sábado, 20 de diciembre de 2008

Ars nihili

Leo con gran sorpresa y mayor satisfacción que el Ministerio de Cultura abandona ARCO, ese circo grotesco donde esnobs, petulantes y jetas se dan cita para celebrar anualmente con una berrea de lo más circunspecta la defunción del arte. Quizás queden aún motivos para la esperanza, quizás el buen gusto no se ha extinguido, quizás la sensatez no ha tirado la toalla. Sea lo que sea lo que haya motivado tal decisión, mi más sincero aplauso para el Ministerio. Y ya puestos a hablar de arte, parlemos, que falta hace.

Yo me tengo por un profano amante del Arte y, desde mi ignorancia, me encanta descubrir obras y autores capaces de detener mi mirada, engatusar mis sentidos, privarme de palabras y arrancarme una profunda admiración como aplauso. No, no sé de Arte, al menos no tanto como me gustaría, pero sí creo tener un mínimo buen gusto y un incesante afán de descubrir maravillosas genialidades pintadas, esculpidas, construidas, compuestas, fotografiadas o filmadas. Por ello, si la dicha es buena, intento no faltar a cualquier cita con el Arte que la Providencia fije en mi agenda.

Pero hete aquí que en los últimos años me he dado cuenta de algo francamente frustrante: que no tengo ni puñetera, ni puñeterísima idea de Arte. Porque yo creía que Arte era, en pintura, lo que hacían, entre otros genios, mis predilectos Leonardo Da Vinci, Hieronyums Bosch, El Bosco, Pieter Brueghel, el Viejo, Rembrandt Harmenszoon Van Rijn, Doménikos Theotokópoulos,
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez, Francisco de Goya, Edvard Munch, Paul Gauguin, Vincent Van Gogh, Claude Monet, Gustave Klimt, George Grosz, René Magritte, Pablo Ruiz Picasso, Norman Rockwell o Salvador Dalí. Yo estaba convencido de que Arte era, en escultura, lo que sublimaron Fidias, Miguel Ángel, Gian Lorenzo Bernini, Auguste Rodin, Juan de Ávalos y compañía. Yo pensaba sin temor a equivocarme que Arte era, en arquitectura, el ámbito donde brillaron con luz propia Marco Vitruvio, Juan de Herrera, José de Churriguera, Ventura Rodríguez, Juan de Villanueva, Antonio Gaudí o Santiago Calatrava. Yo juraría que Arte era, en fotografía, lo que originaba la certera genialidad de Roger Fenton, Henri Cartier-Bresson, Robert Doisneau, Robert Capa, Dorothea Lange, Man Ray, Bill Brandt, André Kertész, Brassaï, Alfred Eisenstaedt, Robert Mapplethorpe, Annie Leibovitz, Sebastião Salgado, Chema Madoz, Javier Bauluz y demás ases de la cámara. Pero qué va oye. Craso error el mío. El Arte es otra cosa. Al menos hoy.

¿Qué es el arte...hoy?
El arte hoy (y quien dice hoy puede decir los últimos veinte o treinta años) no es la virtud que lleva a un mortal a acariciar el terreno reservado para los dioses mediante la habilidosa y portentosa creación de una obra innegablemente conmovedora e inimitable en la que expresa su particular visión y sensibilidad. Rien de rien. El arte hoy consiste en algo distinto. Hoy el artista no crea, sino que perpetra. Hoy los artistas no compiten entre sí por la excelencia y el virtuosismo, sino por la necedad y la caradura. Hoy el arte no apela ni a cánones, ni a sentimientos ni a emociones ni a ideas, sino a un séquito de ceros tras un número en una cuenta corriente. Hoy el arte no se mide por la belleza ni por el talento, sino por la bobada injustificable y la desvergüenza desatada. Hoy ser artista consiste en que decenas de personas te traten como un mesías descendido del Parnaso siendo en realidad un auténtico gilipollas. Hoy ser artista se basa en coger a las Musas, vestirlas de dragqueens politoxicómanas y hacerlas bailar el Lago de los Cisnes. Hoy el artista no busca legar a la Historia, sino a la Histeria. Hoy el arte se asienta en un ejército de majaderos que asienten obnubilados ante las explicaciones de una élite de tontolabas que aplauden extasiados las razones de un espabilado con problemas de ego que decidió cambiar vergüenza por dinero. Hoy el arte es justificar un vacío intelectual, emocional y cultural con una tonelada de conceptos y expresiones que cuanto más ininteligibles y estrambóticas, más claque tienen. Hoy el arte es censurar la inteligencia, el buen gusto y la brillantez en aras de un esnobismo rampante y atroz. Eso, es el arte que se estila en nuestro querido planeta desde hace demasiados lustros. Pero, por si no ha quedado claro, aquí van unos cuantos ejemplos de las distintas Artes actuales:


  • Pintura: Amplia disciplina ésta. El lienzo puede ser víctima de un pintarrajeo propio de un niño de pañal, unos trazos que denotarían ciertas secuelas psicomotrices post-accidente, un esquizofrénico epiléptico armado con botes de pintura, un acopio de elementos policromados y pegados con exquisita ausencia de criterio...La última muestra del disparate pictórico la tenemos en cierta cúpula sobre la que un iluminado ha tenido a bien eyacular gotelé multicolor. Es un Arte que sin duda reporta copiosos beneficios, porque, en muchos casos, el mentacato adquirente paga la firma del perpetrador. Y si el traspiés lo suscribe un tal Tàpies, mejor que mejor, que no se diga.

  • Escultura: Ahora lo que se lleva es homenajear tiempos pretéritos, ya se aluda a la época en la que nos creíamos un Dios con baby amasando plastilina o arcilla, o bien a la oscura era en la que pasamos de ser monos a hacer monadas y venus obesas. También hay quien con soplete o superglue fusiona carne de chamarilero con esencia de desguace y planta el engendro resultante en una peana con un par de narices y dos millones de euros.

  • Fotografía: La disciplina que ha fagocitado buena parte de la atención y los espacios reservados antaños a la pintura, en parte porque, puestos a hacer el imbécil, una fotografía requiere menos tiempo y recursos que un cuadro. Lo más "in" es que, todo lo que recojas con el ciclópeo ojo de la cámara, lo muestres en blanco y negro: ya sea un paisaje, un retrato, un veteasaber o un minino miccionando. Sea lo que sea, en blanco y negro, que luce más y da más empaque y caché y parece más serio, aunque hayas inmortalizado a Cañita Brava cabalgando a Leonardo Dantés. En serio, es fácil: Fotografia a tu suegra, tu nauseabunda, grotesca y mórbida suegra en varios momentos del día y pásalo al "black and white", que dicen los que saben, y vete a alguna fundación o sala, que habrá seguro alguien que se muera por mostrar a la plebe el contundente mensaje artístico de los papos de grasa que sobresalen por la bata de guatiné.

  • Arquitectura: Ahora empezamos a darnos cuenta de cuánto daño ha hecho Lego al noble arte arquitectónico. Mastodónticos edificios que parecen una pelea de cajas, bloques donde el cristal y el acero se pelean por una migaja de hormigón, construcciones tan toscas que parece como si los Titantes estuvieran jugando al Monopoly con las piezas del Tetris...Si de la arquitectura actual dependiera, las Pirámides del Antiguo Egipto serían colosales cubos de rubik. Y es que, hoy más que nunca, se puede decir que vivimos en cubiles. Mas ya se sabe que aunque la mona se vista de seda, "moneo" se queda.

Así las cosas, dentro de nada ir al Museo del Prado, por poner un ejemplo, se convertirá ora en temeridad, ora en un deleznado ejercicio de anacronismo y la gente te señalará con el dedo por la calle y musitaran a tus espaldas, mirándote con temor como si fueras el eslabón perdido de un fascismo artístico.

¿Quién tiene la culpa de todo esto? Pues habrá quien diga que los jetas que, teniendo o no talento (casi siempre, lo segundo), deciden hacer de la tomadura de pelo un arte, ataviarse con una pose a medio camino entre la dejadez decadentista y la suficiencia intelectual y dirigirse al resto de los mortales como si fuera un sujeto procedente de otro planeta más civilizado, avanzando, chic, in, out y modernísimo. Y algo de culpa tienen, la verdad, por lo menos de estropicio en primer grado, gracias a los ingenios que defecan para la posteridad. Pero...yo creo que hay mayores culpables. A saber: Los gafas de pasta negra que carcajean y/o aplauden en una experiencia de éxtasis coprofágico ante las obras y lecciones magistrales de dichos mentecatos, los encorbatados que sueltan la tela y el espacio para dar pábulo a semejantes cretinos, y aquellos que siendo supuestamente inteligentes y mínimamente cultos deciden subirse al carromato de las necedades para convertirse en gurús apostólicos de ese nuevo "arte". Si estos infames y mal llamados artistas no tuvieran espacios donde exhibir sus atentados ni gente dispuesta no ya comprárselos sino a darles sustento anímico o conceptual, otro gallo cantaría. Eso seguro. Pero criticar con sentido común, hace tiempo que está mal visto. Ahora, si una obra de "arte" te parece horrible o ininteligible, no es que seas sensato, es que "no sabes" y eres un retrógrado que no está a la moda. Malos tiempos para la crítica...

En definitiva, el arte de hoy, el moderno, el contemporáneo o como le salga del tafanario llamarlo, es algo distinto sí, pero por ser tan distinto, ni siquiera es arte, como elegante e inteligentemente criticaba la musa de muchos modernísimos, Yasmina Reza en su obra más célebre. El arte actual no es nada o, en todo caso, es el arte de la nada, de la absoluta y mísera nada.

martes, 9 de diciembre de 2008

Donde las palabras no alcanzan a llegar

A veces, el tópico de una imagen vale más que mil palabras adquiere un innegable y conmovedor sentido. Éste es el caso. Podría escribir mucho sobre el suceso que da pie a este artículo. Podría evocar de nuevo todas las enseñanzas y emociones que me regaló mi inolvidable Sancho. Pero, en lugar de eso, creo que lo mejor es demostrar hasta qué punto, en ocasiones, una definición se torna exigua. Lealtad: 1. f. Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien; Altruismo: 1. m. Diligencia en procurar el bien ajeno aun a costa del propio; Bondad: 2. f. Natural inclinación a hacer el bien; Amistad: 1. f. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato; Compasión: 1. f. Sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias; Valentía: 1. f. Esfuerzo, aliento, vigor; 2. f. Hecho o hazaña heroica ejecutada con valor; y así podría continuar acopiando definiciones del DRAE hasta completar una panoplia de virtudes de esas que son piezas de coleccionista. Virtudes que el ser humano conforme crece pervierte a cambio de llenar el bolsillo, la cama y/o el ego. Virtudes que, por suerte y por desgracia, aprendemos y recordamos gracias a seres a los que, por lo general, se les infravalora, cuando no se les humilla y maltrata miserablemente.
Hasta aquí las palabras. A partir de ahora, las imágenes y las emociones:

sábado, 29 de noviembre de 2008

A propósito de Dorian Gray

Hace pocos días tuve el placer de ver en dvd la estupenda película "El retrato de Dorian Gray", adaptación al celuloide de la extraordinaria novela homónima del genio Oscar Wilde.

Sobre el film baste decir que, además de estar basado en la célebre obra literaria, corresponde a una época en la que en la binomía del blanco y negro se escondía una pléyade de joyas cinematográficas, siendo la cinta dirigida por Albert Lewin una de ellas. Mención especial merece la soberbia y magnética interpretación de George Sanders como el ingenioso, cínico y sarcástico mentor de Dorian Gray, Lord Henry Wotton. Éste, con sus brillantísimas y lacerantes frases, constituye un innegable trasunto del excelso provocador irlandés, que tiene en la elegante, decadente y hedonista personalidad de Dorian Gray el otro gran espejo en el que verse reflejado.


En cuanto a la celebérrima novela que da pie a la película de Lewin, baste decir que el genio de Wilde, autor de perlas como "El crimen de lord Arthur Saville y otras historias", "De profundis", "Balada de la cárcel de Reading", "El abanico de Lady Windermere", "Salomé" o "La importancia de llamarse Ernesto",pocas veces ha estado tan sublime, como bien ejemplifica el prefacio o todas y cada una de las intervenciones de Lord Wotton, verdadero corazón, a mi modesto entender, de la obra. Para aquellos que a estas alturas de la Literatura Universal desconozcan el argumento de "El retrato de Dorian Gray" (que dudo que sean muchos), diré que, ambientado en el Londres victoriano, aborda el fatal descenso a los hedonísticos infiernos de un apuesto joven que es retratado en un cuadro ante el cual el imprudente protagonista expresará un siniestro deseo: disfrutar de una belleza inmortal a cambio de que sea la pintura quien se deteriore conforme Dorian cava su sima moral merced a variados y nefandos actos de libertinaje. Un anhelo que se verá siniestramente cumplido con consecuencias imprevisibles.


Entrando más en materia, cabría decir que Dorian Gray no es más que el gran perdedor de la (aparentemente) inocua disputa dialéctica e intelectual entre el pintor Basil Hallward (que a servidor le recuerda, al menos en la película, al interesantísimo y controvertido Walter Sickert), honesto e íntegro representante de ideales a medio camino entre el platonismo y el epicureísmo, y su amigo lord Henry Wotton, un cínico aristócrata de sinceridad corrosiva e ingenio turbador que, en su lucha contra las caducas e hipócritas convenciones de la época, aboga con endiablado carisma por disfrutar de todo sin más miedo que el de castrar los anhelos y placeres propios. De esta forma, la belleza de Gray, reflejo de la virginidad e ingenuidad de su etapa bajo la tutela de Hallward, pasa a convertirse, con la influencia de Wotton, en la diabólica sublimación de los vicios humanos que, si bien universales, tienen en el Londres del siglo XIX una de sus mejores representaciones. Este triunfo de la perversión sobre la pulcritud tiene un ejemplo nada metafórico en la muerte de Hallward a manos de Gray, rebasando así las enseñanzas y escrúpulos de su perverso pigmalión Wotton, cuya transgresión, por muy elocuente y sonrojante que sea, jamás habría rebasado los límites que Dorian quiebra en su degeneración. Wotton encarna así lo que podría denominarse una "provocación de salón" mientras que su esbelto pupilo es el estandarte de la corrupción mediante la acción.


No obstante, cabe intuir cierta moralina judeocristiana en el desenlace de la historia, especialmente acentuada en la película de Lewin, en la que el arrepentimiento final de Gray lleva a la salvación de su alma, quedando el cuadro restaurado a su belleza y armonía inicial coincidiendo con el fallecimiento del retratado. Algo que quizás a alguien le recuerde a la salvación que vive mi queridísimo Don Juan Tenorio en su última hora (Parte II, Acto III, Escena IV: "Clemente Dios, ¡gloria a Ti! / Mañana a los sevillanos / aterrará el creer que a manos / de mis víctimas caí. / Mas es justo; quede aquí / al universo notorio, / que pues me abre el purgatorio / un punto de penitencia, / es el Dios de la clemencia / el Dios de DON JUAN TENORIO.") Una redención que si bien puede desconcertar y resultar incluso forzada, recuerda que el personaje, una vez, fue un hombre de bien y que nunca es tarde para arrepentirse.


Mas, por encima de libro y película, el icónico personaje de Dorian Gray me produce un interés añadido en la medida en que le considero un símbolo de nuestra sociedad actual: exacerbadamente sofisticada y seductora en apariencia, ataviada de las más bellas imposturas, encantadoramente mentirosa y manipuladora, anhelante de la inmortalidad y los placeres más variados aunque para ello recurra a siniestros y mefistofélicos pactos, con un interior podrido y hediondo donde anida el más cruel de los egoísmos en medio de un vacío de valores y escrúpulos, extinguidos a conciencia. Una sociedad que, como Dorian, es consciente de cómo es su "alma" pero prefiere marginarla en lo más recóndito de su conciencia allá donde los remordimientos no puedan llegar a tiempo...hasta que sea demasiado tarde, provocando un inmovilismo y cinismo pandémico que ahoga cualquier intento de evolución moral y siembra de minas el campo de la filantropía. Quizás sea el miedo a acabar como Dorian lo que atenaza conciencias o tal vez sea una suicida dejadez o una siniestra asimilación de "la normalidad" los causantes de ello. No lo sé. Doctores tiene la Iglesia para analizarlo. Lo que sí sé es que el retrato del mundo en que vivimos el espejo en el que se miraría Dorian Gray hoy en día. Y eso no es, en absoluto, bueno.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Sobre la tibieza

"Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca." (Apocalipsis, 3, ver.15-16) Que a Dios no le gustan los tibios es algo que queda explícitamente claro en ese pasaje del libro más alucinógeno e impactante de cuantos componen la Biblia. Algo en lo que abunda Dante en su excepcional "La Divina Comedia", al situar a los tibios en la antesala avernal, en el Canto III del Infierno: "Y yo con el horror ciñéndome la frente dije: Maestro, ¿Qué es lo que oigo?¿Y cuál es esta gente tan por el dolor vencida? / Y él a mí: Esta suerte miserable es de las tristes almas de aquellos que vivieron sin infamia y sin honor./ Mezcladas están con aquel malvado coro de los Ángeles que ni rebeldes fueron a Dios, ni fieles, sino sólo para sí fueron. / Los echa el Cielo por no ser menos hermoso: y el profundo infierno no los recibe porque sus reos alguna gloria lograrían de ellos. / Y yo: Maestro, ¿Qué les es tan pesado qué los hace lamentar tan fuertemente? Repuso: Te lo diré brevemente: / Éstos no esperan morir,y es tan villana su ciega vida que envidiosos están de cualquier otra suerte. / De ellos no queda fama en el mundo, misericordia y justicia los desdeñan: no tratemos ya de ellos, mas mira y pasa. / Y observando vi una insignia que sin descanso rondaba velozmente incapaz al parecer de detenerse: / y detrás la seguía una multitud de gentes de la que nunca yo creyera que tantas hubiera deshecho la muerte. / Después de haber reconocido a algunos me fijé más y conocí la sombra de aquel que miserable hizo la gran renuncia. / De pronto comprendí y certeza tuve de que esta era la turba de los cautivos que desagradan a Dios y a sus enemigos. / Los desgraciados, que nunca fueron vivos,estaban desnudos y molestados mucho por moscones y avispas que allí había. / Sangre les regaba el rostro matizada de lágrimas, que a sus pies fastidiosas lombrices recogían." Con este preámbulo tan erudito y extenso, creo que el lector sabrá ya que las personas que dan pie a este artículo son objeto de mi más sincera reprobación.

¿Qué es un tibio? Según el DRAE, lo siguiente: "(Del lat. tepĭdus). 1. adj. templado (‖ ni frío ni caliente).2. adj. Indiferente, poco afectuoso." Mas esta definición, aunque certera, se me antoja escasa. Tibia es, para mí, toda persona que, por cobardía o beneficio propio, pone una vela a Dios y otra al diablo o ninguna a ambos; los que tienen una determinación tan consistente como una caduca hoja movida por el otoñal viento; los que huyen de significación alguna abrigándose de la necia neutralidad que proporciona la ausencia de matices; quienes a una misma pregunta pueden decir una respuesta y su contraria dependiendo de quién la formule, dónde y cuándo; los convidados de piedra en cualquier discusión o diálogo que implique tomar un mínimo partido o expresar una nítida convicción; los que hacen de su autobiografía una compilación de fotocopias en blanco; los que sólo alzan la voz en infrasonido; los bailarines de aguas ajenas; los selectos manjares degustados por el ego de los vanidosos; los mercenarios del pensamiento; los oportunistas carroñeros que anidan en la penumbra de comportamientos de terceros; los que se visten su desnudez intelectual y moral con las corteses prendas de la invisibilidad relativista; los que por no ser, no son nada ni aspiran a serlo.

Habrá quien confunda la tibieza con la prudencia, mas ésta es evidencia de sensatez y buen juicio mientras que aquélla, ausencia manifiesta de ambos. También habrá quien diga que tibieza es sinónimo de mesura, pero ser mesurado implica ser consecuente con unas convicciones propias alejándose de actitudes exaltadas y extremistas a la hora de manifestarlas públicamente, mientras que ser tibio es, casi por definición, no manifestar convicción ninguna o que éstas se contradigan con inusitada facilidad dependiendo del contexto. Igualmente, habrá gente que piense que los tibios son discretos, y eso será cierto siempre y cuando se entienda la discreción como militancia en un relativismo apocado que huye de tomar cualquier idea o pensamiento como propio. Todo es mucho más sencillo: la prudencia, la mesura y la discreción son virtudes loables mientras que la tibieza es un defecto nefando.

Ciertamente, he de reconocer que la tibieza es repugnantemente provechosa y está muy extendida en nuestra sociedad. Ser tibio te concede un extenso margen de maniobra y una velocidad de movimientos, verbigracia de la volatilidad ideológica y moral, muy útiles en el mundo en que vivimos, especialmente en ambientes donde se aspire a medrar o sobrevivir, como, por ejemplo, el ámbito laboral. Pensar lo que se dice, decir lo que se piensa y actuar en consecuencia con tus ideas y convicciones sólo te asegura una satisfacción íntima y personal, pero, en cambio, te puede acarrear más de un problema si te mueves en lares donde la vanidad, la hipocresía, la adulación y la despersonalización son condiciones "sine qua non" para no ingresar las listas del paro o la soledad. Vivimos en un mundo donde ser uno mismo, expresar con coherencia nuestra poliédrica forma de ser y pensar y tomar partido es un riesgo demasiado perjudicial. En cambio, ser inocuo, anodino, maleable, indiferente y plano constituye un salvoconducto de supervivencia cuando menos y, en ocasiones, de progresión social. El relativismo exacerbado, la necesidad de aceptación y el miedo al fracaso y la soledad han dado lugar a una pandemia de tibios que con su actitud falsean la propia esencia del individuo.

¿Por qué me enerva tanto la tibieza? Porque aquellos que deciden ser sus apóstoles y heraldos son personas de las que no te puedes fiar nunca, con las que no puedes contar jamás y que te dejarán solo o vendido ante la turba como otrora hizo el primer gran tibio, de apellido Pilatos. Porque me parece que ser tibio es uno de las peores formas de ser un cobarde y la más cortés de ser un hipócrita. Porque si por los tibios fuera, la Humanidad se habría reducido a un homínido sentado sobre una roca esperando hasta su extinción a que algo o alguien hiciera algo por él. Porque me repugna ver personas que eligen ser cascarones vacíos a merced del viento, que cambian el Norte de su brújula en función del interés, que hacen de la indefinición su vil baluarte. Por todo ello, siempre contará más respeto por mi parte alguien que elija ser un malnacido o un bellaco con pintas antes que un tibio, porque al menos quien opta por ser un cabrón, toma partido y se arriesga conscientemente a afrontar las consecuencias de ello.

Por último, para cerrar este artículo que tiene más de confesión y declaración de guerra que de tal, dejo para los tibios la siguiente reflexión: Un cobarde siempre sobrevivirá a una batalla, pero sólo podrá ser un héroe quien participe en ella.

Con mi máximo desafecto, para todos aquellos que han decidido no ser absolutamente nada.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

¡América despierta!

Hay momentos en los que uno siente la mano de la Historia escribiendo firme e inexorable un nuevo capítulo de su autobiografía. Uno de esos momentos ha ocurrido hoy, a las 06:00 de la madrugada, cuando en el pequeño televisor de mi cuarto he visto aparecer, entre legañas y sueño, la figura del próximo presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama para pronunciar su discurso como ganador de las elecciones presidenciales ante un aforo tan multitudinario como enfervorizado, representación de millones de estadounidenses y no estadounidenses que han visto sus ilusiones cumplidas, entre ellos, yo.

Imágenes y palabras como las que han coronado esta impresionante noche hacen recordar por qué EEUU ha sido en no pocas ocasiones un espejo en el que mirarse, una nación admirable y admirada, un país envidiado y envidiable. Pese a sus luces y sombras, sus glorias y vilezas, los Estados Unidos de América representan bastante bien a qué se debería parecer una democracia que se precie de serlo. Como muestra, valga el elegantísimo y responsabilísimo discurso del perdedor de la contienda electoral, el hombre que no pudo cambiar el cambio, el candidato republicano John McCain. Una deportividad, sensatez y responsabilidad impensables en otras latitudes, como por ejemplo, España, país cuyos "políticos" se empeñan en demostrar con tesón que su contribución a la Política es sólo comparable a la de Cañita Brava a la música clásica.

Los comicios se han saldado con una victoria más abrumadora en el número de delegados (338-163) que en el de votos (donde sólo hay una brecha de seis millones de votos, que, en un país de las dimensiones de EEUU, no es gran cosa), pero, aun así, ha sido incontestable. Ahondando en esto, hay que recordar que todo triunfo en unas elecciones conlleva tantos méritos propios como deméritos del rival. ¿Por qué ha perdido McCain? Por estar en el mismo partido que uno de los individuos más nefastos y necios que ha llegado a una Jefatura del Estado (G.W.Bush), por tener una actitud de lo más volátil a lo largo de la campaña (especialmente cuando la crisis económica estalló), y por poner a su vera a una lunática egocéntrica, Sarah Palin, que encarna el sueño erótico de Bush, Rumsfeld y cía pero no la moderación que ha intentado abanderar McCain. Una lástima, sin duda, porque John McCain tiene más honestidad, inteligencia, clase y corazón que todo el gabinete del incalificable G.W.Bush. ¿Por qué ha ganado Obama? Por su extraordinaria y equilibrada combinación de argumentos "cerebrales" y sentimentales, por su habilidísima utilización de las nuevas tecnologías para hacer campaña, por la mácula que le concede no tener relación ni experiencia alguna con el "establishment" de Washington, por su proverbial serenidad y seguridad, por su innegable carisma (algo que encandila tanto a la ciudadanía como a los medios de comunicación), por su magistral oratoria (y eso que tiene a un chaval de "negro" emulando a Cicerón) y por encarnar mejor que su rival el sueño americano: joven, mulato y con una progresión que le ha llevado desde las zonas más humildes de Chicago hasta la Casa Blanca, derrotando por el camino prejuicios, tópicos, a una brillante ex Primera Dama y a un héroe de guerra.

Sea como fuere, cuando uno ve el triunfo del otrora senador por Illinois en un país con el inquietante pasado de Estados Unidos (hace sólo 150 años, las cosas eran muy pero que muy distintas), tiene la grata, gratísima sensación de que la sociedad estadounidense y, por ende, la democracia de esa nación, ha llegado por fin a la mayoría de edad, algo que estaba en seria duda después de aupar hasta en dos ocasiones a un tipo que es a la política lo que Chuck Norris al arte dramático (si alguien tiene alguna duda al respecto, recomiendo la lectura del voluminoso y contundente libro de Bob Woodward, "Negar la evidencia"). No puedo evitar emocionarme al ver en el presidente número 44 de EEUU, un tenue reflejo de grandísimos prohombres como Abraham Lincoln, John Fitzgerald Kennedy o Martin Luther King. Espero y deseo de todo corazón que el tiempo demuestre que tan descomunal comparación es merecida, igual que espero y deseo que Barack Obama no acabe como ellos, con su vida cercenada por plomo y sangre. Ojalá que el hombre que comenzó su carrera política en el mismo lugar que Lincoln inició la suya consiga, con el carisma de JFK, hacer para siempre realidad el sueño de King.


En definitiva, estoy contento, muy contento porque EEUU y el mundo van por fin a pasar página, después del siniestro y demencial capítulo escrito por el tarado de George W.Bush, pero más aún porque ha ganado un hombre que porta consigo honestidad, sensatez y, sobre todo, esperanza, mucha esperanza, que falta hace, dentro y fuera del país de las barras y estrellas. Ojalá que éste sea el comienzo de muchas alegrías. ¡América, despierta y vuelve a soñar!



domingo, 2 de noviembre de 2008

Camino...a la conmoción

Anoche tuve la oportunidad de ver "Camino", la última película de uno de los directores más originales del cine patrio, Javier Fesser. He de reconocer que sólo me impulsaban a verla el personalísimo estilo de Fesser y la polémica surgida en torno a este film, inspirado (que no basado) en la vida y muerte de la niña Alexia González-Barros. Como he dicho, la película se inspira libremente en esos hechos reales y, por tanto, no me detendré a analizar la biografía de dicha chavala ni a analizar si está correctamente llevada a la gran pantalla. Y eso es algo que quizás deberían tener en cuenta la legión de críticos con vocación de turba papanatera que han intentando convertir a Fesser en una especie de piñata humana. Pero ya hablaré de ello más adelante. Ahora, me centraré en la película.



Decir que es la mejor película española que he visto en muchos años es quizás quedarme corto y, además, no es tan difícil, teniendo en cuenta los largometrajes que perpetra la industria cinematográfica española en los últimos lustros. Por tanto, diré que es una de las películas más sentidas, inteligentes, emotivas, conmovedoras, valientes, honestas e impecables que he visto. Podría acabar aquí el artículo, pero quiero regodearme. Lo necesito, así que, quien quiera, puede dejar de leer. Como siempre hago en estos casos, analizaré el film por puntos.

  • El director: Javier Fesser.Un director que explora de forma valiente la realidad valiéndose de la poesía visual y el surrealismo. Decir esto de un cineasta español, es como para empezar a creer que no está todo perdido y que, más allá del mundo del cortometraje, también hay talento y personalidad detrás de las cámaras. Fesser es algo así como una carta de amor de Dalí: íntimo, personal y graciosamente surrealista. En mi opinión, "Camino" es su obra más equilibrada, madura y compacta y, por eso, desde el punto de vista técnico, no se me ocurre ninguna pega que ponerle. Mas hay un factor clave que me inspira una admiración reverencial hacia este tipo: que sea tan valiente como para meterse en el "fregao" de retratar aunque sea sutilmente (que no sesgadamente) a la poderosísima organización conocida como OPUS DEI. Es como si a un director se le ocurre hablar de la guerra civil desde el punto de vista de los sublevados o de la represión ejercida por el bando republicano. Vamos, algo tan increíble en estos tiempos como plausible. Ojito, por tanto, con Fesser, porque apunta maneras que no estamos acostumbrados a degustar por estos lares.

  • El reparto: Todos los actores están tan soberbios y creíbles que debería crearse un "Goya" colectivo sólo para poder premiar las magníficas interpretaciones con las que bordan los hilos de esta pequeña joya. No sé dónde acaba el mérito del director y empieza el de los intérpretes. Sólo sé que están excepcionales todos: Nerea Camacho, Carme Elías, Mariano Venancio, Manuela Vellés, Jordi Dauder y un formidable etcétera. Sin tener el ego, el caché y la clac de los supuestos monstruos interpretativos patrios (Bardem, y el resto de cretinos sin fronteras), los nombres que integran el reparto de "Camino" dan una lección magistral de arte dramático que no podrían pagar aquellos ni con todos los ahorros de sus vidas. Mención especial merecen los sensacionales infantes del film: Nerea Camacho, Claudia Otero, Miriam Raya y Lucas Manzano. Yo me pregunto si, pongamos por caso, mis queridísimas Penélope Cruz o Elsa Pataky o (ponga aquí el nombre de una actriz española que no llegue a los cuarenta años) pueden compararse en talento y naturalidad a las tres niñas del film; o si Javier Bardem o Luis Tosar o (ponga aquí el nombre de un actor español que no llegue a los sesenta años) tienen la misma facilidad para ser creíbles que la que exhibe Lucas Manzano. Claro que son preguntas retóricas. Pero si hay alguien que merece la pena destacar por encima del extraordinario reparto es Nerea Camacho. Decir que me he enamorado de una chica de su edad sería ponerme en un brete. Afirmar que su actuación es tan prodigiosa que podría desgranar el Diccionario de la Real Academia en elogios, es dogma de fe (cinematográfica). Ella es el corazón de esta película y la principal responsable de que no te la puedas sacar de las entrañas. Absolutamente genial. Si interpretar es convencer y conmover siendo otra persona, Nerea Camacho es la mejor actriz que ha parido el cine patrio en décadas. Y punto.

  • La película: Valiente, tierna, emotiva, honesta, modesta, interesante, inteligente...y así podría seguir "ad aeternum". De impecable factura técnica y artística, "Camino" es un canto a la vida, una llamada a no dejar que nada ni nadie nos corrompa nuestra ilusión, un argumento para recordar que nada ni nadie puede ni debe castrarnos nuestra esencia, una loa a la conservación de la personalidad, un sentido aplauso a quienes siembran el mundo de sonrisas y te hacen ver las cosas de otra manera. En manos de cualquier otro director y actriz, el calvario de Camino habría sido un dramón infumable por el colosal cúmulo de contratiempos y sufrimientos a los que tiene que hacer frente la niña. Por suerte, en los créditos de este film aparecen Javier Fesser y Nerea Camacho. Esta película conmueve no sólo por las cosas que te hace sentir, sino también por aquellas en las que te hace pensar, en parte gracias al habilísimo juego de dobles sentidos (Camino niña - Camino libro, Jesús chaval - Jesús Cristo y obra de teatro - Obra de Dios) en el que se articulan muchos de los mejores momentos de este largometraje. Y, en esto último es donde creo que naufragan los detractores de esta joyita. La necedad es una fuente frecuente de críticas. En definitiva, es una película que merece la pena disfrutarse desde el primer hasta el último segundo porque cala mucho más allá de la retina: en el corazón.
  • Hablemos del OPUS: Buena parte de la controversia que ha generado esta película empieza y acaba en el OPUS DEI y su vínculo con la historia de Alexia. Hay memos que han querido ver en la película de Fesser un ataque y un descrédito similar al de Dan Brown y su celebérrimo código. Si los tontos cobraran un euro por cada sandez que dicen, el mundo estaría lleno de multimillonarios. Vaya por delante que el OPUS DEI me merece el mismo respeto que, por ejemplo, los mormones, los testigos de Jehová, los Hare Krishna o los cienciólogos. Cada cual que crea en lo que le dé la gana y viva su fe como le salga de las fosas nasales mientras no toque los cascabeles ajenos. En materia de creencias, yo pienso que cualquier cosa, por muy estrafalaria que sea, puede tener un mínimo beneficio para la sociedad y por eso respeto al OPUS DEI. Queriendo o no, han hecho y hacen cosas utilísimas para la sociedad (véase Universidad de Navarra o Clínica Universitaria de Navarra), de igual forma que, queriendo o no, han hecho cosas que van desde el ridículo más cómico hasta el extremismo más cerril. Por eso, el OPUS DEI me produce una curiosa mezcla de sensaciones, aunque he de reconocer que en no pocas ocasiones me resultan muy cómicos, a su pesar. Sea como fuere, lo que no soporto, es que alguien se crea en posesión de la verdad absoluta, que sólo dé por buena su forma de ver las cosas y que crea que el resto del mundo vive en un error. Y ése es un mal bastante extendido en el mundo de la religión y el OPUS no se libra ni por asomo de ello. "Camino" habla sutil, elegante y honestamente del "mopus" operandi, si se me permite el juego de palabras. El retrato que se hace en el film de los seguidores de monseñor José María Julián Mariano Escrivá de Balaguer y Albás no es el reflejo de los valleinclanescos espejos del callejón del Gato. Es una fotografía y, como en todo en la vida, habrá gente a la que le encante lo que ve, gente que lo aborrezca, y gente que vea virtudes y defectos. Si "Camino" escuece en el OPUS (y quiero pensar que en el fondo, no es así y sólo es culpa de unas decenas de mastuerzos), es síntoma de que "La Obra" debe hacer examen de conciencia y propósito de enmienda. Yo, personalmente, creo que la película refleja sin malicia alguna prácticas y posturas opusianas bastante emblemáticas que, objetivamente, sólo pueden calificarse de incongruentes y carentes de sentido común. Y hasta ahí puedo escribir...

Quien haya llegado hasta aquí sabrá perfectamente a estas alturas qué me ha parecido la película y por qué. Sólo puedo añadir por tanto que, en nuestra sociedad, hacen falta muchas, muchas películas como "Camino". Amén, Fesser, amén.

lunes, 20 de octubre de 2008

Lo único que necesita el Mal

"Los hombres han dejado a Dios no por otros dioses, dicen, / sino por ningún dios; y eso no había ocurrido nunca, / que los hombres a la vez negasen a los dioses y adorasen a dioses, profesando primero la Razón, / y luego el Dinero, y el Poder, y lo que llaman Vida, o Raza, o Dialéctica. (..) Cuando a la Iglesia ni se la considera ya, ni se oponen / siquiera a ella, y los hombres han olvidado / a todos los dioses excepto la Usura, la Lujuria y el Poder".


