sábado, 20 de diciembre de 2008

Ars nihili

Leo con gran sorpresa y mayor satisfacción que el Ministerio de Cultura abandona ARCO, ese circo grotesco donde esnobs, petulantes y jetas se dan cita para celebrar anualmente con una berrea de lo más circunspecta la defunción del arte. Quizás queden aún motivos para la esperanza, quizás el buen gusto no se ha extinguido, quizás la sensatez no ha tirado la toalla. Sea lo que sea lo que haya motivado tal decisión, mi más sincero aplauso para el Ministerio. Y ya puestos a hablar de arte, parlemos, que falta hace.

Yo me tengo por un profano amante del Arte y, desde mi ignorancia, me encanta descubrir obras y autores capaces de detener mi mirada, engatusar mis sentidos, privarme de palabras y arrancarme una profunda admiración como aplauso. No, no sé de Arte, al menos no tanto como me gustaría, pero sí creo tener un mínimo buen gusto y un incesante afán de descubrir maravillosas genialidades pintadas, esculpidas, construidas, compuestas, fotografiadas o filmadas. Por ello, si la dicha es buena, intento no faltar a cualquier cita con el Arte que la Providencia fije en mi agenda.

Pero hete aquí que en los últimos años me he dado cuenta de algo francamente frustrante: que no tengo ni puñetera, ni puñeterísima idea de Arte. Porque yo creía que Arte era, en pintura, lo que hacían, entre otros genios, mis predilectos Leonardo Da Vinci, Hieronyums Bosch, El Bosco, Pieter Brueghel, el Viejo, Rembrandt Harmenszoon Van Rijn, Doménikos Theotokópoulos,
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, Francisco de Goya, Edvard Munch, Paul Gauguin, Vincent Van Gogh, Claude Monet, Gustave Klimt, George Grosz, René Magritte, Pablo Ruiz Picasso, Norman Rockwell o Salvador Dalí. Yo estaba convencido de que Arte era, en escultura, lo que sublimaron Fidias, Miguel Ángel, Gian Lorenzo Bernini, Auguste Rodin, Juan de Ávalos y compañía. Yo pensaba sin temor a equivocarme que Arte era, en arquitectura, el ámbito donde brillaron con luz propia Marco Vitruvio, Juan de Herrera, José de Churriguera, Ventura Rodríguez, Juan de Villanueva, Antonio Gaudí o Santiago Calatrava. Yo juraría que Arte era, en fotografía, lo que originaba la certera genialidad de Roger Fenton, Henri Cartier-Bresson, Robert Doisneau, Robert Capa, Dorothea Lange, Man Ray, Bill Brandt, André Kertész, Brassaï, Alfred Eisenstaedt, Robert Mapplethorpe, Annie Leibovitz, Sebastião Salgado, Chema Madoz, Javier Bauluz y demás ases de la cámara. Pero qué va oye. Craso error el mío. El Arte es otra cosa. Al menos hoy.

¿Qué es el arte...hoy?
El arte hoy (y quien dice hoy puede decir los últimos veinte o treinta años) no es la virtud que lleva a un mortal a acariciar el terreno reservado para los dioses mediante la habilidosa y portentosa creación de una obra innegablemente conmovedora e inimitable en la que expresa su particular visión y sensibilidad. Rien de rien. El arte hoy consiste en algo distinto. Hoy el artista no crea, sino que perpetra. Hoy los artistas no compiten entre sí por la excelencia y el virtuosismo, sino por la necedad y la caradura. Hoy el arte no apela ni a cánones, ni a sentimientos ni a emociones ni a ideas, sino a un séquito de ceros tras un número en una cuenta corriente. Hoy el arte no se mide por la belleza ni por el talento, sino por la bobada injustificable y la desvergüenza desatada. Hoy ser artista consiste en que decenas de personas te traten como un mesías descendido del Parnaso siendo en realidad un auténtico gilipollas. Hoy ser artista se basa en coger a las Musas, vestirlas de dragqueens politoxicómanas y hacerlas bailar el Lago de los Cisnes. Hoy el artista no busca legar a la Historia, sino a la Histeria. Hoy el arte se asienta en un ejército de majaderos que asienten obnubilados ante las explicaciones de una élite de tontolabas que aplauden extasiados las razones de un espabilado con problemas de ego que decidió cambiar vergüenza por dinero. Hoy el arte es justificar un vacío intelectual, emocional y cultural con una tonelada de conceptos y expresiones que cuanto más ininteligibles y estrambóticas, más claque tienen. Hoy el arte es censurar la inteligencia, el buen gusto y la brillantez en aras de un esnobismo rampante y atroz. Eso, es el arte que se estila en nuestro querido planeta desde hace demasiados lustros. Pero, por si no ha quedado claro, aquí van unos cuantos ejemplos de las distintas Artes actuales:


  • Pintura: Amplia disciplina ésta. El lienzo puede ser víctima de un pintarrajeo propio de un niño de pañal, unos trazos que denotarían ciertas secuelas psicomotrices post-accidente, un esquizofrénico epiléptico armado con botes de pintura, un acopio de elementos policromados y pegados con exquisita ausencia de criterio...La última muestra del disparate pictórico la tenemos en cierta cúpula sobre la que un iluminado ha tenido a bien eyacular gotelé multicolor. Es un Arte que sin duda reporta copiosos beneficios, porque, en muchos casos, el mentacato adquirente paga la firma del perpetrador. Y si el traspiés lo suscribe un tal Tàpies, mejor que mejor, que no se diga.

