sábado, 17 de diciembre de 2016

"Rogue One": no hay victoria sin sacrificio

El jueves se estrenó Rogue One, la nueva película de la saga Star Wars que, aunque no está inscrita dentro de ninguna trilogía, resulta un buen prólogo a Una nueva esperanza sin por ello perder su valor autónomo. Y es que una de las cosas más interesantes y positivas que tiene este nuevo título galáctico es su entidad, su personalidad. Quien piense que es una película de aperitivo para amenizar la espera del episodio VIII o para rellenar cartelera y arcas está en un error. Como lo estará quien crea que es una película para niños o una pastelada de Disney disfrazada de "space opera". Rogue one es otra historia, nunca mejor dicho.  

Precisamente, ya desde el propio título del film (Rogue One. Una historia de Star Wars) se destaca la naturaleza de historia corta de esta película en comparación con esa colosal historia-río que conforman los episodios I al VII (hasta el momento). Rogue One tiene todos los distintivos narrativos de un buen relato: es intensa, directa, compacta, con unos personajes bien definidos (aunque no sean profundos) y una trama clara y sólida. Cuesta encontrarle fallas o defectos (lo cual no quiere decir que no los tenga) y eso es algo que se agradece, especialmente si tenemos en cuenta que las últimas películas de Star Wars son demasiado imperfectas. ¿Por qué cuesta encontrarle defectos? Rogue One funciona bastante bien porque es coherente con su naturaleza de relato y no tiene pretensiones grandilocuentes. Cuenta la historia que quiere contar. Y lo de hace sin perder el tiempo ni caer en frivolidades ni en concesiones ni a la espectacularidad gratuita ni al buenismo disneysiano. La razón de todo esto: Gareth Edwards (director bastante interesante por cierto) tiene muy claro qué contar y cómo y por eso prescinde de meterse en jardines de incierta salida. Hace lo que ya demostró en su recomendable ópera prima Monsters: contar una historia intensamente humana sin renunciar a los recursos y subterfugios del género de que se trate la película. Respecto a esto, es evidente que Edwards no ha actuado como el típico cineasta de prestigio que vende su alma al diablo al embarcarse en blockbusters. Y esto, también se agradece.

Otra cosa que se agradece, en la línea de lo que acabo de comentar, es que Rogue One sea tan autoconsciente de su condición de hermana pequeña, si se puede llamar así, porque desde esa humildad construye algo dignísimo y merecedor de todo respeto y agradecimiento. Para conseguirlo se ayuda de otra virtud del film: tener muy claro el género y no enfrascarse en el habitual batiburrillo que estilan este tipo de superproducciones. En ese sentido, Rogue One es esencialmente una película bélica y, por tanto, alejada de las perífrasis rimbombantes del género de aventuras y del buenismo familiar típico de Disney. Así, Rogue One" se muestra como una historia profundamente agridulce que sabe tener, mostrar y conservar su propia personalidad, pese a estar indudablemente inserta en el universo de Star Wars y servir de excelente precuela del legendario episodio IV, cuyos sucesos transcurren muy poco tiempo después de lo visto en esta película. Por eso, Rogue One no gira en torno a cierta profecía (aunque influya en ella) ni tiene como protagonistas a los miembros de una familia dispersados por la galaxia (al menos no ESA familia) pero encaja perfectamente con todo lo visto y conocido de la "historia principal" sin renunciar a diferenciarse claramente de ella por la crudeza narrativa y emocional que demuestra a través de unos personajes que, pese a estar a la sombra de los míticos, no quedan eclipsados.

En sintonía con su naturaleza bélica, este film nos cuenta cómo consiguió la Alianza Rebelde los planos de la Estrella de la Muerte pero lo que nos dice es que hay ideas por encima de las personas, causas que están más allá de la vida y las vidas, motivos que dan sentido a renuncias y sacrificios. Y es que si algo es Rogue One es una celebración del sacrificio, un asiento de primera fila para el martirio de unos hombres y mujeres que quizás no pasen a la Historia pero sin los cuales ésta no tendría sentido, la apoteosis de los héroes anónimos, la sublimación a sangre y fuego de unos parias que dignifican las palabras "valentía" y "compromiso". Dicho de otro modo: esta película es un constante recordatorio (de principio a fin) de que no hay victoria sin sacrificio, de que sin Rogue One no habría habido Una nueva esperanza.

Quizá para endulzar tanta intensidad dramática y conceder tregua al espectador ante el creciente fatalismo, la película regala un puñado de guiños, cameos y "reapariciones" nada gratuitas que harán las delicias de quienes veneramos la trilogía inicial (episodios IV a VI).

Por lo demás, poco o nada que objetar al reparto, la fotografía, el montaje y la música. Todo en Rogue One está a la altura de lo esperable/exigible y me atrevería a decir que, después de la primera trilogía, ésta es la película de Star Wars más redonda y acertada, dentro de sus posibilidades y pretensiones.

En definitiva: tras ver Rogue One, quizás te quedes impactado por el destino de sus protagonistas pero lo que es seguro es que esta película ha traído tanta esperanza a la saga de Star Wars como los planos de la Estrella de la Muerte a los rebeldes. 
 

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