidades al rival, por muy manta que sea, como es el lamentable conjunto ché. Al final, pasó a semifinales un equipo miserable gracias a que otro peor se lo puso en bandeja.

¿Y ahora qué? Pues a tararear el himno que compuso Joaquín Sabina y esperar que, pese a Aguirre y demás medianías, Forlán y el Kun consigan dar alguna alegría al finalizar la temporada, porque ambos son los únicos que se merecen a esta afición. No nos queda otra.

miércoles, 30 de enero de 2008

Fábula del vigilante en celo

Ocurrió el lunes 28 de enero, por la tarde, en torno a las 19:00 horas, en la estación de Retiro de la línea 2 de Metro. Nada más entrar el convoy en el que me encontraba, se escucharon unos alaridos dignos de una película de terror adolescente, tanto por el volumen como por quién gritaba: Una joven que, entre grito y grito, intentaba zafarse del placaje de un orondo vigilante de seguridad. Visto el 'espectáculo', el tren permaneció unos minutos detenido en la estación, contemplando cómo el vigilante intentaba llevarse escaleras arriba a la chica, quien no dejaba de desgañitarse ni soltaba las bolsas de una tienda de ropa. Desde luego, a juzgar por la pasión y decisión con las que se aplicaba el hombre de seguridad, uno pensaría que la joven, pese a su inofensivo aspecto, habría cometido un delito serio como un hurto, agresión o insultar a la parentela del vigilante. ¿Cuál fue el pecado que le acarreó semejante pena? Pues, parece ser, saltarse el torno de entrada al metro. Al final, la zarandeada joven subió escaleras arriba, seguida por el vigilante el cual, temerario y audaz, evitó que la presuntamente esquivadora de tornos siguiera con su delictiva carrera...

El suceso no dejaría de ser un 'curioso' e inconsciente homenaje a cierta escena de King Kong, de no ser por lo siguiente: Raro es el madrileño que no ha visto, al menos una vez, saltarse un torno en el metro o utilizar cualquier otra argucia para ahorrarse el importe del billete. Y rara es la vez que los vigilantes de turno o el personal hacen algo más que poner cara de resignación o mirar para otro lado.

¿Está mal saltarse el torno? Por supuesto que sí. ¿Está mal la usual pasividad o dejadez de quienes tienen que impedirlo? Evidentemente. Pero tan mal como que lo impidan 'sólo' a quienes les viene en gana o, mejor dicho, con quienes se atreven. Me refiero a que hay otras personas que cometen esa infracción y, tal vez por lo intimadotorio de su aspecto o su corpulencia, se van de rositas.

Son esas falta de coherencia y 'gallardía ocasional' lo que crispa a quien usa el metro con frecuencia y sabe que los saltos olímpicos de torno y el hurto en cualquiera de sus modalidades son problemas diarios del suburbano madrileño y que muy pocas veces se hace nada efectivo al respecto. Si hay que castigar esas infracciones y delitos, perfecto, que se castiguen (faltaría más), pero a todas las personas que los cometan y no sólo a aquellas que por su edad, aspecto o género son más 'asequibles' para soportar los zarandeos y la 'valentía aleatoria' de los vigilantes de seguridad.

Si jugarse el tipo entra o no dentro del sueldo, eso es otro cantar. Pero mientras esté de servicio, el personal que vigila las estaciones de metro debe cumplir con su deber siempre y no sólo cuando le apetezca o 'pueda'.

(Este artículo ha sido publicado el 30/01/08 en Ciudadano M en elmundo.es)

miércoles, 23 de enero de 2008

Requiescat in Olimpo

A veces, la sórdida entrada al hades tiene una lujosa alfombra roja. A veces, la muerte se convierte en un salvoconducto para un Olimpo en el que hace tiempo que ya no moran las deidades de tiempos pretéritos. A los mitos de hoy ya no les cantan ni Homeros ni trovadores porque las gestas de hoy se forjan inmortales por sí solas en retinas y oídos. Cantantes, deportistas, actores...esos son los Aquiles, Odiseos, Arturos de nuestro tiempo y suyo el elixir de la inmortalidad. Y, si hay algún lugar en la tierra que se asemeja a la mítica morada de los olímpicos dioses, ese es Hollywood, epicentro mundial de los flashes, seductora y demencial Babel del cine donde la miel y la hiel están tan próximas como la luz a la sombra. Por eso, no hay enclave en el mundo donde una muerte tenga tanto sabor a eclipse, donde no brille más la oscuridad, donde la fatalidad se muestre más contundente. Y es que, Hollywood no son unas coordenadas, son los actores y cineastas, los títulos de crédito del séptimo arte. Cuando uno de ellos desciende a los infiernos, todo el mundo vuelve su vista al abismo.