  • Escultura: Ahora lo que se lleva es homenajear tiempos pretéritos, ya se aluda a la época en la que nos creíamos un Dios con baby amasando plastilina o arcilla, o bien a la oscura era en la que pasamos de ser monos a hacer monadas y venus obesas. También hay quien con soplete o superglue fusiona carne de chamarilero con esencia de desguace y planta el engendro resultante en una peana con un par de narices y dos millones de euros.

  • Fotografía: La disciplina que ha fagocitado buena parte de la atención y los espacios reservados antaños a la pintura, en parte porque, puestos a hacer el imbécil, una fotografía requiere menos tiempo y recursos que un cuadro. Lo más "in" es que, todo lo que recojas con el ciclópeo ojo de la cámara, lo muestres en blanco y negro: ya sea un paisaje, un retrato, un veteasaber o un minino miccionando. Sea lo que sea, en blanco y negro, que luce más y da más empaque y caché y parece más serio, aunque hayas inmortalizado a Cañita Brava cabalgando a Leonardo Dantés. En serio, es fácil: Fotografia a tu suegra, tu nauseabunda, grotesca y mórbida suegra en varios momentos del día y pásalo al "black and white", que dicen los que saben, y vete a alguna fundación o sala, que habrá seguro alguien que se muera por mostrar a la plebe el contundente mensaje artístico de los papos de grasa que sobresalen por la bata de guatiné.

  • Arquitectura: Ahora empezamos a darnos cuenta de cuánto daño ha hecho Lego al noble arte arquitectónico. Mastodónticos edificios que parecen una pelea de cajas, bloques donde el cristal y el acero se pelean por una migaja de hormigón, construcciones tan toscas que parece como si los Titantes estuvieran jugando al Monopoly con las piezas del Tetris...Si de la arquitectura actual dependiera, las Pirámides del Antiguo Egipto serían colosales cubos de rubik. Y es que, hoy más que nunca, se puede decir que vivimos en cubiles. Mas ya se sabe que aunque la mona se vista de seda, "moneo" se queda.

Así las cosas, dentro de nada ir al Museo del Prado, por poner un ejemplo, se convertirá ora en temeridad, ora en un deleznado ejercicio de anacronismo y la gente te señalará con el dedo por la calle y musitaran a tus espaldas, mirándote con temor como si fueras el eslabón perdido de un fascismo artístico.

¿Quién tiene la culpa de todo esto? Pues habrá quien diga que los jetas que, teniendo o no talento (casi siempre, lo segundo), deciden hacer de la tomadura de pelo un arte, ataviarse con una pose a medio camino entre la dejadez decadentista y la suficiencia intelectual y dirigirse al resto de los mortales como si fuera un sujeto procedente de otro planeta más civilizado, avanzando, chic, in, out y modernísimo. Y algo de culpa tienen, la verdad, por lo menos de estropicio en primer grado, gracias a los ingenios que defecan para la posteridad. Pero...yo creo que hay mayores culpables. A saber: Los gafas de pasta negra que carcajean y/o aplauden en una experiencia de éxtasis coprofágico ante las obras y lecciones magistrales de dichos mentecatos, los encorbatados que sueltan la tela y el espacio para dar pábulo a semejantes cretinos, y aquellos que siendo supuestamente inteligentes y mínimamente cultos deciden subirse al carromato de las necedades para convertirse en gurús apostólicos de ese nuevo "arte". Si estos infames y mal llamados artistas no tuvieran espacios donde exhibir sus atentados ni gente dispuesta no ya comprárselos sino a darles sustento anímico o conceptual, otro gallo cantaría. Eso seguro. Pero criticar con sentido común, hace tiempo que está mal visto. Ahora, si una obra de "arte" te parece horrible o ininteligible, no es que seas sensato, es que "no sabes" y eres un retrógrado que no está a la moda. Malos tiempos para la crítica...

En definitiva, el arte de hoy, el moderno, el contemporáneo o como le salga del tafanario llamarlo, es algo distinto sí, pero por ser tan distinto, ni siquiera es arte, como elegante e inteligentemente criticaba la musa de muchos modernísimos, Yasmina Reza en su obra más célebre. El arte actual no es nada o, en todo caso, es el arte de la nada, de la absoluta y mísera nada.

martes, 9 de diciembre de 2008

Donde las palabras no alcanzan a llegar

A veces, el tópico de una imagen vale más que mil palabras adquiere un innegable y conmovedor sentido. Éste es el caso. Podría escribir mucho sobre el suceso que da pie a este artículo. Podría evocar de nuevo todas las enseñanzas y emociones que me regaló mi inolvidable Sancho. Pero, en lugar de eso, creo que lo mejor es demostrar hasta qué punto, en ocasiones, una definición se torna exigua. Lealtad: 1. f. Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien; Altruismo: 1. m. Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio; Bondad: 2. f. Natural inclinación a hacer el bien; Amistad: 1. f. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato; Compasión: 1. f. Sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias; Valentía: 1. f. Esfuerzo, aliento, vigor; 2. f. Hecho o hazaña heroica ejecutada con valor; y así podría continuar acopiando definiciones del DRAE hasta completar una panoplia de virtudes de esas que son piezas de coleccionista. Virtudes que el ser humano conforme crece pervierte a cambio de llenar el bolsillo, la cama y/o el ego. Virtudes que, por suerte y por desgracia, aprendemos y recordamos gracias a seres a los que, por lo general, se les infravalora, cuando no se les humilla y maltrata miserablemente.
Hasta aquí las palabras. A partir de ahora, las imágenes y las emociones: