jueves, 24 de mayo de 2007

¡Qué país!

Hay dos noticias que me han dejado asombrado en los últimos días y aún me dura el estupor, pero, como el patio está ya lo suficientemente caldeado merced a la campaña electoral, me las tomaré con humor y así las analizaré.

La primera de ellas es que el Ministerio de Educación ha publicado una guía didáctica para la asignatura Educación para la ciudadanía llamada "Educar en valores". Bueno, hasta ahí todo "normal", descontando que la asignatura es tan innecesaria como ingenua en sus planteamientos. La aberración y el sonrojo viene cuando se descubre que entre las lecturas recomendadas para el tema de la homosexualidad y la homofobia, la institución dirigida por una enjuta señora con pelo de fregona sugiere "Alí Babá y los 40 maricones". Aquí, antes de sentir profunda vergüenza, cualquiera puede sonreír por dos motivos: Uno es el peculiar "homenaje" al cuento infantil; el otro, constatar la paradoja de utilizar un libro con el término "maricones" en su título en el contexto de una asignatura que, entre otros objetivos, tiene el de fomentar el respeto y la educación en general, y, en este caso, a los homosexuales. Guasa tiene, eso sin duda, pero, el bochorno es innegable, máxime cuando uno ve el contenido de la obra que tendrían que leer las criaturitas. Lógicamente, en un alarde de valentía torera, el Gobierno se ha desentendido de la polémica y ha culpado de este apestoso asunto al anterior Ejecutivo de Aznar. Si sigue así, el Gabinete del señor POE no tardará en culpar a Aznar del hambre en el mundo, el calentamiento global, y la explosión de Chernobyl. En fin.


Volviendo al tema, puestos a fomentar la tolerancia universal y concienciación cívica y siguiendo esta interesante línea abierta con "Alí Babá y los 40 maricones", sugiero al Ministerio de Educación que incluya nuevos recursos didácticos como los siguientes: Proyección de películas como "El Cid", con Charlton Heston, para aprender a aceptar y convivir con los magrebíes, "Murieron con las botas puestas" con Errol Flynn, donde se muestra explícitamente el respeto por los nativos norteamericanos; o "Terminator", al objeto de constatar cómo se puede solucionar cualquier problema diplomáticamente. Lógicamente, también deberían incluirse obras literarias fácilmente comprensibles por los chavales: Nada de Shakespeare ni Quevedo. Que la ministra Cabrera encargue los siguientes títulos: "Blancanieves y los siete dotados: El físico en el sexo no importa", "La Bella y la Bestia. La zoofilia también es una opción", "Alicia en el país de las putas. Defensa de la prostitución", "Vida y andanzas del Duque de Feria", "Dejad que los niños se acerquen a mí" de Michael Jackson, "Torquemada o la tolerancia", "El calentamiento global. Memorias ecológicas de una actriz porno"...y tantas y tantas obras que se convertirían en libro de referencia educativa en el país de POE. Con esta exquisita formación, sin duda los infantes saldrán de las escuelas con sobrada preparación para ser tertulianos de "Crónicas marcianas", concursantes de "Gran Hermano", frikis de saldo o papanatas antisistema.


En un país donde existieran un Gobierno honrado y unos políticos con vergüenza, la noticia arriba citada habría ocasionado una cascada de dimisiones. Pero esto es España, el país por excelencia del pelotazo, el conchabeo, el tráfico de influencias y donde un individuo como el señor POE puede llegar a Presidente del Gobierno. ¿Qué cabe esperar de un país así? Pues que elijan como "Español de la Historia" a mi amigo Juan Carlos I. Y esta es la segunda noticia que quería comentar. Ni Cervantes, ni Picasso, ni Colón, ni Dalí, ni Ramón y Cajal, ni Goya, ni Severo Ochoa, ni Quevedo, ni Gregorio Marañón, ni leches. El mejor español de todos los tiempos, Juan Carlos I. Di que sí. Con un par. Yo...¿qué quieren que les diga? Si se trataba de elegir a un gigantón entrañablemente "simple" (por ser educado), pues está Fernando Romay. Si se trataba de elegir a un goliat español, brillante y admirado merecida e internacionalmente, está Pau Gasol. Y si se trataba de elegir a un cómico de altura, está el genial Tip. Claro que, si se trataba de elegir a un tío alto a quien hacer la pelota y poner una alfombra de babas doquiera que pise, ese es Juan Carlos I. Y no les digo nada si uno revisa la lista de los "elegidos" por los españoles como los mejores compatriotas de nuestra historia...Es para enclaustrarse en casa y leer con devoción "Alí Babá y los 40 maricones". ¡Qué país!

martes, 22 de mayo de 2007

El peligro viene del aire

Yo, cada día que pasa, me parezco más a los galos de Astérix, pues tengo un creciente pánico a que el cielo caiga sobre mi cabeza, aunque sea en forma de excremento. Y es que yo no sé a quién se le ocurrió poner como símbolo de paz y concordia universal a un animal que es lo más parecido a un "antisistema" con alas. Efectivamente, me estoy refiriendo a las palomas, esa plaga de ratas aladas que ya sea en grandes urbes o en modestos pueblos no tienen ningún problema en bombardear con sus heces edificios, monumentos, balcones, repisas y transeúntes. Como la Parca, las palomas todo lo igualan con sus evacuaciones: defecan sobre el millonario y el pedigüeño, sobre el anciano y el niño, sobre el hombre y la mujer, sobre el monumento y el asfalto, sobre la catedral y la "casa okupa", sobre el coche y el viandante...nada escapa a estos escuadrones de esfínter certero.

Yo no sé en otras ciudades, pero en Madrid, especialmente en mi barrio, me paso más tiempo esquivando heces de paloma que de perro y, honestamente, miro con recelo y temor a los árboles, las farolas y las marquesinas, por miedo a estar en el punto de mira de una paloma. Estos desgraciados animales han echado a perder más monumentos que todos los iconoclastas bizantinos y protestantes juntos y tienen una falta de respeto tan universal que ríete del anarquismo de Proudhon, Bakunin y compañía. Da verdadera lástima contemplar fachadas, estatuas y coches acribillados por este sucedáneo animal de la "Legión Cóndor", que deja "Guernicas" doquiera que van. Bromas aparte, los perjuicios que las palomas ocasionan no son cosa baladí y se extienden desde el ámbito arquitectónico hasta el sanitario. Para mayor información de este tema, les emplazo a que consulten tres interesantes webs: Ibertrac, Palomatec y la del Ayuntamiento de Alicante.

En fin, me hace gracia que se dé la murga a los propietarios de perros para que controlen dónde miccionan y defecan sus mascotas y luego la ciudad sea alegremente fruto de la diarrea colectiva de las palomas. Me es indiferente lo que digan los grupos ecologistas. Las palomas son una plaga repugnante y hay que erradicarlas o diezmarlas sea como sea. Me da igual si llenan Madrid de halcones y águilas, si las matan a tiros o las esterilizan, pero cuantas menos palomas vea, mejor. Yo no tengo por qué aguantar a esos bombarderos fecales ni ver con buenos ojos que se cisquen en los mejores monumentos de mi ciudad. Ni bonitas ni entrañables: las palomas son asquerosas. Y menos mal que el primer domingo de Pentecostés fue hace muchos, muchos siglos, porque, de ocurrir hoy, la Virgen y los Apóstoles al ver a la paloma de marras se habrían puesto a cubierto y entonces no existiría ni Iglesia ni nada de nada. ¡Muerte a las palomas!

lunes, 21 de mayo de 2007

La fascinación del mal

Este fin de semana se ha estrenado en España "Zodiac", la última película del magnífico director David Fincher y que vuelve a la senda que abrió en 1995 con la soberbia y acongojante "Seven", una verdadera obra maestra del thriller, quizás incluso por encima de la excelsa "El silencio de los corderos". En esta ocasión, Fincher vuelve al turbador mundo de los asesinos en serie o "serial killers", haciendo eje de la trama al misterioso "Zodiac" o "Asesino del Zodiaco", que a finales de los '60 atemorizó a toda California con cuatro asesinatos y un rosario de cartas dignas de las del asesino en serie más famoso de la Historia: Jack el Destripador. Habida cuenta de mi cinefilia y mi afición por la criminología, abordaré esta película desde ambas ópticas.

"Zodiac", en mi opinión, es una película dramática con envoltorio de thriller. Su mayor aliciente argumental es que está basada en hechos reales y quizás ese es también su lastre más significativo, pues Fincher hace una reconstrucción tan magnífica y detallada que dilata en exceso el metraje del film y, en algunos momentos, llega a liar al espectador con tanto nombre y fecha. Se podría analizar de la siguiente forma:
  • Es un documental ficticio de unos sucesos históricos realizado por un maestro del suspense. En "Zodiac", Fincher demuestra una vez más que es un genio en la creación de ambientes y atmósferas propicias para el respingo del espectador, pero creo que si el argumento hubiera sido total y absolutamente ficticio habría exhibido la genialidad que le encumbró en "Seven". Esta vez, el director sacrifica el habitual modelo de "película con asesino en serie" para hacer una sutil pero inteligente reflexión sobre la fascinación por el mal, especialmente peligrosa cuando se transforma en obsesión, como les sucede a los protagonistas.

