martes, 29 de diciembre de 2009

Air Comet: La arbitrariedad está en el aire

La aerolínea Air Comet se ha ido al garete y con ella muchos tripulantes y pasajeros. Algo lamentable pero típico de los tiempos de crisis que vivimos y en los que la basura se esconde debajo de una corbata. Una empresa menos, unos desempleados más. Éste es el mantra de la economía española desde hace tantos meses que es hasta anodino. Cientos de ciudadanos, ya sean (ex)empresarios o (ex)trabajadores saben muy bien que este pandemonium económico no conoce límites, especialmente en un país donde el Gobierno apaga cualquier fuego rociándolo con la gasolina de su estulticia.

Dicho esto, me parece tan bochornoso que el líder de la CEOE sea (o, mejor dicho, siga siendo) el responsable (sinónimo de culpable) de uno de los cracks empresariales más sonados (curiosa y simbólica parajoda esta), como que el Gobierno, en nuevo alarde de populismo, acuda al rescate no de los trabajadores (a esos que les den por el INEM) sino de los pasajeros varados en los aeropuertos, por razones que, nos pongamos como nos pongamos, son totalmente arbitrarias, demagógicas y discriminatorias. Me da absolutamente igual que estas fechas inviten a la filantropía impostada, que muchos de los afectados y posteriormente beneficiados tengan a las familias (o lo que quede de ellas) allende el océano (en el hobitton andino, por lo que parece), etc, etc. ¿Cuántas veces ha actuado anteriormente el Gobierno en favor de los pasajeros que han sufrido problemas provocados por algún tiempo de contratiempo empresarial, sindical o meteorológico? Exacto, ninguna. Entonces ¿por qué ahora sí? ¿por qué a estos sí y a los otros no? ¿Por qué ayudar sólo a los pasajeros y no a los trabajadores igualmente afectados por la quiebra de Air Comet? ¿Por qué pagar con el dinero de todos el disparate de unos pocos y discriminar dramáticas situaciones personales y familiares con el denominador común de la crisis? Una cosa es segura, por caridad cristiana o espíritu navideño no, porque este Ejecutivo tiene de cristiano lo mismo que de inteligente.

Me parece repugnante la desfachatez de Díaz Ferrán (algo que parece consustancial al genoma empresarial patrio) y el oportunismo gubernamental, que en su afán de parecer un mesías social se revela, una vez más, como un mentecato integral. Estoy más que harto de que, no sólo no atina una puñetera medida económica acertada, sino que despilfarra nuestro dinero (el de todos los españoles) en discutibles iniciativas ora minoritarias, ora populistas, que sólo contribuyen a subrayar la arbitrariedad y el sectarismo con el que actúa el Gobierno del señor POE, quien parece empeñado en hacer bueno el axioma de Groucho Marx: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados."

domingo, 27 de diciembre de 2009

¿Naviqué?

Pasear en estas fechas por la urbe madrileña viene siendo, especialmente en los últimos años, un ejercicio de delirante reflexión sobre todo lo contenido dentro de la palabra "Navidad". Decoración más propia de "Encuentros en la tercera fase" que de una fiesta religiosa cristiana; miríadas de personas emulando "La noche(buena) de los muertos vivientes" dispuestas a arrollar literal o figuradamente a todos los pobres que limosnean la presumible caridad navideña; hordas de desacomplejados tocados con pelucas estilo "lumi galáctica", "afromatorral púbico" o "yonqui arcoiris" cuando no con absurdos gorros "reno ibérico" o "Papá Noel no tenía sentido del ridículo"; centros comerciales atestados de feligreses del consumismo ("Ya es Navidad en El Corte Inglés" o cómo hacer el agosto en diciembre) que ignoran a los mendicantes apostados en sus entradas; iglesias convertidas en pequeños parques temáticos donde la mayoría de los visitantes son practicantes de aquello de "una vez al año, no hace daño"; bochornosa devoción por Belén (la arrabalera y catódica Esteban y no el palestino de marras); teléfonos que no paran de sonar con mensajes o llamadas de gente que por lo general sólo se acuerda de ti cuando reciben una previa felicitación tuya; bares y restaurantes donde las empresas organizan hipócritas comidas, cenas o copas para justificar el derecho de pernada (popularmente conocido como "jodienda") anual...

Así las cosas, a nadie sorprende que de la Navidad tal y como fue (y debe ser) quede poco o nada. En los últimos tiempos ha experimentado una deliberada devaluación y evisceración en aras a no herir sensibilidades, majadería con la que se confunde el culo con las témporas, pues la Navidad es, por definición en una conmemoración festiva estrictamente cristiana y nadie está llamado a participar en ella si no se siente identificado con el susodicho festejo religioso, igual que nadie puede sentirse ofendido ni incómodo, si Jesucristo o el cristianismo le importa tres coranes o cuatro talmuds o se lo pasan por el forro del ateísmo o su marca blanca (el agnosticismo). Es como si a mí me molestaran las respectivas festividades musulmanas, judías y demás. Pues no. Me dan absolutamente igual tales celebraciones y quienes las secundan. Cada cual, a lo suyo.

Igualmente, me resulta absurdo y sonrojante cómo, paralelamente a la defenestración de la imaginería y las costumbres católicas navideñas, la sociedad parece alentar la asunción de unos adornos e iconos foráneos (a España y la religión católica), encabezados por cierto guiri barrigón barbudo. No deja de ser contradictorio que un personaje inspirado en un obispo cristiano, que se ha convertido en el exponente de la Navidad concebida como operación de "merchandising" mundial buenrollista (y carente de cualquier hondura religiosa), esté calando tanto en la sociedad de un país vinculado proverbialmente al catolicismo. Me parece una estupidez igual de supina que ver desfilar a los apócrifos Reyes Magos por Manhattan, Trafalgar Square o la Puerta de Bradenburgo. Cada país tiene sus propias tradiciones, así pues...¿por qué dejarnos inocular importaciones que tienen más de anuncio de Cocacola que de religión?

En fin, a la Navidad, en España, le hace falta una buena dosis de memoria, respeto y sensatez y le sobra mal gusto e hipocresía. Y paro ya de escribir, que no quiero exaltarme por una conmemoración agendada por un espabilado emperador en unas fechas cuando menos controvertidas (el invierno en aquellos lares belenísticos no invita a nacer en un cobertizo, cuadra o establo de "low cost", a no ser que se quiera alumbrar un hipotérmico) para machacar o suplantar festividades como, por ejemplo, la del Sol Invictus (Navidad) o Janus (Nochevieja). De todos modos...¡felices fiestas a todos!

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Telememos

Telememo: "Dícese de todo cretino (o cretina) con el que se establece contacto por vía telefónica con algún fin comercial". Estas semanas, igual que sucede en los meses inmediatamente posteriores al veraneo, no es inusual que nuestro teléfono fijo o móvil suene para que en nuestras vidas aparezca la fantástica voz de un comercial de tal o cual operadora, que, en un alarde altruismo quiere informarnos sobre una oferta dispuesta a revolucionar nuestra existencia y a llenar de color este valle de lágrimas. Gracias a ellos, vivimos momentos destinados a perdurar en nuestra memoria y que puedan ser recordados con ojos llorosos.


Yo no tengo nada en contra de ningún trabajo, pero pienso que hay profesiones que están ideadas para poner a prueba la paciencia del prójimo: Agente de movilidad, "puerta" de discoteca, pelota oficinesco, funcionario de ventanilla,"okupa" rastaguarro, juez...Y la de "comercial telefónico" es una de ellas. Por otra parte, se parecen todos tanto, que casi podría establecerse unos rasgos universales para esta fauna de los auriculares. A saber:
  1. Ser peruano, ecuatoriano o, en su defecto, argentino o urugayo, para que, en caso de discusión, te puedan acusar alegremente de racista o xenófobo, cuando la realidad es que la incompetencia no es patrimonio de ningún país.
  2. Solicitarte el nombre de pila con más rapidez que un soltero ebrio en una caravana de mujeres.
  3. Dirigirse a ti con el "Don/Doña" aunque estén hablando con un neonato.
  4. Informarte estoica e insistentemente de la oferta de marras, pasándose por el arco del triunfo toda cordial negativa, disculpa o reticencia a ser informado.
  5. Ejercer de conciencia personal de cada uno al cuestionar la idoneidad de nuestras ideas y preferencias, emulando así a los grandes pensadores de la Humanidad y añadiendo "¿Me conviene el Golden Router Deluxe de 24 Quilategas?" a las ancestrales dudas "¿De dónde venimos?", "¿A dónde vamos?" o "¿Qué fue antes: el huevo o la gallina?".
  6. Ofertarte la promoción de principio a fin como un mantra, olvidando que hay un ser humano al otro lado del auricular.
  7. Trufar su monólogo mercadotécnico de vistosos términos técnicos de cuyo significado no tienen la más remota idea.
  8. En caso de negativa o rechazo del particular, vuelven a llamar a los pocos días con idénticas intenciones, por si la persona ha sido abducida y sustiuida por un clon más proclive a los intereses comerciales o ha sufrido una revelación en la que Dios le dice el Paraíso se esconde en el fabuloso "KIT ADSL NOVAPLUS-CUAMPERFECTO CON SERVICIO DE TELETRANSPORTE INCORPORADO".
  9. En caso de respuesta afirmativa o interés del interlocutor, tramitar súbitamente el pedido o contrato en cuestión, pasando por alto comentarte algunos detalles de vital importancia económica, logística o técnica, porque son grandes amantes de la sorpresas.
  10. En el supuesto de querer interponer una reclamación o solicitar más información, el teléfono de contacto te transporta durante cerca de un cuarto de hora al fantástico mundo de las voces mecánicas tipo "Rehabilitación vocal post-lesión cerebral" y los grandes éxitos de música clásica "Sala de Espera Collection", para, finalmente, contactar con un comercial que, en un alarde de consideración, manda con urgencia tu petición expresa al limbo.
  11. En caso de que, por razones sobrenaturales, tu reclamación haya llegado a un nivel jerárquicamente superior al de "pelma", tu conexión a internet, tu línea de teléfono fijo y/o tu número de teléfono móvil corren el riesgo de ser dados de baja o tornarse increíblemente más caros, satisfaciendo así lo que aparentemente era una mera queja.
  12. En un alarde de guasa malsana, llamarte con posterioridad para evaluar la calidad del servicio prestado, en aras a mejorarlo...
Por todo ello, sólo puedo decir, con la máxima cordialidad, lo siguiente: Queridos Wilson, Wilfred, Jefferson, Karina, Hermes, William Alfonso, Brígidis Eleonora, Orson Guillermo, Edgar Baldomero, Lucila Katherin, Héctor Eduardo, Lucía Atahualpa, Marigladis y demás bestiario de ultramar: ¡Meteros vuestras chiripitifláuticas ofertas donde os quepan! Gracias.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Fusilamiento en la cuarta pared

Anoche fui a ver al Teatro Español la obra "Glengarry Glen Ross" de David Mamet, dispuesto a deleitarme con un ácido retrato del mundo laboral moderno en general y de la competitividad sin escrúpulos en particular. El tema y el elenco actoral casi parecían asegurar la satisfacción una vez saliera del edificio, pero..la velada fue distinta a lo esperado, por desgracia para mis expectativas.

En teatro, hay dos normas no escritas que se consideran de buen gusto y respeto para el espectador: no darle la espalda ni posicionarse en escena de forma que solapes o tapes al compañero (especialmente si estás hablando), en aras a que todo el público vea las expresiones corporales y faciales de los actores, algo esencial en un arte concebido esencialmente para ser observado. Pues bien, la versión realizada por Daniel Veronese es un constante ejemplo de lo contrario: Los actores se mueven en escena como si el público no existiera, es decir, como si realmente existiera una cuarta pared, lo cual incrementa la sensación de "voyeurismo" en el espectador pero socava el "ABC" de la interpretación teatral. El público ve tantas nucas, espaldas y nalgas parlantes como caras y torsos y , paralelamente, en más de una escena los intérpretes se mueven como si hubiera una competición malsana por eclipsar corportalmente el rostro propio y el del compadre. Y eso, si lo hacen actores con tantas tablas como los allí presentes, induce a pensar que es algo deliberadamente pergeñado por el director, Veronese. Yo, particularmente, habría optado por dos enfoques: un drama tan descarnado e inmisericorde que le acercara a la despiadada tragedia o bien una sátira hilarante donde el actor tenga más libertad creativa y el público más complicidad con lo escenificado. Ambos tendrían efectos acordes a la intención de la trama (criticar el despiadado mundo laboral) y, sin duda, serían mejor que convertir la función en una pretenciosa e insulsa "drag queen" de géneros teatrales.

Otra cosa chirriante es que la función no termina de encontrar el tono genérico en ningún momento: hay momentos en que parece un drama, otros sátira y algunos comedia y así lo único que se consigue es situar al público en una tierra de nadie donde no sabe qué dirección tomar. Si eso se ha hecho en pos de una verosimilitud próxima a la realidad cotidiana (incesante mezcla de géneros), se yerra, ya que, en teatro, la verosimilitud no viene por el tono o el género elegido sino por la naturalidad y credibilidad en las interpretaciones. Esto es competencia ora de quien versiona la obra, ora de quien la dirige y en ambos casos tenemos a Veronese al frente, lo cual empieza a oler a chamusquina.
Visto el percal, al espectador con un mínimo criterio sólo le queda agarrarse a las actuaciones del elenco, que en lugar de ofrecer una homogeneidad cualitativa, nos ofrece todo un abanico de posibilidades de cómo se puede actuar: Gonzalo de Castro (Roma) borda su cínico e incisivo personaje, constituyendo la mejor interpretación de la velada; Carlos Hipólito (Levene) ofrece una vez más una actuación intermitente en cuanto a credibilidad pero le salvan las tablas que rezuma; Alberto Jiménez (Moss), Andrés Herrera (Aaronow) y Jorge Bosch (Lingk) componen con naturalidad unos personajes que serían mucho más agradecidos si se les hubiera dotado de más matices para que no parecieran meros arquetipos; Ginés García Millán (Williamson) está tan acertado en la pose como desacertado en la acción y eso, siendo uno de los pilares de la obra, supone una vía de agua por la que naufraga su credibilidad; y en cuanto a Alberto Iglesias (Baylen) compone un personaje tan primario, tan básico, tan simple que ya es un mérito que sobreviva a un papel tan poco reconfortante. Que esto ocurra en un reparto donde hay tanto potencial y/o experiencia teatral, puede deberse a dos cosas: un mal día lo tiene cualquiera...o están mal dirigidos...

En definitiva, me gustaría ver esta misma obra dirigida por otro director o versionada por otra persona, porque tengo la sensación de que Daniel Veronese ha fusilado un texto y un reparto contra la cuarta pared. De momento, como crítica del mundo laboral, me sigo quedando con "El método Grönholm" de Jordi Galcerán.

De cualquier forma, al espectador no le cuesta absolutamente nada identificar con nombres y apellidos los roles y vicios laborales escenificados en "Glengarry Glen Ross", pues, por desgracia, son el pan nuestro de cada día en la mayoría de los trabajos: Jerarcas incompetentes, chulos acomplejados, palmeros pusilánimes, pelotas babosos, traidores de sonrisa eterna, arribistas hipócritas, gente dispuesta a defender lo indefendible...En ese sentido, esta obra de teatro es un malsano pero divertido juego en la que el público puede entretenerse buscando trasuntos reales y próximos a los personajes ficticios, porque, aunque han pasado décadas desde su estreno, el mundo laboral en general y las oficinas en particular, siguen siendo un estercolero moral y humano.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

La suela del "talante"

"El que no está conmigo, está contra mí". Paradójicamente, esa frase tan jesucrística (Lucas 11:23) es, de facto, el slogan que mejor sintetiza la mentalidad y actitud del señor POE, mesías de un avieso talante y predicador de un buenismo que de bondad tiene entre nada y menos. Su sectarismo quasitotalitario de guante blanco y navaja por la espalda, amén de demostrar que su filantropía es sólo comparable a su intelecto, ha calado hondo en la horda de acólitos que reptan en torno a La Moncloa, Ferraz y Villa Roures.

La demonización sistemática del rival político o periodístico, la descalificación mecánica de cualquier discrepancia, la evasión ante cualquier crítica, el victimismo más demagógico, la obcecación en una infundada y anacrónica actitud revanchista...esos son, y no otros, los pilares del "talante" que, aupó, junto a cierta onda expansiva, al señor POE a la Presidencia del desGobierno, desde la cual ha demostrado constantemente su buen pensar y mejor hacer, como evidencia nuestra saludable situación económica, la magnífica política exterior, la increíble mejora en la Justicia patria o la excelsa gestión cultural, por citar sólo algunos de los grandes logros de estos años de socialismo rampante.

Teniendo pues meridianamente claro que la bondad que exuda el señor POE está a la altura de Gandhi, Luther King y Espinete, no es raro que le secunden decenas de aduladores y palmeros, dispuestos a abrazar como propios su singular amor y tolerancia universal. Ahí están apóstoles como Enric Sopena o Antonio García Ferreras, gente que si no estuvieran engrandeciendo el panorama catódico español, a buen seguro estarían en una comuna hippie con vistas al Mediterráneo, o la progresía artística (vivir del momio y la subvención es también un arte, ojo), que mientras disecan la ficción y la música española, no dudan en salir a manifestarse con la pancarta entre los dientes en pos del final de todas las guerras, el hambre, el desempleo...

Por eso, con este telón de fondo, a nadie debe extrañar que haya algún iluminado que con nocturnidad y alevosía arremeta contra quien osa discrepar y denunciar los inexistentes defectos de este utópico Gobierno en general y su magnánimo líder en particular. "¡A por ése y por la espalda, mis bravos soldados!" parece ser la consigna y Herman Tertsch, peligroso terrorista y asesino en serie, con múltiples crímenes contra la Humanidad a sus espaldas (el asesinato de Abel, el homicidio del rey Sancho II, el genocidio judío y ruandés, el derrumbe de las Torres Gemelas, la defunción de David el Gnomo...) el primero en saborearla. Algo ha debido ocurrir para que las cuitas judiciales entre agraviados (los denunciados) y agraviantes (los denunciantes) se pase al castañazo a traición. Quizás es que entre sonrisas pánfilas y carcajadas estalinistas, se ha inoculado en la sociedad española un totalitarismo de bajo prespuesto, vamos, cutre, en el que no hay más espacio que la UCI para los que se atreven a plantar cara a ese prodigioso prohombre castellano que partiendo de la nada ha alcanzado las más altas cimas de la miseria.

El talante imperante pisa con el mismo garbo con el que patea y por eso no me extraña que haya cada vez más nostálgicos de la II República, época en la que los progres (socialistas y sus marcas blancas) apartaban de la vida pública a sus rivales con exquisita sutileza, como pudo degustar José Calvo Sotelo y, antes que él, Cánovas y Canalejas, demostrando que el "buenismo" actual ya es añejo.

Por eso mismo, no hay que vincular la agresión a este periodista con la enésima defecación del bufón de la izquierda conocido como Gran Wyoming, ya que no hace falta escuchar a un botarate sin gracia ni valentía para comportarse como una bestia parda, eso se lleva en la sangre, en la memoria o en el carnet de militante. La suela del talante marca...y mucho.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Simplemente "western"

"Una del oeste", "una de vaqueros", "una de indios y vaqueros", un "western"...Hay varias maneras de aludir o mencionar las películas pertenecientes al género cinematográfico del que hoy voy a hablar, que es, en mi opinión, el más norteamericano de todos ellos y el más vilipendiado quizás por idéntico motivo.

Antes de proseguir, bueno es que el lector tenga presente este aviso: Yo no era ni soy gran entendido ni amante del western, pero sí he desandado el camino de la detracción para pasear de quedo por la senda de la honesta consideración, gracias a la tutela de tres grandes expertos y amantes de las películas del oeste norteamericano como son David Felipe Arranz, ilustrado amigo con apabullantes conocimientos de magnitud enciclopédica, José Luis Garci, cineasta y cinéfilo que es un excelente gourmet televisivo del séptimo arte, y mi padre, persona que devora cualquier película de este género con la misma ilusión que el niño neófito.

Las películas del western suponen para una nación tan "joven" como los Estados Unidos (no llegan a las tres centurias de edad) lo que la literatura épica para el Viejo Continente: la evocación idealizada de un pasado que conforma ineludiblemente la esencia histórica, cultural, emocional y humana de una nación o civilización. Gilgamesh, la Ilíada, la Odisea, la Eneida, Beowulf, el Cantar de los Nibelungos, el Cantar de Roldán, el Cantar de Mío Cid, el ciclo artúrico...son algunos ejemplos de epopeyas inmortales que han marcado innegablemente el espíritu de un país, pueblo o civilización a través de los siglos y no por ello han sido víctimas de desprecios o desconsideraciones como han sufrido y sufren los
films del oeste. Antes bien, han sido celebradas y aplaudidas secularmente como un tesoro por propios y extraños. ¿Qué sucede con el western? Que proviene de un país que por meras razones cronológicas no ha vivido en la época necesaria para que el poeta, bardo o anónimo de turno glose por escrito u oralmente las gestas de un tiempo pretérito anclado en las brumas de lo verosímil, en la mayoría de los casos. Que dicho país, desde hace décadas, hace ostentación (a veces de manera desacertada o ingenua) de un poder que se ha ganado a pulso (porque otros no han sabido o querido competir), acarreando una incesante retahíla de inquinas y envidias de las que nacen despiadadas e injustificadas críticas de quienes quieren confundir nalgas con témporas y vilipendian lo que es simultáneamente obra de arte y componente proverbial del espíritu de una colectividad. Y que ese país no debe nada a nadie más que a sí mismo y es el más endogámico de todos cuantos conforman las "grandes potencias" y eso hay gente (por lo general papanatas progres o lerdos legos) que no va a perdonar aunque para ello se ponga en los ojos la venda de la sinrazón y quiera ver tics autoritarios o ultraconservadores donde no hay más que una muestra cultural de carácter casi antropológico.

Es cierto que el western no ha tenido Homero o Virgilio que lo sublimen literariamente, pero sí John Ford y Howard Hawks que lo ensalcen fílmicamente. Y esto no es ni un mérito ni un demérito porque, sencillamente, cada época tiene sus narradores de la misma cada siglo tiene su forma de expresión. Pero los puntos en común entre el venerado género épico y el minusvalorado western no acaban ahí. Exaltación de valores que engrandecen al ser humano y con los que se identifica, como mínimo, una nación en particular; plasmación de los grandes dilemas y desafíos a los que se enfrenta el ser humano; hazañas destinadas a perdurar como asombroso ejemplo y modelo; arquetipos morales y sociológicos en
constante contraste y conflicto; lecciones filosóficas y éticas presentadas bajo el barniz de "lo épico"...esos son algunos ejemplos de los elementos fundamentales que conforman el significante y el significado de la literatura épica y son, asimismo, integrantes esenciales de toda película del oeste, incluso las de la más ínfima calidad. Valorar el western en su justa medida es cuestión de prestar atención y no dejarse onnubilar por prejuicios y clichés que por lo general guían hacia la más irrisoria ignorancia. Con esto no quiero decir que estas películas deben ovacionarse sistemáticamente como posesos, porque de películas malas está lleno el séptimo arte (indistintamente del género en el que se encuadren) sino que deben ser tomadas con el mismo respeto que otras obras, como las epopeyas literarias, independientemente de si éstas son objeto de abjuración o fruición personal. Denigrar todo un género por su procedencia o morfología es ora una estupidez supina, ora un error mayúsculo.

En definitiva, el "western" no es más que una crónica idealizada y una epopeya costumbrista de un país y una época en la que los hombres empezaron a concebir el horizonte como frontera; la aventura, narrada en celuloide, del descubrimiento (geofráfico e identitario) de un país; un árido álbum de fotografías en movimiento que nos presentan a personajes que o bien existieron realmente o bien pudieron perfectamente existir en un entorno donde la identidad de todo un país se levantó entre polvo, pólvora y biblias. Es un género lleno de méritos tan obvios que pasan desapercibidos y aquejado de injurias insostenibles (tantas que darían para otro artículo). Algo tendrá cuando casi la totalidad de los grandes directores y actores de cine (esos que con el blanco y negro dieron y dan color a nuestros sueños) han transitado al menos una vez por esos "Camelots" de madera y paja...

Para terminar, yo que tengo en la literatura y el cine dos de mis grandes aficiones y pasiones, no puedo dejar de sentir algo parecido al más sincero placer cuando veo películas como "El hombre que mató a Liberty Valance" (título de cabecera para cualquier cinéfilo, historiador o sociólogo),"Murieron con las botas puestas" (mitificación portentosa de un absoluto impresentable) o "Sin perdón" (magnífica obra de personajes shakespearianos que calzan espuelas), ya que, por encima del género y el soporte, son obras de arte (en el más amplio y profundo sentido de la palabra)...que muchos se perderán por ser simplemente unos necios con los que no merecería la pena gastar ni una mísera bala ni palabra más.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Bufonada cañí

Anoche vi "Spanish movie", la primera incursión española en ese género tan yanqui como es el "spoof" o paródico (que tantísimos buenos momentos ha hecho pasar a servidor con joyas como "El jovencito Frankenstein", "Los caballeros de la mesa cuadrada", "Un cadáver a los postres", "La vida de Brian", "Aterriza como puedas", "Top secret", "Hot shots"...) y que ha sido cultivado hasta la saciedad por cineastas como los Monty Python, Mel Brooks, Jim Abrahams o los hermanos David y Jerry Zucker, convirtiendo en iconos a actores como Leslie Nielsen.

La película creo que es uno de los grandes aciertos del cine español de los últimos años (y eso que es mala de narices), ya que me parece formidable que, en lugar de reincidir en la autocomplacencia, la vanidad, y la pretenciosidad de las que hace gala la industria cinematográfica española desde hace más de una década, exhiba una sana y guasona capacidad de autocrítica. Por el mismo motivo, es estupendo y reconfortante que algunos de los artífices de los grandes éxitos de taquilla del cine patrio reciente se hayan prestado a realizar cameos en escenas donde se parodian sin remilgos sus propios retoños (El Orfanato, Abre los ojos, REC...) Igualmente, pienso que es sensacional que los más despiadadamente parodiados sean aquellos compatriotas que desde hace unos años cuentan con una legión de insoportables babosos aduladores dispuestos a ver el súmmum del séptimo arte en cada fotograma perpetrado por estos divos y darles cuantos Goyas u Óscars sea menester...

Dicho esto, la película no es nada del otro mundo y está casi a la misma (mala) altura que congéneres yanquis recientes (como"Scary Movie","Epic Movie","Disaster movie","Casi 300"...) haciendo una apología de lo cutre y con una bochornoso y previsiblemente estúpida trama que me imagino hará las delicias de los seguidores de Muchachada Nui (entre los que no me incluyo), ya que son ellos el alma matter de esta cinta. En ese sentido, la película sólo se sostiene por la presencia de actores con innegable vis cómica como Silvia Abril o Eduardo Gómez,
alguna parodia encomiable (genial la de "Los lunes al sol") y la predisposición del espectador a dar leña a tanto divo y mentecato de la gran pantalla.

En resumen, "Spanish movie" se queda corta en talento y escasa en brillantez, pero es necesario que se hagan películas tan "maliciosas" como ésta, primero porque el cine español reciente merece ser tomado menos en serio (en todos los sentidos) y, segundo, porque es saludablemente recomendable que acabemos con el divismo y el papanatismo cinematográfico nacional a cañonazos como éste.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Manifiesto: En defensa de los derechos fundamentales en Internet

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

Este manifiesto, elaborado de forma conjunta por varios autores, es de todos y de ninguno. Si quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.