jueves, 29 de marzo de 2018

Brazos abiertos, mentes cerradas

Más allá del empacho noticiero sobre la enajenación mental ¿transitoria? conocida como procés, hay noticias que verdaderamente merecen la pena y que por desgracia están casi eclipsadas por el delirio diario con géiser en Cataluña. Una de ellas hace referencia a la extraordinaria y conmovedora ONG Open Arms. Esta onegé española ya salió a la luz por el estremecedor documental Astral, de Jordi Évole, del que ya hablé en un artículo aquí mismo. Ahora, hace poco más de una semana ha vuelto a adquirir relevancia informativa ya que Italia ha inmovilizado el barco con el que esta ONG salva de una muerte más que probable a cientos de inmigrantes que se aventuran en el Mediterráneo impulsados por su propia desesperación, la falta de escrúpulos de mafias criminales y la jeta de estados fallidos africanos. Tal inmovilización se escuda en la acusación, por parte de la Fiscalía de Catania (Sicilia), de favorecimiento de inmigración ilegal y asociación criminal. 

Dejando al margen la evidente y miserable falacia esgrimida por dicha fiscalía para dejar varada a Open Arms, tiene bemoles que se pongan tan estupendos en un país que ha hecho de la corrupción de los tres poderes algo tan autóctono como la pizza y más aún que se la cojan con papel de fumar en una región como es la siciliana que es universalmente famosa por ser cuna y refugio de la Cosa Nostra, que no es precisamente una ONG ni un club filantrópico. Es decir, que lo de la Fiscalía de Catania con respecto a Open Arms redefine el concepto "caradura".

Lógicamente, ante tal desfachatez e injusticia, la gente de bien se ha movilizado para defender a la onegé española, especialmente en redes sociales, donde por ejemplo se ha viralizado un vídeo en el que diversas celebridades dan su apoyo a Open Arms y claman por la liberación del barco y la exculpación de la organización, idéntica reivindicación de una campaña lanzada en change.org que cuenta con cientos de miles de adhesiones ya. El ridículo ya está hecho. Por eso, la única salida es acabar con el bochorno cuanto antes. Hablando de bochorno, ¿a qué espera el Gobierno en general y el Ministerio de Asuntos Exteriores en particular para sacar la cara por estos compatriotas? ¿A que pase la Semana Santa? ¿A que alguien termine de leerse el Marca? ¿Hasta cuándo va a estar el Ejecutivo en modo "No nos metamos en eso"? En fin... 

De todos modos, esta pésima noticia evidencia que la hipocresía ha alcanzado ya unas cotas dignas de celda en Arkham. No ya por el absurdo de colgar un sambenito criminal a esta ONG sino porque precisamente organizaciones como Open Arms son absolutamente imprescindibles en un mundo en el que unos muertos cuentan más que otros y donde la pasividad, la indiferencia o la desidia oficial ceban las estadísticas de mortandad por todo el globo terráqueo. Siendo este el contexto, esta onegé se dedica específica y literalmente a salvar unas vidas a la deriva en un mundo en el que la conciencia ha naufragado. Su lucro, por tanto, es únicamente ético: poder mirarse al espejo sin sentir vergüenza. Pero, como digo, el trabajo de Open Arms y de otras tantas onegés sería totalmente innecesario si la estructura mental de la sociedad no discriminara por categorías a los seres humanos como si fueran los pasajeros del Titanic. De esto ya hablé en un artículo (Categorías de muertos), así que me remito a él. Pero quiero dejar aquí una reflexión: en 2017, el Mediterráneo fue la fosa de 3.116 almas migrantes (más que las víctimas del 11-S) y en lo que va de 2018 sus aguas han pasaportado al Hades a 318 inmigrantes (más que las víctimas del 11-M). Todo el mundo recuerda qué pasó tras los terribles holocaustos terroristas del 11-S y el 11-M. La pregunta es por qué no hay una reacción siquiera remotamente similar en cuanto a empatía, atención y esfuerzo para subsanar que el mar siga devorando en el anonimato a gente que lo único que busca es lo mismo que cualquier persona normal: un futuro mejor que su presente. El problema no es tanto una cuestión de brazos abiertos como de mentes cerradas, mentes que dejan fuera a seres humanos, mentes que niegan no ya un porvenir sino la propia sobrevivencia a personas que por desgracia nacieron en el lugar equivocado en el momento equivocado en un mundo equivocado.

La emigración extorsionada y precaria que amamanta al Mediterráneo con cadáveres es un problema tan serio como el del terrorismo internacional. Por eso, mientras los gobiernos nacionales y supranacionales sigan tocándose lo que no suena, a ONGs como Open Arms no habría que empapelarlas en una absurda investigación sino hacerles un monumento. Por eso, es urgente que se libere a Open Arms.

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