Estoy contra la reforma laboral. Una iniciativa que para crear empleo facilita el despido me parece igual de coherente que repartir revistas porno para estimular la virginidad.En resumen, la reforma laboral perpetrada por el Gobierno me parece una gilipollez manifiestamente mejorable e indefendible y que lo único bueno que tiene es la merma del poder sindical.
Estoy también contra la huelga. No en contra del derecho a ella ni porque sea parecida a la de 2010, sino porque me parece que lo último que necesita España es que se deje de trabajar; porque la imagen exterior que genera una huelga nos acerca más a Grecia; porque las huelgas en este país están más cercanas al vandalismo, la extorsión y al matonismo que al ejercicio ejemplar y respetuoso de un derecho constitucional; y porque creo que es hacerle el juego a esa escoria que, bajo distintas siglas, se agrupa en lo que llamamos "sindicatos". En resumen, estoy a favor de cualquier protesta cívica, civil y no manipulada, no como esta huelga en la que mucha gente no trabaja más por miedo a que los "piquetes informativos" le den un susto que por pura convicción.
Y, obviamente, estoy contra los sindivagos. Porque son unos gandules, gañanes, jetas y vividores que los únicos intereses que defienden son aquellos que les permitan seguir viviendo de puta madre sin pegar un palo al agua. Porque con su actitud y declaraciones consiguen que el hecho de no trabajar sólo sea digno cuando eres desempleado. Porque no conocen lo que es el esfuerzo, el mérito ni la responsabilidad. Porque son gentuza hipócrita abonada a la desfachatez y que el mejor favor que le pueden hacer no ya a los trabajadores sino al país es desaparecer.
Así pues, espero y deseo que la huelga de los sindicatos sea un completo fracaso y que la reforma laboral sea mejorada urgente y totalmente, porque los trabajadores honestos nos merecemos algo mucho mejor que estos sindicatos y esta reforma y porque el país no está como para dejar de arrimar el hombro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario