viernes, 18 de julio de 2008

Funny games: Thriller para gafas de pasta negra

Recientemente, he visto la película "Funny games", remake "americano" de una película filmada en 1997 por el mismo director que firma ésta: el alemán, Michael Haneke. Las críticas de ambos films loaban el personalísimo sello del director, su innegable olor a cine "de autor", la originalidad del planteamiento...Por esos motivos, fui a verla, con bastante interés y curiosidad. Pero, en el cine, como casi todo en la vida, lo importante no es cómo entras, sino cómo sales. Y salí frío de ánimo y con un regusto a tomadura de pelo en el paladar. ¿Por qué? Bueno, para eso escribo este artículo que, como siempre, estructuraré en varios puntos:

* El director: Sin duda, Michael Haneke es uno de los directores europeos más interesantes, personales y menos conocidos por el populacho. Su película más emblemática, "La pianista", es una magistral síntesis de sus filias y fobias que ofrece al espectador, además de una gran interpretación de Isabelle Huppert, el crisol de elegancia, violencia y morbo que son la firma cinematográfica por excelencia de Haneke. Digo todo esto para que nadie tenga el error de pensar que Haneke es un cualquiera, un advenedizo con suerte o un cineasta sin talento más propenso a "perpetrar" que a "dirigir". Nada de eso. Gustará o no, pero este alemán hace exactamente el cine que él quiere y como él quiere.



*La película: Con una premisa tan simple como chocante y verosímil, la película comienza muy bien, prometiendo un thriller original, inteligente y que no trata al espectador como un asiento con ojos. La posibilidad de encontrarte a la vuelta de la esquina y en el lugar menos esperado con una violencia demencial e imparable es algo que acongoja en sí mismo y, de la forma que lo plantea Haneke, más. A esto hay que añadir el hecho de que el director tiene el suficiente gusto como para obviar las escenas más sanguinolentas y escabrosas, condenándolas al limbo implícito del "fuera de plano". La afinación de la orquesta, por tanto, prometía un gran concierto. Y ahí está el problema de esta película: va de más a menos, de lo deliciosamente aceptable a lo difícilmente soportable, de la brillantez al despropósito. A medida que avanza el metraje (que por cierto, tiene un "tempo" que coquetea con el hastío), el sufrimiento de la familia feliz a manos de la pareja de angelicales y lozanos asesinos da pie a que Haneke cuele escenas y diálogos que rozan el surrealismo más irrisorio o, hablando en plata, la tomadura de pelo. Escenas como las del absurdo y tedioso diálogo metido con calzador sobre ficción y realidad de la sádica e impoluta pareja a bordo del barco de vela, mientras ponen proa a sus próximas víctimas, o, especialmente, como la escena en la que uno de los asesinos, Paul, rebobina literalmente la película utilizando un mando a distancia para rescatar de la muerte al otro efebo homicida, Peter. Un giro indudablemente original, sí, al igual que los ocasionales guiños directos de Paul al espectador, pero que, a diferencia de éstos, constituye un ejercicio de onanismo cinematográfico gratuito tan irrespetuoso con quien mira como el onanismo sexual. La reacción, en mi caso, fue que varias personas abandonaran la sala farfullando (y con razón) juramentos y malsonancias con sabor a cabreo. La película es demoledora en su mensaje (la violencia y la muerte son difícilmente postergables en nuestra sociedad) pero aún más en el ánimo de un espectador que no se siente decepcionado tanto por el hecho de que el film no acabe "bien" (En "Sospechosos habituales", "Seven" o "SaW", por citar algunos thrillers magníficos del cine reciente, no son precisamente los "buenos" los que cantan victoria al final de la película y el espectador queda encantado), sino que las "delicatessen" que Haneke ofrece en esta película son difícilmente justificables y digeribles, salvo que se sea un zote sin sentido crítico o un snob de gafas de pasta negra que aplaudiría en la soledad de una V.O.S. cualquier cosa que se salga de "lo habitual".



*El reparto: Junto a la originalidad de la premisa, es lo único que merece la pena de verdad en "Funny games", recordándonos que detrás de este producto hay un buen director. Todos los intérpretes están sensacionales en sus papeles: convincentes y comprometidos con unos personajes propios del universo particular de Michael Haneke. Especial mención merecen a mi entender la extraordinaria Naomi Watts y el soberbio Michael Pitt, que hace de "Paul" uno de los asesinos más inquietantes del cine actual, por su exquisita educación, tibieza, elegancia y perversión: todo un Julien Sorel del sadismo, un Valmont del asesinato, un Gatsby de la muerte.



En resumen, "Funny games" me decepcionó bastante, quizás por las altas expectativas con las que fui a verla. No la recomendaría a nadie que quiera pasar casi dos horas aguantando un "thriller de autor" a la europea (por muy remake "americano" que sea), soportar la gratuita ofensa a los tímpanos de los títulos de crédito, o sufrir estoicamente en sus carnes y bolsillo la enervante autocomplacencia de Haneke embutida en escenas y diálogos que sólo se justificarían por el consumo de opiáceos y alucinógenos. "Funny games" es una película que sólo maravillará a la minoría exquisita de gafas de pasta negra. Para todos los demás, de Haneke siempre nos quedará "La pianista".



Si alguien quiere ahorrarse el coste actual de ir al cine y disfrutar de un thriller violento, delirante, demoledor, con calidad en todas sus facetas, original, con un humor negro envidiable y que no falte al respeto al espectador en ningún momento, Cuatro está emitiendo la absolutamente genial "Dexter", que es tan buena que, más que comentada, merece ser vista.

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