Hay películas como "El jardinero fiel", "Diamante de sangre", "Black Hawk derribado", "Lágrimas del sol" o "Llanto por la tierra amada" y libros como los salidos de la mano de Alberto Vázquez-Figueroa que nos transmiten un mensaje tan conmovedor como minusvalorado, una llamada de atención que se cuela en tus entrañas y se va enroscando en ellas, como una raíz con alma de serpiente: África, cuna del ser humano, es desde hace décadas el precipicio desde el que se puede ver morir todas las virtudes de la Humanidad. Allí la vida apenas levanta unos palmos del suelo y las sonrisas mueren antes de encontrar un sentido. Allí los seres humanos en el mejor de los casos son sólo nombres cuando no números, siluetas o simplemente nada. Allí respirar es sentir cómo la vida exhala moribunda pequeñas bocanadas de impotencia. Allí los más fantásticos y diversos parajes naturales son el desquiciado escenario de atrocidades e injusticias como pocas ha conocido la Historia. Eso es África. Un continente de enorme belleza y colosales recursos que ha sido mancillado por potencias y multinacionales tan obscena y reiteradamente que han convertido la tierra africana en el paradigma del tercer mundo, o, sin eufemismos, en el aliviadero del primer mundo, sin duda el primero en hipocresía, cobardía, complacencia y vileza. Unas naciones que han utilizado su gran, grandísimo poder no para remediar, no, sino para perseverar en un gran, grandísimo error.



Tener constancia o el más mínimo indicio de lo que hacen los países y empresas más poderosas en aquellos lares es tan repulsivo como ninguneado. En África tan importante, humillante y dramático es qué se hace como qué no se hace. Y más aún conocer los motivos para todo ello. El interés económico, el que sustenta la endiablada maquinaria de la prosperidad de los "países avanzados" (en avanzado estado de descomposición moral, diría yo), es el principal culpable de todo lo que ocurre en África. Un interés que alienta que la corrupción política, tanto nativa como foránea, coquetee con el adjetivo "ancestral"; un interés que consiente que los Derechos Humanos sean vilipendiados con tal naturalidad que parecen inexistentes; un interés que entumece cualquier reacción ante abusos indiscriminados de toda índole y matanzas inconcebibles; un interés que sólo se olvida momentáneamente cuando algún dirigente político o empresarial quiere maquillar su imagen, hacerse una foto o ganarse su minuto de gloria en una noticia, convirtiendo de este modo la "bondad" en una mera técnica de marketing; un interés que deja morir lenta y masivamente a miles de personas por el mero hecho de que es rentable. Que no tengan ideas para pensar, voz para protestar ni dinero para prosperar. Ésa parece ser la consigna que se aplica de forma generalizada en el tercer mundo y, de forma especial, en África. Y la verdad es que funciona, sólo hay que mirar los resultados.



Habrá quien diga que sí que se hacen cosas en pos del bien de las gentes africanas y estoy de acuerdo. Pero no son, ni de lejos, suficientes. Cuando los verdaderos responsables de solucionar un problema forman parte de éste, cuando la corrupción y la descoordinación están tan expandidas como arraigadas, cuando después de muchos años de misioneros y ONGs África sigue sumida en su abominable agonía, no se hace lo suficiente. Nunca todo lo que se haga por desterrar de esas tierras la muerte, la enfermedad, la pobreza y la esclavitud moral y/o física será suficiente. Nunca. Conformarse es hacer zapping ante lo que cualquiera de nosotros podríamos estar sufriendo si no hubiéramos tenido la inmensa suerte de nacer donde nacimos.



Y lo que más pena me da de todo, más aún incluso que tener la impresión de que películas conmovedoras como "El jardinero fiel" se quedan cortas, es saber que la postura más habitual ante los desmanes africanos es la misma que la del fotógrafo que saca la instantánea del buitre merodeando a una famélico niña y piensa: "Pobrecita". Porque el problema, en el fondo, es que en este mundo, en este siglo y en esta sociedad nuestra verdadera humanidad y altruismo sólo se pueden medir en segundos. Y después, nos sumergimos en nuestra anestesiante y frenética rutina de nimios problemas domésticos. Duele pensar que podemos ayudar y no lo haremos. Duele mucho ser consciente de todo ello. Duele saberse partícipe de ese infame baile de máscaras en el que todo que nos hiere el alma es soterrado por nuestro vergonzoso egoísmo. Duele saber que el teniente A.K. Waters (Bruce Willis) dice una verdad incontestable cuando, en "Lágrimas del sol", afirma: "Lo único que necesita el mal es que los hombres buenos no hagan nada". Duele sentir resonar en tu interior lo que el autor del poema del comienzo dijo hace mucho tiempo: "Somos los hombres huecos, / somos los hombres rellenos apoyados uno en otro, / con la mollera llena de paja. ¡Ay! / Nuestras voces resecas, cuando susurramos juntos, / son tranquilas y sin significado, / como viento en hierba seca, / o patas de ratas sobre cristal roto / en la bodega seca de nuestras provisiones". (T.S.Eliot. Los hombres huecos. 1925)

viernes, 17 de octubre de 2008

La coherencia del juez Vedette

Coherencia: En segunda acepción, según el DRAE, "Actitud lógica y consecuente con una posición anterior".
Aunque de este tema ya he hablado en este blog en dos artículos ("Desmemoria histórica" y "Cal y olvido") y hay tres noticias que se encargan de comentarlo con más detalle (1,2 y 3), he de reconocer que la penúltima sandez de cierto magistrado que torna la Audiencia Nacional en el Moulin Rouge me ha espoleado a escribir un nuevo artículo. ¿De quién hablo? Del juez Vedette, por supuesto. Gracias a él, las fuerzas del Mal tienen sus horas contadas. Vivo o muerto, si eres culpable, ahí tendrás al juez Vedette dispuesto a señalarte con el dedo y a quemarte en una pira aunque para ello tenga que prender fuego a toda la legislación. Cuidadito con el juez Vedette, malos malosos. Yo desde luego, concilio mucho mejor el sueño desde que sé que este magistrado vela universalmente por el Bien y la Justicia cuando no se está dando el lote con algún espejo. Me pregunto por qué no se habrán hecho cómics, películas y seriales de radio protagonizados por él. ¡Es muy injusto que Supermán, Batman y otros héroes de pacotilla sean conocidos y admirados mundialmente y el juez Vedette no! Apadrinemos al juez Vedette. Erijámosle un monumento. Creemos una ONG en su memoria. Pongámosle su nombre a un hámster. Hagamos algo para honrar al mesías que vino a llenar este mundo de paz, amor, ecuanimidad y fotos autografiadas. Si es que da rabia que no exista un Homero que loe y glose las hazañas de este verdadero héroe, de verdad. Da igual que los juzgados de este país estén más colapsados que una calle de Sevilla en Semana Santa y que problemas como los terrorismos etarra, islamista, mafioso y doméstico estén a la vuelta de la esquina. El juez Vedette no se contenta con facilidad a la hora de actuar.
Arrésteme a esos muertos
Ahora, una vez finiquitados los dictadores sudamericanos (los chilenos y los argentinos; de los cubanos y venezolanos no hablamos, porque como todo el mundo sabe, son demócratas de toda la vida y más allá), el juez Vedette ha puesto como diana de su circunspección a la Guerra Civil y el Franquismo. Da igual que la mayoría de los implicados estén de tour por el Hades o apurando la redacción de su esquela y que la responsabilidad por los delitos de aquella época se ha extinguido en virtud de la amnistía general de 1977 y de la normativa de «punto final» (decreto-ley 10/1969, por el que se declaraban prescritos todos los delitos cometidos antes del 1 de abril de 1939) adoptada por el propio régimen franquista en 1969 o que el magistrado sea literalmente competente para emprender acciones legales contra esto. Los culpables deben ser juzgados y castigados porque el juez Vedette así lo estima oportuno y su palabra es Ley. Y si están muertos de verdad, que lo demuestren, no se vayan a ir de rositas al otro barrio...A mí me parece genial todo esto, en serio. Todo el mundo sabe que en la II República, la Guerra Civil y el Franquismo la gente de derechas eran las fuerzas de Satanás y, en cambio, la gente de izquierdas repartía flores, caramelos y estampitas de Karl Marx. Igual que se da por sabido que en la contienda de 1936-39 el bando de Franco pegaba tiros y los republicanos ponían gentilmente la otra mejilla y se subían las enaguas para una correcta porculización. De hecho, creo imperiosamente necesario que la Disney haga una película musical sobre la II República y su resistencia pacífica en la contienda bélica posterior. Yo pienso que las guerras se originan por culpa de dos o más bandos, se luchan en el campo de batalla, se acaban en un papel, y la sociedad las trasciende con mejor o peor tino por el bien común. Claro que yo no tengo la omnisciencia e infalibilidad del juez Vedette. De todos modos, me pregunto cuál es la razón para que aquello que los propios supervivientes y herederos de aquellos siniestros y oscuros tiempos acordaron hace muchos años zanjar y enterrar para olvidar en pos de una sana convivencia y deseable progreso sea removido ahora por un magistrado que ni vivió la Guerra Civil ni conoció el verdadero Franquismo. A bote pronto, sólo se me ocurre una razón: Querer dar la nota y ser el centro de atención. Vamos, que el juez Vedette hace con la Ley y la Historia lo mismo que Carmen Miranda con sus imposibles tocados. Yo, honestamente, creo que haga lo que haga el señor magistrado, no va a servir de nada. A estas alturas, todo el mundo tiene una opinión clara, fija e inamovible de lo que ocurrió desde la II República hasta el "Españoles, Franco ha muerto" y lo que es mejor, vivimos en una sociedad lo suficientemente madura que sabe que el maniqueísmo es el único recurso que les queda a aquellos que prefieren vivir en la ignorancia, la insensatez, la demagogia y el rencor enfermizo. Allá el juez Vedette con sus sesgados brindis al sol. Supongo que ignora que la Historia es competencia de historiadores y no de jueces. Angelito...
Huesos conflictivos
Pero hete aquí que no sólo quiere ajustar cuentas con los franquistas y aledaños (falangistas, etc.) sino que también quiere localizar, identificar y exhumar a todos los fusilados por los golpistas durante y después de la contienda. Pero a todos, todos. De los que asesinaron los republicanos nada, porque todo el mundo sabe que los monstruos del averno se encargaron de eso y los culpables fueron juzgados vilmente. Por eso supongo que, por citar un ejemplo, Santiago Carrillo murió en una cárcel pagando por sus crímenes (el primero de ellos, existir), como sin duda podrá confirmar el juez Vedette. En fin. Yo creo que a los muertos no hay que marearlos, pero también entiendo perfectamente que la mayoría de los seres humanos merecen una sepultura digna. De ahí que piense que lo mejor sería que los propios familiares de aquellos que duermen el sueño eterno en fosas y cunetas sean los que decidan y reclamen. No obstante, puestos a levantar media España, yo levantaría también la otra media, para ser ecuánime o, mejor dicho, para no ser sectario. De hecho, enterrar dignamente a una víctima del bando franquista mientras otra del bando republicano sigue en su nicho de tierra y olvido me parecería no sólo un despropósito sino algo tan vil y mezquino que me resultaría vomitivo. Si el juez Vedette quiere manipular arbitrariamente unos huesos, que haga cocido madrileño. Si quiere hacer Justicia, que trate a todos los muertos por igual. Y si no, que cuelgue la toga de una puñetera vez.
¿Un supuesto crimen?
Mas no son estos los motivos que me han impulsado a escribir este artículo. Lo que me ha llevado a ello son la demencial incoherencia y repulsivo dislate del juez Vedette a la hora de tratar el caso de los asesinatos de Paracuellos del Jarama.
La incoherencia queda demostrada por lo siguiente: En 1998, al amparo del proceso emprendido en España contra el ex dictador chileno Augusto Pinochet, la Asociación de Familiares y Amigos de Víctimas del Genocidio de Paracuellos del Jarama, presentó una querella ante la Audiencia Nacional contra Santiago Carrillo, el PCE, el PSOE, la Comunidad de Madrid y el Estado español por delitos de genocidio, torturas y terrorismo. El juez Vedette aniquiló su petición con razonamientos como éste: «Con el respeto que me merece la memoria de las víctimas, no puede dejarse de llamar la atención frente a quienes abusan del derecho a la jurisdicción para ridiculizarla y utilizarla con finalidades ajenas a las marcadas en el artículo 117 de la Constitución Española y los artículos 1 y 2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, como acontece en este caso [...], los preceptos jurídicos alegados son inaplicables en el tiempo y en el espacio, en el fondo y en la forma a los [hechos] que se relatan en el escrito y su cita quebranta absolutamente las normas más elementales de retroactividad y tipicidad (...) Queda en tela de juicio la deontología profesional de quien tan a la ligera se toma las normas básicas de nuestro ordenamiento jurídico». Perfecto. Si son inaplicables en el tiempo y el espacio y quebrantan la retroactividad y tipicidad, ¿me quiere explicar el magistrado por qué ahora quiere pasar por la piedra judicial al Franquismo y sus víctimas? Parece que para el juez Vedette el Derecho y la Ley unas veces son dogma de fe y otras papel higiénico. No sé. Quizás es que en su infalible entendimiento, para este entogado "Justicia" y "arbitrariedad" son sinónimos.
En cuanto al repulsivo dislate, sólo hay que echar un vistazo en la tercera línea del primer párrafo de la página 49 del auto del juez Vedette, donde dice, textualmente: "supuesto crimen de Paracuellos del Jarama". O sea, que miles de supuestas personas fueron supuestamente asesinadas por supuestamente alguien. Para aclarar las dudas, dice luego:"Los hechos allí denunciados, sin restar un ápice a la importancia,trascendencia y gravedad de los mismos, no podían determinar la apertura de un procedimiento porque, tras la finalización de la contienda civil, tales hechos se investigaron, se procuró sancionar a los posibles responsables y las víctimas fueron identificadas. Y además, nunca se pretendió con tales hechos atentar contra Altos Organismos de la Nación y por ende la competencia nunca sería de este Juzgado ni de la Audiencia Nacional, sino del Juez competente en razón al lugar en el que se cometieron los hechos". Es decir, que el fusilamiento de Lorca y cía sí constituía un atentado contra "Altos Organismos de la Nación", pero lo de Paracuellos no y por eso va a investigar sólo aquellos. Olé su vergüenza torera, juez Vedette, es usted un fiera. Yo, después de leer cosas así, no sólo me entran ganas de que inviten a este paladín de la memez hedionda a una convención de familiares de víctimas de Paracuellos del Jarama, sino de que supuestamente alguien le sacuda supuestamente una supuesta somanta de supuestas hostias hasta dejarlo supuestamente incapacitado para el supuesto ejercicio de la supuesta Justicia.
Una petición final
Visto que al juez Vedette sólo le preocupa su propio ego, llamar la atención y que le den el Nobel de la Paz, pido encarecidamente a la Academia Sueca que se lo concedan ipso facto, a ver si se lo mete por salve sea la parte y reviente porque este individuo es el mejor ejemplo de que la Justicia, en el mundo en general y España en particular, sólo existe para ser manipulada, tergiversada y humillada. Así que, por favor, denle el Nobel, que se lo ha ganado.

sábado, 11 de octubre de 2008

La Crisis: Una explicación

Algunos pensaban que el acelerador de partículas del CERN era el candidato ideal para poner los testículos de pajarita al mundo y fíjate tú que ha sido la economía la que ha convertido el planeta en una reunión de Esquizofrénicos Anónimos. Como parece que por desgracia tenemos crisis para rato, más vale saber de qué va el tema, por lo menos para no ver las lúgubres noticias que inundan los informativos con la misma cara de quien contempla un Tàpies. Por eso, aunque hay buenos resúmenes (uno notable y otro excelente) que arrojan algo de luz sobre esta inmensa refriega de negros en un túnel, yo, para variar, intentaré explicar este cisco a mi modo:

  • El escenario previo: Hasta hace poco, muy poco tiempo, la economía mundial era un vergel de optimismo anfetaminado gracias una brillante bonanza que eclipsaba las oscuras miserias sobre las que se asentaba. Es en ese panorama en el que debemos contextualizar unos tipos de interés que permitían un consumismo salvaje y maquillaban los desmanes que se estaban cometiendo en sectores como el inmobiliario o el financiero. ¿Qué quiere decir esto? Bueno, los tipos de interés vienen a ser como el precio del dinero. Cuando son bajos, el dinero es "barato" y sale más rentable consumirlo o invertirlo que ahorrarlo. Cuando son altos, el dinero renta más ahorrado que en movimiento. Por eso, cuando se quiere fomentar el consumo se bajan los tipos y cuando se pretende alentar el ahorro, se suben. Para quien no lo entienda, valga la siguiente metáfora: Imagínese que el dinero son galletas. Si cuestan poco, no pasa nada por comerte todas las que has comprado e ir a comprar más. Si no son baratas, lo mejor es comprar con prudencia y comértelas con moderación, reservando algunas, por lo que pueda pasar. Pues bien, ese estado de mal fundada prosperidad dependía de dos cosas: que la burbuja inmobiliaria no estallara como la bomba de Hiroshima y que los tipos de interés no subieran...¿Adivinan qué ha pasado?
  • Caraduras e hipotecas basura: ¿Se imaginan a una de esas entidades mefistofélicas llamadas "bancos" concediendo hipotecas a personas que tenían tantas posibilidades de saldar esa deuda como el Numancia de ganar la Liga de Campeones? Pues sí, aunque suene a tomadura de pelo, en EEUU los bancos concedieron hipotecas a tutiplén a gente que era harto complicado que le devolvieran la pecunia, por ser morosos militantes, tener menos ingresos que un hospital en el desierto del Gobi o un empleo tan estable como Ernesto de Hannover after-cocktail. Lo más grave de todo es que lo hicieron a sabiendas de esto. ¿Por qué? Bueno, descartada por obvia la incompatibilidad de emplear el término "altruista" para referirnos a un banco, hay que darse de bruces con el siguiente ejemplo para entenderlo: Mister Fulánez Johnson, de los Johnson de toda la vida, comunica a su banco, el National Chúlez Bank of América, que no puede seguir pagando la hipoteca que le concedieron. Mike Jétez, el representante del banco, le agradece la honestidad y le comunica con mucha amabilidad que vaya pidiendo asilo en casa de algún ser querido o bien que invierta lo poco que le quede en una tienda de campaña, pero que su casa pasa a ser propiedad del National Chúlez Bank of América, como rezaba la letra pequeña de la hipoteca: "Para evitarte el sufrimiento de tener una casa que no puedes pagar, nos quedaremos con ella". Conceder hipotecas para embargar pisos con los que especular. Bienvenidos a Mundo Caradura. Fulánez Johnson sale del banco con la firme intención de comprobar si puedes sobrevivir al impacto de un tren de metro, mientras que Mike Jétez se frota las manos sonriente, consciente de que el banco obtendrá una buena tajada por esa casa una vez la embargue, dado que en el sector inmobiliario los precios se lanzaron tiempo ha a la conquista del espacio exterior. ¿Qué ocurre? Que llega un momento en que la vida está tan cara y los ingresos son tan escasos que hay gente que no puede adquirir una vivienda o, como en el caso de Fulánez, es incapaz de seguir pagando la hipoteca, así que hay un océano de pisos vacíos que nadie puede comprar y los precios inmobiliarios empiezan a descender inútilmente con la idea de que alguien los pueda asumir mientras que el agujero por impagos de los bancos empieza a dilatarse como un bostezo en la mañana de un lunes. Pasadas unas semanas, Mike Jétez abre el periódico y lee que la inmobiliaria Garrúlez Corporation ha quebrado y entonces recuerda los gritos del boss del National Chúlez Bank of América en la última reunión: "¡Nos vamos a comer con patatas los pisos embargados!". La caradura empieza a resquebrajarse. Nervioso, Jétez coge la calculadora y se toma un valium: las cuentas no salen. El único consuelo que le queda es que, en la situación del National Chúlez, hay muchos bancos más en América y que nadie va a tirar de la manta. Comienza la crisis.
  • Cuando el caballo deja de ganar carreras: Paralelamente al derrumbe inmobiliario y al incremento de los impagos, en EEUU hay otro factor clave en el alumbramiento de la crisis: las malas jugadas de las entidades de inversión. Si la pandemia de las hipotecas basura fue la madre de la crisis, éste es el padre. ¿Qué son los bancos de inversión? Pues, financieramente, vienen a ser los corredores de apuestas de las naciones, los bancos y los archimillonarios de todo el mundo. Son los que juegan con cantidades industriales de dinero, sin más premisa que "Si mi cliente gana, yo también me llevo un buen pellizco". Así pues, estos trileros bursátiles, celestinos de las finanzas ajenas, decidieron que, tal y como estaba el patio (antes de que se fuera todo al garete), lo mejor era apostar ("invertir dinero en productos de inversión asociados a") por el caballo "Artrosis Galopante" (créditos basura) como el ganador de la carrera en el Hipódromo Financiero. Bien, esto funcionaba a la perfección cuando todas las circunstancias (tipos de interés bajo, impagos controlados, etc.) eran favorables, de modo que "Artrosis Galopante" competía contra rivales gráciles como elefantes pro-eutanasia, dado que su velocidad (rentabilidad dado el altísimo riesgo de la inversión) era mayor que la de sus contrincantes (menos rentables, por tener menos riesgo). El problema viene cuando las hipotecas basura se transforman en agujero negro y el panorama cambia por completo, haciendo que "Artrosis Galopante" pase a competir contra purasangres en lugar de paquidermos, perdiendo carreras con una insistencia asombrosa. Es decir, en un escenario de "riesgo generalizado" unas apuestas son más rentables o seguras que otras. Para que se hagan una idea, es como si el Numancia pasara de jugar contra equipos de barrio a hacerlo contra el Madrid, Chelsea, Milán, etc. El equipo es el mismo, pero como las circunstancias han cambiado, los resultados también mutan. Así pues, el corredor de apuestas Johnny Di Mentecato Sullivan, del banco de inversión Timo & Chanchúllez Co, llama sudoroso a Mike Pérez, del National Chúlez Bank of América, para comunicarle que la entidad a la que representa se ha convertido en una inmensa trituradora de dinero y que las apuestas relacionadas con "Artrosis Galopante" son más que contraproducentes.
  • Intercambiando nada: La conversación entre Di Mentecato y Mike Pérez fue tal y como sigue:
    - ¿Mike? Soy
    Di Mentecato.
    - Eh, Johnny. Tengo buenas noticias. Quería comentarte algo sobre las apuestas por Artrosis Galopante.
    - Sí, verás, por eso te llamaba, la verdad es que...
    - Sí, sí, lo sé. Son una mierda, Johnny. Por eso quiero que se las endoses a los del Great Irratonial Bank of New York. Nos han dicho que estarían interesados en darnos cuatro apuestas por Lisiado Perenne por cada una que les demos de Artrosis Galopante.
    - ¿Lisiado Perenne? Mike, no creo que eso sea una buena operación. Me da mala espina.
    - Hazme caso, Johnny. Lisiado Perenne vale mucho más que Artrosis Galopante.
    - Pero Mike no creo que ganemos nada con...
    - Ni Mike ni nada, hazlo.
    - Entonces, ¿se las cambio? ¿seguro? Mira que como nos salga mal...
    - Sí. Oye, tengo que dejarte, ¿hablamos mañana? Ciao, ciao.
    Sí, amigos, sí. Ya que no tenían suficiente dinero real con el que mercadear y obtener réditos, a los bancos y demás entidades financieras se les ocurrió la feliz idea de negociar entre ellos en lo que podría definirse un intercambio de cromos. ¿Qué cromos? Pues, en el caso que nos ocupa, unos cromos de la colección Paganini de la Crisis Económica Mundial, una peligrosa panoplia de cromos compuesta por una miríada de productos de inversión vinculados a hipotecas basura y similares (Artrosis Galopante y Lisiado Perenne); unos cromos muy valorados dada su alta rentabilidad (tan alta como el riesgo que entrañaban). De esta forma,aunque las entidades bancarias seguían sin tener dinero "real", tenían un dinero figurado (los cromos) que les permitía "cuadrar" sus cuentas. Es decir, que, por ejemplo, el Great Irratonial Bank of New York podía tener sólo 5000 dólares contantes y sonantes en sus arcas pero 5.000.000 de cromos. Claro que eso no lo sabrían los ciudadanos de a pie nunca. ¿Qué pasó? Que desde el preciso instante en que América se llenó de millones de Fulánez Johnson y allí no pagaba ni Rita, los cromos (que ahora llaman "activos tóxicos") perdieron todo su valor y los bancos se desayunaron la noticia de que tenían en su poder una gran cantidad de nada. Pero, como son como son y la prepotencia está en su ADN, debían disimular...
  • ¿Qué tal todo? Bien, bien: Con la crisis gateando ya por toda la casa y toquiteando todo, las entidades financieras decidieron que lo mejor era no decir la verdad a nadie con tal de salvar su imagen pública. La mentalidad era la misma que la del constructor del Titanic cuando dijo que era insumergible. No obstante, los bancos pueden ser mezquinos, pero no idiotas, así que empezaron a desconfiar los unos de los otros. Veamos una conversación obtenida mediante tortura entre un representante del Great Irratonial Bank of New York y otro del Banco Lirio Rampante de Tokio:
    - Hola, Tokayashi. ¿Qué tal?
    - Bien, bien, Dawson. Aquí todo bien...¿y por allí?
    - Oh, genial, genial. Todo estupendo. Oye, ¿estáis bien de dinero?
    - Uff. Ni te imaginas. Estamos pensando en regalarlo y todo.
    - ¿En serio? ¡Eso es estupendo, Tokayashi! ¿Nos podríais prestar un poco?
    - ¿Prestar? ¿Tenéis problemas?
    - ¿Problemas? ¡Qué va! Era broma...A ver si te vas a creer que nosotros hemos hecho el idiota con el tema de las hipotecas basura.
    - Ah. Muy bien. De todos modos, no te lo podríamos dar.
    - ¿Y eso? ¿No me digas que tenéis un marrón, Tokayashi?
    - No, no. Estamos genial.
    - Ah.
    - Sí.
    - Bueno.
    - En fin.
    - Pues...todo perfecto entonces.
    - ¿Llamabas para algo?

    - No, nada, es que me gusta oír tu voz. A seguir bien.
    La mentira y el absurdo se instalaron en las relaciones interbancarias hasta tales extremos que lo todo el mundo llamaría "sarampión" ellos lo llamarían "pecas". La desconfianza general que ese "disimulo masivo" suscitó originó que los bancos no sólo desestimaran seguir haciendo cambalaches entre ellos, sino que dejaran de conceder créditos a los mortales de a pie. El motivo podría resumirse en "Si a mí no me prestan dinero, que te crees que te lo voy a prestar a ti".
  • Sin sangre, el cuerpo no se mueve: En el sistema capitalista, el dinero es la sangre que permite que el cuerpo se mueva. Teniendo esto en cuenta, a nadie se le escapa que los préstamos concedidos por un banco son el maná para muchísima gente, especialmente pymes y ciudadanos con pocos posibles. Si se dejan de conceder, ni las empresas modestas ni la humilde cuidadanía pueden hacer frente a sus necesidades y las primeras empiezan a hacer recortes con tal de evitar la quiebra y la segunda hace juegos malabares con números rojos con la idea de fintar el embargo. Sin dinero en circulación, la economía se para y los problemas económicos y sociales organizan una fiesta para celebrarlo. ¿Qué ha sucedido? Que cientos de entidades como el National Chúlez Bank of América y el Great Irratonial Bank of New York son conscientes de que, por un lado, la subida de precios ha ahogado la capacidad para devolver los créditos concedidos y, por otro, que su liquidez es tan famélica como un niño sudanés, por culpa de la fabulosa desconfianza que ha castrado los préstamos entre bancos. Veamos un caso sucedido hace pocas semanas en las oficinas del National Chúlez Bank of América:
    - Buenos días. Soy Abraham Willditzski.
    - Mike Pérez, encantado. ¿En qué puedo servirle?
    - Verá, tengo una pequeña empresa familiar, Willditzski Brothers. Nos dedicamos al envasado de pelotas de golf. Y bueno, tenemos algunos problemillas, meramente circunstanciales, pero que se solucionarían rápidamente si pudieran concedernos un préstamo.
    - Señor Willditzski, creo que no podemos atender su solicitud.
    - ¿Cómo? Pero oiga, si es un crédito de nada. Lo justo para evitar problemas.
    - Lo sé, lo sé, pero no podemos. Déjeme que le explique: En el National Chúlez Bank of América ya no nos fiamos ni de nuestra propia sombra. ¿Me entiende?
    - Pero yo soy un honrado empresario. Ni siquiera pago en negro a mis cuarenta empleados. He pagado mis impuestos siempre y siempre he devuelto el dinero que me han prestado, y con creces.
    - Si yo no digo que usted sea el Anticristo, señor Willditzski, pero no nos fiamos, ni de usted, ni de nadie. Y aunque nos fiáramos, no tendríamos dinero que prestarle.
    - ¿Qué? ¡No es posible! Sin el préstamo, tendría que echar a más de la mitad del personal para hacer frente a los gastos y aun así nuestra producción se vería afectada.
    - Muy bien, hágalo entonces así, señor Willditzski.
    - Pero es que son más de veinte familias las que se verían perjudicadas.
    - ¿Y?
    - Además, no sé yo si así se solucionarían todos mis problemas.
    - Entonces sus problemas son más graves de lo que me decía.
    - Bueno, es que...
    - Le deseo un feliz día, señor Willditzski.
    Con menos ingresos, los mismos o más gastos y sin inyección monetaria vía préstamo, las empresas se ven abocadas al despido de empleados, una reducción alarmante de su producción y, en muchos casos, al cierre. Esto origina que el paro se convierta en Godzilla y que la productividad se vaya de excursión al centro de la Tierra, con lo cual la recesión económica está servida y la psicosis social al dente. Con menos dinero en las casas del que había antes, los impagos y la morosidad se disparan aún más, mientras que la gente que aún tiene algo de dinero ahorrado en los bancos se pregunta si sus ahorros estarán seguros en unas entidades que lejos de generar confianza exudan una inquietud desconcertante. ¿Qué se hace en una situación así? Acopiar dinero como Shylocks, que, en economía viene a traducirse en un "Sálvese quien pueda", como se está reflejando en las Bolsas.
  • El histerismo, al alza: Imagínense un casino donde los propietarios fueran los propios jugadores. Bien, ahora imaginen una mesa de dicho casino donde decenas de esos jugadores apuestan compulsivamente fichas, cambiándolas por dinero cuando creen oportuno. Por último, imaginen que esos jugadores tienen una estabilidad emocional similar a la de quinceañeras enamoradas de por vida de los efebos de High School Musical, Tokio Hotel, El Duque y demás iconos de saldo de féminas púberes. Ahora llamen al casino "Bolsa",a las fichas "títulos" y a los jugadores, "brokers". Voilá. Bienvenido a la locura. ¿Quiénes son esos jugadores? La encarnación engalanada y altiva de aquellas personas que no sólo ahorran o consumen su dinero según les salga de las fosas nasales, sino que además quieren que éste se reproduzca como setas. El común de los mortales, juega a la lotería o la quiniela, pero estos individuos prefieren jugar a la Bolsa, que no deja de ser otra lotería, lo pinten como lo pinten. El problema está en que yo si no acierto una quiniela, pierdo un par de euros, y éstos, si se les da mal, pueden perder un par de millones de euros en un día, por ejemplo. En época de optimismo y bonanza, la Bolsa no deja de subir y subir, como si tuviera la sangre color azul viagra. En cambio, en época de incertidumbre o vacas flacas, la Bolsa cae en picado como Ícaro después de comprender el significado de la palabra "prudencia". En esta crisis, las Bolsas de todo el mundo se han puesto histéricas, contagiadas por la desconfianza que genera tener la sensación de que "lo que se sabe" es sólo la punta del iceberg y el temblor espinal que suscita leer obituarios de empresas en las noticias un día sí y otro también. Alguien sensato, cabal y tranquilo, habría tenido más temple y no se habría puesto como Boris Izaguirre el día del Orgullo Gay. Pero cuando manejas tantísimos millones, las neuronas se van a paseo y sale el instinto de supervivencia, que en la Bolsa se traduce en "¡Vende! ¡Vende! ¡Vende!". ¿Cuando la crisis económica llama a tu puerta, qué prefieres: perder todo el dinero o quedarte con algo; tener el dinero en la Bolsa o en el bolsillo? En el bolsillo, claro. Por eso en la Bolsa nadie "compra" en las últimas semanas y todo el mundo vende sus acciones y participaciones como locos (aunque pierdan dinero) con tal de tener liquidez. Volviendo al ejemplo del casino, ahora no hay fichas sobre la mesa y todos los jugadores se miran enajenados unos a otros. Todos saben que en cuanto se animen nuevamente a jugar, todo irá como la seda y volverán los días de vino y rosas. El problema es que no hay váliums ni tilas suficientes para aguantar la espera, porque el histerismo, en la Bolsa, siempre cotiza al alza. En definitiva ¿deberíamos preocuparnos por lo que ocurre en las Bolsas? Si usted tiene dinero invertido ahí, claro. Si no, pues las Bolsas merecen tanto caso como un concursante de Gran Hermano o la jovenzuela que llora desconsolada porque el hombre de su vida y entretelas con cuyo nombre se ha pintarrajeado cara, brazos y pechos ha anunciado que se casa. La idiotez no tiene solución. La economía, sí.
  • Supergobierno al rescate: Que un Gobierno se crea un superhéroe no está mal, siempre y cuando actúe como tal y no como Don Quijote. En las últimas semanas, estamos viendo declaraciones y actuaciones que, ya sean bienintencionadas o puramente cosméticas, adolecen de la misma carencia: coordinación. Una buena orquesta suena maravillosa cuando todos los instrumentos están afinados y coordinados. Si no, es una cacofonía insufrible. Y es en esa fase en la que estamos: Cacofonía mundial. Unos dicen que van a hacer una cosa, otros que otra y algunos nada, a verlas venir mientras ponen cara de póker jugando a las siete y media. Varios Gobiernos optan por salvar (comprar los "cromos" de los que hablaba antes, utilizar el dinero público como siliciona para sellar simas contables, etc.) a las damiselas en apuros (bancos con más agujeros que Madrid, entidades inversoras a las que sólo les queda la desvergüenza, etc.), sin saber (o quizás sí) que curar con dinero público las heridas que se han autoinflingido esas empresas hace un flaco favor a la competencia deseable en ese sector y constituye un gesto caritativo que unas corporaciones tan interesadas, mezquinas y egocéntricas nunca se merecerán. ¿Es justo? No, porque supone que todos costeemos los errores a conciencia de otros. ¿Por qué entonces lo hacen? Para evitar que la psicosis cale en toda la sociedad y los despidos, las quiebras y la extracción masiva de depósitos bancarios dinamite todo el edificio económico mundial. ¿Consiguen así solucionar la crisis? Hasta el momento, se ha demostrado que en el mejor de los casos, las medidas anunciadas son pan para hoy y hambre para mañana, y, en el común de los casos, fuegos artificiales con los que tener embobado al populacho. ¿Qué hay que hacer entonces? Pergeñar medidas coordinadas (a nivel mundial, continental, nacional y regional), concretas (el maquillaje, para las maquilladoras) y contundentes. Es complicado, sí, pero no imposible. Cuando algo es indispensable, la sencillez o no de una solución es irrelevante.
  • La crisis en seis palabras: Prepotencia, deshonestidad, desconfianza, imprudencia, histeria, descoordinación.

Y después de leer todo esto...¿nosotros qué hacemos? Pues actuar a todos los efectos como si confiáramos en nuestros Gobiernos y bancos, aunque no sea así ni se lo merezcan, porque, como dijo Salustio "Mayor es el peligro cuando mayor es el temor". Y rezar o esperar que suene la flauta antes de que la crisis nos haga desear que el acelerador del CERN pegue un petardazo y nos vayamos todos a tomar por el saco.