jueves, 29 de marzo de 2012

Contra la reforma, la huelga y los sindicatos

Estoy contra la reforma laboral. Una iniciativa que para crear empleo facilita el despido me parece igual de coherente que repartir revistas porno para estimular la virginidad.En resumen, la reforma laboral perpetrada por el Gobierno me parece una gilipollez manifiestamente mejorable e indefendible y que lo único bueno que tiene es la merma del poder sindical. 

Estoy también contra la huelga. No en contra del derecho a ella ni porque sea parecida a la de 2010, sino porque me parece que lo último que necesita España es que se deje de trabajar; porque la imagen exterior que genera una huelga nos acerca más a Grecia; porque las huelgas en este país están más cercanas al vandalismo, la extorsión y al matonismo que al ejercicio ejemplar y respetuoso de un derecho constitucional; y porque creo que es hacerle el juego a esa escoria que, bajo distintas siglas, se agrupa en lo que llamamos "sindicatos". En resumen, estoy a favor de cualquier protesta cívica, civil y no manipulada, no como esta huelga en la que mucha gente no trabaja más por miedo a que los "piquetes informativos" le den un susto que por pura convicción.

Y, obviamente, estoy contra los sindivagos. Porque son unos gandules, gañanes, jetas y vividores que los únicos intereses que defienden son aquellos que les permitan seguir viviendo de puta madre sin pegar un palo al agua. Porque con su actitud y declaraciones consiguen que el hecho de no trabajar sólo sea digno cuando eres desempleado. Porque no conocen lo que es el esfuerzo, el mérito ni la responsabilidad. Porque son gentuza hipócrita abonada a la desfachatez y que el mejor favor que le pueden hacer no ya a los trabajadores sino al país es desaparecer.

Así pues, espero y deseo que la huelga de los sindicatos sea un completo fracaso y que la reforma laboral sea mejorada urgente y totalmente, porque los trabajadores honestos nos merecemos algo mucho mejor que estos sindicatos y esta reforma y porque el país no está como para dejar de arrimar el hombro.

martes, 27 de marzo de 2012

(e)Lecciones andaluzas

Después de los resultados de las elecciones andaluzas y de la calma que proporciona haber dejado pasar un día desde la noche de autos, no viene mal que escriba sobre el tema, por muy patético o vergonzoso que resulte.

A tenor lo ocurrido, parece claro que...

...Andalucía sigue siendo esa región ideológicamente anclada en el 36 y que se esfuerza en parecer lo que no es (o quizás sí, porque tanta reiteración es sospechosa). ¿Y qué es lo que parece? Una autonomía logrera, gregaria, pesebrera, gandula, retrógrada, paleta, ignorante, crédula, conformista, jeta, irresponsable, despreocupada, cortoplacista y favorable a la corrupción.

...el Partido Popular ha vuelto por enésima vez a cubrirse de mierda o a hacer el rídiculo, que suele ser lo mismo. Entre el "Gobierno mariano" (empeñado en dar munición a la desvergonzada demagogia de sus rivales, defraudar a su electorado y meter la pata), el candidato Arenas(al que habría que apodar "Movedizas", porque no arrollar electoralmente a un tipejo como José Antonio Gañán te convierte en alguien poco de fiar), la excesiva confianza en unos pronósticos menos fiables que un vaticinio de Paco Porras (salieron con camisa hawaiana, bermudas y chanclas para pasear por un tifón), la campaña insípida y autocomplaciente que han hecho (el 20-N se les subió a la cabeza) y su ya proverbial falta de previsión/reacción ante las sucias maniobras de sus antagonistas políticos y mediáticos han conseguido lo que parecía imposible: No expulsar del poder a un partido que ha convertido a Andalucía en una de las mayores vergüenzas y peores problemas de España. Y lo peor no es eso, sino que su capacidad de autocrítica sigue siendo nula.

...el Partido Socialista no tiene la flor en el puño, sino en el culo. Porque la suerte que ha sonreído a esa panda de corruptos, demagogos e impresentables es como para fletar un avión a Las Vegas con todos los militantes del país. Es delirante que un partido que ha dejado a España como la ha dejado y que ha hecho en Andalucía lo que ha hecho vaya a repetir en el poder. A este paso, ser un lerdo integral o un corrupto potencial resulta que van a ser factores de éxito, al menos en política o, al menos, en las filas del PSOE, o, como mínimo, en Andalucía.

Lo único que tengo claro es que no sé si los andaluces tienen lo que quieren, pero, desde luego, tienen lo que se merecen. Y me duele mucho porque tengo muy buenos amigos y familiares de raíces andaluzas, pero...

En fin, que si alguien quiere encontrar en España un Chernobyl político o un Fukushima social puede seguir mirando a Andalucía. Una pena.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Indiana Jones y la originalidad perdida

¿Es completamente original el personaje de Indiana Jones? ¿Se debe su origen exclusivamente a la imaginación de George Lucas y Steven Spielberg? No. Como tampoco soy el primero en decir esto.

De la misma forma que la imaginación, los sueños y las pesadillas utilizan elementos reales para construir algo que no existe o de forma distinta a la que conocemos, lo mismo ocurre con las historias y los personajes de ficción y el bueno de Indy no es una excepción.

Antes de seguir he de decir que, en mi opinión, tan error es obsesionarse por buscar forzosamente una base real de cualquier historia o personaje de ficción como creer que esas ficciones surgen como por arte de magia de la niebla creativa de un artista.

No es mi intención chafar el mito a nadie ni menospreciar el ingenio de maestros como Lucas y Spielberg, pero sí lo es arrojar un poco más de luz sobre unas películas y un personaje que han marcado a varias generaciones desde que en 1981 el arquéologo del látigo apareciera en la pantalla grande. ¿Para qué? Para que podamos valorarlo como se merece y conocer cosas que pueden ser de interés o, al menos, de curiosidad para alguien.

Al ser Indiana Jones un personaje de cine es conveniente buscar una doble influencia o vía de origen: la cinematográfica y la histórica.

En cuanto al origen cinematográfico de Indiana Jones, hay que mirar a un film poco conocido: El secreto de los incas. La trama de esta película de serie B de 1954 (acaba de ser lanzada en DVD en España) cuenta las peripecias de Harry Steele, un aventurero americano, en busca de un mítico tesoro (inca, obviamente). Steele, interpretado por Charlton Heston, responde al perfil de aventurero valiente, socarrón y con un aura de misterio que luego hallamos en Indiana Jones. Pero lo más escandalosamente llamativo es su vestimenta: fedora, cazadora de cuero marrón, pantalones caqui, botas...Un aspecto ideado por la multipremiada diseñadora de vestuario Edith Head y en el que, por ser educado, diré que se inspiró su colega Deborah Nadoolman Landis para vestir a Indiana Jones en su primera película. La propia Nadoolman reconoció que ella y su equipo vieron varias veces El secreto de los incas para preparar En busca del Arca perdida. Como broche en cuanto las similitudes entre la película de 1954 y la de 1981 hay que decir que ambas comparten una escena en la cual el aventurero utiliza un rayo de sol para averiguar la localización del ansiado tesoro. Por todo ello, suponer que todo esto es mera casualidad es pura ingenuidad. Tampoco hay que olvidar que George Lucas y Steven Spielberg, igual que muchos otros cineastas de su generación, son unos cinéfilos casi enfermizos y han visto muchísimas películas, con lo que es francamente complicado que los homenajes cinematográficos o las referencias (conscientes o no) a otros títulos aparezcan en sus obras. Si a eso le añadimos que las películas de Indiana Jones son un homenaje declarado a los films y seriales de aventuras que Lucas y Spielberg vieron en su infancia, pues la conclusión es bastante obvia.

Respecto al origen histórico de Indiana jones, cabría buscarlo en la biografía de Hiram Bingham III. Profesor de historia en la Universidad de Yale, interesado en la arqueología y sin miedo a la aventura, Bingham (re)descubrió en 1911 la ciudad perdida de los incas: Machu Picchu (que, por cierto, expolió indecentemente). Los puntos en común con Indiana Jones son claros: profesor universitario con intereses arqueológicos y ánimo aventurero. Por desgracia para Machu Picchu, Bingham tenía muchos menos escrúpulos que el profesor Jones...Por cierto, otra conexión la tenemos en el propio Perú: Es donde se ambienta la secuencia inicial de En busca del arca perdida y el país al que pertenece la calavera de cristal de su cuarta película.

En resumen: Es bastante difícil afirmar que Indiana Jones carece de originalidad alguna, pero más lo es negar que sin la influencia de personas como Hiram Bingham III y personajes como Harry Steele hoy Indy fuera ese icono que todos conocemos y queremos.
Así pues, ¿se ve mermada la originalidad o el talento de Lucas, Spielberg y compañía? En absoluto, siempre y cuando entedamos que su gran aportación es presentar un personaje tan icónico, rodar unas aventuras tan entretenidas y hacer ambas cosas tan bien que se olvide cualquier precedente o inspiración.

Porque, en ocasiones, lo importante no es ser el primero sino ser el mejor. ¿O no?

martes, 20 de marzo de 2012

"L.A. Noire": Negro, duro y magistral

Ayer terminé de jugar un peliculón o quizás de ver un juegazo o tal vez de interactuar con un novelón. Aún no lo tengo claro. Lo único seguro es que ayer acabé L.A. Noire, la penúltima maravilla de Rockstar Games (esta vez en colaboración con Team Bondi). Si su anterior genialidad, Red Dead Redemption, se sumergía en el árido mundo del lejano oeste, L.A. Noire lo hace ahora en el sórdido género negro superando no ya sólo el listón de la compañía, sino el del propio e infrecuente género en el mundo de los videojuegos. Y es que L.A. Noire va un paso más allá de donde fueron otras joyas "negras" de los videojuegos como son Heavy Rain, Max Payne o Mafia. Es decir: L.A. Noire consigue algo muy difícil de creer y que sólo se puede explicar una vez se juega.

Las excelencias de este juego son muchas: una historia demoledora y magistral, un guión que roza la excelencia, unos personajes muy interesantes y creíbles (cuyos rostros podemos fácilmente identificar con estrellas televisivas, especialmente de la serie Mad men), una ambientación apabullante y documentadísima, una calidad visual que difumina el límite entre los videojuegos y las películas, una banda sonora magnífica y muy apropiada, una experiencia de juego fantástica (permite al jugador hacer casi todo lo que puede hacerse en un videojuego hoy en día: explorar, hablar, perseguir, huir, pelear, disparar, elegir...)y una fusión de géneros (acción, drama, thriller y aventura) dentro del embalaje agrio y adictivo del noir. Jugando L.A. Noire uno se siente como si estuviera dentro de una novela de James Ellroy y eso son palabras mayores. Lo cierto es que si L.A. Confidential o La dalia negra te parecen excelentes películas/novelas, este videojuego te va a encantar y es lo que me ha ocurrido. Que me siento tremendamente estúpido intentando resumir en palabras mis impresiones después de terminarlo.

Ambientado en Los Ángeles de finales de los años 40 del pasado siglo, L.A. Noire cuenta a través de 21 casos/capítulos la historia de un joven oficial, Cole Phelps, que hace carrera dentro de la policía angelina intentando dejar atrás los demonios de su pasado. El progresivo y meritorio ascenso policial de Phelps corre parejo a su inmersión en un mundo de luces y sombras donde todo es sospechoso de estar corrompido y en el que la diferencia entre el Bien y el Mal, la gloria y la miseria, el éxito y el fracaso, la lealtad y la traición, la honra y la deshonra, la verdad y la mentira, la honestidad y la hipocresía, el compromiso y el interés, el idealismo y la realidad, la vida y la muerte es pura niebla. Una historia que va creciendo en interés, solemnidad y amargura hasta llegar a un final que corta el aliento.

Pero, por encima de los elementos puramente policíacos, L.A. Noire es una obra que habla sobre la trastienda del "american dream", sobre los cadáveres en el armario que hay en la sociedad estadounidense, sobre los héroes que fabrica y devora Estados Unidos, sobre la lucha por encontrar un sentido a la vida y un lugar en el mundo, sobre la huida hacia delante y, como ocurría con Red Dead Redemption, sobre la redención.

Un videojuego que es mucho más que eso y que he tenido la inmensa suerte de jugar y disfrutar. 

lunes, 19 de marzo de 2012

Con pena y sin gloria

Marzo está siendo un mes letal para los comediantes españoles: Paco Valladares, Pepe Rubio, Quique Camoiras...artistas que seguramente han pisado más escenarios que alfombras rojas y que no han sido tan abrumados por los flashes como por el aplauso del público.

La reciente muerte del polifacético Valladares, unida a los de los otros citados, me lleva a preguntarme si en esto del "artisteo" patrio no hay una absurda e injusta desconsideración que se traduce en el reconocimiento mediático, social y honorífico.Comparando la trayectoria y la experiencia en las tablas españolas de los comediantes fallecidos con los premios que recibieron en vida y el impacto mediático que ha causado su muerte, me reafirmo en la idea que ya expresé en otro artículo de que si estos tipos hubieran nacido en Hollywood habrían disfrutado de un carisma, respeto y reconocimiento mucho mayor del que han recibido. Así que voy a ahorrarme aquello de "nadie es profeta en su tierra" y pasaré directamente a la discriminación según la cual en España hay "artistas de primera" y "artistas de segunda". Los de primera son los que esperamos ver en Los Goya. Lo de segunda, todos los que están marginados por la industria cinematográfica y tienen en el teatro o la televisión su último o único refugio. Me parece sencillamente lamentable. 

Dejando a un lado sus cualidades interpretativas, los géneros que cultiven y las preferencias de cada espectador, todos los artistas deberían ser tratados con la misma consideración porque al fin y al cabo los Valladares, Rubio, Camoiras y tantos otros han hecho por la dignidad actoral y el público español tanto o más que los VIPs que desfilan glamurosos o se ponen a berrear detrás de pancartas, etc. Conviene recordar que cuando en este país ser actor era una versión altruista de mendicidad, cuando en este país hacer reír costaba mucho ingenio y unas cuantas lágrimas, cuando en este país el mayor premio que podía tener un comediante era un aplauso o una carcajada, Valladares y compañía ya estaban pateándose tablas y platós con la honestidad y el orgullo de quien ama a su profesión y respeta a un público. Y eso es algo ante lo que no hay más remedio que agachar la cabeza y ser agradecidos.

Que España tiene una propensión alarmante al borreguismo y la ingratitud es algo ya casi proverbial, pero no puede servirnos de excusa para no valorar con justicia y agradecer de corazón el trabajo y la entrega de quienes humildemente lo han dado todo para honrar el arte dramático y a los espectadores que hoy les lloran. Y no creo que a quienes lamentan su pérdida les mueva sólo la tristeza, sino también la rabia. La rabia de ver cómo se marchan artistas españoles con pena y sin gloria.

viernes, 16 de marzo de 2012

El rugido de la leyenda

Tiene algo de añejo. De clásico. De legendario. De inmortal. De mágico. De épico. Lo conseguido por el Athletic de Bilbao este año en Liga, Copa y, especialmente, UEFA, trasciende el ámbito fubolístico y entra en el terreno del que están hechos los recuerdos. Es algo tan especial que pone de acuerdo no ya a los hinchas de los leones de San Mamés, sino a todo amante del fútbol, del deporte, o, sencillamente, a cualquier persona que entienda que el talento y el esfuerzo deben ser recompensados siempre.

Impresionante, genial, tremendo, inolvidable, admirable, magnífico... lo que ha hecho el Athletic es algo tan soberbio, inusitado e incontestable que calificarlo de gesta sería menospreciarlo.Lo del baño al United es una obviedad, algo tan lógico que es casi pura matemática. Tiene el sabor de una sorpresa, pero...¿a quién sorprende que la brillantez unida al sacrificio dé buen resultado? A mí, desde luego, no, pero me alegro tanto como si tuviera que sorprenderme.

Ya era hora de que un equipo que no fuera la Selección se llevara el aplauso y el asombro que monopolizan Madrid y Barça. Las hazañas de estos leones son una buena, buenísima y reconfortante noticia en estos tiempos grises y borrosos. Además, conseguir que con argumentos futbolísticos y humanos la gente haya olvidado ese turbio halo político que rodea al Athletic para dejarse llevar por la admiración y el disfrute es algo muy de agradecer.

Pero, lo que más me agrada de todo es que el Athletic este año está muy cerca de dar una alegría al mejor hincha que conozco de esos titanes que han transformado San Mamés en el nuevo "teatro de los sueños". Me encanta la posibilidad de que mi hermano tenga argumentos reales y actuales para sentirse orgulloso por los méritos de su equipo, al igual que yo lo estoy de mi condición colchonera. Estoy deseando que haya justicia (que no suerte) y ambos equipos se enfrenten en la final de la UEFA porque sé que, gane quien gane, habrá ganado el mejor. 

Y estaré muy contento por ello.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Kony 2012 o el poder de la Red

¿Para qué sirve Internet? Para informarse, para estar en contacto con tu gente, para distraerse, para jugar, para conocer cosas de lo más variopintas, para pasar el rato, para perder el tiempo, para descubrir "qué fue de...", para charlar con desconocidos, para ligar, para encontrar pareja, para perderla, para desfogarse sexualmente, para alimentar aficiones y vicios, para construir un espacio íntimo de libertad, para encontrar, para perder, para ser alguien, para dejar de serlo, para ser quienes no somos, para ser quienes realmente somos, para montar un negocio, para cerrarlo, para vender, para comprar, para escribir, para leer...y muchas cosas más, como, por ejemplo, liberar un pato, revolucionar un país, indignar a una sociedad o crear y compartir cultura

En definitiva: Internet puede servir para casi todo. En el caso que ocupa este artículo, para algo muy bueno. ¿El qué? Intentar acabar con las andanzas de un selecto miembro del club "Grandes hijos de puta que aún viven". Joseph Kony. ¿Kony? ¿Quién? Por eso es bueno Internet. Porque nos permite descubrir o recordar qué mundo es éste que vivimos...y porque ejemplifica algo que olvidamos con demasiada facilidad: Que cuando de verdad hay ganas de hacer algo bueno, siempre hay gente dispuesta a transformar sueños en realidades, en hacer que levantarse por la mañana merezca un poco más la pena.

La sensacional y original iniciativa puesta en marcha online por Invisible Children para finiquitar el historial de Joseph Kony, un cabrón ugandés que tiene méritos suficientes para entrar en el infierno sin esperar en la cola, no sólo es una demoledora y llamativa campaña de concienciación mundial (más de 78 millones de visitas su vídeo en YouTube), sino también un agrio recordatorio de que Kony no es el único criminal que ha convertido África en una sucursal del infierno o que ése continente sigue existiendo pese a que el resto de naciones sólo se acuerden de él cuando cambia la dirección del viento y el olor de la injusticia le da en la nariz. Es patético y vergonzoso constatar una vez más cómo el mundo se olvida sistemáticamente de ese cadáver en el armario que es el continente africano. O cómo aquí nos escandalizamos y angustiamos por absolutas chorradas en comparación con dramas como los que se viven en Uganda, Ruanda, Congo y demás países donde lo primero que falla es la humanidad. 

Pero, aunque suene paradójico, precisamente gracias a esta iniciativa podemos reconciliarnos también con la faceta más interesante del ser humano: la que tiene la voluntad de crear un mundo mejor. Y con eso me quedo. Con lo bueno. Con la idea de que, si se puede, se quiere, y que, cuanto más personas apoyen un sueño, un ideal o un proyecto, todo es más fácil, incluso poder estar orgulloso de uno mismo.Con lo cual...¿Para qué sirve internet? Para hacer cosas que merecen la pena de verdad.

Yo, desde aquí, me sumo a la iniciativa Kony 2012. ¿Y tú?

domingo, 11 de marzo de 2012

11-Manjón

No me gusta escribir sobre el 11-M y menos hoy. Me es muy doloroso y muy complicado. Sólo lo hice una vez hace tres años y hace cinco me esforcé en comentar la sentencia sobre los atentados. Es muy desagradable refrescar recuerdos y revivir sensaciones. Es muy complicado transcribir el silencio roto por las sirenas, la desolación de la gente por las calles, la incredulidad y la rabia, las ganas de llorar, el espanto aniquilando la rutina y la historia de una ciudad y un país entero. Es muy complicado y una putada. Al menos, para mí. Por eso, espero que esta sea la última vez que me tenga que acordar del 11-M de forma pública y no "hacia dentro", como me gustaría.

Yo siempre he pensado que en los homenajes, sean del tipo que sean, ceder el protagonismo a quien se homenajea o recuerda, no sólo es una demostración de lógica sensatez, sino, también de humildad. Por eso, quizás, deteste a Pilar Manjón.

Yo siempre he pensado que sacar rédito (económico, político, personal, informativo, publicitario...) de una desgracia, sea del tipo que sea, es una muestra nauseabunda de los asquerosos recovecos que tiene el alma humana. Por eso, quizás, deteste a Pilar Manjón.

Yo siempre he pensado que hay que aprender a desconfiar de quienes, sea cual sea el ámbito del que hablemos, buscan acaparar la atención y tener su cuota de protagonismo. Por eso, quizás, deteste a Pilar Manjón.

Yo siempre he pensado que hay que abordar con mucho cuidado las declaraciones o acciones de quienes buscan representarse a sí mismos amparándose en un respaldo más amplio. Por eso, quizás, deteste a Pilar Manjón.

Yo siempre he pensado que hay que alejarse de quienes tienen una actitud de "O conmigo, o contra mí". Por eso, quizás deteste a Pilar Manjón.

Yo siempre he pensado que a cualquiera de nosotros nos puede ocurrir algo que nos haga perder el Norte, porque, como dice el proverbio antiguo: "Cuando los dioses quieren destruir a un hombre, lo vuelven loco". Por eso, quizás, comprenda a Pilar Manjón.

Porque sólo la locura, la enajenación, la perturbación pueda dar sentido a la actitud de quien desde hace ocho años ha hecho de la insidia,el odio y el rencor sus señas de identidad, al menos, públicamente. Yo me pregunto por qué es la única de los familiares de las 191 víctimas que se ha convertido en una estrella mediática y en un icono para cierto sector político-ideológico. Comprendo y respeto totalmente el dolor de Pilar Manjón, pero nunca jamás voy a compartir sus formas.

A lo que voy es que sufrir una desgracia, un crimen, una salvajada, una injusticia, una monstruosidad o como queramos calificar el 11-M (porque siempre nos quedaremos cortos), no te da bula para decir o hacer lo que quieras, ni para creerte por encima del Bien y del Mal, ni para actuar como si fueras la única persona a la que le ha pasado algo así, ni para sentirte en permanente estado de agravio ni para criticar todo lo que no sea de tu gusto. Y eso es, precisamente, lo que lleva haciendo ocho años Pilar Manjón. Pero, por encima de todo, lo que me parece infame es la personalización o  la monopolización que esta persona está haciendo de una desgracia que afectó a todo un país. Y hoy, lo ha vuelto a hacer con unas, para mí, desafortunadísimas declaraciones que empañan lo que debía ser un momento honesto y único para las 191 víctimas del 11-M y no The Pilar Manjon's Show. Ella está en su perfecto derecho de pensar que aquel once de marzo José María Aznar accionó desde La Moncloa un detonador que hizo saltar por los aires casi doscientas vidas, o que José María Aznar contrató a ese grupo de terroristas de suicido retardado o que la culpa del 11-M la tienen el PP y todas las demás personas que no piensen como ella. Está, como digo, en su perfecto derecho. 

El mismo derecho que tengo yo para decir que siempre estaré en contra de quienes, sean de la ideología o credo que sean, manipulen o aprovechen desgracias como el 11-M para cualquier otro fin que no sea el de llorar la muerte de las víctimas. Aquel 11-M no sólo murió Dani, el hijo de Pilar Manjón y amigo y compañero de mi hermano, sino otras 190 víctimas. Aquel 11 de marzo de 2004 no sólo sufrieron las familias de los fallecidos, sino que lo hicimos todo un país. Por tanto, una fecha como hoy, debe ser un motivo de unión en el recuerdo y contra el espanto, no para montar numeritos en los que plasmar las filias y las fobias personales o ideológicas de nadie. Se llame Pilar Manjón o como se llame.

Es una pena haber dedicado hoy un post a alguien como Pilar Manjón cuando hay 191 personas que se lo merecen infinitamente más que ella. Descansen en paz. Siempre.

Moebius: La imaginación está de luto

Ayer falleció Moebius. La muerte de Jean Giraud supone la pérdida de un hombre que encarnó excelentemente la perogrullada de que el gran compromiso de un artista es con la imaginación y que la creación más que un ejercicio de talento es "un acto mágico". 

Con su fallecimiento, se va un genio de descomunal talento visual que ha dejado un legado no sólo en las viñetas, sino también en el cine (en conocidísimas películas), la animación e incluso en los videojuegos.

Por suerte, en la actualidad podemos disfrutar de auténticos titanes del noveno arte (Alan Moore, Frank Miller, Neil Gaiman, Grant Morrison, Quino, Alejandro Jodorowsky...) que ya se han ganado la inmortalidad para quienes vemos en las viñetas algo más que "dibujitos". Pero todos ellos, prodigiosos y colosales en su talento e imaginación, están  un escalón por debajo del gran Moebius y ahí están los premios para confirmarlo.

El artista francés ya ha ascendido a ese olimpo donde seguro que Will Eisner o Hergé no tendrán ningún problema en hacerle un hueco. Se lo ha ganado con creces y para siempre.

Como siempre ocurre en estos casos, la pena por la muerte la podemos endulzar con el disfrute que proporciona poder ver y fantasear con sus geniales trabajos.

Descanse en paz, o donde él quiera imaginar.

martes, 6 de marzo de 2012

La cultura compartida

Ahora que recientemente ha entrado en vigor la Ley Sinde-Wert  (de la que ya opiné en 2010 y 2011) es una buena oportunidad para que comparta mi reflexión sobre la cultura en el contexto sociotecnológico actual. 

* Descubriendo el pasado: Hay mucha gente que piensa que el hecho de que existan sitios donde se recopilen y pongan a disposición de cualquiera contenidos de carácter cultural (canciones, películas, libros...) es algo novísimo, originalísimo, propio de nuestro tiempo y consecuencia directa del uso de las nuevas tecnologías. Bien. A esas personas les pregunto: ¿Le dicen algo las palabras "Biblioteca de Alejandría", siglo III a.C.? ¿No? Vale, ¿qué tal si nos acordamos entonces de que, en la lejana Edad Media, los monasterios resultaron fundamentales a la hora de recopilar y preservar toda la cultura en sus bibliotecas, tal y como inmortalizó la novela y película El nombre de la rosa? Recoger, categorizar y ofrecer. ¿Cuál es la diferencia por tanto entre la famosa Biblioteca o los monasterios medievales y todos esos sitios web que cualquier persona conoce hoy en día aunque lo niegue delante de un juez? Conceptualmente, ninguna. La única diferencia evidente es que antaño el saber, la cultura se recopilaba sólo en un sitio o emplazamiento físico tangible y hoy, además, se puede hacer en un ámbito virtual e intangible como es Internet. Hoy, la biblioteca, la gramola, el videoclub y la filmoteca están online (y para quedarse). Por tanto, la novedad no está en el "qué", sino en el "cómo" y el "dónde". Tampoco está en el "para qué". Es decir, si alguien cree que esto de intentar sacar tajada económica de la cultura es algo que nació con el copyright o con Teddy Bautista, a lo mejor es que ha olvidado la estrechísima interrelación entre esplendor cultural y pujanza económica que se estableció en el Renacimiento, especialmente en Italia. Fue entonces cuando el ser humano descubrió que la cultura puede ser un motor económico y una "industria" en sí misma. El negocio de la cultura tuvo entonces unos beneficios que, más allá de los mecenas, hemos podido disfrutar toda la Humanidad. Así que...nada nuevo bajo el sol. Una caída en cuenta que tampoco debe pillar de sorpresa si recordamos que la comunicación sin cables es bastante más que antigua, o que las redes sociales ya existían en la Edad Media o que la figura del "geek" es tan vieja como el hombre

* Del negocio de la cultura a la cultura del negocio: Esto es algo más que un juego de palabras. Para mí, es la clave del devenir de la cultura y la controversia que hay actualmente respecto a ella. Una cosa es que el creador, el artista, el intelectual obtenga algún (merecido) rédito o premio económico por su aportación al puzzle cultural y otra muy distinta es tratar la cultura como un negocio y las obras culturales como un producto. La mercantilización de la cultura. Esto sí es algo nuevo. Desde finales del s.XX hasta hoy, estamos viendo cómo la cultura se ha convertido en un pretexto con el que personas de todo tipo intentan lucrarse de forma más o menos honesta (por lo general, "menos"), lo que ha originado situaciones o problemas como los siguientes:
- La invasión de los intermediarios: A costa de insertar una miríada de diversos intermediarios asalariados entre el artista/la obra y la sociedad/el público, la distancia entre aquél y éste ha ido aumentado hasta hacerse tal insalvable e insostenible que unos y otros empiezan en los últimos años a buscar atajos que los conecten de forma más eficaz y directa. Porque no hay que olvidar que, en el fondo, la cultura, en tanto que manifestación expresiva, es un acto de comunicación. Por tanto, cuanto más separados estén emisor y receptor, peor para ambos. Pero volviendo a los intermediarios, están haciendo con la cultura lo que los bárbaros con Roma: un saqueo en el que los beneficiados son muy pocos y los perjudicados, demasiados.
- La cultura en serie: Un cuadro, un libro, una canción o cualquier otra obra o "producto cultural" no puede ser tratado ni generado como si fueran tuercas, palillos o churros. Aunque eso es lo que parezca a tenor de lo que están haciendo (o consintiendo) ciertas editoriales y productoras que olvidan que cantidad no es siempre sinónimo de calidad. Y, en el caso cultural, rara vez. Así, el panorama cultural actual es un mosaico donde absolutas genialidades conviven solapadamente con indudables cutreces. Y la sociedad, el público, los consumidores o como queramos llamarlo están tan saturados que su gusto se está atrofiando y su criterio, menguando. Lógico.
- El lucro a cualquier precio: Nunca mejor dicho. Lo de menos es ya si el producto cultural (cuadro, libro, canción, etc) es asequible para quien tiene que "consumirlo". No, lo que importa ahora a quienes fijan los precios es que su cuenta corriente se parezca a Falete. Y claro, si vamos a convertir la cultura en una "delicatessen", pues...apañados vamos. La cultura pertenece a todos y su razón de ser es la pertenencia a un colectivo al que representa.
- ¿Protección del artista/creador? Yo me pregunto si quienes se llenan hipócritamente la boca hablando de los derechos del artista y propiedad intelectual para justificar el encarecimiento del acceso a la cultura son conscientes de que están confundiendo churras con merinas (supongo que sí, pero les dará igual) y que precisamente los grandes perjudicados de esta situación son los artistas/creadores que o bien han perdido el contacto y la difusión en su público o bien no tienen siquiera la oportunidad de darse a conocer.

* De la costumbre a la criminalización: ¿Quién no ha prestado un libro a alguien? ¿Quién no se ha grabado las canciones de un vinilo o un CD en un cassette? ¿Quién no ha grabado en una cinta canciones de la radio? ¿Quién no ha grabado una película en VHS al emitirse en TV? ¿Quién no se ha hecho un refrito de canciones en un CD? ¿Quién no ha dejado un disco o una película a algún familiar o amigo?...Estas y otras costumbres nunca han sido demonizadas ni tan siquiera mal vistas. Entonces, ¿por qué perseguir ahora la traslación online de estos mismos hábitos? Porque internet ha transformado lo que era una costumbre social pero atomizada en un fenómeno mundial permanente (la cultura compartida) en la que la cultura no tiene precio, literal y figuradamente, y porque hace innecesarios a buena parte de los intermediarios que antes comentaba. Absurdo e incoherente, pero...real e imparable.

