La aerolínea Air Comet se ha ido al garete y con ella muchos tripulantes y pasajeros. Algo lamentable pero típico de los tiempos de crisis que vivimos y en los que la basura se esconde debajo de una corbata. Una empresa menos, unos desempleados más. Éste es el mantra de la economía española desde hace tantos meses que es hasta anodino. Cientos de ciudadanos, ya sean (ex)empresarios o (ex)trabajadores saben muy bien que este pandemonium económico no conoce límites, especialmente en un país donde el Gobierno apaga cualquier fuego rociándolo con la gasolina de su estulticia.
Dicho esto, me parece tan bochornoso que el líder de la CEOE sea (o, mejor dicho, siga siendo) el responsable (sinónimo de culpable) de uno de los cracks empresariales más sonados (curiosa y simbólica parajoda esta), como que el Gobierno, en nuevo alarde de populismo, acuda al rescate no de los trabajadores (a esos que les den por el INEM) sino de los pasajeros varados en los aeropuertos, por razones que, nos pongamos como nos pongamos, son totalmente arbitrarias, demagógicas y discriminatorias. Me da absolutamente igual que estas fechas inviten a la filantropía impostada, que muchos de los afectados y posteriormente beneficiados tengan a las familias (o lo que quede de ellas) allende el océano (en el hobitton andino, por lo que parece), etc, etc. ¿Cuántas veces ha actuado anteriormente el Gobierno en favor de los pasajeros que han sufrido problemas provocados por algún tiempo de contratiempo empresarial, sindical o meteorológico? Exacto, ninguna. Entonces ¿por qué ahora sí? ¿por qué a estos sí y a los otros no? ¿Por qué ayudar sólo a los pasajeros y no a los trabajadores igualmente afectados por la quiebra de Air Comet? ¿Por qué pagar con el dinero de todos el disparate de unos pocos y discriminar dramáticas situaciones personales y familiares con el denominador común de la crisis? Una cosa es segura, por caridad cristiana o espíritu navideño no, porque este Ejecutivo tiene de cristiano lo mismo que de inteligente.
Me parece repugnante la desfachatez de Díaz Ferrán (algo que parece consustancial al genoma empresarial patrio) y el oportunismo gubernamental, que en su afán de parecer un mesías social se revela, una vez más, como un mentecato integral. Estoy más que harto de que, no sólo no atina una puñetera medida económica acertada, sino que despilfarra nuestro dinero (el de todos los españoles) en discutibles iniciativas ora minoritarias, ora populistas, que sólo contribuyen a subrayar la arbitrariedad y el sectarismo con el que actúa el Gobierno del señor POE, quien parece empeñado en hacer bueno el axioma de Groucho Marx: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados."
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