El jueves, día 25, tuve la suerte de conseguir una entrada para el estreno en España de Vengadores: Endgame. La vi. La disfruté. La recordaré siempre, como probablemente haga también el resto de espectadores que abarrotó la sala 16 de los Cinesa Méndez Álvaro y que glosaron el film con ovaciones, carcajadas y llantos cuando tocaba.
Es complicado resumir este "Final del juego" sin caer en spoilers, así que diré que la batalla definitiva contra Thanos es el cierre perfecto para esta saga o arco argumental (que ha durado 22 películas y 11 años) y un maravilloso homenaje a quienes han hecho posible todo ello: los actores y los fans. Consejo: lleven pañuelos.
Por eso, mejor que decir "qué es" esta película resulta decir "cómo es": épica, divertida, emotiva, conmovedora, entretenida, apabullante, apoteósica, espectacular, laudatoria, hiperbólica, asombrosa, impactante, orgásmica, panegírica, abrumadora, elegíaca, cómplice, excesiva, excelsa, monumental, desoladora, gratificante, trepidante, emocionante, efectista y efectiva. Es la película que todo fan de MARVEL desearía ver. Es una gozada de proporciones cósmicas. Resulta francamente difícil lograr que una película tan exagerada en las formas como en el fondo, que hace malabares con los géneros cinematográficos y que cuenta con un elenco tan amplio resulte tan eficaz y equilibrada. Pero los Hermanos Russo lo logran, confirmándose como los mejores cineastas a los mandos de las películas marvelitas. El film brilla en todos los apartados técnicos, pero es en lo interpretativo donde el reparto hace un fabuloso homenaje a sus personajes y a los espectadores. Y es que Vengadores: Endgame, tiene mucho, muchísimo de eso, de homenajear lo que ha supuesto esta saga en lo cinematográfico y en lo sentimental. De ahí que, por ejemplo, los guiños a otras películas precedentes (incluso con una sola frase) y los cameos de ciertos personajes (por muy fugaces que sean) que trufan el metraje suponen todo un beso en el corazón de los fans.
Otra virtud de esta gran (en todos los sentidos) película es el poso que deja haciendo las veces de moraleja. Empezando por esa frase promocional "Parte del viaje es el final", que en la película está en boca del memorable Robert Downey Junior. Vengadores: Endgame nos habla de que para avanzar hay que estar dispuesto a dejar atrás, que para ganar hay que estar dispuesto a perder, que para aprender hay que estar dispuesto a fallar, que para disfrutar hay que estar dispuesto a sufrir, que para conseguir hay que estar dispuesto a sacrificar, que para vivir hay que estar dispuesto a morir. La diferencia entre una persona normal y un héroe es que este último no sólo está dispuesto sino que lo demuestra. Y esta película está llena de (súper)héroes, seres extraordinarios que demuestran al espectador que lo heroico no tiene que ver con tener poderes increíbles sino con un corazón invencible. Dicho de otra manera: cualquiera puede ser un héroe si atiende a su corazón. Ese es el gran legado de esta saga que culmina en Vengadores: Endgame.
Acabo ya con un consejo. Si bien la película no tiene escena postcréditos, merece mucho la pena quedarse a ver los emocionantes créditos finales, aunque sólo sea los inmediatamente posteriores al desenlace del film, porque subrayan esa naturaleza de homenaje al reparto y a los fans de la que hablaba antes. Eso sí, quien se quede hasta el final, cuando ya el logo de MARVEL pone el broche a los créditos tradicionales, se escuchan unos sonidos que son todo un reconocimiento a la película que lo comenzó todo. Y hasta ahí puedo contar...
Por mi parte, no sólo voy a recordar el resto de mi vida Vengadores: Endgame, sino que estoy firmemente decidido a verla cuantas veces hagan falta porque es el mejor regalo que La Casa de las Ideas ha hecho a quienes, como yo, somos orgullosos frikis. MARVEL, te quiero tres mil.
Hoy se ha estrenado el episodio VIII de la saga más famosa y galáctica del cine: Star Wars. Hoy he visto Los últimos Jedi. Lo más honesto que se puede decir de esta película es que es muy irregular, tanto que no dejará a nadie indiferente. En lo bueno, está cerca de El Imperio contraataca y en lo malo está a la misma altura (o incluso peor) que La amenaza fantasma. En ese sentido, hay que decir que la película es bastante coherente con uno de los temas que se tratan en el film: el equilibrio entre la luz y la oscuridad. ¿Por qué? Porque Los últimos Jedi tiene lo mejor y lo peor de lo que va de nueva trilogía. Por eso, se hace difícil discernir si esta película está en el lado luminoso o en el oscuro, aunque creo que, conforme pasa el tiempo, el lado oscuro de esta película crece más que en Kylo Ren. Es indudable que esta nueva entrega tiene más entidad propia que el episodio VII (y eso es muy bueno) pero la contrapartida es que Los últimos Jedi se ha tomado tantas libertades en esa emancipación identitaria respecto a lo propuesto en su predecesora por J.J.Abrams que (nos)ha dejado a muchos fans desconcertados por lo hecho por Rian Johnson, director y guionista de la película.Es cierto que corrige algunas cosas y aporta otras nuevas respecto a El despertar de la fuerza pero no menos verdad es que esa evidente autonomía creativa ha perjudicado no sólo a la solemnidad habitual sino también a la coherencia y calidad narrativa. Por eso, el libertinaje creativo de Johnson ha dejado varios daños colaterales: personajes ridiculizados, devaluados o eliminados casi de forma caprichosa; situaciones que rozan el bochorno (lo de Hux-Poe y Chewbacca-Porgs es inenarrable); cuestiones importantes no resueltas o resueltas de manera burda, tramas directamente abandonadas o redirigidas de forma más arbitraria que coherente; excesiva importancia (en metraje) a subtramas y personajes secundarios que tampoco son para tanto...Al terminar la película y hacer balance, me queda la sensación de que faltan argumentos o alicientes para creer que el episodio IX será el merecido clímax de esta nueva trilogía. Hoy por hoy parece que dicha película será un "más de lo mismo" porque, tras Rian Johnson, el enfrentamiento entre Kylo-Rey es casi el único (y reiterativo) reclamo que le queda ya a esta trilogía y porque veo muy difícil superar el listón emocional dejado en esta película por Luke y porque las decisiones creativas han dejado poco margen de maniobra para dar cierto empaque al noveno episodio (apenas quedan tramas que desarrollar o personajes con peso). Espero y deseo equivocarme. Y ojo: con esto no estoy criticando el hecho de que se haya entronizado a Kylo y Rey como los máximos protagonistas, antagonistas y líderes de la función ni el cambio de tono ni que la película sea de facto el gran homenaje a Luke Skywalker. Simplemente digo que todo esto que acabo de mencionar es compatible con hacer bien las cosas y evitar los daños colaterales que he citado antes. En ese sentido, comparativamente, la trilogía original (episodios cuatro a seis) demuestra tener una habilidad narrativa y una consistencia y coherencia que no han sido alcanzadas ni por la trilogía de las precuelas (episodios uno a tres) ni, de momento, por esta trilogía de las secuelas.
En relación con lo elogiable del episodio VIII, la nueva entrega de La guerra de las galaxias tiene algunas escenas a la altura de las mejores de la franquicia (por ejemplo, la adrenalítica batalla contra el destructor que abre la película, la pelea en el salón del trono de Snoke o el duelo-casi-western de Kylo Ren - Luke Skywalker que pone el broche al film); algunas líneas de guión bastante ingeniosas e incluso memorables(la mayoría de ellas, dicho sea de paso, en boca del gran Mark Hamill); temas más sólidos que los del episodio VII (la superación del pasado, la búsqueda de la identidad, la aceptación del fracaso o la valentía ante los miedos son algunos de los temas basales de este film que, por otra parte, entronca una vez más con la famosa estructura del "viaje del héroe" que ideó Joseph Campbell y sublimó George Lucas en la trilogía primigenia); un ritmo y un tempo muy acertados que evitan cualquier bostezo; unos giros en las tramas tan inesperados como atinados que te hacen disfrutar de una agradable incertidumbre y tensión durante buena parte del metraje y algunos planos que son todo un homenaje a los seguidores de la saga y a cualquier amante del cine como arte (ej: los de Luke en los últimos minutos de la película son maravillosos).