Esta noche falleció Heath Ledger, uno de los actores con más talento y potencial de todo el panorama cinematográfico. Un bote de pastillas, una estela de rumores y un creciente carisma bastan para que las brumas del mito acojan en su regazo al malogrado actor australiano. Ya quedan atrás su desparpajo ante la cámara, su sonrisa magnética y su brillante construcción de personajes y comienza la leyenda. George Reeves, James Dean, Marilyn Monroe, Judy Garland, Romy Schneider, River Phoenix y muchos más han precedido a Ledger en el tránsito que va de Hollywood a la inmortalidad por el atajo de la tragedia. Quizás es que creamos en la invulnerabilidad e infalibilidad de quienes aparecen en la gran pantalla. Quizás es que olvidamos es que, cuanto más en la cumbre se está, más cerca y profundo está el abismo que se abre a tu pies. Quizás es que olvidamos que los actores no dejan de ser personas, presas y víctimas de sus emociones tanto o más que cualquiera de nosotros y, al igual que nosotros, no exentos de que un mal día, un despiste o la mala suerte permita a la guadaña seguir con su ruleta de escalofríos. Quizás es que nos cueste asumir que para ser inmortal hay que morir primero. Sea como fuere, requiescat in Olimpo, Heath Ledger y gracias, inmortal.

miércoles, 16 de enero de 2008

La pataleta de un faraón

Estoy a la espera de que se anuncie la inminente construcción de una pirámide en Madrid, pues, como es sabido por todos, ese era el monumento funerario utilizado por los faraones para dormir el sueño de los siglos cuando expiraba su contrato en este mundo. El de cierto faraón expiró (o eso parece) anoche en la madrileña y "popular" calle Génova. Alberto Ruiz-Gallardón, alcalde (para su desgracia) de Madrid y faraón de vocación, se quedó de un plumazo sin puesto en las listas para las elecciones de marzo, sin aliento para la carrera sucesoria en el PP y sin ganas de seguir tocando los cascabeles a los pesos pesados de "su" partido, empezando por el propio Mariano Rajoy. El regidor falimórfico ha sido, oficialmente, víctima de una decisión salomónica de un Rajoy que, con bastante sensatez, antes de ser Julio César ha preferido quitarse a los Brutos de encima. Si lo tenía pensado ya o no, poco importa puesto que le han dado la mejor coartada para hacer lo que ha hecho.
* La Esperanza es la última que pierde: Oficiosamente, el alcalde de caballera púbica ha recibido una estocada letal, propia de las embozadas reyertas del Madrid del siglo de oro, de su compañera de discusiones a lo Pimpinela y cariñosa némesis, Esperanza Aguirre, que ha demostrado que de tonta tiene más bien poco y mucho de jugadora de mus. Su órdago a Rajoy (dimito como Presidenta de la Comunidad de Madrid para ir en las listas si va Gallardón) ha sido de los que hacen historia, pues ha sido tan demoledor como los retoños del Enola Gay y tan calculado como el mejor jaque mate. Decidiera lo que decidiera Rajoy ante semejante bravata, Aguirre ganaba: O tenía atado en corto al cismático Alberto, o le apartaba de la carrera por el poder, en todos los sentidos, o le ponía en una situación muy comprometida al líder del partido. De todos modos, los argumentos técnicos o jurídicos no fueron los que más pesaron anoche en la sede del PP, sino el hartazgo de un jefe que decidió cortar por lo sano: Ni tú ni tú y a hacer gárgaras.

No obstante, es evidente que quien más ganó con la reunión de Génova fue la presidenta regional, que (conscientemente o no) forzó una situación al límite y le facilitó (a sabiendas o no) una digna excusa a la decisión rajoyana para prescindir de Gallardón. De rebote, la otra triunfadora de la velada fue la espalda de Rajoy, que se ha quitado de la chepa al "mejor candidato de la oposición" (en todos los sentidos). Incorporar en las listas para las elecciones generales a las únicas dos personas del PP capaces, por distintos méritos y cualidades, de eclipsar y suceder a Rajoy al frente del partido, desagradar a cualquiera de los dos mejores activos populares en Madrid en beneficio del otro o perder el bastión de votos que constituye Aguirre en la autonomía capitalina si hubiera cedido a su órdago, eran soluciones mucho más perjudiciales para Rajoy y el PP que tirar por la calle del medio y descartar al alcalde y a la presidenta para los comicios, aun cuando eso supone un desaire para un hombre con mucho tirón informativo pero con el ego más alto que el Everest y que, víctima de su ambición desmesurada, ha dejado claro que a él la alcaldía de la capital estatal se la trae al fresco y que su objetivo era mudarse a un palacio, sí, pero no el de Correos.
* Los fallos de Albertotep: Quizás, el megalómano con bastón de mando ha olvidado que, especialmente en Madrid, la gente vota unas siglas, un partido (o, en todo caso, contra otro) y que si arrasó en votos en las últimas municipales fue porque, por encima de buen gestor, Gallardón era el candidato del Partido Popular. Además, si su argumento para postularse en las listas y en la carrera sucesoria era su éxito electoral, convendría recordar que más votos tuvo, en proporción, Esperanza Aguirre y no dijo esta boca es mía. Pero a Gallardón le gusta el arte de tocar los cascabeles. El ansia por convertirse en la almorrana más brillante del PP ha sido su condena. Al faraón Albertotep le entraron las Prisas por ser la vedette principal del show y se dejó guiar por el ABC que le marcaban desde el PSOE. Ahora que vaya a pedir cuentas al maestro armero. Su pataleta, propia de niño consentido tipo "pues ahora me enfado, no juego y no respiro", denota que él no tiene más disciplina que la que a él le sale de salve sea la parte. Si le importaran un poco los electores madrileños, que son quienes de verdad le han aupado hasta esa posición de privilegio, no habría dicho la sandez que ha dicho. Si tuviera un poco de sensatez, se habría dado cuenta de que en política, el éxito es cuestión de hacer las cosas con cabeza, calma y con discreción, como le ha demostrado, una vez más, Esperanza Aguirre. Pero supongo que, egocéntrico y vanidoso como es, estará más preocupado en regodearse en su victimismo que en hacer autocrítica, algo que, por otra parte, no es inusual en el PP. Él dice que le han derrotado. Derrotarte, amigo faraón, te derrotan tus adversarios políticos, no tu propio partido, a no ser que, tal y como aparentas, estés más lejos que cerca de tu formación política.
* Con o sin: ¿Qué es mejor: una bebida con alcohol o sin alcohol? ¿Cocacola normal o light? Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Gallardón viene a ser como el alcohol. Tenerlo en tu seno, puede provocar efectos positivos, pero su presencia continuada es más que perjudicial. Con Gallardón en sus filas, el PP cuenta con un activo "joven", un político mucho más preparado que la inmensa mayoría de los diputados del Congreso, un reclamo mediático de primera fila, un guiño hacia los "centrados" (si es que existen de verdad) y a la "progresía dubitativa", un buen orador y un gran gestor. Sin Gallardón en sus filas, el PP se libra de un auténtico divo de la política, egocéntrico, vanidoso, "filoprogre", díscolo, propenso a actuar por su cuenta y con un extraordinario afán de protagonismo sólo superado por su estratosférica e insaciable ambición (no estaría satisfecho ni aunque fuera presidente del globo terráqueo). Sabiendo esto, todo es cuestión de que, quien tiene que decidir, sopese qué opción compensa más al PP a la hora de elaborar las listas. Y Mariano Rajoy ya ha decidido: Todo el mundo en su sitio y cada cual, a lo suyo.
* La reacción del PSOE: Con la ausencia segura de Gallardón en las listas para las generales y quizás en la nómina del PP, el PSOE no ha tardado en presentar al PP como un partido rancio, "derechista", intolerante, férreo, inmovilista y a Rajoy como autoritario, cuasidictatorial, etc, etc. ¿Algo nuevo? No, es lo mismo que llevan diciendo desde hace años. Más bien, es lo único que saben decir. Si Rajoy hubiera metido a Gallardón en las listas, desde el PSOE se habría dicho que tiene miedo a perder, que demuestra falta de personalidad, que no es un líder sólido y necesita echar mano de otras personas, etc, etc, etc. En definitiva, lo mismo de siempre: atizar al rival con o sin motivo, que es en lo que han convertido la política los dos grandes partidos.
* El PP y su imagen: A mí no me parece mal que se prescinda de Gallardón para las listas. Es una apuesta arriesgada a corto plazo pero evita problemas a largo plazo. Igualmente, la cura de humildad que han dado al mejor alcalde que hemos tenido en Madrid, contribuye a ofrecer una imagen de partido homogéneo, compacto y serio (el lema de campaña de Rajoy parece que va a ser "Cachondeos, los justos"), en el que todos, aunque sólo sea por la cuenta que les trae, van a remar en la misma dirección por y para el partido. Dicho esto, en Génova deberían seguir con la ronda de sorpresas y jubilar o mandar a algún retiro regional o europeo permanente a la caterva de zotes y medianías encargados de su política de comunicación, así como renovar a sus cabezas visibles, empezando por el cerril Ángel Acebes, que cada vez que dice algo, la vergüenza ajena hace bajar la intención de voto. El PP tiene en su seno políticos muchísimo mejor preparados que sus primeros espadas y no digamos ya comparados con la legión de tarugos del puño y la rosa...Hora es ya de que se ceda el paso a gente de partido con energía, talento, valentía política y claridad de ideas. Se trata de vencer y convencer, no de no molestar a retrógrados, calientaasientos y "niños bien" de cerebro en alquiler.
* ¿Cómo repercutirá esto en votos en las generales? El 9 de marzo lo dirá. No obstante, pienso que la ausencia en las listas electorales de alguien que ha causado más quebraderos de cabeza y calentamientos genitales que alegrías (y ya es decir) a su partido y electores, dudo mucho, muchísimo que suponga un impacto negativo en los votos. Si a esto le añadimos que, quien quiera votar a quien "va de progre" por la vida, votará al PSOE esté quien esté en el PP, pues es de suponer que la caída de Gallardón de su pedestal sólo afectará al orgullo del "alcalde a su pesar" de Madrid.

