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lunes, 24 de octubre de 2016

Dejar marchar

Ayer domingo, Salvados, para variar, volvió a ejercer de timbre de la conciencia y de catalizador dignificante del periodismo español. El tema, en esta ocasión, la eutanasia. Y mereció la pena (nunca mejor dicho); tanto el programa ("La buena muerte") como el asunto abordado.
 

Resulta cuando menos llamativo y paradójico que, en esta época en la que hay una creciente sensibilidad y concienciación respecto al sufrimiento animal, la eutanasia aún siga rimando con tabú y sea objeto de voces bajas, reclinatorios y estigmatización social e incluso legislativa. ¿Por qué negar a un ser humano la misericordia y la dignidad que tan justamente se reivindica para los animales? ¿Por qué tener empatía hacia un caballo con la vida quebrada a la altura de una pata o hacia un perro al que apenas le quedan ladridos y no hacia un enfermo terminal o hacia quien tenga la agonía como unidad de tiempo? ¿Por qué conceder la piedad a un animal y escamoteársela a un ser vivo?
 

Quizás es porque aún, como sociedad y como individuos, la gestión de todo lo que tenga que ver con el tánatos nos desnuda de certezas, nos expone al vacío insondable, nos convierte en niños acurrucados temerosos de la oscuridad, nos arroja hacia ese estado primigenio del ser humano en el que el hombre antes de ser, temió. A nadie le gusta refrescar aquello del "memento mori". De ahí que intentemos casi ya inconscientemente construir un artificioso malecón de eufemismos y soslayos entre la muerte y lo que nosotros determinamos como "vida". Un error que obedece a un doble planteamiento fallido: por un lado, creer que vida y muerte son disociables; por otro, considerar que la muerte es algo así como un tormento  tartárico en el que perdemos todo menos la consciencia. El primer planteamiento equivocado responde a la absurda creencia de que la vida y la muerte son cosas distintas cuando en realidad forman parte de un todo armónico y ensamblado sin fisuras ni cláusulas ni matices ni letras pequeñas. El otro planteamiento desacertado en cambio se debe a la (con)fusión entre los términos "muerte" y "enfermedad", que son cosas distintas por mucho que la primera pueda ser una consecuencia de la segunda y es que, como dijo un sabio, cuando la muerte viene tú no estás ni volverás a estar por tanto no hay de qué preocuparse; otra cosa distinta es que biológicamente llega un momento en el que ya no hacemos otra cosa más que morir paulatina e irremediablemente pero de eso no somos conscientes (salvo que alguien tenga la infeliz idea de decirlo).
 

Otro de los motivos de esta peculiar actitud ante la muerte en general y la eutanasia en particular es conceder a  Dios la exclusiva gestión sobre la vida y la muerte y, por tanto, negársela radicalmente al ser humano so pena de anexarnos a un confesionario cuando no de condenarnos a eterno padecimiento en el parque temático de Lucifer. Esto obedece a la secular sedimentación del ideario e imaginario cristiano especialmente en la sociedad occidental y más aún en los países de tradición católica. Un planteamiento que resultaría plausible de no confrontarlo con la cruda realidad: ¿es Dios quien decide que un niño muera de una enfermedad incurable? ¿Es Dios quien da luz verde a que una persona implosione atrozmente con una enfermedad degenerativa? ¿Es Dios el que da la baja a un chaval con todo por vivir y deja en plantilla a un terrorista? ¿Es Dios quien estima conveniente de buenas a primeras convertir el calendario de un ser humano en un calvario? ¿Estamos de coña o qué? Retazos de esta gilipollesca creencia los encontramos en comentarios de measalves (hasta las religiones tienen su cuota de cuñadismo) e incluso en sermones funerarios (coleteando en expresiones tipo "ahora que Dios ha llamado a su presencia a..."), lo cual es particularmente bochornoso. A todos aquellos que crean que Dios es una especie de George R.R.Martin y nosotros pobres personajes de Poniente déjenme darles una exclusiva: Dios no interviene en la vida de las personas, ni para bien ni para mal: no es ni Supermán ni Pinhead. Por tanto, asumiendo la no injerencia de lo divino en lo humano, decidir acerca de lo terrenal no debe se causa de reprobación, censura o demonización. Las religiones (y sus voceros) en situaciones como las que contextualizan una eutanasia están o deberían estar para ofrecer consuelo no para tocar las pelotas. Supongo que habrá algún flandersiano que piense que la eutanasia se pasa por el forro el mandamiento de "No matarás". Pues bien, a esos escrupulosos mojigatos de cerebro tierno habría que explicarles que una cosa es dar matarile a un inocente y otra muy distinta liberar del sadismo que supone un padecimiento irremediable a un ser humano digno de tal denominación (nota: no considero seres humanos a todas las personas, razón por la cual a un terrorista, asesino, maltratador, violador, pedófilo o pederasta no lo liberaría de sufrimiento alguno sino todo lo contrario). Dicho de otra manera: ese precepto aplica al ámbito del homicidio, no de la piedad. En ese sentido, conviene recordar a esos beatos aspaventosos que la eutanasia no es matar por mucho que la consecuencia sea la misma: el deceso y un cuerpo inanimado. Y ojo que el abajo firmante es creyente.

Así las cosas, soy partidario de la eutanasia siempre que el peticionario lo pida (o sus seres queridos en su nombre) y la enfermedad o el padecimiento no tengan solución médica o de tenerla no sea compatible con la dignidad que la mayoría de personas se merece. Por eso, practicar una eutanasia me parece una de las más asombrosas y valientes muestras de bondad, sensibilidad, piedad y respeto que puede brindar un ser humano a otro porque en el fondo pienso sinceramente que decidir morirse, preferir la muerte a la agonía es una elección como cualquier otra que una persona toma a lo largo de su existencia con respecto a su vida, con la única singularidad de que es la última y sin duda más valiente decisión a tomar. Por eso, para mí, la eutanasia no es más que dejar marchar, dejar partir, dejar morir pero también dejar vivir: permitir que cada persona haga con su vida lo que quiera incluso en su última hora, conceder el derecho a vivir, sentir y ser en libertad, sin coacciones ni reproches ni represalias. Y es que lo verdaderamente importante en este mundo es que la muerte te pille viviendo y no sólo respirando porque cuando uno deja de (poder) vivir la vida no hay mejor salida que ahorrarle el calvario de sentir que ya no se es y saber que ya no se está.

Artículo escrito en homenaje de todos aquellos que se atrevieron a irse y quienes tuvieron el corazón suficiente para dejarlos marchar.

martes, 18 de octubre de 2016

Humanidad a la deriva

El Mediterráneo es un mar en lo geográfico y un océano en lo cultural en la medida en que sirve de nexo entre pueblos distantes en lo espacial y/o lo temporal. El Mediterráneo es un lugar a medio camino entre lo real y lo imaginado, entre la crónica y el mito, entre la verdad y la leyenda. Pero el Mediterráneo es también y muy "recientemente" la mayor fosa común de Europa y probablemente del mundo (más de 10.000 muertos desde 2014), un lugar donde en los últimos años mueren hombres o esperanzas con tanta asiduidad y "facilidad" que dejó de ser noticia para ser paisaje, un paisaje de pena inabarcable y fondo atroz en el que la humanidad flota a la deriva mientras a su alrededor la credibilidad de organizaciones supranacionales y gobiernos de toda índole se hunde irremediablemente y la esperanza en el ser humano chapotea aparatosamente para no ser un pecio más. El Mediterráneo se ha convertido en un horror cotidiano, en una tragedia que llama diariamente a la puerta de nuestra conciencia.

Por eso es no sólo agradecible sino también imprescindible que alguien se tome la molestia de agarrarte de la pechera y obligarte a mirar sin apartar la mirada. Eso es lo que hizo Jordi Évole en Salvados con "Astral", un documental impecable en la forma e implacable en el fondo que llenó los ojos de quienes lo vieron de salitre, espanto, sudor, vergüenza, pena y asombro. El programa, el programón del domingo, nos contaba la gesta (a las
cosas hay que llamarlas por su nombre) de unos activistas españoles (los de Proactiva Open Arms) decididos a arrancar de los brazos de la muerte a centenares de refugiados que se lanzan al mar Mediterráneo sin más equipaje que la fe; una fe ciega, injustificada y con frecuencia letal pero inflamada por la desesperación de quien huye. Y es que los inmigrantes, los navegantes del patíbulo, los parias flotantes, los desheredados de la suerte, las personas de rostros desencajados por el agotamiento y la incertidumbre, huyen sin cobardía pero con temeridad. Se arrojan al mar escapando de una vida incendiada por la injusticia y todas sus atroces ramificaciones. He ahí la gran paradoja de los que migran confiando su aliento a unas embarcaciones precarias siempre e inverosímiles con frecuencia: arriesgan su vida para tener una. Un doble o nada, el Hades o el Olimpo, un salto al vacío convertido en un horizonte de agua que tal vez nunca devenga en tierra firme. Por eso adquiere aún más valor el trabajo de Open Arms, porque, al igual que hacían los héroes clásicos, viajan al mundo de los muertos para trastocar la cuenta de resultados. Una hazaña tan ejemplar que deja en miserable ridículo a todos los "solidarios de salón", esos que se llenan la boca de palabras grandilocuentes pero que a la hora de la verdad no tienen el coraje para hacer nada más que posturear.

Así,"Astral" nos ha obligado a contemplar una situación en el que la falta de escrúpulos de las mafias, la pasividad, ineficacia e irresponsabilidad de gobiernos (europeos y no europeos), la desesperación de los emigrantes y la extraordinaria solidaridad de los activistas conforman un impresionante cuadro donde tienen cabida lo mejor y lo peor de la condición humana. Y lo ha hecho de una forma alejada de todo personalismo y efectismo, dejando que el narrador-presentador desaparezca en favor de los auténticos protagonistas y permitiendo que las imágenes hablen con toda su honesta crudeza hasta causar una marejada de pensamientos y sentimientos.

Por todo ello, el Salvados del pasado domingo nos volvió a rescatar de la mediocridad aletargada en que vivimos para ofrecernos (una vez más) todo un encuentro con el ser humano en toda su grandeza y miseria al mismo tiempo que reconciliaba la televisión con la calidad y el periodismo con la decencia. Y todo eso en una noche en la que muchos españoles prefirieron dedicar sus pupilas a averiguar si Bisbal y Chenoa se daban o no un abrazo en lugar de dirigir la vista, la conciencia y la consciencia a ese sitio no tan lejano donde la humanidad flota peligrosamente a la deriva.

miércoles, 1 de abril de 2015

Del Bosque como metáfora

Anoche volvió a quedar claro (y van...) que Vicente del Bosque no es un buen seleccionador, al menos en lo referente a la selección española de fútbol. Y no lo es simple y llanamente porque no es buen entrenador, al menos en lo que respecta a dicho deporte. Quiero dejar la puerta abierta a la esperanza y creer que quizás este individuo orondo, lisiado y tristón encierra un buen seleccionador de trufas o un extraordinario entrenador de orugas procesionarias. Pero "fútbol" y "Del Bosque" guardan entre sí la misma relación que "belleza" y "Leticia Sabater" o "educación" y "Belén Esteban". Con esto no estoy queriendo decir, ni mucho menos, que Vicente del Bosque sea un completo inútil porque, haciendo bueno el dicho, sí es un estupendo mal ejemplo. Y de eso trata este artículo: de lo que Vicente del Bosque tiene de ejemplo, de metáfora, de trasunto, de correlato objetivo o de como lo quieras llamar. Porque, para mí, Del Bosque es...

...el Mariano Rajoy del fútbol patrio: un individuo que al nacer debió perder junto a la placenta el atractivo físico, la sinapsis y la capacidad de autocrítica. Una persona que eligió un mal día para meterse en faena. Un hombre que en situaciones de crisis es incapaz de tomar una sola buena decisión. Un mandamás que mandar,
lo que se dice mandar, manda poco y mal. Un tipo que sabe poner excusas pero no pedirlas. Un gestor que a los jóvenes con mejor formación y talento en muchas generaciones las únicas alternativas que les ofrece son la puerta de salida o la mediocridad. Un ser que proyectaría el No-Do e intentaría convencer al personal de que aquello es Blade Runner. Un paisano cuyas declaraciones hacen sospechar que debe estar censado en Marte. Un representante de cómo en este país el peor de los tarugos puede llegar a lo más alto. Un tío cuyos logros han contribuido a consolidar en España el estado de frustración. Un error en sí mismo considerado. Alguien, en definitiva, que mejor habría hecho no saliendo jamás de su casa o, en su defecto, dedicándose a otra que no fuera a lo que se dedica.

...el José Luis Moreno del mundo FIFA: una persona capaz de coger la Roja y convertirla en una alfombra lista para ser pisoteada o, directamente, masacrada. Un hombre para el que cualquier tiempo pasado fue mejor. Un hacedor de esperpentos que invitan a "hacerse un Edipo" y arrancarse los ojos con tal de no sufrir
más. Un individuo al que ya no le funcionan sus sketches. Un espabilado al que ya no le salva esconderse detrás de unos muñecos que hoy no causan otra cosa que no sea pena o irritación. Un trabajador que mientras haya alguien dispuesto a pagarle siempre tendrá a bien torturar al personal con la brillantez de su desempeño. Un tipo que está descubriendo la diferencia de matiz entre "reírse con" y "reírse de"...o quizás la está enseñando al resto del país. Un personaje soberbio e impermeable a las críticas vengan de donde vengan. Un ser desconectado del espacio, del tiempo y del sentido común. Un reincidente en el bochorno. Una puerta al Tártaro. Alguien, en definitiva, que lo mejor que puede hacer es dejar de ser el abajo firmante de cosas que, vistas en televisión, avergüenzan a todo un país.

En resumen: Vicente del Bosque no es un buen entrenador de fútbol ni, por tanto, un idóneo seleccionador pero sí es una magistral metáfora de la mediocridad, de lo caduco, de lo erróneo, de lo irresoluble, de lo deprimente, de lo inaguantable, de lo indefendible, de la falta de genio, de la inoperancia, de la negligencia, de la carencia de vergüenza. Es un correlato deportivo de la política de Rajoy y de la televisión de Moreno. Para eso sí vale Del Bosque, para reflejar lo que es esta España actual...tan necesitada de cambio.     

martes, 30 de diciembre de 2014

Una casita con lucecitas

Mediaset (ese grupo) se ha esforzado en los últimos años en dar motivos suficientes para que asumamos que, de haber un holocausto nuclear o caer un meteorito en España, habría unas cuantas pérdidas que no cabría en absoluto lamentar, por la calidad humana o intelectual de los fallecidos. Motivos que adoptan la forma de programas (con perdón) en los que se puede ver a gente haciendo el cretino con ropa (Gran Hermano), casi sin ropa (Supervivientes), sin ropa (Adán y Eva) y con y sin ropa (Mujeres, hombres y viceversa); o de programas en los que se redimensiona el término "cutre" (Cámbiame) o en los que se puede ver en acción a detritus juniors (Hermano mayor) o seniors (Sálvame). Motivos para entender su parrilla de programación (al menos la de la vergonzosa Telecinco y, en menor medida, la de la indefinible Cuatro) como un excelente argumento para poner en duda no sólo la existencia de vida inteligente fuera de la Tierra sino también dentro de él. Motivos para creer que el innegable éxito en audiencia de dichos productos lleva los conceptos "coprofagia" y "masoquismo" a un nuevo nivel. Motivos para cuestionar la vigencia de conceptos como "ética", "estética", "mérito", "esfuerzo", "calidad", "virtud", "educación", "evolución", "orgullo", "sensatez"...Motivos para sospechar que Jorge Javier Vázquez, Emma García, Mercedes Milá y Jordi González son, junto al deshielo polar y la sexta extinción, ejemplos claros de que el mundo se está yendo por el retrete a Mach 5. Motivos que dan a entender que cuanto más gilipollesco, inculto, amoral, indiscreto, hortera, vago, lerdo, maleducado, jeta y/o canalla seas, mejor te va a ir en la vida si ésta pasa por Telecisco. Motivos para presuponer que una de las consignas innegociables de Mediaset es la de convertir deliberadamente Telecinco no sólo en su principal emblema (tremendo error) y motor de audiencia sino en escaparate y factoría de seres antropomórficos que deberían ser estudiados por la ciencia o encerrados en el área 51. Motivos para pensar que Mediaset tiene la ilusión, la vocación y el compromiso de convertirse en la mejor (o peor, según se mire) casa de lucecitas en el arcén de la TDT española, especialmente por lo que hace, demuestra y perpetra en Telecirco. Motivos que, por suerte, han llevado a la CNMC a poner el punto de mira al mascarón de proa de esa escombrera humana, al rey de la poza séptica, a la quintaesencia de la telebasura del siglo XXI, a la corte de los milagros de Fuencarral: Sálvame. Y todo ello "sólo" porque este producto (de bajo coste y aún más bajo gusto) incumple la ley que regula los contenidos emitidos en horario infantil, lo cual me recuerda a aquello de condenar a Al Capone "sólo" por delito fiscal.

Yo no voy a entrar a valorar si el acceso de los niños a la televisión tiene que estar regulado por una ley, por una cadena de televisión o por sus progenitores, aunque creo que es una responsabilidad conjunta que no admite dejaciones por ninguna parte, a no ser que lo que se pretenda sea que esas criaturas el día de mañana sueñen con ser tronistas, grandeshermanos, supernáufragos o tertulianos de baratillo en lugar de soñar con ser hombres y mujeres de provecho o, simplemente, hombres y mujeres. 

Lo que sí voy a entrar a valorar es el repugnante y colosal cinismo en que radica la indignada campaña (#yoveosálvame, etc) y el lisérgico argumentario que ha lanzado Mediaset en defensa de Sálvame a cuenta del toque de la CNMC. ¿Cómo se puede querer replicar un argumento legal con razones fuera de Derecho (y de la lógica y la decencia)? ¿Cómo se puede hablar con gesto circunspecto y tono grave de lo que es un esperpento infumable en
fondo y forma? ¿Cómo se puede reivindicar la dignidad de algo que no es más que un festival televisado de miseria, morbo y mediocridad? ¿Cómo se puede utilizar a los espectadores para justificar la permanencia y la calidad del programa a sabiendas de que todo se debe "simplemente" a una infracción legal o, dicho de otra forma, a pasarse por el forro la consideración debida al público infantil? ¿Cómo se puede utilizar como defensa para su preservación razones que valdrían para promover la emisión en ese mismo horario de películas porno o gore? ¿Cómo se puede apelar al futuro profesional de más de 200 familias cuando seguramente esos trabajadores hacen lo que les mandan y están plenamente capacitados para hacer algo distinto y más digno? ¿Cómo se puede desperdiciar dinero, medios y talento en perpetrar un producto tan hortera, cutre y estúpido? ¿Cómo se puede enarbolar la bandera de la libertad de expresión cuando tu "modus vivendi" consiste en pasarte por la quilla el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen? ¿Cómo se puede pedir que se tome en serio algo que nace desde, por y para el disparate? ¿Cómo se puede reclamar que se trate a Sálvame como algo que no sea excepto lo que es: una defecación? Las cosas claras: ni Jorge Javier Vázquez es Valle-Inclán ni Sálvame el equivalente televisivo a una comedia de Darío Fo. Sálvame es un circo de los horrores y J.J.Vázquez su orgulloso jefe de pista. 

Por todo ello, espero y deseo que Sálvame desaparezca de la parrilla (al menos de su horario actual) no sólo por respeto a la legalidad sino, más importante aún, por ayudar a que España deje de dar asco. Igual que espero y deseo idéntica suerte para las aberraciones antes citadas...No obstante y pese a todo, soy plenamente consciente de que, muy problablemente, en todo este embrollo pesará más la vocación de Mediaset de convertir a los espectadores en moscas. ¿Por qué? Porque mientras la basura tenga su público, siempre habrá gente dispuesta a hacer negocio con ella. Y a defenderla.

miércoles, 2 de enero de 2013

Lección de mago

"En realidad, no existe la gente normal y corriente. Todos tenemos el poder de ser extraordinarios, sin importar de dónde venimos ni las circunstancias. Es cuestión de creer. Algunos piensan que es imposible cambiar el futuro pero, en realidad, el futuro es lo que todos hacemos". Esta observación, tan sencilla como ilusionante, no la ha dicho ningún gurú de libros de autoayuda ni ningún pensador de esos que cobran un pastón por cada segundo de su tiempo ni una estrella musical o cinematográfica. La ha dicho Steven Frayne o, como mejor es conocido, Dynamo, el Mago. Un mago, tal cual. O quizás algo más porque, viéndolo en acción, cualquiera diría que Dynamo es un superhéroe, un mutante o alguien venido de otro planeta. Lo cierto es que es un chaval nacido hace 32 años en la localidad inglesa de Bradford  y se llama, como digo, Steven Frayne. De haber nacido hace 2013 años en la localidad judea de Belén se llamaría Jesús de Nazaret. Caminar sobre las aguas, dar la vida a algo que no la tiene, manipular los elementos, transmutar sustancias, vaticinar acertadamente sucesos del futuro, conocer lo que está en tu mente, arreglar algo que aparentemente no tiene remedio, congregar todo tipo de gentes a su alrededor, lanzar un mensaje optimista y conciliador...este chico tranquilo y sencillo de aspecto enclenque y enfermizo (padece la enfermedad de Crohn) es capaz de hacer cosas que ni siquiera la imaginación más creativa es capaz de explicar o prever y lo hace con una naturalidad y modestia verdaderamente convincente. Convierte lo imposible en algo cotidiano. No hay sofisticación ni falsa modestia ni paripé en nada de lo que hace este mago-ilusionista-mentalista-genio. Y creo que eso, unido a la espectacularidad de sus hazañas (ya sean grandes o pequeñas), son las claves de su éxito, que hoy disfrutamos en España gracias al canal Discovery Max y a Youtube.

De todos modos, mi intención con este artículo no es elogiar ni promocionar a Dynamo sino hacerme eco de esa reflexión con la que comenzaba. Estando a comienzos de año y en un estado de depresión como el que llevamos sufriendo los últimos años, palabras así son pura magia a la hora de hacerte recobrar el ánimo y la fe. Estoy de acuerdo en que el futuro es lo que todos hacemos o, por desgracia en algunas circunstancias, lo que nos dejan hacer, pero también pienso que, efectivamente, se pueden cambiar las cosas, empezando por el futuro, si se cree en ellas y en uno mismo. Así que, para este año que comienza, mi gran propósito es creer y hacer, porque creo que, hasta la fecha, esas palabras de Steven Frayne son la mejor receta contra la crisis o, en general, contra cualquier crisis, que he oído nunca. Imaginar, creer, hacer: lo dicho, pura magia...en unos tiempos muy necesitados de ella.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Alguien pagó a la madre del Cuco

Ya no basta con carroñear más allá de todo amarillismo los crímenes y demás sucesos luctuosos. Ahora hay que rentabilizarlos hasta lo nauseabundo. Hay que hacer hueco para el dinero. Fuera pues escrúpulos, principios y cualquier atisbo de ética.

Esto es algo que desde hace tiempo hacen todas las cadenas, con más o menos sutileza. En el caso de Telecirco, esa cadena que ha hecho de la basura un pilar capital de su ideario y programación, con muy poca y empeorando. Y les funciona. Ahí están los datos de audiencia. Yo no voy a valorar los gustos de miles de personas, del mismo modo que no valoraría parafilias. España, país de coprófilos televisivos.

Lo que sí voy a ponderar es la dignidad y la ética profesional y, especialmente, humana de quienes no sólo acceden a perpetrar un sucedáneo de "entrevista" a una irrelevante madre de un cobarde delincuente cómplice de un repugnante y cobarde asesinato, sino que además le pagan más de 9.000 euros por ello. Es  infame, por varios motivos:
  1. Con la que está cayendo económicamente, pagar ese dineral a una mengana para que se preste a contar, sin dar literalmente la cara, un tropel de cosas irrelevantes sobre el más insignificante de todos los implicados en el asesinato de una chica...debería ser motivo más que suficiente para, como mínimo, multar ejemplarmente a la cadena y la productora de "La Escoria". Millones de españoles en el paro, otros tantos sobreviviendo con míseros sueldos y en la televisión se sigue despilfarrando el dinero pagando a gentuza. Así nos va.
  2. Desde el punto de vista periodístico, jactarse de una entrevista como ésta, sólo puede hacerlo alguien que no entienda ni respete qué es el periodismo.Del mismo modo que indignarse por las críticas recibidas como consecuencia de ello sólo está al alcance de alguien que no entienda qué es la ética ni la moral. Claro que de gente como "Carapicada" González uno puede esperar lecciones de demagogia, histerismo o sexo homosexual, pero no de periodismo, ética, vergüenza o moral. Lo perpetrado el sábado noche es una muestra más de que en España el ¿periodismo? está en la UCI y con mala pinta.
  3. Desde el punto de vista televisivo, yo me pregunto cuál es el concepto de calidad que se tiene ahora mismo en las productoras de televisión en España. En serio. Miedo me da imaginar qué será lo próximo que ofrecerán nuestras cadenas en general y Telecirco en particular: ¿Una defecación en directo? ¿El vídeo completo de un legrado en prime time? ¿Un reality show en el que convivan zoofílicos, pedófilos y necrófilos? ¿Un programa de suicidios televisados? ¿Un Gran Hermano donde se decida qué concursantes mueren? ¿Un concurso de ventosidades? Iba a decir un programa donde se hable con los parientes muertos, pero eso ya lo hacen. Tela.
Yo no voy a pedir aquí que arrasen hasta los cimientos los estudios de cierta cadena, aunque se lo merezcan. Yo no voy a pedir aquí que se cree un impuesto que viole en lo económico a productoras como la que es capaz de pagar miles de euros a una anodina fulana que bastante tiene con no haber abortado cuando tuvo a su hijo, aunque se lo merezcan. Yo no voy a pedir aquí que se convierta en piñatas humanas a quienes posibilitan, participan o alardean de participar en espectáculos tan lamentables como el que propicia este artículo, aunque se lo merezcan. Yo no voy a pedir aquí que se retire la licencia de emisión a cadenas que el 90% de lo que emiten es basura (y el 10% restante, excepciones que confirman la regla), aunque se lo merezcan. 

No. Lo que voy a pedir desde aquí es algo muy sencillo y que espero que cunda: La eliminación manual en nuestros aparatos de televisión del canal donde emite "Telecinco". Simple. Efectivo. Merecidísmo.

Una última reflexión: ¿Estamos locos o qué?

(PD: No, yo no vi la entrevista ni el programa. Mi vida se merece algo mejor)

jueves, 25 de noviembre de 2010

Un poco de insecticida, por favor

¿Qué hay dentro de la mente de Zapatero? ¿Cuál es el género de Falete? ¿De qué planeta procede Karmele Marchante? ¿Por qué fingen los luchadores de wrestling? ¿En qué trabaja la Familia Real? ¿A qué miran los moáis? ¿Qué consume Karlos Arguiñano antes de salir ante las cámaras? ¿Con qué se tiñe Mariano Rajoy?¿Por qué todo el mundo desvía la mirada dentro de un ascensor? ¿Dónde diantres está la Atlántida? ¿Cómo se puede uno librar de los teleoperadores? ¿Es Belén Esteban la primera oleada de una invasión extraterrestre? ¿El jeta nace o se hace? ¿Se quedan sin saliva los lameculos? ¿Induce al suicidio escuchar la música de Álex Ubago? ¿Cuánta vida hay en el suelo de un váter público?¿Quién me ha robado el mes de abril?...Todas ellas son inquietantes cuestiones que flotan en el inconsciente colectivo de los españoles desde hace tiempo. Yo tengo otra: ¿Por qué se sigue emitiendo "El hormiguero"?

El programa de Cuatro (neuronas), cuyo nombre va de perlas para reflejar la altura física e intelectual de su responsable, ha sido recientemente objeto de una curiosa polémica a propósito de la entrevista perpetrada contra los protagonistas del, por cierto, interesante film "La red social"; una escena en la que el más cretino de todos los hobbits, también conocido como Pablo Motos, volvió a demostrar que la estupidez suele ir acompañada de una absoluta falta de complejos

Dejando a un lado la posterior y exagerada reacción de Jesse Eisenberg, lo cierto es que razones no le faltan para abjurar de su paso por un espacio televisivo en la que el menguado engendro barbilampiño y su patulea de colaboradores se dedican al curioso cometido de hacer el idiota, cuando no simplemente a actuar como perfectos bobos de baba. Quizás a Motos y sus colegas se les ha pasado por alto que "ir de graciosos" es algo muy distinto a "ser graciosos". ¿Por qué? Porque la gracia requiere inteligencia y un mínimo de preparación, virtudes ambas que brillan por su ausencia en  el interior de "El hormiguero", será porque no caben o porque la vanidad no combina muy bien con el talento y de aquella  "Pocket Motos" va sobrado. 

Una cosa es querer hacer un programa original, desenfadado y con el (buen) humor como base y otra muy diferente realizar un programa cuyo guión parece escrito por un politoxicómano de cinco años; los colaboradores, abducidos de un botellón; y las entrevistas a los invitados, preparadas cinco minutos antes en el inodoro. Cualidades todas ellas que hacen de "El hormiguero" un estupendo candidato a engrosar la lista de programas sépticos como "Chulos, putas y viceversa", "Sálvame de Belén Esteban", "Las chonis de la corona", "La noria de las vanidades", "Enemigos íntimos de la vergüenza", "Supervivientes (por desgracia)", "Mercedes Milá Show", "Resistiré este horror","Dónde estás carroña", "El diario de la chony","El intermedio de la nada", "Vuélveme boba"...

La culpa de esto no la tiene Motos, que ya era así antes de "El hormiguero", sino quien mantiene en emisión un programa de vergüenza ajena cuyo público objetivo, a juzgar por la calidad de  sus contenidos, debe ser o bien los inquilinos de un jardín de infancia o bien los habitantes de un frenopático, con todos los respetos para unos y otros.

En definitiva: ruego encarecidamente que alguien extermine televisivamente a los memos de "El hormiguero", aunque sólo sea para evitar que los extranjeros que acudan a él salgan con la idea de que España es un país de gilipollas.

miércoles, 23 de julio de 2008

De Operación Triunfo 2008...

Anoche acabó la edición de este año de Operación Triunfo y lo hizo con Virginia como ganadora. En 2008, OT ha sido desquiciantemente paradójico: la elegancia y la buena educación ha convivido con la grosería y el marrullerismo, la humildad ha estado hombro con hombro con la vanidad, el talento ha respirado el mismo aire que la necedad, la sinceridad más cruda ha recorrido el mismo camino que los eufemismos más almibarados, el esfuerzo ha visto cara a cara a la dejadez, la seriedad ha ido de la mano con el cachondeo...En fin. Quien esto escribe está en las antípodas del fanatismo adolescente de chillidos con acné y soponcios catódicos tanto como del conocimiento musical esencial para criticar constructiva y fundamentadamente OT en su aportación al cuarto arte. Así que, este artículo lo escribo como persona y espectador. Para facilitar la agilidad en su lectura y la claridad en el entendimiento, analizaré todo en los siguientes puntos:


  • Motivo por el que veo OT: La primera y mítica edición, por la novedad. En los últimos años, por Risto Mejide. Y en las ediciones que median, no lo vi; había cosas mejores a las que dedicar el tiempo.


  • Quien ganó: Virginia podrá gustar o no como canta, podrá enamorar o no su forma de ser, pero no deja a nadie indiferente y tiene algo que la diferencia: su peculiar voz y su angelical "contención". Si a esto añadimos el arduo camino de esfuerzo, aguante y superación que ha recorrido desde el primer día del programa, tengo argumentos más que de sobra para decir: ¿Y por qué no debería haber ganado?


  • Quienes no perdieron: Pablo; podría decir de él que podría ser algo más que el coplero del siglo XXI, pero prefiero destacar que si su humildad fuera directamente proporcional a su talento, habría ganado de calle este concurso. Chipper; ha sido, es y será siempre un despropósito que un sujeto con mejores cualidades y trayectoria profesional que bastantes profesores de la Academia compita con personas que en el mejor de los casos tienen un nivel amateur. Además de sus incontestables tablas, tenía bazas políticamente correctas a su favor (extranejero, homosexual y negro), pero eso no fue suficiente para ganar. OT es lo que es: un premio a la progresión y al mérito en un ambiente de homegeneidad de condiciones.


  • Quienes perdieron: Exceptuando a Manu, el diamante peleado con la madurez, el resto de concursantes se pueden considerar a sí mismos como los perdedores de esta edición. Unos perdedores, en toda la extensión de la palabra, que en algunos casos han demostrado ser peores personas aún que cantantes y, por eso, me cebaré con ellos: Sandra, la mengana arrabalera; una necia soberbia y sobrevalorada con look "calle Montera" que hace parecer a Amy Winehouse una lady de la alta sociedad. Mimi, la diva de todo a un euro; una barbie morena que debió perder la humildad al mismo tiempo que la virginidad, una modelo a evitar que demostró que a buen seguro hay cien cosas que hace mejor que cantar. Iván, el esquizofrénico gallo arcoiris con el ego camino de Marte; un individuo al que me extrañaría menos verle con sífilis, gonorrea o VIH que triunfando en el mundo artístico, una alimaña vestida de "movida madrileña" cuyo mayor logro ha sido hacer perder la cabeza al director de la Academia. Anabel, la imposible mezcla entre una gogó de regional y Rocío Jurado; con su edad, que tenga como referente artístico a la Jurado, es para hacérselo mirar. Noelia, el mayor descubrimiento reciente de la zoología patria, nunca antes se había visto un elefante marino con una laringe tan evolucionada; está claro que la dieta a base de envidia y complejos no le sienta bien a su silueta. ¿Y del resto de concursantes qué? Pues que son tan fácilmente olvidables que lo único que podrían hacer para seguir siendo foco de atención sería posar en cueros en alguna revista...


  • La Academia: el claustro. Aun con menos currículum que Chipper en algunos casos, los profesores de este año han sido notablemente mejores que los de ediciones anteriores (y eso que había varios rostros ya conocidos, como el gran Manu Guix). Un lujo para unos alumnos que no siempre se han preocupado de aprender de verdad. Tan importante es enseñar como dejarse enseñar. Tiempo tendrán de darse cuenta de ello. No obstante, el favoritismo, el babeo o la predilección nada escondida de ciertos profesores por ciertos alumnos ha deslucido en no pocas ocasiones su excelente labor docente.


  • La Academia: el director. Ángel Llácer, uno de los mejores profesionales que ha pisado el claustro de OT. Histriónico, ingenioso y brillante, es en mi opinión, un excelente maestro a la hora de convertir a simples aficionados en intérpretes capaces de entender, sentir y transmitir una canción. Lástima que este año, en la edición en la que ha ostentado el cargo de director de la Academia, haya querido explicitar la diferencia entre un histrión, en el sentido dramático del término, y un payaso, en el sentido despectivo de la palabra. Ha solucionado los problemas de convivencia y actitud con toneladas de buenrollismo vacío y una férrea hipocresía de mundo feliz. Ha apostado más por su faceta de payaso mediático que por la de magister. Y, por último, ha dejado la imparcialidad y ecuanimidad en el armario para dar paso a un desaforado y bochornoso favoritismo por algunos alumnos, en especial, Iván, con el que ha protagonizado escenas y diálogos homoeróticos de auténtica vergüenza ajena (a mí me da igual la tendencia sexual de la gente; lo que no soporto es la vulgaridad). Un partidismo que ha desembocado en el hecho innegable de que su relación y trato con la ganadora del concurso ha constituido todo un gélido tratado de hipocresía. En definitiva, a Ángel Llácer, este año, se le ha visto el plumero, en todos los sentidos.


  • El presentador: Jesús Vázquez. Salvando el hecho de que cada año que pasa lo veo más cerca del gay amanerado que del gay comedido, me parece que si se mantiene en el candelero televisivo tanto tiempo y al frente de programas en los que se invierte mucho dinero es por la sencilla razón de que es, innegablemente, un buen profesional del medio, al menos en lo que se refiere a shows de esta índole. En esta edición, se ha contagiado del populismo minoritario y la demagogia buenrollista que ha afectado a la Academia y ha perdido el norte y los papeles (como, por ejemplo, en la última gala). Programa tras programa, su imparcialidad como presentador ha sido relevada por sus filias (y fobias) personales. ¿Algo que objetar? Nada. Cada cual que haga lo que quiera, pero, a un presentador, se le paga por presentar de la forma más objetiva y atractiva para el espectador, y nada más. Los plumeros, para limpiar el polvo, Jesús.


  • El Jurado: Este año, ha sido más parcial que nunca y eso ha incrementado notablemente el rentable espectáculo de grescas, discrepancias, dimes y diretes. Noemí Galera, deliciosamente dura y sensata cuando está en su papel, parece estar encantada cuando ella es el centro de atención y se mosquea cuando no lo es. A mí eso me suena a rabieta de niña, más que a jurado, pero como esto es televisión, quizás ella sepa muy bien que sus "piques" con el gran surtidor de audiencia que se sienta a su derecha le van genial al programa y de paso alivian su agrietada imagen de persona justa e imparcial. Empezó el programa como buena jueza y acabó como una fan hormoneante de algunos concursantes (y no precisamente de la ganadora). En cuanto a Javier Llano, en cuanto descubra que valorar como jurado no significa otorgar una gratuita sesión de baño y masaje verbal a los concursantes, sus intervenciones dejarán de parecer adulaciones sin fundamento y el ego de algunos podrá caminar con los pies en el suelo. Si hablamos de Cocó Comín, hablamos de una señora que, pese al nombrecito que gasta, ofrece un repertorio de valoraciones bastante certeras y constructivas, aderezadas con bombonas de oxígeno para el amor propio de los criticados. Y, por último, si hablamos de Risto Mejide...


  • Risto: Aviso para navegantes: En todas las versiones de OT que circulan por el mundo, siempre hay en el jurado alguien que hace de la antipatía y las críticas más crudas sus señas de identidad. Estamos, por tanto, ante un arquetipo de "jurado desagradable" estandarizado y extrapolado junto con el "formato" Operación Triunfo. Eso es Risto Mejide...y mucho más. Quienes critican a Risto con argumentos basados en antipatía, desagradable, rudeza, etc, etc,etc, demuestran que, además de caer en la demagogia más fácil, tienen una miopía intelectual de primer orden. ¿Por qué? Porque Risto es alguien que trasciende el rol anteriormente señalado para ofrecer un ejercicio de sinceridad, honestidad, talento e ingenio (aunque sea de forma mordaz) al que no estamos acostumbrados, al menos, en la televisión española. No obstante, dejando mi filia personal aparte (de la que daré buena cuenta en otro artículo), quizás sea oportuno destacar que Risto es, sin lugar a dudas, el mayor reclamo y principal generador de audiencia de las tres últimas ediciones de OT. Y esto no es un comentario subjetivo y baladí: quien quiera, puede molestarse en mirar los datos de audencia de OT y contrastar en qué momentos tiene los llamados "picos" y verán que, casi siempre, coinciden con las intervenciones de Risto. El impacto de Risto, tanto en audiencia como mediáticamente, es incontestable y muy superior al de cualquier otro integrante del concurso. Por todo ello, se puede decir que Risto necesita OT como mero escaparate, pero OT necesita a Risto como un asmático el ventolín. Así de sencillo. En resumen, no me extraña que el señor Mejide genere tanta controversia y animadversión, porque, la envidia es muy mala y la sinceridad, duele.


En fin. Se acabó Operación Triunfo: el concurso que ganó Virginia, perdieron unos indeseables y conquistó Risto. La televisión, a veces, tiene mucho de justicia poética.

sábado, 19 de julio de 2008

La noche del fin del mundo: Un reportaje inolvidable

Anoche tuve la suerte, la inmensa suerte de ver "La noche del fin del mundo" en Cuatro. Un documental conmovedor, contundente, sobrecogedor, honesto, valiente, impecable y, por todo ello, inolvidable. Un reportaje sensacional que constituye un colosal ejercicio de excelencia profesional y humana con el que Íker Jiménez se quitó de encima el sambenito de periodista friki y bizarro, con el que le visten sus detractores, para revelarse como lo que es: un profesional de raza y con valores innegables.
"La noche del fin del mundo" aborda una de las mayores catástrofes vividas por la Humanidad en los últimos siglos: la tragedia nuclear de Chernobyl. El documental habla de lo que se dijo y lo que no, de lo que ya se sabía y lo que deberíamos saber, de lo que se había olvidado y de lo que nunca tendremos que olvidar. Y lo hace a través de datos apabullantes, testimonios desgarradores e imágenes que retuercen el alma sin clemencia alguna. Todo ello gracias a dos factores clave demostrados por los responsables de este extraordinario producto televisivo: el ansia infatigable por contar y descubrir la verdad y el respeto a la inteligencia y madurez del espectador. Por todo esto, no miento si digo que "La noche del fin del mundo" es el mejor reportaje que he visto en muchos años; incluso, me atrevería a decir que es el mejor que recuerdo.


Igualmente, tanto el documental como la tragedia que analiza, nos hablan sin rubor ni tibieza alguna de lo mejor y lo peor del ser humano: del silencio asesino oficial de la URSS y del altruismo suicida de miles de personas, del orgullo trágicamente mal entendido y de la valentía y la cooperación más desgarradoramente humana, de los olvidados y de los que no olvidan. Es imposible ver este gran reportaje sin aguantar un nudo en el estómago o una lágrima en los ojos. Se queda grabado a sangre y fuego en el alma y mejor que sea así, porque lo que ocurrió en Chernobyl, sus causas y consecuencias, así como la impresionante inmolación voluntaria de miles de seres humanos por salvar a miles más, no merecen ser olvidados jamás. El silencio y el olvido son castigos demasiado infames para todo lo que pasó aquel día de 1986 y en jornadas posteriores.


Por todo ello, mi mayor reconocimiento y agradecimiento a Íker Jiménez y su equipo por regalarnos ese magistral reportaje. Nadie debería dejar pasar la oportunidad de verlo de nuevo, ya sea en televisión, dvd o en Youtube, porque, documentales como "La noche del fin del mundo" hacen grande la televisión, el periodismo y el ser humano.




Por último, gracias, gracias a todos aquellos que murieron en Chernobyl por comportarse como les dictaban sus corazones y conciencias. Sus vidas, por mi parte, superarán por siempre la vanidad del olvido.

lunes, 10 de septiembre de 2007

TVómitos

Como el Nautilus de Nemo o la Enterprise de Kirk, así la televisión de nuestros días se lanza a explorar con arrojo y determinación lugares donde nadie en su sano juicio se metería. La programación no es que sea mala. No es mala. Sencillamente hiede. Y no, tampoco estoy generalizando. Dios me libre. Sólo me estoy refiriendo al 90% de la parrilla televisiva. Como de estudiar un nauseabundo cadáver se trata, este artículo con vocación de autopsia lo dividiré en puntos, para que quien quiera pueda leer aquellos que más le interesen, todos o ninguno.
  • Contenidos: Empezando por los magazines que pueblan mañanas y tardes y acabando por los que rubrican noches y madrugadas, uno tiene claro que los directores y guionistas de dichos detritus fueron anteriormente carniceros, por la desmesurada afición a la casquería que demuestran sus retoños. A medio camino entre la truculenta crónica de sucesos (¿por qué lo llaman sucesos cuando quieren decir crímenes?) y la prensa de corazón con aspecto amarillista (¿será hepatitis?), estos programas vertebran la parrilla de programación y en función de ellos se añade todo lo demás (telediarios, series, etc.). Hay quienes, en un alarde de consideración, quieren maquillar semejante montón de ciemo, añadiéndole perfumes culinarios o modísticos, por aquello de que alguien (familiar, productor o amigo interesado) pueda decir que su programa no es una absoluta hez. Estos magazines, que cualquiera puede encontrar en casi todas las cadenas (menos La 2 y la Sexta), hacen que "El Caso" parezca "The Times" y que la crónica rosa se haya convertido en una discusión de cuervos anfetaminados y urracas desquiciadas donde precisamente con corazón, lo que se dice con corazón, no se trata a nadie. Lo peor no es esto, ni siquiera la estética de los decorados (acorde con el "gusto" de los contenidos), sino el alarde de inconsciencia demencial o desfachatez asombrosa que demuestran sus responsables y/o presentadores (juego de las iniciales: A.R., S.A., J.G., J.J.V., J.C., A.G.S.,B.I.,P.G.,...) al defender sus programas como el súmmum de la profesionalidad y la calidad. ¿Profesionalidad? Bueno, particularmente pienso que las lumis sujetaesquinas son bastante más profesionales que cualquier sujeto que aparece ante la cámara en esos programas. Así que fíjense el nivel...¿Calidad? Si se trata de ofrecer el mejor menú a un coprófago, pues sí, son los mejores chefs que hay en la pequeña pantalla. Y no entraré a valorar programas "talk-show" que cada tarde homenajean a la evolución intelectual con temas como "Mi padre es extraterrestre alcohólico, mi madre es stripper heroinómana y el nombre de mi novio me lo aprendí después de que me hiciera un churumbel", porque se comentan por sí solos...

  • Los nombres: Los hay que se escuernan (Ej: "Por la mañana"), otros buscan la jerga popular (Ej: "Aquí hay tomate"), haylos que rozan la horterada pretenciosa ya desde el principio (Ej: "¿Dónde estás, corazón?", "Dolce Vitta", "Channel nº4"), otros tienen estandartes tan indescriptibles como sus contenidos y colaboradores (Ej: "TNT") y, por último, hay nombres que facilitan la labor a quien busque al responsable de semejante memez (Ej:"El programa de AR").

  • Los presentadores: Supongo que es por cuestión de tacto o finura (aunque Mike Tyson tenía más tacto que Ana Rosa Quintana y Jorge Javier Vázquez juntos, por poner un ejemplo) pero lo que se estila ahora es que quien presente el programa sea mujer (con la capacidad intelectual de un boniato) o representante del colectivo gay (con la capacidad letal de una cobra), tal vez por aquello de dar más reparo a los desaprensivos que quieran criticarlos, ponerles una denuncia o ciscarse pública y mediáticamente en su estampa. Lo políticamente correcto es no criticar ni a mujeres ni a homosexuales que aparezcan en televisión, porque siempre habrá una legión de anormales que crean que los criticas por su condición genética o sexual y estén dispuestos a clamar al cielo y de paso tocarte las maracas.

  • Los colaboradores: Por imperativo legal, estos programas tienen que tener como colaboradores a, como mínimo, un ejemplar de las siguientes especies: Habitantes del armario; Periodistas que tengan el título vía fotocopiadora; Viejas glorias (del cante, el cine, la moda, el porno...) con problemas con las deudas; Hijos y/o consortes de gente famosa que no sepan más que tocarse el ombligo o más allá; Barbies y Kents con neuronas en búsqueda y captura; Ex concursantes de "realities" con más ego que vergüenza y, por último, golferas con una ejemplar vida nocturna sustentada en camas calientes, copas vacías y narices empolvadas. Y es que, por amor al dinero o a la popularidad de ínfima categoría, hay mucha gente dispuesta a ser cofrade de la Hermandad de la Garganta Arrodillada.

  • Los invitados: Ya salgan en vídeos o en plató, normalmente son frikis de vocación o por accidente a los que se suma algún famoso de verdad que está en horas bajas (vamos, que tienen el reloj en el subsótano). En casos especiales, se ganan la piedad del público. ¿O es que alguien no siente ya pena por el gorilesco hijo de la viuda de un torero?

  • ¿Y qué pasa con los "reality-shows"? Pues que este artículo aborda programas donde aparecen personas. Quizás en otro artículo trate documentales en directo que estudien el comportamiento animal de los eslabones perdidos...

  • Pues qué enterado estás para despreciarlos tanto, ¿no? Naturalmente, hay que saber de lo que se habla para poder criticarlo.

  • ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Pues de la misma forma que Hitler accedió al poder en Alemania en las urnas: Porque hay decenas de miles de idiotas y otras tantas de sinvergüenzas.

¿Cuál es la solución a todo esto? Despidos masivos, muertes accidentales o, si es buena gente, ver cualquiera de las series extranjeras que se programan (no vaya a ser que por error sintonicen "Yo soy Bea" y acaben en urgencias después de tirarse por la ventana), abonarse a "La Sexta" o contratar la televisión por satélite. Y, si tiene buen gusto, pues ir al teatro, al cine o leer un buen libro y de paso ahorra energía.

lunes, 22 de enero de 2007

Crítica en serie (o de las odiosas comparaciones en TV)

Tarde o temprano, tenía que pasar en este blog. Me refiero al hecho de comparar cualitativamente las series hechas en Estados Unidos con las realizadas en España. Y es que, salvo loadas excepciones, la comparación resulta odiosa. Desconozco los motivos concretos pero lo cierto es que tanto en la factura visual como en el reparto y argumento, la mayoría de las series yanquis emitidas en nuestro país hacen mirar con sonrojo a las producciones patrias que nacieron a su rebufo e imagen y semejanza. Precisamente por ello, intentaré argumentar esta opinión apoyándome en varios puntos "temáticos":
  • Series de médicos: De allende el charco tenemos, entre otras, "Urgencias (ER)", "House" y "Anatomía de Grey" y made in spain hallamos "Hospital Central" y "M.I.R.". Aquí la principal diferencia está en que mientras en las primeras la medicina es el origen y nexo central de todas las tramas, en las segundas las desventuras hospitalarias son un mero y endeble pretexto para hablar de las aventuras amatorias de los médicos. A mí, hijo y hermano de médico, me causa enorme sonrojo todo esto, pero qué se le va a hacer. Comparar "Urgencias (ER)" con "Hospital Central" es como poner en la balanza al "David" de Miguel Ángel y a Paco Porras. Las distancias en cuanto a la calidad y credibilidad del guión y las interpretaciones se antojan tan insalvables que no merece la pena dedicar más tiempo. Por si esa comparación no es suficiente, analicemos "Anatomía de Grey" y "M.I.R.". Ambas de reparto más joven y con argumentos más frescos que sus hermanas mayores. Correcto. La diferencia está en que la yanqui es una serie y "M.I.R." es un simulacro de serie y una bazofia indefendible: Sus interpretaciones rozan lo pésimo, los personajes son tan planos y arquetípicos que alcanzan lo inverosímil y las historias son de traca bufa. ¿Y qué pasa con "House"? Pues que es incomparable y espero que así sea muchos años.
  • Series de policías: En un rincón, tenemos a "Policías de Nueva York", "CSI" y la retrofamosa "Canción triste de Hill Street". En el otro rincón, "El comisario" y "Policías". Aquí las comparaciones están más reñidas, pero las yanquis vuelven a ganar por KO. Y eso que en series como "El comisario" o "Policías" la calidad del reparto y las interpretaciones son bastante parejas (que no iguales) a las de las series norteamericanas. El problema está en la credibilidad de las historias. Me explico, ¿cuántas personas se imaginan de verdad a nuestra Policía en situaciones como las narradas en las citadas series nacionales? Vale, de acuerdo, a todos nos encanta pensar que Tito Valverde es el Cid Campeador del siglo XXI, pero seamos serios. Aquí policialmente seremos efectivos e incluso brillantes pero de ahí a que tomemos como argumentos propios tramas que la Policía española sólo ha visto por televisión o en el cine...¿Que por qué me resultan más creíbles las historias que cuentan las series yanquis? Pues porque cada poco sale en los telediarios alguna noticia made in USA de tal persecución, cual tiroteo, etc, de un calibre que deja a la ficción en paños menores. Cualquier persona que haya visto una serie documental americana llamada "Cops" (que tenía una canción bastante pegadiza) sabrá que, en bastantes casos, las series de "Policías de Nueva York", "CSI" o "Canción triste de Hill Street" son espejos de las cuitas policiales que tienen en EEUU. Y no hay más que discutir.
  • Series de criminólogos: Aquí sólo hay dos series a comparar: la estadounidense "Mentres criminales" y la española "Génesis. En la mente del asesino". De la primera se puede decir que es excelente en todos los aspectos, basada en muchos episodios en casos reales y que cuenta con el asesoramiento de uno de los mejores criminólogos de USA. De "Génesis" hay que destacar su notable factura visual...el resto, como diría Shakespeare, es silencio.
  • Series de periodistas: Del bando yanqui, "Lou Grant". De parte española, "Periodistas". Al igual que ocurre en las series de médicos, la producción española coge los quehaceres periodísticos como un pretexto para hablar de las relaciones humanas (¿por qué lo llaman "humano" cuando quieren decir "sexual"?). Si a esto añadimos que las historias puramente periodísticas que cuenta son más acojonantes que los reportajes de investigación de "El Mundo", pues "Periodistas" hace más grande, en todos los sentidos, a "Lou Grant". En el plano personal, yo, que soy licenciado en Periodismo y he tenido la oportunidad de ejercer, siento algo parecido a urticaria cuando veo cómo se ¿retrata? el día a día de una redacción en la citada serie.
  • Series de yogurines: Aquí basta con comparar "Sensación de vivir" y "The O.C." con "Al salir de clase" y "Compañeros". Todas coinciden a la hora de reflejar a la juventud de una forma sonrojante, consciente o inconscientemente. Igualmente, todas comparten su virtud como cantera o fábrica de promesas. ¿Por qué entonces vuelven a perder la comparación las series nacionales? Porque de todas las series analizadas hasta ahora, estas tienen el mayor número de sobreinterpretaciones y/o malas interpretaciones por minuto de toda la ficción española. Así de sencillo.
Hay sin duda muchos otros tipos de series a comparar, pero creo que ha quedado clara la tónica. Por ello, se pueden citar los principales males de las series españolas: Escasas interpretaciones aceptables y/o creíbles, tendencia casi obsesiva a utilizar un enfoque de culebrón (sea cual sea la temática, lo que prima es el follotín, perdón, el folletín), argumentos difícilmente verídicos en un país como el nuestro y el tufo de copia tipo "top manta" que tienen en relación con las series yanquis. ¿Es todo malo en la ficción española? Evidentemente no. Tenemos excelentes actores (muchos de ellos curtidos en las tablas del teatro) y mejor material para los guiones (clásicos de la literatura española, episodios de nuestra Historia...). Sólo hace falta que las parrillas de programación y el dinero de las productoras no estén en manos de horteras y descerebrados, como actualmente ocurre.¿Hay series españolas incomparables? Claro que sí: Ahí están "Manolo y Benito", "Aída", "7 Vidas", "Aquí no hay quien viva", "Ana y los 7", "Hostal Royal Manzanares"...Series impensables (¡y tanto!) en Estados Unidos y que demuestran que en España dominamos el arte de hacer series que parecen chirigotas, aunque, en el caso de "Aquí no hay quien viva", olé la gracia que tiene. ¿Hay series yanquis incomparables? Por supuesto, pero son tantas, que me llevaría varios días citarlas todas. En este sentido, a favor de las series españolas, hay que decir que no ha habido ninguna serie tan..."personal" como las protagonizadas y/o producidas por David Hasselhoff, antaño hortera y mal actor y hoy auténtica parodia de sí mismo.
Por último, una reflexión: Si hay series extranjeras tan buenas, ¿por qué la mayoría de las cadenas las maltratan con tanta saña: condenándolas a las madrugadas, descuartizándolas con cortes publicitarios, cambiando aleatoriamente su emisión, empaquetándolas en amenas emisiones de tres horas, postergando la emisión de nuevos capítulos para Dios sabe cuándo, o, directamente, eliminándolas de la programación por las buenas? Que una cosa es favorecer el producto nacional y otra ningunear los productos de calidad, señores programadores. ¡Que están ustedes atizando auténticos diamantes con morcillas!

jueves, 18 de enero de 2007

Sinceros practicantes

En el mundo en que vivimos, es raro encontrar a gente practicante de alguna ideología o credo y como muestra basta con echar un vistazo a cómo está el patio católico, donde hay más simpatizantes que practicantes. Y si bien este fenómeno es claramente perceptible en temas como el religioso, creo que la televisión nos ha puesto sobre el tapete una situación muy interesante: Que existen sinceros practicantes. Sí, de verdad que hay gente que dice literalmente lo que piensa, sin remilgos ni paños calientes. Y esta circunstancia genera tanta fascinación como controversia, generando una primavera de fans y detractores. En mi opinión, esto se debe a que en una sociedad donde absolutamente todo está bajo la tácita dictadura de "lo políticamente correcto" y "el qué dirán, qué pensarán", cualquier persona que diga las cosas tal y como las piensa se convierte en el Ché Guevara de la sinceridad y no te digo nada si ya estás de acuerdo con esa persona. Veamos dos claros ejemplos de ello, sacados del mundo catódico:
  • El doctor House: Habrá quien deteste a un médico tan contundente y mordaz, pero ¿cuántas personas conocemos que darían lo que fuera porque un médico les hablara claro? Desde el plano meramente práctico, ya es difícil que un mortal entienda la jerga (y la letra) de un médico normal, y desde el punto de vista humano, es agradable que alguien te diga la verdad a la cara y más en temas de salud. Y eso es exactamente lo que hace House. Es tan transparente como un trozo de cristal y puede ser tan cortante o hiriente como él, pero me parece un justo peaje a pagar si con ello se recibe a cambio sinceridad.
  • Risto: Si hay una persona que se ha convertido en el gran protagonista y la revelación de la enésima edición de "Operación Triunfo" es Risto Mejide. Su sinceridad, sus ácidos comentarios y su "look" han convertido a este publicitario en uno de los iconos del programa y, tanto sus fans como sus detractores, están deseando que llegue el momento en que este miembro del jurado con reputación de verdugo suelte perlitas por la boca, cada cual con un motivo distinto, obviamente. Pero, yo me pregunto qué es mejor: ¿vender humo y crear falsas esperanzas a esos aspirantes a estrella o, por el contrario, decir la verdad con toda la crudeza posible para espolear la capacidad autocrítica y el afán de superación de estos "baby singers"? Para mí, Risto hace el papel más ingrato y valioso y que no necesariamente le corresponde a él, pero visto el panorama, alguien debía abanderar la sensatez y la sinceridad en ese programa. Si alguien cree que Risto es duro con los chicos de OT, es que desconoce por completo cómo trata tanto el sector como los críticos musicales a los artistas profesionales. Se puede estar de acuerdo o no con las comparaciones que utiliza (yo, particularmente, las suscribo todas, por lo gráficas y fácilmente comprensibles que son), pero de lo que no cabe duda es que el discurso destructivo de Risto es lo más constructivo que se les está diciendo a esos chavales, pensando sobre todo en un hipotético futuro artístico. Y digo hipotético porque basta con recordar los aterrizajes forzosos y hostiones profesionales de anteriores concursantes y ganadores de "Operación Triunfo". Yo creo que el "efecto Risto" sería menor si este año no hubieran entrado en la "academia" una panda de ¿críos? que, talento aparte, en su mayoría muestran una autocomplaciencia y un divismo que ríete tú de las folclóricas y Madona y compañía, pero, como no ha sido así, pues estamos como estamos y la mayor estrella del programa es el único que habla meridianamente claro en medio de una corte de aduladores e hipócritas.
Quizás no sean los ejemplos más cómodos para hablar de la sinceridad, pero sí creo que son los más extremos y rotundos. Además, personalmente, estoy de acuerdo con House y Risto en todo lo que dicen y como lo dicen, y cualquier lector habitual de mi blog ya se habrá dado cuenta de ello.
Hablando de blogs, creo que este fenómeno virtual es una muestra perfecta de cómo, en cuanto se han puesto herramientas para ello, la gente ha querido quitarse de encima los grilletes de la hipocresía formal dominante para poder decir lo que quiera y sobre lo que quiera. Ésa es la gran clave del éxito de los blogs: "Yo soy yo y digo lo que pienso sobre lo que yo quiero". Por todo ello, animo desde aquí a que se pierda el miedo al "qué dirán, qué pensarán" y que cada uno sea honesto y coherente, aunque sea por ahorrar el tiempo que se pierde en pensar cómo decir algo que no pueda ofender ni molestar a algún ser vivo del planeta Tierra. ¡Basta ya de sanedrines y sandeces!
Y, por último, como no podía ser menos, invito a todo aquel que lea este artículo a que haga uso de su sinceridad descarnada y me diga literalmente qué piensa de esto o de mí o de lo que le salga del tafanario. Yo se lo agradeceré enormemente.

viernes, 29 de septiembre de 2006

El sanedrín catódico

Salía esta semana la noticia en prensa de que La Sexta, la última cadena en aparecer en la pequeña pantalla, ha retirado de su programación una serie de manga erótico (ni siquiera se podría calificar de "hentai") por las airadas protestas del tipo de asociaciones e instituciones que cualquiera ya se imagina. Que si no era una serie apropiada, que si se fomentaba la pedofilia...A ver, frenen el carro, señores: 1) La serie se emitía a las 02:00 horas de la madrugada y se supone que ya no hay ningún menor a la vista, salvo que sus padres prefieran que se vaya a la cama con las lumis en vez de con los lunnies, 2) Sabido es para cualquier aficionado al "manga" o al "anime" la tendencia de los dibujantes japoneses a "infantilizar" los rasgos de muchos de los personajes, aunque sean octogenarios de lavativa en mano, 3) A esas horas, si alguien zapea con el mando, comprobará que hay más carne en la parrilla que en el "De María" a la hora de comer. 4) Por muy criticables que sean, son dibujos animados y no personas de carne y hueso, como son los protagonistas de series, películas y programas que hacen la calle a esas horas en muchos de los canales televisivos. Pero ya da igual. Este argumentario es de cara a la galería puesto que La Sexta ya ha retirado la serie.

Y, llegados a este punto, yo me pregunto cuál es el baremo que maneja ese sanedrín catódico para escandalizarse por unas cosas y hacer la vista gorda en otras. Y lo digo porque uno ya se cansa de tanta paradoja e hipocresía. ¿Claman contra esa serie hasta que "cae" mientras bazofia como TNT sigue en antena? ¿Califican de perjudicial para la infancia todo lo que huele a "manga" y dejan que las series de cierta bióloga con bótox en el cerebro se emitan en horarios de máxima audiencia? ¿Es mejor dar leña a series de dibujos animados en lugar de a programas vespertinos tipo "El diario de..." en los que el tema del día puede ser perfectamente "Me tiré a la Jessy en la discoteca y ahora me quiero cambiar de sexo para reconciliarme con mi padre biológico"? ¿Qué es más deplorable: un dibujo diciendo o haciendo vulgaridades o un "homo supuestamente sapiens" diciéndolas y haciéndolas durante todo el día en programas como "Gran Hermano"? O, si a La Sexta nos ceñimos y puestos a ser exquisitos, ¿por qué extraña razón el sanedrín permite que se siga emitiendo en horario estelar esa calamidad de serie llamada "SMS" que compendia y multiplica los peores defectos de acnéseries como "Al Salir de Clase" y "Compañeros"?

No se trata de defender las series manga sino de que uno se cansa de tanta hipocresía, tanto golpe en el pecho, tanto rasgarse las vestiduras y tanto sanedrín catódico. Aquí o jugamos todos o se rompe la baraja. Así que menos grito en el cielo y más coherencia, por favor.