En cuanto a lo criticable de esta película, pues, lamentablemente, hay cosas que son difíciles de defender o entender: la evidente y excesiva carga humorística de la que hace gala este octavo episodio torpedea la solemnidad habitual de la saga por culpa de escenas bastante estúpidas y diálogos más propios de una spoof movie(el peor parado y mejor ejemplo de esto que digo es el ridiculizado general Hux); el maltrato que reciben ciertos personajes (Hux, Snoke, Phasma y Chewbacca deberían reclamar alguna indemnización por esto) es tal que en algunos casos se acaba incluso literalmente y de mala manera con el propio personaje; la ausencia de respuestas a varias preguntas y expectativas generadas desde El despertar de la fuerza (ej: quién es Snoke y cómo llegó a ser el nuevo Palpatine) o la manera burda y rápida de resolver algunas de esas cuestiones aparentemente importantes (ej: los padres de Rey, siempre y cuando nos fiemos de Kylo, claro), y ello a pesar de que, siendo justos, hay otros asuntos pendientes que sí quedan aceptablemente resueltos (ej: qué pasó entre Ben Solo y Luke Skywalker). Para gustos, los colores, pero a mí estos defectos que acabo de decir me parece que lastran una película que, de no tenerlos, sí estaría, tal y como dicen algunos comentarios, en el podio de esta saga galáctica.
Así las cosas, está claro que el director y guionista Rian Johnson ha hecho lo que ha querido con esta película...Eso en sí no es malo. Al contrario. Lo malo es hacerlo a costa de, quizá, demasiadas cosas. Tener personalidad también implica saber cuándo descartar ciertas ocurrencias o cuándo no pasarse por el forro según qué cosas. Y, vistas las declaraciones de Johnson, creo que el tipo se tiene en demasiada buena estima a sí mismo porque sus explicaciones denotan bastante arrogancia o ensimismamiento. Que sí, que la película va de que lo nuevo rompa con lo viejo, pero...hay formas de romper. Y la de Johnson creo que no ha sido la más afinada, por muy buena intención que tuviera. ¿Es Johnson el Jar Jar Binks de la nueva trilogía? Puede que sea un candidato muy sólido a tal deshonor. Lo que sí parece cada día más notorio es que el plan de esta nueva trilogía consiste en la inexistencia de un plan premeditado y bien trenzado; cada película parece únicamente supeditada al ingenio y capricho del director de turno: máxima libertad creativa, máximo riesgo. Entiendo que esta barra libre entusiasme a Johnson pero también entiendo perfectamente a esos miles de fans que miran a este nuevo tríptico con cierta inquietud por su inconsistencia narrativa y su volátil coherencia. ¿Se vengará J.J. Abrams en el episodio IX de Johnson por lo que ha hecho en este episodio VIII con las tramas y los personajes del episodio VII? ¿Remendará sus fallos? ¿Será peor el remedio?
Más allá de todos estos detalles, la película me ha parecido interesante porque, por un lado, en lo espiritual es una curiosa mezcla entre El imperio contraataca y Una nueva esperanza, y, por otro lado, porque enfatiza bastante la penumbra de la condición humana, demostrando casi obsesivamente que en toda persona hay luz y oscuridad, el yin y el yang que conforman nuestra identidad, matices que nos hacen carne de dilema y contradicción, rasgos que hacen desaconsejable cualquier certidumbre y prejuicio y nos empujan a caminar por el alambre de lo inesperado (Ben Solo es, en este sentido, uno de los personajes mejor construidos de esta nueva trilogía).
Dejando todo lo anterior al margen, Los últimos Jedies la clásica película bisagra en una trilogía y supera ese difícil reto (aunque condiciona demasiado al episodio IX) pero, por encima de todo, es un estupendo homenaje no tanto a Leia Skywalker (y ojo que tiene una escena que está dando mucho que hablar) como a su hermano Luke (que es el pu*o amo de la función). Y es que, cada vez tengo más claro que esta nueva trilogía no va tanto de presentar unos nuevos héroes como de otorgar un final digno a aquellos que han dado forma y fondo a los sueños de unas cuantas generaciones. Creo que con estas secuelas se intenta poner el cierre a una historia: la de los Skywalker. Al fin y al cabo, desde el episodio I hasta el VIII, lo que se nos está contando es básicamente cómo era "el mundo" antes de llegar los Skywalker, cómo los Skywalker lo cambiaron y qué mundo dejaron a aquellos llamados a recoger la antorcha o, en este caso, el sable láser. Es, en resumen, la epopeya del cambio de lo viejo a lo nuevo(concepto por cierto que está muy presente en esta película), una traslación que, sin los Skywalker, sería tan inconcebible como una galaxia sin Jedi, una orden que, por suerte, aún no ha dicho su última palabra. ¿Son Rey, Kylo, Poe, Finn y cía un macguffin? Afirmarlo rotundamente sería tan desaconsejable como negarlo categóricamente.
Lo que es evidente al menos para mí es que, hasta el momento, de todas las nuevas películas de la franquicia Star Wars, la única a la altura de la trilogía inicial sigue siendo Rogue One, por mucho que lo de Luke en Los últimos Jedi sea algo tan memorable como ver dos soles en el mismo horizonte. ¿Cambiará esto en el siguiente y último episodio? Veremos...
Recientemente he visto la película Handia, producción vasca que se estrenó a finales de octubre y cuenta la historia deMiguel Joaquín Eleicegui Arteaga, el llamado "Gigante de Alzo", sobrenombre que casi es un microcuento en sí mismo y que permite sintetizar lo que es la trama principal de este film: cómo un mozo de dicha localidad guipuzcoana tuvo en el gigantismo su principal penitencia pero también su pasaporte a la posteridad y la fama más internacional, ya que la celebridad de Miguel Joaquín (1818-1861) fue tan grande en su época (siglo XIX) como sus fenomenales dimensiones (casi 2,4 metros de alto y más de 200 kilos de peso),siendo objeto de atención incluso de las principales cortes europeas de la época.
He de reconocer que no vi Loreak, la aclamada anterior película de los responsables de Grande(así sería el título en castellano de esta cinta): Jon Garaño, Aitor Arregui y José Mari Goenaga. Y me arrepiento.Porque Handiaes una narración que combina el costumbrismo preciso y entrañable de Pío Baroja (patente en estupendas novelas como Las inquietudes de Shanti Andía, Zalacaín el aventureroo La casa de Azigorri) con el buen gusto estético y la poética plasticidad de Terrence Malick (constatable en obras maestras como El árbol de la vida). Y eso, fusionar lo mejor de doscontadores de historias tan distintos como portentosos, no es algo al alcance de cualquier paisano. Todo enesta producción rezuma sensibilidad y preciosismo; es una magnífica muestra de artesanía cinematográfica que bien vale el precio de la entrada, aunque sólo sea por disfrutar de planos que, de ser pinturas, estarían en museos casi con toda seguridad.
Para mí, precisamente esa belleza formal y espiritual que hay en Handiadisculpa el quizás excesivo metraje para contar una historia indudablemente curiosa pero que quizás en sí misma nodé para esas cerca dedos horas. Y es que, en el fondo, esta película no deja de serun íntimo y agridulce"cuento real" que seduce progresivamente al espectador con su calidad estilística y humanahasta sumergirlo en ese ambiente casi mágico en el que tanto lo rural como lo urbano respira un aire finisecular (la segunda mitad del siglo XIX) y donde todo cambia antes de lo imaginado, incluso la suerte. Esa fortuna que, con su presencia y ausencia, marca la vida de los hermanos Martín y Joaquín Eleicegui, protagonistas del film.
