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"La noche del fin del mundo" aborda una de las mayores catástrofes vividas por la Humanidad en los últimos siglos: la tragedia nuclear de Chernobyl. El documental habla de lo que se dijo y lo que no, de lo que ya se sabía y lo que deberíamos saber, de lo que se había olvidado y de lo que nunca tendremos que olvidar. Y lo hace a través de datos apabullantes, testimonios desgarradores e imágenes que retuercen el alma sin clemencia alguna. Todo ello gracias a dos factores clave demostrados por los responsables de este extraordinario producto televisivo: el ansia infatigable por contar y descubrir la verdad y el respeto a la inteligencia y madurez del espectador. Por todo esto, no miento si digo que "La noche del fin del mundo" es el mejor reportaje que he visto en muchos años; incluso, me atrevería a decir que es el mejor que recuerdo.
Igualmente, tanto el documental como la tragedia que analiza, nos hablan sin rubor ni tibieza alguna de lo mejor y lo peor del ser humano: del silencio asesino oficial de la URSS y del altruismo suicida de miles de personas, del orgullo trágicamente mal entendido y de la valentía y la cooperación más desgarradoramente humana, de los olvidados y de los que no olvidan. Es imposible ver este gran reportaje sin aguantar un nudo en el estómago o una lágrima en los ojos. Se queda grabado a sangre y fuego en el alma y mejor que sea así, porque lo que ocurrió en Chernobyl, sus causas y consecuencias, así como la impresionante inmolación voluntaria de miles de seres humanos por salvar a miles más, no merecen ser olvidados jamás. El silencio y el olvido son castigos demasiado infames para todo lo que pasó aquel día de 1986 y en jornadas posteriores.
Por todo ello, mi mayor reconocimiento y agradecimiento a Íker Jiménez y su equipo por regalarnos ese magistral reportaje. Nadie debería dejar pasar la oportunidad de verlo de nuevo, ya sea en televisión, dvd o en Youtube, porque, documentales como "La noche del fin del mundo" hacen grande la televisión, el periodismo y el ser humano.
Por último, gracias, gracias a todos aquellos que murieron en Chernobyl por comportarse como les dictaban sus corazones y conciencias. Sus vidas, por mi parte, superarán por siempre la vanidad del olvido.
1 comentario:
Gracias amigo. Un fuerte abrazo.
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