"El que no está conmigo, está contra mí". Paradójicamente, esa frase tan jesucrística (Lucas 11:23) es, de facto, el slogan que mejor sintetiza la mentalidad y actitud del señor POE, mesías de un avieso talante y predicador de un buenismo que de bondad tiene entre nada y menos. Su sectarismo quasitotalitario de guante blanco y navaja por la espalda, amén de demostrar que su filantropía es sólo comparable a su intelecto, ha calado hondo en la horda de acólitos que reptan en torno a La Moncloa, Ferraz y Villa Roures.
La demonización sistemática del rival político o periodístico, la descalificación mecánica de cualquier discrepancia, la evasión ante cualquier crítica, el victimismo más demagógico, la obcecación en una infundada y anacrónica actitud revanchista...esos son, y no otros, los pilares del "talante" que, aupó, junto a cierta onda expansiva, al señor POE a la Presidencia del desGobierno, desde la cual ha demostrado constantemente su buen pensar y mejor hacer, como evidencia nuestra saludable situación económica, la magnífica política exterior, la increíble mejora en la Justicia patria o la excelsa gestión cultural, por citar sólo algunos de los grandes logros de estos años de socialismo rampante.
Teniendo pues meridianamente claro que la bondad que exuda el señor POE está a la altura de Gandhi, Luther King y Espinete, no es raro que le secunden decenas de aduladores y palmeros, dispuestos a abrazar como propios su singular amor y tolerancia universal. Ahí están apóstoles como Enric Sopena o Antonio García Ferreras, gente que si no estuvieran engrandeciendo el panorama catódico español, a buen seguro estarían en una comuna hippie con vistas al Mediterráneo, o la progresía artística (vivir del momio y la subvención es también un arte, ojo), que mientras disecan la ficción y la música española, no dudan en salir a manifestarse con la pancarta entre los dientes en pos del final de todas las guerras, el hambre, el desempleo...
Por eso, con este telón de fondo, a nadie debe extrañar que haya algún iluminado que con nocturnidad y alevosía arremeta contra quien osa discrepar y denunciar los inexistentes defectos de este utópico Gobierno en general y su magnánimo líder en particular. "¡A por ése y por la espalda, mis bravos soldados!" parece ser la consigna y Herman Tertsch, peligroso terrorista y asesino en serie, con múltiples crímenes contra la Humanidad a sus espaldas (el asesinato de Abel, el homicidio del rey Sancho II, el genocidio judío y ruandés, el derrumbe de las Torres Gemelas, la defunción de David el Gnomo...) el primero en saborearla. Algo ha debido ocurrir para que las cuitas judiciales entre agraviados (los denunciados) y agraviantes (los denunciantes) se pase al castañazo a traición. Quizás es que entre sonrisas pánfilas y carcajadas estalinistas, se ha inoculado en la sociedad española un totalitarismo de bajo prespuesto, vamos, cutre, en el que no hay más espacio que la UCI para los que se atreven a plantar cara a ese prodigioso prohombre castellano que partiendo de la nada ha alcanzado las más altas cimas de la miseria.
El talante imperante pisa con el mismo garbo con el que patea y por eso no me extraña que haya cada vez más nostálgicos de la II República, época en la que los progres (socialistas y sus marcas blancas) apartaban de la vida pública a sus rivales con exquisita sutileza, como pudo degustar José Calvo Sotelo y, antes que él, Cánovas y Canalejas, demostrando que el "buenismo" actual ya es añejo.
Por eso mismo, no hay que vincular la agresión a este periodista con la enésima defecación del bufón de la izquierda conocido como Gran Wyoming, ya que no hace falta escuchar a un botarate sin gracia ni valentía para comportarse como una bestia parda, eso se lleva en la sangre, en la memoria o en el carnet de militante. La suela del talante marca...y mucho.
2 comentarios:
Muy bueno....me ha gustado mucho......y ahora mira bien quien tienes detrás, no sea que alguien te quiera pegar por pensar distinto. Qué país, es de coña
Buena reflexion sobre la supuesta libertad de prensa en nuestro pais, me ha gustado...
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