martes, 30 de diciembre de 2014

Una casita con lucecitas

Mediaset (ese grupo) se ha esforzado en los últimos años en dar motivos suficientes para que asumamos que, de haber un holocausto nuclear o caer un meteorito en España, habría unas cuantas pérdidas que no cabría en absoluto lamentar, por la calidad humana o intelectual de los fallecidos. Motivos que adoptan la forma de programas (con perdón) en los que se puede ver a gente haciendo el cretino con ropa (Gran Hermano), casi sin ropa (Supervivientes), sin ropa (Adán y Eva) y con y sin ropa (Mujeres, hombres y viceversa); o de programas en los que se redimensiona el término "cutre" (Cámbiame) o en los que se puede ver en acción a detritus juniors (Hermano mayor) o seniors (Sálvame). Motivos para entender su parrilla de programación (al menos la de la vergonzosa Telecinco y, en menor medida, la de la indefinible Cuatro) como un excelente argumento para poner en duda no sólo la existencia de vida inteligente fuera de la Tierra sino también dentro de él. Motivos para creer que el innegable éxito en audiencia de dichos productos lleva los conceptos "coprofagia" y "masoquismo" a un nuevo nivel. Motivos para cuestionar la vigencia de conceptos como "ética", "estética", "mérito", "esfuerzo", "calidad", "virtud", "educación", "evolución", "orgullo", "sensatez"...Motivos para sospechar que Jorge Javier Vázquez, Emma García, Mercedes Milá y Jordi González son, junto al deshielo polar y la sexta extinción, ejemplos claros de que el mundo se está yendo por el retrete a Mach 5. Motivos que dan a entender que cuanto más gilipollesco, inculto, amoral, indiscreto, hortera, vago, lerdo, maleducado, jeta y/o canalla seas, mejor te va a ir en la vida si ésta pasa por Telecisco. Motivos para presuponer que una de las consignas innegociables de Mediaset es la de convertir deliberadamente Telecinco no sólo en su principal emblema (tremendo error) y motor de audiencia sino en escaparate y factoría de seres antropomórficos que deberían ser estudiados por la ciencia o encerrados en el área 51. Motivos para pensar que Mediaset tiene la ilusión, la vocación y el compromiso de convertirse en la mejor (o peor, según se mire) casa de lucecitas en el arcén de la TDT española, especialmente por lo que hace, demuestra y perpetra en Telecirco. Motivos que, por suerte, han llevado a la CNMC a poner el punto de mira al mascarón de proa de esa escombrera humana, al rey de la poza séptica, a la quintaesencia de la telebasura del siglo XXI, a la corte de los milagros de Fuencarral: Sálvame. Y todo ello "sólo" porque este producto (de bajo coste y aún más bajo gusto) incumple la ley que regula los contenidos emitidos en horario infantil, lo cual me recuerda a aquello de condenar a Al Capone "sólo" por delito fiscal.

Yo no voy a entrar a valorar si el acceso de los niños a la televisión tiene que estar regulado por una ley, por una cadena de televisión o por sus progenitores, aunque creo que es una responsabilidad conjunta que no admite dejaciones por ninguna parte, a no ser que lo que se pretenda sea que esas criaturas el día de mañana sueñen con ser tronistas, grandeshermanos, supernáufragos o tertulianos de baratillo en lugar de soñar con ser hombres y mujeres de provecho o, simplemente, hombres y mujeres. 

Lo que sí voy a entrar a valorar es el repugnante y colosal cinismo en que radica la indignada campaña (#yoveosálvame, etc) y el lisérgico argumentario que ha lanzado Mediaset en defensa de Sálvame a cuenta del toque de la CNMC. ¿Cómo se puede querer replicar un argumento legal con razones fuera de Derecho (y de la lógica y la decencia)? ¿Cómo se puede hablar con gesto circunspecto y tono grave de lo que es un esperpento infumable en
fondo y forma? ¿Cómo se puede reivindicar la dignidad de algo que no es más que un festival televisado de miseria, morbo y mediocridad? ¿Cómo se puede utilizar a los espectadores para justificar la permanencia y la calidad del programa a sabiendas de que todo se debe "simplemente" a una infracción legal o, dicho de otra forma, a pasarse por el forro la consideración debida al público infantil? ¿Cómo se puede utilizar como defensa para su preservación razones que valdrían para promover la emisión en ese mismo horario de películas porno o gore? ¿Cómo se puede apelar al futuro profesional de más de 200 familias cuando seguramente esos trabajadores hacen lo que les mandan y están plenamente capacitados para hacer algo distinto y más digno? ¿Cómo se puede desperdiciar dinero, medios y talento en perpetrar un producto tan hortera, cutre y estúpido? ¿Cómo se puede enarbolar la bandera de la libertad de expresión cuando tu "modus vivendi" consiste en pasarte por la quilla el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen? ¿Cómo se puede pedir que se tome en serio algo que nace desde, por y para el disparate? ¿Cómo se puede reclamar que se trate a Sálvame como algo que no sea excepto lo que es: una defecación? Las cosas claras: ni Jorge Javier Vázquez es Valle-Inclán ni Sálvame el equivalente televisivo a una comedia de Darío Fo. Sálvame es un circo de los horrores y J.J.Vázquez su orgulloso jefe de pista. 

Por todo ello, espero y deseo que Sálvame desaparezca de la parrilla (al menos de su horario actual) no sólo por respeto a la legalidad sino, más importante aún, por ayudar a que España deje de dar asco. Igual que espero y deseo idéntica suerte para las aberraciones antes citadas...No obstante y pese a todo, soy plenamente consciente de que, muy problablemente, en todo este embrollo pesará más la vocación de Mediaset de convertir a los espectadores en moscas. ¿Por qué? Porque mientras la basura tenga su público, siempre habrá gente dispuesta a hacer negocio con ella. Y a defenderla.

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