Por poner una pega a este excelente drama y así no pecar de fanatismo, tal vez señalaría esa secuencia que muestra el encuentro entre el Gigante de Alzo y la niña-reina Isabel II, momento que, para no destriparlo, me limitaré a decir que me recordó a esahilarante escena de El jovencito Frankenstein donde Igor dice un genial "Pues va a ser muy popular" y que creo quechirría con el tono dramáticoque baña esta estupenda producción. Cuestión de gustos supongo.
No obstante, y por rematar, he de admitir queHandiame ha gustado más de lo que pensaba. Es una de esas raras veces en que las altas expectativas se ven incluso superadas. Tal vez porque demuestra con talento que hasta las más absolutas grandiosidad y universalidad caben dentro de las pequeñas cosas. Y esta película, la del gigantesco Miguel Joaquín Eleicegui, está llena de esas pequeñas cosas.
La trama, tanto en el original de Agatha Christie como los guiones de Billy Wilder (película) y Sarah Phelps (serie) gira en torno a la ¿imposible? defensa del joven Leonard Vole que ha sido acusado del asesinato de la adinerada MILF a la que se beneficiaba y de la que se beneficiaba día y noche a escondidas de la pareja oficial del mozo; lo cual sirve de pretexto a la célebre autora para evidenciar las puertas traseras de la Justicia y exponer los claroscuros de la condición humana.
Yo no he visto la obra representada pero sí la película de 1957 y la teleserie de 2016. En la pantalla grande, el mítico cineasta Billy Wilder despliega todo su talento para aderezar el original teatral con un fino humor y unos añadidos que suman brillantez al texto que adapta y permiten al gran Charles Laughton dar el enésimo recital de su carrera en el papel del abogado Sir Wilfrid Roberts (y eso que el resto del repartazo eclipsaría a cualquiera). Eso sí, el film no deja de ser canónico en lo esencial y buenista en el fondo dado que todos los protagonistas tienen el final que se merecen, resultando así una película entretenida y agradable.
En cambio, la miniserie de 2016, condensa en sus impecables formas y dos horas una historia que, respetando la primigenia, ofrece algunas innovaciones en los personajes y tramas que hacen al conjunto trascender el thriller judicial para revelarse como un dramón con bastante nihilismo en sangre que tiene en un magnífico Toby Jones no sólo a un bondadoso, frágil y atormentado procurador John Mayhew sino al mejor exponente y víctima de ese descorazonador pero excelente enfoque que dan la miniserie su director y la guionista.
Es lo mágico de las adaptaciones: que partiendo de una misma base de puede ofrecer resultados sensiblemente distintos pero igualmente válidos y disfrutables. Quien quiera simplemente disfrutar, la película de Wilder es una estupenda opción. Quien además quiera tener un puñetazo en el estómago al terminar, la miniserie de 2016 es ideal. Por eso me costaría decantarme por una en detrimento de otra: me encantó en su día la película y me ha encantado (y conmovido) la miniserie ahora que la he visto en Movistar 0.
Dicho eso, Testigo de cargo es interesante porque en el fondo está constantemente jugando con los prejuicios del espectador y su facilidad para dictar "sentencias" sobre hechos o personas dejándonos guiar por la pasión del momento, las conjeturas, los dimes, los diretes, el paradigma dominante y los meros indicios sublimados a la categoría de dogma. Un juego del que son conscientes hasta los propios personajes de la ficción, especialmente la inquietante pareja de los Vole, y que convierten a Testigo de cargo en una deliciosa hostia a la hipocresía y la frivolidad con la que gestionamos las presunciones y las impresiones.