  • Como puntos fuertes del film, además del excelente trabajo de documentación que rezuma, hay que citar la creíble recreación de los años '60, '70 y '80 , el comienzo de la película (con un ritmo idóneo en la primera hora) y las interpretaciones, más que dignas en su inmensa mayoría (destacando al soberbio Robert Downey Jr y al convincente Mark Ruffalo).

  • En cuanto a sus puntos débiles, y continuando con los actores, he de mencionar a Jake Gyllenhaal, a quien le da igual la película en la que esté porque siempre tiene esa cara de pasmado falto de sueño, síntesis de una interpretación insulsa por más que se esfuerce (si es que lo hace); no obstante, el principal problema de esta película es su metraje (158 min) que, unido a un ritmo lastrado por la minuciosidad, hace que el film empiece a coquetear con el aburrimiento y el empacho, especialmente para aquellos que ya conocíamos el desenlace de los sucesos reales en los que está inspirado. En resumen, "Zodiac" es una interesante película sobre un asesino en serie que decepcionará a quienes esperen un nuevo "Seven".
Cambiando de enfoque y retomando la fascinación por el mal que suscita un asesino en serie, hablaré ahora como aficionado a la criminología en general y los asesinos en serie en particular. Para no demorarme en exceso, recomiendo a cualquier persona interesada en ampliar o entender algunos de mis comentarios que pinche en los diferentes vínculos que verá en lo que queda de artículo. Y ahora, proseguiré, intentando ser lo más sintético posible:
  • La mente humana. Es una fuente innegable de curiosidad y atención y,como con tantas otras cosas en esta vida, es su lado más siniestro el que más acrecienta el interés por estudiarla y comprenderla. De ese tenebroso lugar es del que surgen los asesinos en serie.

  • ¿Nacen o se hacen? Sin duda, los asesinos en serie "se hacen". ¿De qué depende? Pues esencialmente del entorno familiar y social en el que hayan crecido. ¿Cuándo se forja al asesino en potencia? En la niñez y adolescencia y es por eso por lo que el estudio de esas etapas arroja muchas respuestas sobre las motivaciones de los serial killers.¿Cuál es el detonante? En la mayoría de los casos, siempre existe un importante componente sexual, ya sea por alguna experiencia traumática en ese ámbito o por algún complejo o prejuicio, el placer o el impulso asesino de estos psicópatas es una versión desquiciada y aberrante del placer sexual de la gente corriente.

  • Iconos negativos. Los asesinos en serie se han convertido en unos iconos negativos del género humano pero con un poder de fascinación social comparable al de iconos positivos (estrellas de cine y música, políticos, etc). Quien más y quien menos conoce o le suenan ligeramente nombres como Ted Bundy, Wayne Gacy, Henry Lee Lucas, Ed Gein, Jack el Destripador, Erzsebeth Bathory, Gilles de Rois, o nuestros Romasanta y "Asesino de la Baraja". Todos ellos, ya sean contemporáneos o antiguos, asesinos en serie. ¿Cómo una persona se convierte en un monstruo? ¿Cómo se puede detener a alguien así? ¿Por qué actúan y piensan de esa forma? ¿Estas y otras preguntas son las que rodean de un seductor halo de intriga a estos auténticos depredadores humanos, apóstoles de pesadillas y hedonistas del mal.

  • ¿Por qué tienen tanta fama? Además del morbo y espanto que pueden despertar sus andanzas (enfocadas en muchos casos precisamente a alcanzar una dantesca notoriedad), la fama de los asesinos en serie proviene de esa actitud tan inconcebible para una persona normal: se sienten y actúan al margen de la cordura, la piedad, las leyes y las convenciones sociales que todos respetamos y es eso precisamente lo que más "seduce" de estos asesinos, suscitando en la gente normal la innegable sorpresa y, en algunos casos, la insana admiración. En el fondo, el asombro que provoca un asesino en serie no es más que una pregunta que nos hacemos a nosotros mismos "¿Cómo ha conseguido liberarse de todo?" Porque, en el fondo, ellos son tan "personas" como nosotros...Todo varía en función de condicionantes. Nada más.

  • La fascinanción del mal. Queda claro que el mal, en su vertiente más depravada y criminal, genera tanta inquietud como interés y fascinación. Y eso es lo que les ocurre a los protagonistas de "Zodiac": tanto el asesino como los investigadores están seducidos y cautivados por el mal hasta la obsesión, aunque bien es cierto que desde ópticas y actitudes diametralmente opuestas pero igualmente contraproducentes.

  • El mal no se puede dominar pero sí se puede conocer y, gracias a ello, evitarlo o prevenirlo. En el caso de los asesinos en serie, como por ejemplo Zodiac, conocerlos y comprenderlos es el requisito fundamental para detenerlos.

  • Para quien quiera conocer un poco más y mejor a estos monstruosos criminales, recomiendo dos excelentes libros de verdaderos expertos en la materia: "Asesinos en serie" de Robert K. Ressler (auténtico cazamonstruos de fama mundial) y "Diccionario de asesinos" del gran Francisco Pérez Abellán.
Por último, como decían en "Canción Triste de Hill Street": Tengan cuidado ahí fuera.

domingo, 13 de mayo de 2007

Horrorvisión: Europa da el cante

Anoche me sumé a ese grupo de frikis valientes, masoquistas catódicos, melómanos de dudoso gusto y coprófagos televisivos que ven "Eurovisión". Sí, hay días en que tengo que demostrar mi valentía a través de las tragaderas. En fin. La principal conclusión que saqué es que los únicos espectáculos de entretenimiento que Europa puede organizar decentemente son la Eurocopa y el Eurobasket. En lo referente al también llamado "Festival de la Canción Europeo", lo mejor que se puede decir es que es una exhibición espectacular de que, cuando el ser humano se lo toma en serio, puede llegar a ser el ser vivo más decadente, bochornoso y hortera. Desconozco en qué momento en Eurovisión se ha pasado de ir a cantar a dar el cante, pero, por lo visto ayer, debe ser la norma de los últimos años.

Haciendo memoria, cualquiera sabe que Eurovisión nunca ha sido un compendio de talento musical y gusto estético, pero es que...lo de anoche es para echarse a temblar. A mí me asaltan las siguientes dudas, que lanzo al aire para que quien quiera las responda: ¿Es un requisito esencial para quedar en los primeros puestos que la persona que envíes como representante sea o parezca homosexual, travesti o transexual? ¿Es condición indispensable que salgas al escenario vestido por tu peor enemigo? ¿Qué clase de enfermos mentales o anarquistas melódicos componen las letras? ¿A santo de qué hay que hacer coreografías que sólo se justificarían por estar bajo los efectos del alcohol o las drogas?

En cuanto a las votaciones, lo más claro (y lo peor) que se puede decir de ellas es que cualquiera que siga Eurovisión en los últimos años puede adivinar antes del concurso, desconociendo los representantes y las canciones, quién va a votar a quién. Que este evento sirva como excusa para el fornicio virtual con dimensiones de orgía entre países limítrofes pues no deja de ser chocante y sonrojante. Vamos, que da igual si Estulticia del Norte ha mandado a Eurovisión a un hermafrodita con un gallinero en las cuerdas vocales, vestido como un marciano de serie B y maquillado como una fulana barata, porque Estulticia del Sur le va a votar y hacer la ola seguro.

Así pues, ¿dónde está la emoción del concurso? Muy sencillo. Lo excitante del concurso es descubrir quién rebasa el récord de vulgaridad y quién atenta más flagrantemente contra la vista y el oído. Dicho esto, habría que pensar seriamente renombrar el evento, para lo cual sugiero "Europa unida contra la música", "Festival Europeo de la canción bochornosa" o "Yo soy rar@ 2008".

En cuanto a lo ocurrido anoche, pues poco más que añadir a lo ya dicho: Ganó una versión lésbica de nuestra Maribárbola en dura pugna con el primo ucraniano de Javier Gurruchaga y España, pese a mandar a lo más hortera del panorama ¿musical? patrio, quedamos en el 20º puesto. Para años venideros, ya sabemos qué tenemos que enviar como representante si queremos quedar en el podio eurovisivo: Suprimamos pretenciosos y cutres programas ad hoc y, en lugar de eso, el día del Orgullo Gay, a la primera persona que lance un gallo, la cogemos, la vestimos de faralaes galácticos y tendremos serias posibilidades de ganar en Eurovisión 2008.

¿Es que anoche no se vio nada que mereciera la pena? Si hablamos de Eurovisión, sí: las representantes rusas (¡Matriuska mía!). Y, si no hablamos de horteradas televisadas, también: En Telemadrid ofrecieron la excelente película "Las Amistades Peligrosas". Y es que todo en la vida es cuestión de tener buen gusto...

jueves, 10 de mayo de 2007

Moñarcas

Ni monárquico ni Juancarlista ni adulador ni lector del "Hola". Yo soy tan fan de la monarquía como Robespierre de Luis XVI. Así que se pueden hacer una idea de mis reales simpatías. Y habrá quien diga que por qué yo, que de republicano (en el sentido izquierdista, iluso y demagogo que se tiene hoy en día) tengo lo mismo que de culturista, afirmo estas cosas. Bien, para eso escribo este artículo.



Para empezar, me parece que apoyar la institución monárquica en el siglo XXI es un delirante ejercicio de celo arqueológico, necrofilia política o masoquismo inexplicable. En mi opinión y hablando en términos generales, la monarquía, como institución políticamente útil y referente social, tuvo su razón de ser en la Edad Media, pero a partir de ahí los reyes derivaron en una suerte de elementos decorativos que un país tenía (o no) que heredar de generación en generación. Como todo en decoración, hubo quienes defendieron que una persona con corona era lo más "in" y otros que pensaron que el estilo retro ya no se llevaba y que el único trono útil era el retrete. A los primeros, se les conoce como monárquicos y a los otros se les denomina republicanos.


En el caso español, los entronados constituyen un compendio a medio camino entre el esperpento y la chirigota. Repasando la Historia desde Isabel y Fernando, es difícil tener una nómina de reyes más funestos, frikis o ineptos. Comenzó con los Reyes Católicos, una suerte de dúo Pimpinela pero con un historial a sus espaldas que ríete de Vito Corleone; luego, como los grandes clubs de fútbol, optamos por la importación (costumbre que repetiríamos en 1700, 1808 y 1870) y así llegó Carlos I, un guiri hijo de una necrófila castellana y un putero belga que jugó al Risk con medio mundo de tablero mientras disecaba la economía española; después vino su encantador hijo, Felipe II, un ultra que decidió suprimir la palabra "cultura" de la lengua castellana; y a partir de ahí encontramos a una caterva de monarcas cuyo mayor mérito fue ser retratados por Velázquez o Goya, porque, por ejemplo, que te recuerden como "Ah, sí, el de la Puerta de Alcalá"...en fin. Ya en el siglo XIX, España tuvo como rey a uno de los mayores bellacos que ha conocido la península (y mira que ha conocido muchos): Fernando VII, vil persona y peor monarca que dejó el trono a una elefanta que puso el país patas arriba con las Guerras Carlistas, mientras se pasaba por las enaguas a cualquier cortesano que no fuera el manflorita que tenía por esposo. Después de esto coronamos a un italiano al que tratamos a palos, a un gafado cuyo verdadero padre era vete a saber quién, y a un amigo de los regímenes dictatoriales. En resumen, casi una veintena de monarcas distintos en sus virtudes pero que, en su mayoría, comparten idénticos defectos: zotes de solemnidad, engreídos de vovación y golfos de afición. Y es que un Rey ha de vivir para su país, no de su país.


Respecto a la "familia real", en términos genéricos, se puede decir que está constituida por: Rey/Reina, que es quien lleva la corona. Rey/Reina consorte, que es quien lleva el segundo plano y, en algunos casos, los cuernos. Hereder@, quien tiene un papelón y por eso se le mima mucho. Infantes/Infantas, cuya razón de ser es básicamente hacer bulto en fotos y reuniones familiares, así como comerse marrones. L@s consortes, personas que elevan a escalan palaciega el concepto de "braguetazo". Los críos, reminiscencias de los enanos inmortalizados por Velázquez, sirven para hacer gracietas ante la audiencia. Los bastardos, curiosos personajes que se dan a conocer cuando muere un rey y viven de biografías no autorizadas que rozan la ciencia-ficción. Los amantes y las queridas, ¿quién? No, no, habladurías...Hablando ya de forma más concreta y en lo que se refiere a la familia real española, hay que destacar que es un ejemplo de discreción y mesura, al menos comparándola con otras familias regias europeas como los Windsor, la telenovela de más éxito en Gran Bretaña durante décadas; los Grimaldi, quienes encabezados por la princesa Alberto gobiernan un principado de playmobil; o los monarcas de Noruega, cuyos vástagos se han casado con una ex-yonqui y un escritor filonazi. Así que podemos considerarnos muy afortunados.


Y cerrando ya mi repaso y centrándome en los Reyes actuales he de decir que, salvo casos muy concretos, no tengo animadversión por ningún miembro de la Familia Real y,en el caso particular de Su Majestad la Reina Sofía, tengo que reconocer que siento una especial simpatía. Dicho esto, es hora de hablar de Su Majestad el Rey Juan Carlos I. Como Jefe del Estado, creo que la mejor definición que puedo dar es que, para mí, es un hombre enormemente listo que sabe muy bien cuándo hacerse el tonto pero no cuándo omitir alguna tontería. Como monarca, creo que es un Borbón de manual, que honra permanentemente las virtudes y vicios de sus ancestros...y no diré más. Como persona, Juan Carlos I parece, y digo parece puesto que no le trato, un hombre campechano, espontáneo y con tanta naturalidad que a veces se olvida de "quién es". Yendo a lo que importa, pienso que Juan Carlos I ha sabido perfectamente cómo llegar y mantenerse como Rey. Y estaría genial que fuera tan efectivo y brillante como Jefe del Estado, porque, a mí, personalmente, me parece que un Jefe de Estado está y se le paga para algo más que leer discursos aburridísimos, fomentar el zapping en Nochebuena, o proporcionar anécdotas graciosas a la prensa y que no me venga nadie con lo de que si la monarquía parlamentaria esto o lo otro. Yo quiero recordar con orgullo a un Rey que hizo bien su papel como Jefe de Estado y no como una persona que fomenta chascarrillos humorísticos que comienzan "¿Sabes la última del Rey?". Tal y como está el patio español, lo último que necesitamos es que el Jefe del Estado se dedique a matar osos borrachos, protagonizar leyendas urbanas o comandar "El Bribón". El problema es que, de un tiempo a esta parte, cada vez que ejerce de Jefe de Estado, a uno le entran ganas de que pase todo el día anquilando plantígrados mamaos o yéndose Dios sábe dónde de visita privada...


¿Por qué hago tanto hincapié en la importancia de la Jefatura del Estado? Pues porque ese es un cargo que, a diferencia del de Rey, está muy lejos de estar obsoleto y es vital en los tiempos que corren y más en un país como España. Para mí, la monarquía y todo lo que ella implica está o debería estar muerta y enterrada, pero soy consciente de que vivo en un país que paseó el cadáver de uno de sus mayores héroes o que tuvo una reina que atufó la geografía española con un regio ataúd. A mí, me es totalmente indiferente si los monarcas acaban como tales como los Romanov acabaron como zares, porque toda evolución implica una extinción; aunque, puestos a finiquitar, que empiecen por babosos aduladores como Jaime Peñafiel o Luis María Ansón. Dicho esto, yo no quiero reyes a los que dedicar una absurda veneración, ni que protagonicen almibarados programas ni sean portadas de revistas del corazón, ni ante los cuales tenga que babear, ni que sean improvisados cómicos de pueblo en reuniones internacionales. Yo quiero un Jefe del Estado del que sentirme orgulloso. En definitiva: ¿Sobra la Monarquía en España? Para mí, sí. ¿Sobra la Jefatura del Estado? No, en absoluto.


Por último, acabaré este artículo con una rectificación: Comenzaba diciendo que no soy monárquico y no es cierto. Hay tres monarcas que cuentan con mi total admiración: el legendario Leónidas I de Esparta y los fantásticos - nunca mejor dicho - Rey Arturo y Aragorn de Arnor y Gondor. Y punto.

lunes, 7 de mayo de 2007

Churras con merinas

Sabido es por todos que no es sabio ni, en ocasiones, prudente mezclar churras con merinas, se hable de lo que se hable. Igualmente, no es sabio ni loable morder la mano de quien te da de comer. Y si incurres en ambos errores, es mejor que te abroches el cinturón, por te espera una travesía movidita. Así pues, el artículo de hoy lo dedico a un colega bloguero, Javier Pérez de Albéniz que, hasta el momento, escribe un blog de crítica televisiva en la versión online del periódico El Mundo. De este buen señor, hábil y mordaz, he tenido la suerte de leer en "El descodificador" muchas y brillantes críticas televisivas, desternillantes unas, demoledoras otras. Pero, de un tiempo a esta parte, sus críticas siguen siendo tales, pero no televisivas puesto que su punto de mira está cambiando sorprendentemente hacia objetivos políticos. Desconociendo los motivos de este viraje, mi perplejidad es absoluta: En un blog como el suyo esperas que critique u opine sobre tal programa o cual serie y no que el autor se meta en vergeles políticos. Pero eso es lo que Javier Pérez de Albéniz viene haciendo en sus últimos artículos.

Ya avisó hace escasas semanas con dos artículos (El increíble hombre menguante y Hombres pobres, hombre rico) de que Mr. Hyde estaba a punto de hacer aparición, la cual tuvo lugar el pasado 4 de mayo con el asombroso artículo "La derrota de los embusteros", donde dedicaba buena parte de sus palabras a repartir una inusitada estopa política y mediática, con el pretexto de comentar un programa de Cuatro a propósito del juicio del 11-M y presentado por Iñaki Gabilondo. No entraré aquí a valorar el calibre de las críticas políticas vertidas por el señor Pérez de Albéniz, pues ya lo hice en el lugar apropiado: su propio blog. Lo que sí quiero criticar aquí abiertamente es el uso erróneo (consciente o inconscientemente) de un medio o forma de comunicación que tiene por objetivo una cosa y acaba haciendo otra. Quiero decir que hablar de política o dejar traslucir un mensaje o valoración política en un blog destinado a la crítica televisiva me parece mezclar churras con merinas. Es tan delirante como hablar de física cuántica en un blog culinario o tan aprovechar un programa deportivo radiofónico para poner a parir incendiariamente a un Gobierno...


Pero el error de Javier Pérez de Albéniz consiste además en morder la mano de quien le da de comer. En el citado artículo, las afirmaciones que el señor Pérez de Albéniz hace respecto al 11-M y su repercusión mediática me hace pensar que o no lee "El Mundo" habitualmente o bien que le gusta tocar los cascabeles a sus jefes, al estilo de Bruto con Julio César. Si no comparte la línea editorial del periódico o no está de acuerdo con el tratamiento que hace del 11-M (pues eso es lo que se deduce de lo que dice), el señor Pérez de Albéniz debería tener la gallardía moral y la honradez profesional de comentárselo al director del periódico o al responsable de su edición on-line o bien presentar su renuncia a este trabajo.


No estoy criticando su opinión ni censurando su ejercicio de la libertad de expresión. En absoluto y quien diga lo contrario es un necio, o un demagogo o ambas cosas. Lo que critico es la incoherencia conceptual y profesional que lleva a que en un blog de televisión se hable de cuestiones ajenas a ese medio de comunicación. Afortunadamente, vivimos en una época en la que existen multitud de herramientas y plataformas que permiten opinar sobre lo que sea con total libertad, como es buen ejemplo este blog. Si lo que Javier Pérez de Albéniz es hacer crítica política, estupendo, que abra un blog de política, pero que no utilice la televisión como excusa para ello, pues está quedando a la altura dudosamente honorable del lobo transformista de Caperucita o del ovejil Ulises escapando de la cueva del cíclope. Y si no le gusta lo que hace o dice el periódico que le paga, no pasa nada: cualquier persona es libre de elegir dónde y cómo trabajar. En cuestiones de lealtad a tus superiores, el artículo "La derrota de los embusteros" es comparable a una "Loa a Jesucristo" de Judas Iscariote, "Con cariño, César" de Bruto o "Leónidas, mi héroe" de Efialtes. Así que, señor Pérez de Albéniz, un poquito de decencia profesional, que para poner el cazo seguro está raudo y presto...


Yo ignoro lo trastienda de esta actitud (aunque algo huele a podrido en Dinamarca que diría el clásico) pero es lógico esperar que se produzcan "novedades" en "El descodificador", ya sea en el tono o en la firma. Por lo pronto, lo mejor es que Javier Pérez de Albéniz y su colega Borja Hermoso hablen con libertad y sinceridad de lo quieran...pero donde deben hacerlo, porque ningún medio de comunicación debe ser lugar de emboscadas.

jueves, 3 de mayo de 2007

Mala saña

A los madrileños no les hace falta luna llena. Basta con que sea 2 de mayo para que algunos hagan su particular homenaje a los ancestros que se sublevaron en 1808 contra nuestros queridos vecinos franceses, por entonces de visita indefinida en nuestro país. Naturalmente, no me estoy refiriendo a los aburridísimos actos oficiales "ad hoc", sino a las refriegas nocturnas acontecidas en el barrio de Malasaña las noches del 1 y 2 de mayo. Discutir sobre quién inició las hostilidades (nunca mejor dicho, puesto que se repartieron más hostias que en una misa en San Pedro Vaticano) es dirimir si fue antes el huevo o la gallina. El tema del "botellón sí, botellón no" es un mero pretexto para maquillar las verdaderas cuestiones de fondo: un problema de educación (mala), por un lado, y un problema de abuso de autoridad, por otro; porque lo que es innegable es que hubo dos facciones de descerebrados que en las inmediaciones de la Plaza del 2 de Mayo actuaron con mala saña y eso es lo realmente bochornoso y vergonzoso:
  • Las hordas: Honestamente, me da vergüenza y asco compartir categoría de "joven" con esas bandas de gañanes, berreantes, asilvestrados, borrachos, cerdos, anormales y trasnochados que aprovechan la mínima para montar la versión cañí de la toma de la Bastilla. Me refiero a esos jóvenes que amparándose o no en alguna ideología (ya sea de izquierdas, anarquista o antisistema), envalentonados o no por sustancias que en el mejor de los casos son alcohólicas y aprovechando la anónima libertad de la masa demuestran que su educación está a la altura de su valía moral y personal. Son estar hordas de zombis nauseabundos y gritones, chulos de pacotilla, apóstoles de la estupidez humana, heraldos de la vergüenza y costras del retrete social los que hacen que paguen justos por pecadores y que a cantidad de padres, tutores y maestros se les quede cara de tontos. Esta escoria, físicamente apestosa e intelectualmente deleznable, es la que, con la excusa más fútil, destroza el mobiliario urbano, rompe el silencio con estúpidas berreas, micciona donde les sale de la vejiga o se acuesta con la satisfacción moral de "Jo, tío, le dao un botellazo al madero, ¡cómo molo!" o "He quemao un contenedor, ¡que se joda la sociedad!". Y no es un problema de clase social, ojo, porque en estas turbas encontramos desde "el hijo del obrero" hasta el "niño bien" que se viste de zafio y actúa como tal porque es muy "in". El problema es de educación y vergüenza, cualidades de las que carecen esos batallones de heces antropomórficas que desconocen que la libertad empieza por el respeto y montan ciscos como los de Malasaña. ¿Solución? Desde luego no pasa por "Supernannys" ni payasadas psicológicas ni "Déjale, está en la edad". Yo optaría por mandarlos al zoo, que es donde deberían estar, o, en su defecto, a un reformatorio hasta que peinen canas. No obstante, ya que se decantan por dedicar su vida a parecer neanderthales, sugiero y recomiendo vivamente desde aquí que, para fraguarse ese sensacional porvenir de nulidad, comiencen rompiendo los muebles de su casa, orinando en el salón, pintando el dormitorio de sus padres, quemando el retrato familiar y atacando a su progenitor, con la esperanza de que éste sea cinturón negro en cualquier arte marcial. Por último, y dedicado al ilustrado que pintarrajeó en Malasaña "Dos de mayo de 1808: Echamos a los franceses. Hoy: Echamos a los maderos" : Querido necio, la próxima vez que cojas un libro, en lugar de quemarlo o comértelo o fumártelo, léelo.
  • La policía: Mi visión de nuestra policía (tanto nacional como municipal) en el mejor de los casos es un cruce de "Loca Academia de Policía" y "El planeta de los simios". Dicho esto, he de confesar que al ver ciertas actuaciones policiales no sé si estoy viendo una batalla de orcos de "El Señor de los Anillos" , un lance de fútbol americano o una manifestación de gorilas. Estos guardianes de la ley y el orden deberían saber que existe una regla muy útil para evitar meterse en camisas de once varas: "Un porrazo es aviso. Dos, coacción. Tres, paliza. A partir de cuatro, búscate un buen abogado". Claro que para entender esta regla, habría que saber contar y sumar...En fin. Yo tengo la particular teoría de que la policía sólo saca a relucir su ¿valentía? cuando menos debe y contra quienes menos se lo merecen: se ponen gallardos en pacíficas manifestaciones o zumban cual piñata a un tío mamao y en cambio se quedan haciendo el don Tancredo ante proetarras descerebrados, skins psicóticos, yonquis enmonados, gitanos iracundos y demás fauna delictiva. Y hablo con conocimiento de causa. Que la policía haga cumplir la Ley requiere que unas veces sean valientes y estoicos otras, porque ambas cosas van con el sueldo y el uniforme. El problema es que hay uniformados que deben creer que el estoicismo debe ser un regate de Stoichkov y así nos va...Lo ocurrido en Malasaña requería, además de una mínima organización, estoicismo, mucho estoicismo...pero en su lugar montaron unos Sanfermines en los aledaños de la Plaza del 2 de mayo. Una de las imágenes, de cinco policías apaleando en el suelo a una persona (desconozco si protagonista de la jarana o ajeno a ella) habla bien a las claras de cómo actuó la policía. Así pues, estos oradores del "cagüentó" e intelectuales de la porra, artistas de la "vista gorda" arbitraria, mastuerzos con placa y adalides del "Golpea primero, pregunta después", me merecen la misma consideración que las hordas arribas citadas. Se les paga para que aguanten con tino situaciones como esa y no para que jueguen al béisbol con cualquier persona no uniformada. Se les paga para establecer el orden de la manera más eficaz y pacífica posible y no para que tornen una refriega en un pandemónium de cuidado. Se les paga para que sean sensatos y un ejemplo a seguir y no para que se comporten como toros en un encierro. Dicho esto y volviendo al tema, me parece fetén que se haga respetar la ley (para eso están) y si ésa es la Ley Antibotellón, pues perfecto. ¿Que unas hordas de bastardos te plantan cara? Pues nada, a por ellos con mesura, porque detrás de los gritos y las barricadas sólo hay una banda de cobardes.¿Que se tiene que utilizar la fuerza para disolver a la marabunta? Muy bien, pero de forma selectiva y acertada, no atizando al vecino que vuelve a su casa, al chaval que va a por su coche, a la pareja que acaba de salir de un garito, al "Oiga señor agente, me podría indicar...". Creo que el concepto está claro e, igualmente, pienso que todos, salvo el clásico mentecato sindicalista de la policía o el chulo de turno, estamos de acuerdo. Si los agentes quieren descargar tensión, para eso están los camastros, los spas y los gimnasios. Y si lo que quieren es demostrar hombría de esa forma y "lo bien que los tengo puestos" que se vayan a zurrar a los gorilas de lomo plateado, que tienen idéntica actitud, a ver quién es más macho.

Aclarado que ambas actuaciones son tan bochornosas como injustificables, sólo cabe desear que el próximo 2 de mayo no se desayunen porras en Malasaña sino churros en San Ginés y que los jóvenes no sean letrinas indómitas en su tiempo libre ni la policía mamelucos sin Goya que los pinte.