* La cultura compartida: Para mí, la cultura compartida es aquella que generan y dinamizan constante y ubicuamente los artistas y demás agentes culturales en colaboración con el público gracias al uso de Internet y las nuevas tecnologías. Una cultura en la que el diálogo entre el generador cultural y los receptores se ha vuelto directo, bidireccional y transversal. Una cultura en la que la importancia del número supera a la importancia del precio.Una cultura en la que el valor ya no está en el "cuánto" sino en el "cuántos". Una cultura en la que crear cultura y mejorarla es un acto democrático y colaborativo. Una cultura que persigue un acceso asequible a los productos culturales. Una cultura para la que ya no valen las formas de pensar y medir de la época analógica. Una cultura en la que nadie se sienta excluído y en la que todos tienen algo que decir. Una cultura en la que es posible hacer negocio si se es consciente del cambio de paradigma: Ahora el negocio no está en que 1 persona pague 8 euros por ver una película sino que 8 personas paguen 1 euro por verla; el negocio ya no está en que 1 libro recaude 8 millones de euros en ventas, sino en que 8 millones de personas lo lean; el negocio ya no está en que 1 persona compre un CD por 20 euros, sino en que 20 personas paguen 1 euro por descargar 1 una de las canciones...un modelo de negocio que, apoyándose en el acceso a Internet que facilitan los nuevos dispositivos tecnológicos, permite "conectarte con la cultura" en cualquier momento y lugar. El modelo de negocio de éxito ahora pasa por comprender que la visión, audición o lectura están ahora en una pantalla que puede caber en la palma de la mano.

Y hasta aquí mi reflexión. Para terminar, sólo dos apuntes que dejo a la consideración de quien lea esto: La cultura si no es compartida no puede ser tal, del mismo modo que un artista carece de sentido si al otro lado de su obra no hay un público que pueda o le dejen disfrutar de ella. ¿O no?

viernes, 2 de marzo de 2012

¿Se puede medir todo?

Vivimos unos tiempos curiosos. Ya sea por las virguerías que permite la evolución tecnológica o por la necesidad de establecer patrones que nos sirvan de guía en medio del caos que es esto de la vida o por la malsana tendencia a compararnos con "el otro". El caso es que hoy parece que todo tiene que tener su traslación a cantidades, porcentajes, estadísticas u otros baremos. Estoy de acuerdo con que hay cosas que necesitan ser ponderadas en cifras o según el cumplimiento o no de unos requisitos pero...¿todo? No, todo no. Y ahí viene el problema: Que hay quien no quiere darse cuenta de que, llevadas al extremo actual, la cuantificación y la calificación son unos sutiles pero perversos juegos de cosificación, de deshumanización.

No puede ser que el sentirse a gusto con uno mismo dependa del resultado del índice de masa corporal, o que tu papel como "elegido" o "gilipollas" sea proclamado por el cociente intelectual, o que descubras que eres Gandhi o Hannibal Lecter a raíz de los resultados de un test, o que el atractivo de una persona se mida en centímetros, o que la calidad de un acto sexual se mida con un reloj, o que la importancia de una relación se compute por número de días, o que la calidad profesional de alguien se pondere en un porcentaje, o que el valor del trabajo de una persona dependa de la cifra que perciba como salario, o que la valía de un ser humano se transcriba en los números que muestre el saldo de su cuenta corriente, o que la bondad/hijaputez de alguien dependa de si juega o no a la quiniela con los Diez Mandamientos o el Código Penal, o que el carisma y la simpatía de una persona se mida por el número de amigos que tenga en Facebook, o que el interés de los pensamientos de alguien se calibre en función de cuántos seguidores tenga en Twitter, o que la relevancia de un ser humano dependa del número de resultados que ofrezca sobre él Google, o que la importancia de una persona se traduzca en impactos en prensa, o que el valor de la existencia de alguien se cuantifique patriomonialmente, o que la calidad de un músico se evalúe por el número de discos vendidos/descargados, o que la valía de un escritor sólo exista a partir de cierto número de ejemplares vendidos, o que el talento de un artista fluctúe según el precio de sus obras...hay cientos de ejemplos e invito al lector a ponerlos como comentarios. ¿Se puede pesar el aire? ¿Puntuar un sabor? ¿Cuantificar un sentimiento? ¿Calificar numéricamente una idea? ¿Porcentuar una sonrisa? ¿Parametrizar un suspiro? ¿Medir un escalofrío?... Entonces, ¿qué cojones estamos haciendo con todo lo demás? Ni cantidad es sinónimo de calidad ni tanto tienes tanto vales.

En definitiva, pienso que, desde el mismo momento que se cuantifica o califica a una persona (dejando al margen la honradez y honestidad de quien cuantifica o valora), se está excluyendo todo ese componente intangible, ese "lo demás", ese "lo otro", que nos hace ser quienes somos y como somos. En ocasiones, lo ponderable y lo intangible van de la mano...pero no siempre. Y ese "no siempre" es una gran injusticia que dice muy poco de la inteligencia de quien la comete y también de quien se deja afectar por ella. ¿O no?