Para entendernos desde el principio: La momia de 2017 no es una producción de terror ni de aventuras nide acción de comedia ni siquiera es una buena película. Es una película de, por y para Tom Cruise que no vale el caro precio de la entrada, pero...no es tan pésima como la han pitado críticos y no críticos dentro y fuera de las redes sociales. O quizá es que me la había imaginado mucho peor a tenor de las expectativas propias y ajenas que tenía antes de verla. ¿Por qué? Porque entre todos los defectos que tiene (que son muchos), muestra algunas cosas buenas.
Empiezo por lo bueno: los guiños a grandes películas de culto (que omitiré por aquello de no desentrañar escenas), los homenajes a esas atmósferas tan propias del "terror gótico" que cultivaron con esmero las horror movies paridas por Universal y Hammer (lugares decadentes, abandonados, ruinosos y/o sombríos donde el Mal se siente como en casa), el inesperado buen hacer y carisma de Sofía Boutella como una sensual y malévola momia, los eficacesefectos visuales y, por último, el honesto tributo a una estupenda película que mejora aún más al compararla con ésta: The mummy de 1999, que supo combinar aventuras, fantasía y humor con una armonía y maestría que sólohabía conseguido Indiana Jones hasta aquel momento. Y nada más.
Paso ahora a lo malo: el batiburrillo genérico (aventuras, terror, comedia, acción) que propone resulta en esta ocasión confuso y fallido (hay producciones donde inexplicablemente funciona la macedonia de géneros); el cuasimonopolio de Tom Cruise resta entidad al resto de personajes e identidad a la película, a la que cuesta distinguirlatanto de otros éxitos del actor que uno no sabe si está viendo a Ethan Huntmetido en un follón propio de Cuarto Milenio o a Jack Reacher intentando salir de un conflicto con gente del Más allá (del Mediterráneo); el guión es bastante flojo por acción y por omisión; el humor tiene un nivel "Los mejores chistes de Lepe" y es tan oportuno como una carcajada en un funeral; Russell Crowe destaca más por su sobrepeso que por su interpretación; la actriz-florero de rigor en toda película de Cruise es tan irrelevante como sus predecesoras en tal rol; el excesivo oscurantismo que preside la iluminación del film es más propio de una película de bajo presupuesto (para disimular errorres, etc) que de una superproducción como ésta; y el innegable hecho de que nadie en esta película demuestre teneruna mínima noción de mitología egipcia porque Set, el gran villano de la función, es el dios de muchas cosas (el desierto, el Mal, el caos, la violencia, etc) pero no de la muerte y, por ende, tampoco de los muertos, cometido que corresponde aAnubis y que, en esta producción, confunden una y otra y otra vez.
Por tanto, todo lo que en esta película debería ser principal o interesante no deja de ser más que un McGuffinpara el protagonismo y el lucimiento de quien es el verdadero mandamás,
tal y como ha destapado Variety, de esta producción: Tom Cruise. Por estar, están hasta sus clásicas carreras con cara de hipervelocidad o la ya típica "escena de avión con Cruise". Aquí la momia, Set, el Dark Universey demás importa poco o nada porque es una película "cruisecéntrica", para bien y para mal. En este caso, más para lo segundo. Eso sí, no creo que sea la peor película de la temporada porque no resulta tan fallida comoAlien: Covenanto Piratas del Caribe 5: La venganza de Salazar.
Para ser justos con el "Universo Oscuro" de Universalantes de sentenciarlo habrá que esperar a la siguiente película (La novia de Frankenstein en 2019) pero, de momento, esta de La momiatiene defectos más propios de una quinta o sexta parteque de una producción encargada de abrir el telón y propulsar el interés del público y el aprecio de la crítica. Dicho eso y siguiendo con la misma honestidad, hay que decir que se trata de una película entretenida, de esas que no te arrepentirías si la programan en algún viaje en tren/avión o si la ves en televisiónsin tener que pagar un euro por ello, pero...más allá de eso, sólo podrá entusiasmar a los fans de su productor y protagonista oficial y director y guionista oficioso, Tom Cruise. En definitiva, The mummy entretener, entretiene pero, después de verla, uno se queda con la sensación de haber recibido una Pepsi del tiempo esperando una Cocacola fresca.