sábado, 31 de marzo de 2018

¿Existe el Infierno?

Hay entrevistas que las carga el diablo, nunca mejor dicho. Para muestra, el supuesto vis a vis entre el Papa Francisco, mandamás de la Iglesia católica, y Eugenio Scalfari, mandamás del periódico La Repubblica. Según el periodista, el pontífice negó la existencia del infierno, diciendo poco menos que lo inmediatamente posterior a la muerte es una especie de programa de lavado tras el cual lo malo simplemente desaparece como si fuera mera suciedad o mugre. Tras esta supuesta revelación, a la Iglesia le tembló hasta el genoma. Lo de menos es el prosaico paralelismo entre el destino postmórtem del alma y el destino de la ropa interior usada. El epicentro del problema tampoco está en que el actual titular del Vaticano enmende en plena Semana Santa la plana a sus predecesores Benedicto XVI (quien en 2007 afirmó categóricamente la existencia infernal) y Juan Pablo II (que en 1999 sostuvo la existencia del infierno no como un lugar físico sino como un estado del alma). El quid de la cuestión está en que negar la existencia del infierno, el lugar de castigo infinito, el eterno rincón para pensar (y sufrir), desmontaría por completo el sistema de recompensa-castigo sobre el que se asienta el cristianismo (como ocurre por cierto con la mayoría de religiones y credos, acostumbrados a tratar al ser humano como si fuera un cachorro de perro). ¿Qué más da portarse bien o mal si no hay castigo? Eliminando el miedo al castigo, se libera la conducta de toda moral y se instaura una "ética de barra libre" en la que no tiene sentido esa codificación que el cristianismo (como muchas otras religiones, repito) inocula a nivel indivual y colectivo amparándose con mayor o menor sutileza en un mecanismo coercitivo que tiene en el infierno su piedra basal. Y es, que las cosas como son, en el fondo las personas somos como niños pequeños: obramos más por el miedo a lo malo que por la aspiración a lo bueno. Hablando de "lo bueno", por extrapolación habría quien dijera que si el Infierno no existe, tampoco el Paraíso, porque no hay luz sin sombra. Por eso, es lógico que la curia y la feligresía haya estado al borde de la angina de pecho con esa supuesta revelación del Papa Francisco. Y más lógico todavía que al Vaticano le haya faltado tiempo para salir al paso de la polémica, desmintiendo el pasado Jueves esa negación del Infierno y alegando que el tal Eugenio se ha pasado por sus Scalfari el rigor que todo periodista debe tener. Vamos, que se lo ha sacado de su nonagenaria chistera, algo que, por cierto, parece que no es nuevo en la biografía de este individuo. Así las cosas, la Iglesia ha salvado un match ball

Dejando al margen lo naif que resulta que la gente se deje influir por lo que diga o deje de decir una persona, por muy Papa que sea, creo que sólo un necio podría negar la existencia del Infierno...aunque no se corresponda con ese lugar imaginado en tantas religiones y mitologías (ej: el Gehena judío, el Tártaro griego, el Naraka hinduista y budista, el Nastrand nórdico, el Mictlán mexica, etc).

Creo que es evidente que el Mal existe en muchas y diversas formas: tanto las hemerotecas como nuestra propia memoria están llenas de indicios más que indubitados de ello. Tampoco habría que descartar la existencia del demonio como "ente", porque hay sucesos documentados que invitan a tomarse en serio el tema y no como una parida de cuatro frikis (ahí está Sante Babolin para demostrarlo), pero ese es un jardín en el que no me voy a meter. No obstante, con idéntica honestidad creo que flaco favor nos hacemos a nosotros mismos si pensamos que el Infierno es el siniestro parque temático del que nos han hablado dentro y fuera de la religión (estoy pensando en el primer canto de la Divina Comedia de Alighieri; El paraíso perdido, de Milton; en los lienzos de Brueghel y El Bosco; etc) o que el diablo tiene la forma del dios griego Pan (el cristianismo escogió como imagen del demonio la fisionomía de esa deidad por sus vínculos con lo visceral y sexual). No hay que ser idiotas, ni en un sentido ni en otro.

El Infierno existe. Y no está en ningún plano ultraterrenal. Está aquí. En nuestro mundo. Al menos yo lo creo así. Me explico. Dando por válido que el Infierno es esencialmente agonía, sufrimiento, tormento y dolor ilimitado, creo que el Infierno está en la mente. Y no hablo sólo de esos monstruos que acechan en la sociedad hasta que rompen el anonimato y pasan a la posteridad rompiendo vidas de inocentes. Estoy hablando también de esos estados del alma, de la consciencia o de la psique que te hacen sentir, fundadamente o no, completamente a oscuras, roto, desnortado y/o hundido en la mierda. Un infierno que no hace distinción entre pecadores e inocentes. Un infierno que tiene desgraciadamente muchas puertas (la guerra, la muerte de un ser querido, el desengaño sentimental, la carencia de recursos para sobrevivir, el mobbing, la marginación, el bullying, la violación, el maltrato, el abuso sexual, el trastorno mental, la enfermedad incurable, la pérdida de un empleo, el desahucio, la bancarrota, la impotencia ante una adversidad sobrevenida...la lista es, por desgracia, larga). Pero, a diferencia del Infierno dibujado por las variopintas creencias, el Infierno de este mundo tiene una salida, una cuya importancia no reside en llegar a ella sino en querer hacerlo, siendo conscientes de que si bien hay cosas que no se pueden cambiar, sí que está en nuestra mano cambiar la forma en que las asimilamos o reaccionamos ante ellas. Cuando llegue la muerte, que nos pille intentando ser felices. Ese es el camino para salir del Infierno. 

Acabo ya. El Papa sabrá si dijo o no lo que Scalfari le atribuye. Lo que sí debería decir Francisco es que no hace falta morir para ir al Infierno. Eso seguro que nadie se lo discutiría.

jueves, 29 de marzo de 2018

Brazos abiertos, mentes cerradas

Más allá del empacho noticiero sobre la enajenación mental ¿transitoria? conocida como procés, hay noticias que verdaderamente merecen la pena y que por desgracia están casi eclipsadas por el delirio diario con géiser en Cataluña. Una de ellas hace referencia a la extraordinaria y conmovedora ONG Open Arms. Esta onegé española ya salió a la luz por el estremecedor documental Astral, de Jordi Évole, del que ya hablé en un artículo aquí mismo. Ahora, hace poco más de una semana ha vuelto a adquirir relevancia informativa ya que Italia ha inmovilizado el barco con el que esta ONG salva de una muerte más que probable a cientos de inmigrantes que se aventuran en el Mediterráneo impulsados por su propia desesperación, la falta de escrúpulos de mafias criminales y la jeta de estados fallidos africanos. Tal inmovilización se escuda en la acusación, por parte de la Fiscalía de Catania (Sicilia), de favorecimiento de inmigración ilegal y asociación criminal. 

Dejando al margen la evidente y miserable falacia esgrimida por dicha fiscalía para dejar varada a Open Arms, tiene bemoles que se pongan tan estupendos en un país que ha hecho de la corrupción de los tres poderes algo tan autóctono como la pizza y más aún que se la cojan con papel de fumar en una región como es la siciliana que es universalmente famosa por ser cuna y refugio de la Cosa Nostra, que no es precisamente una ONG ni un club filantrópico. Es decir, que lo de la Fiscalía de Catania con respecto a Open Arms redefine el concepto "caradura".

Lógicamente, ante tal desfachatez e injusticia, la gente de bien se ha movilizado para defender a la onegé española, especialmente en redes sociales, donde por ejemplo se ha viralizado un vídeo en el que diversas celebridades dan su apoyo a Open Arms y claman por la liberación del barco y la exculpación de la organización, idéntica reivindicación de una campaña lanzada en change.org que cuenta con cientos de miles de adhesiones ya. El ridículo ya está hecho. Por eso, la única salida es acabar con el bochorno cuanto antes. Hablando de bochorno, ¿a qué espera el Gobierno en general y el Ministerio de Asuntos Exteriores en particular para sacar la cara por estos compatriotas? ¿A que pase la Semana Santa? ¿A que alguien termine de leerse el Marca? ¿Hasta cuándo va a estar el Ejecutivo en modo "No nos metamos en eso"? En fin... 

De todos modos, esta pésima noticia evidencia que la hipocresía ha alcanzado ya unas cotas dignas de celda en Arkham. No ya por el absurdo de colgar un sambenito criminal a esta ONG sino porque precisamente organizaciones como Open Arms son absolutamente imprescindibles en un mundo en el que unos muertos cuentan más que otros y donde la pasividad, la indiferencia o la desidia oficial ceban las estadísticas de mortandad por todo el globo terráqueo. Siendo este el contexto, esta onegé se dedica específica y literalmente a salvar unas vidas a la deriva en un mundo en el que la conciencia ha naufragado. Su lucro, por tanto, es únicamente ético: poder mirarse al espejo sin sentir vergüenza. Pero, como digo, el trabajo de Open Arms y de otras tantas onegés sería totalmente innecesario si la estructura mental de la sociedad no discriminara por categorías a los seres humanos como si fueran los pasajeros del Titanic. De esto ya hablé en un artículo (Categorías de muertos), así que me remito a él. Pero quiero dejar aquí una reflexión: en 2017, el Mediterráneo fue la fosa de 3.116 almas migrantes (más que las víctimas del 11-S) y en lo que va de 2018 sus aguas han pasaportado al Hades a 318 inmigrantes (más que las víctimas del 11-M). Todo el mundo recuerda qué pasó tras los terribles holocaustos terroristas del 11-S y el 11-M. La pregunta es por qué no hay una reacción siquiera remotamente similar en cuanto a empatía, atención y esfuerzo para subsanar que el mar siga devorando en el anonimato a gente que lo único que busca es lo mismo que cualquier persona normal: un futuro mejor que su presente. El problema no es tanto una cuestión de brazos abiertos como de mentes cerradas, mentes que dejan fuera a seres humanos, mentes que niegan no ya un porvenir sino la propia sobrevivencia a personas que por desgracia nacieron en el lugar equivocado en el momento equivocado en un mundo equivocado.

La emigración extorsionada y precaria que amamanta al Mediterráneo con cadáveres es un problema tan serio como el del terrorismo internacional. Por eso, mientras los gobiernos nacionales y supranacionales sigan tocándose lo que no suena, a ONGs como Open Arms no habría que empapelarlas en una absurda investigación sino hacerles un monumento. Por eso, es urgente que se libere a Open Arms.

jueves, 8 de marzo de 2018

Por ella(s)

Hoy es el "Día de la mujer trabajadora", lo cual es toda una reiteración (vamos, un pleonasmo de manual): todos los días las mujeres trabajan y todas las mujeres trabajan, aunque no siempre ese trabajo sea reconocido o valorado. Redundancias aparte, lo más novedoso de esta jornada es esa iniciativa huelguista que tiene por objetivo demostrar una perogrullada: que sin las mujeres este mundo cojea tanto que se cae. Algo que se quedaría en obviedad si no fuera porque hay demasiada gentuza que se pasa por la quilla ese axioma. 

Sin embargo, no voy a dedicarme en este artículo a plasmar una catarata de datos y estadísticas que ponen de relieve aquello de que no hay más ciego que el que no quiere ver. Tampoco voy a dedicarme a glosar las biografías de extraordinarias mujeres que parecen haberse quedado en el tintero, sumidero o retrete histórico a cuenta de unos cuantos cretinos, caraduras e impresentables propensos a escamotear méritos y ningunear hitos en función de los genitales del personal. Mejores sitios hay que este blog para encontrar todo eso que hoy voy a orillar en mi artículo. Aclarado esto, sigo.

En ocasiones, más importante y recomendable que saber por qué luchas es saber por quién lo haces. Esto no es ninguna tontería. Tampoco es ninguna novedad: ya los antiguos griegos lo tenían claro cuando fomentaban los lazos afectivos entre los hoplitas para que en el campo de batalla más que dejarse la vida por su polis (que también) lo hicieran por quien luchaba a su lado. Vuelvo al tema. Cuando escribo este artículo estoy pensando en una mujer. Una a la que quiero, respeto y admiro profundamente. Una de quien aprendo siempre. Una capaz de iluminar mis momentos de mayor oscuridad sólo con pensar en ella. Una que creo que reúne todo lo mejor que puede ofrecer el ser humano. Una por quien me enfrentaría a todos los Inmortales de Jerjes, todos los castigos del Tártaro y todos los demonios del infierno. Ella apenas lleva una década correteando por este mundo que llamamos vida. Traducción: le queda mucho por ver y vivir. Y por eso escribo este artículo. Por el mundo que me gustaría que ella vea y viva cuando todos los mañanas sean hoy. Un mundo sin agravios que conviertan la Constitución en papel higiénico; un mundo en que lo laboral y lo salarial se jerarquicen en función exclusivamente del mérito, esfuerzo y talento; un mundo sin etiquetas, carriles ni cuadrículas que le hagan el trabajo sucio a prejuicios, clichés y estereotipos; un mundo en el que lo sexy sea el cerebro; un mundo en el que lo hot sea el corazón; un mundo en el que conciliar y reconciliarse no signifique hacer malabares sobre un alambre; un mundo lleno de personas que se preocupen de las personas; un mundo donde nadie sea más ni menos que nadie; un mundo en el que nadie sea lo suficientemente cobarde como para ser cómplice ni lo suficientemente cómplice como para ser cobarde; un mundo lleno de puertas abiertas o tiradas abajo; un mundo en el que el "quiero" gane la batalla al "puedo"; un mundo en el que la felicidad no dependa de una cuenta bancaria con sabor a fin de mes; un mundo en el que la nómina no amortaje la dignidad; un mundo donde tu destino no sea cuestión de suerte; un mundo donde ser feliz no resulte tan caro; un mundo en el que dejemos que los hechos hablen por las palabras; un mundo en el que los sueños sólo sean cuestión de tiempo; un mundo donde cada uno elija sus propias metas; un mundo donde no queden causas por las que luchar por haberlas logrado todas; un mundo donde ella pueda ser aquello que ella quiera ser y no aquello que le dejen ser. Ése es el mundo que quiero para ella. Y por eso he luchado, lucho y lucharé.

Yo no creo en la igualdad entendida como homogeneidad. Ni creo en las cuotas como soluciones. Ni creo en ese feminismo con el que algunas descerebradas quieren cambiar un desequilibrio por otro. Ni creo que ser feminista requiera la obsesiva misandria y el perezoso victimismo que gastan algunas personas presuntamente feministas. Ni creo en ese feminismo "postureado" de quienes por un lado critican indiscriminadamente a los hombres y al "heteropatriarcado" y por otro se aprovechan descaradamente tanto de sus congéneres masculinos como del paradigma falocrático. Ni creo que la sororidad vaya a ganar sola la batalla contra la desigualdad. Yo creo en la igualdad entendida como ausencia de discriminación de trato y oportunidades dentro de la diversidad. Yo creo en la reclamación de la armonía entre todo aquello que no es ni mejor ni peor sino distinto. Yo creo en ese feminismo que no es patrimonio exclusivo de mujeres sino de cualquier persona con dos dedos de frente y un corazón funcionando. Yo creo en la reivindicación activa y constructiva de lo femenino como un concepto que trasciende el sexo. Yo creo en la libertad real como la mejor forma de empoderamiento. Yo creo en una fraternidad de hombres y mujeres abiertos a la discrepancia pero comprometidos con dejar un mundo más justo, empático, sano y humano a quienes vienen por detrás. Porque la clave que mucha gente se niega a ver es que esta lucha no es una cuestión de sexo ni de un "quítate tú para ponerme yo" ni de cobrarse revancha sino, sencillamente, de juntar las manos suficientes para moldear el presente hasta que quede un buen futuro. Para mejorar las cosas, nunca sobran manos.

Decía antes que las luchas no se ganan tanto desde el "por qué" como desde el "por quién". Todos tenemos nombres para nuestras diversas batallas. Todos tenemos personas por las que damos y daríamos todo para verlas felices. Todos tenemos gente que se merece cada segundo de nuestro tiempo y cada gota de nuestro esfuerzo. En este asunto concreto, todos tenemos por suerte mujeres por las que luchar contra esta desgracia que es el brutal menosprecio hacia lo femenino. Por eso, yo me sumo a esta lucha sin pedir permiso y pidiendo paso. Sin quedarme ni quieto ni callado. Por esa personita que se merece el mejor de los mundos posibles. Lucho por ella, lo cual, en realidad, no es más que luchar por ellas. Por todas ellas.

domingo, 4 de marzo de 2018

La barra libre

Si los sueños de la razón producen monstruos, los de la libertad fabrican libertinos en serie. Ayer, tres de ellos se reunieron en Sabadell en un acto-pataleta cuyo objetivo, según ellos, era defender la libertad de expresión. Para hacer cosas así, no sólo se requiere una configuración genética determinada sino, por encima de todo, una vocación cultivada de forma constante y esmerada: la de ser un completo cretino. Confundir "libertad" con "libertinaje" es igual que entender como sinónimos "legal" e "ilegal", "bueno" y "malo", "inocente" y "culpable", "beneficio" y "perjucio", "sano" e "insano", "sabio" y "tonto" y demás grandes antítesis de ayer y de hoy. Y para confundir todo esto no todo el mundo vale: tienes que ser un cretino. Y Hasel, Valtonyc y Elgio son, por encima de todo, unos cretinos.

No voy a dedicar mi artículo a repasar la calidad artística de estos tres tipos (la coprofagia no es lo mío) ni a analizar sus curiosas pintas ("nulla aesthetica sine ethica") ni su nivelón moral (puesto que estos chicos compiten dentro de la categoría de "escoria"). Voy a dedicarlo a analizar brevemente su curiosa concepción de la libertad en general y la de expresión en particular como una especie de barra libre absolutamente despendolada. Estos tres pelanas que atentan simultáneamente contra la vista, el oído y el cerebro creen que la libertad consiste en el derecho a hacer lo que te salga del bolardo sin ninguna clase de límite ni contraprestación. Igual sería aconsejable que este trío de jichos y su séquito de paladines y demagogos, esos a los que se les llena la boca de libertad y se rasgan públicamente las vestiduras cuando un juez comete la locura de aplicar la ley, se dejaran caer por la Constitución Española de 1978, especialmente en su Título I, Capítulo II, Sección 2ª. Por dos motivos: Uno, para que supieran ubicar la tan manida libertad de expresión (artículo 20); otro, para que descubrieran que el disfrute de esa barra libre de derechos y libertades tiene tres requisitos: cumplir con los deberes (el respeto a la ley es uno de ellos y está consagrado en el artículo 10), asumir la responsabilidad de los actos (que viene a ser una manifestación del deber de respeto al ordenamiento vigente) y respetar los derechos de los demás (que ya no sólo es que esté enunciado de forma genérica como tal en el mencionado artículo 10, sino que en lo que atañe a la libertad de expresión está explícitamente estipulado en el punto 4 del artículo 20: "Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia"). Ignorar esto es esquiar fuera de pista y mear fuera de tiesto, habilidades ambas propias de cretinos patanegra. Por si hay alguno leyendo este artículo: "libertad" implica respetar la Ley; "libertinaje", en cambio, supone pasársela por la quilla. Por eso, cuando se comete un delito (que no es otra cosa que incumplir algo a lo que la Ley te obliga), como han hecho los integrantes de este triunvirato de presuntos homínidos, no se puede hablar de libertad y derecho sino de libertinaje y responsabilidad. Por eso, es particularmente descojonante que hablen de un Estado "antidemocrático" cuando precisamente no puede haber democracia sin un corpus legal que determine derechos y deberes y un poder judicial que haga respetar tanto unos como otros. Otra cosa es que estos fulanos de Hasel y cía prefieran una legalidad a la carta, pero para eso tendrían que migrar hacia alguna dictadura. Dicho de otro modo: lo que les ha pasado a estos tres perpetradores de supuestas canciones es una buena muestra de que a veces en España la Democracia, la Ley y la Justicia funcionan (todo un hito). Lo lamentable es que no siempre sea así y se hagan excepciones-agravios en función de cuestiones políticas, económicas, etc. Por eso, estoy plenamente convencido de que lo que verdaderamente les fastidia a estos chicos no es que les pisen presuntamente la libertad sino no gozar de la vergonzosa impunidad de la que gozan otros: estos tíos no quieren ser Éminem sino la Infanta Cristina

Incidiendo en lo que acabo de decir, si Hasel, Valtonyc o Elgio sienten las actuales leyes como unas hemorroides, que voten a alguien para que las cambien en Cortes Generales o que lideren una iniciativa popular para sacar adelante una proposición de ley para reformarlas. Eso es la vía cívica y legal para (intentar) cambiar las cosas que no te gustan. Claro que estos mamarrachos de cívico y legal tienen lo mismo que de escolanía del Vaticano.

Pero ya no es sólo que legalmente sus protestas, quejas y lloriqueos carezcan de cualquier sostén (la constitucional libertad de expresión no te hace inmune ni impune ante el Código Penal ya que precisamente te obliga a respetarlo -como a cualquier otra ley- a cambio de poder disfrutar del ejercicio de la misma) sino que tampoco lo encuentran en la lógica. Por ejemplo: si un tipo coge su 4x4 para jugar a los bolos con unos manifestantes ¿se le ocurriría decir que está ejerciendo su derecho a la libertad de movimiento? Pues esto, lo mismo. Otro ejemplo: si un esteta o un melómano reventara a leches a Hasel, Valtonyc o Elgio hasta dejarlo cubista ¿cuántos milisegundos tardarían en reclamar responsabilidades los afectados? Pues esto, lo mismo. Lo que no puede ser es que sólo te acuerdes de la Ley cuando te conviene. Salvo que seas un jeta...o un cretino.

Como además de cretinos son unos cobardes, quieren revestir su pataleta de un halo de lucha romántica en pos de la libertad artística y tal. Dejando a un lado que su valía y legado artísticos están a la altura de "zurullo en retrete" (y por tanto exponible en ARCO), es una pose que resulta bastante despreciable, porque, por ejemplo, Charles Manson podría haber recurrido a ese mismo sofisma para quejarse de su devenir judicial y penal. Al igual que él, estos tipos no están condenados por cantar sino por cometer un delito...aunque su penoso talento artístico también debería ser considerado delictivo. Si lo vuestro es "arte", figuras, yo soy Tina Turner.

De todos modos, para mí, lo más lamentable de todo esto es que se de tantísima resonancia mediática a unos tipos que han demostrado que lo suyo no es ni la música, ni el ingenio, ni la estética, ni el sentido común, ni la responsabilidad, ni la ley, ni la libertad. Lo suyo es querer que todo sea una barra libre, un sindiós, un cisco, un co*o de la Bernarda, un desmadre siniestro que tenga en cualquiera de ellos su particular Homero. Ojalá la cárcel los cambie. A mejor. No es difícil.

jueves, 1 de marzo de 2018

Euforia tras otra Griezmann session

Con el tiempo timburtoniano concediendo una breve tregua a las gradas, la actualidad dándole la razón a quien piensa que el fútbol es un negocio (chino) y el legendario Quini en el cielo, el Atlético de Madrid recibió anoche la vista del Leganés.  

Tras el esplendoroso partido-vendetta contra el Sevilla, había ganas de comprobar en el Metropolitano si el equipo rojiblanco seguía tan entonado como en el Sánchez Pizjuán o volvía a hacer malabares con el "unocerismo". Por suerte para los aficionados colchoneros y disgusto para los pepineros, el Atleti demostró que sigue en modo "Ola de Nazaré". En ello tiene buena parte de responsabilidad Antoine Griezmann, que lleva una semana simplemente escandalosa en goles (siete en dos partidos) y juego (asistencias, desmarques, ayuda defensiva...). Si el fútbol es música, el francés es el David Guetta del Atlético. Griezmann es todo un DJ a la hora de poner on fire las emociones de los aficionados atléticos, tanto cuando se equivoca (sin el balón), como cuando acierta (con el balón). Un DJ que tiene en Diego Costa, Koke y Filipe Luis sus mejores socios a la hora de dar alegría al corazón de la hinchada rojiblanca. Mención especial merece el caso de Costa: su retorno ha sido para el Atlético como la pócima de Panorámix para Astérix y cía. Y el principal beneficiado de eso es Griezmann, quien lidera con alegría y desenfado la avalancha futbolística rojiblanca. Si esta es su última temporada vistiendo la camiseta del Atleti, está claro que el francés parece decidido a escribir una despedida con letras de oro.

No obstante, en este dulce momento, no todo se explica con Griezmann: por un lado, defensivamente vuelve a ser un equipo absolutamente numantino que protege a un portero sobrenatural; por otro, varios jugadores están ya muy cerca de su mejor versión (o del salario que cobran) y eso ha mejorado notablemente el juego combinativo y la eficacia de cara a la portería rival. En resumen: todo empieza a encajar a la perfección. Por eso, el Atlético se ha ganado el derecho a soñar con alzar al menos un trofeo esta temporada. Por eso, es el único equipo capaz de dar caza actualmente a ese extraterrestre llamado Messi.

Para desgracia de haters, bocazas, envidiosos y chiringuiteros, el Atleti vuelve a transmitir muy buenas sensaciones. Habrá quien lamente que esta versión "Supersaiyajin" del equipo rojiblanco no haya llegado antes y así estar vivos en Liga de Campeones y Copa del Rey. Pero el Atlético de Madrid es, para bien o para mal, tan imprevisible como el jazz. Por eso, los aficionados colchoneros estamos hechos de otra pasta. Por eso, ahora toca mantener la cabeza fría y disfrutar...partido a partido. ¡Aúpa Atleti!