En definitiva, lo único que murió (o no) ayer en la capital fue la ambición de Gallardón y dadas sus descomunales dimensiones, el lugar idóneo para enterrarla es una pirámide. Total, por una obra más en Madrid...

lunes, 14 de enero de 2008

Himnosis: sandeces al pie de la letra

Acabar con un jocoso y divertido tarareo "típical spanish" que generaciones enteras han heredado y disfrutado no es cosa baladí, pero sustituirlo por una letra promovida por la SGAE y el COE es jugar a la ruleta rusa. Hay tres motivos por los que desconfiar de esta iniciativa empeñada en encorsetar al himno español con una nueva letra: 1) En la SGAE sólo han demostrado sobrada eficacia a la hora de combatir la piratería convirtiéndose en corsarios, 2) Tanto el COE como a quienes representa no destacarán nunca por su talento para la música (tal vez para la berrea y el desafine, pero ese es otro "cantar"), y 3) Hacer de la letra del himno una especie de "Operación triunfo" popular con tufos de karaoke con boina, pues no es la forma más idónea de abordar algo tan delicado y serio.

Que yo sepa, había una letra oficiosa del himno que no estaba mal del todo, aunque pudiera provocar urticaria política a determinadas personas, algo que se solucionaría simplemente introduciendo unas pequeñas modificaciones. Dicho esto, me parece que la música del himno es lo suficientemente solemne y "bonita" como para que necesite una letra. Además, cada cual tiene su visión particular de este país y cuáles son los valores y señas que lo conforman. Intentar reflejar eso en unas cuantas estrofas y que todo el mundo esté de acuerdo es tan poco prometedor como el éxito de Sísifo. Sin embargo, esa miscelánea de sensaciones y nociones distintas sobre lo que es España sí queda bien abrigada por la melodía que todos hemos tarareado o silbado alguna vez y que, precisamente por ser sólo una composición musical, se presta perfectamente a que quien la escucha sienta aquello que quiera sentir y piense en España según su particular concepto; y así todos contentos.

Respecto a la letra propuesta y promovida por el COE y la SGAE, me parece de una simpleza tan infantil y cutre (tanto literaria como musicalmente) que uno entiende perfectamente por qué su autor se dedicó a la agricultura y no tuvo su vocación en el arte de Lorca o Beethoven. Ya puestos a mancillar la dignidad del himno, que los corsarios y los olímpicos consulten con Cañita Brava o Leonardo Dantés posibles alternativas para perpetrar la letra, que seguro que no desmerecen su proposición actual. Yo, por mi parte, cuando suene la música de mi país, con pose seria y sonrisa en los labios entonaré: "Chunda,chunda, tachunda, chunda, chunda, chunda, chunda, chún..." y que se quiten la Marsellesa, el God save the queen y la bandera de estrellas. Y olé.

martes, 8 de enero de 2008

Cuando compra la marabunta

"Conjunto de gente alborotada y tumultuosa". Así define el DRAE el término "marabunta" y es la mejor forma de resumir este artículo. Ayer comenzó un fenómeno estandarte como pocos del tiempo en que vivimos y que nos dejan en la retina escenas propias de grandes clásicos del celuloide como "Cuando ruge la marabunta", "El planeta de los simios", "Aliens" o "La noche de los muertos vivientes". Ayer comenzaron las rebajas. Cientos de personas moviéndose taquicárdicas por doquier, como huyendo de un genocidio; féminas echando espuma por la boca mientras se pelean por un jirón de prenda como hienas hambrientas; hombres que miran perplejos y perdidos intentando asimilar que su serena pareja se ha transformado en un orco de "El Señor de los Anillos"; dependientes con mirada mística y lánguida digna de un Greco; vendedores asediados que hacen de sus cajas "El Álamo"; vigilantes de seguridad al borde de la epilepsia merced a unas sirenas peores que las de Ulises; carreras, empujones y gruñidos más propios del Seis Naciones; plantas que parecen la zona cero de un desastre mercantil; y unos precios que ponen al mal Solbes buena cara. Todo eso son las rebajas, el más tradicional episodio de demencia colectiva de este país del pelotazo en el que cualquier cosa gratuita o rebajada tiene asegurada una cola multitudinaria, aunque lo que se ofrezca sean taparrabos de pigmeos.

Yo, cuando inevitablemente tengo que acudir a las rebajas, me siento como Gary Cooper en "Sólo ante el peligro", Custer en Little Big Horn o Aragorn en la batalla de la Puerta Negra, es decir, con un convencimiento profundo de que estaría mejor en cualquier otro lugar. No sé si alguien más me comprenderá, pero, inmerso en cualquier centro comercial o tienda que esté en época de rebajas, se adueña de mí un pavor que me atenaza pies, manos y boca, como si tuviera miedo a recibir una dentellada, manotazo, empujón, graznido o mirada homicida. Es como estar rodeado de aliens o tiburones blancos, pero en versión consumista. Y es que, lo importante en las rebajas, a tenor de lo visto, no es el precio ni el descuento ni siquiera si lo que buscas/quieres/manoseas/agarras te vale o te queda bien. Lo importante es comportarse como un completo asilvestrado que haga una magistral recreación de las buenas maneras del paleolítico. Ni educación ni sensatez. Puro instinto animal, como si fuéramos tiranosaurios en época de celo. Déjate de miles de años de evolución y agarra ese ¿chollo? antes de que otro se lo lleve. Viendo estampas como las que se pueden contemplar en El Corte Inglés, Zara y demás, no puedo más que implorar que vuelva a caer un chaparrón como el de Noé y que mande a hacer cisco a tanto gañán incivilizado, que las únicas cosas rebajadas que tiene aseguradas son su propio seso y vergüenza. En fin. Dime cómo compras y te diré cómo eres...