viernes, 31 de octubre de 2014
A su lado
Podía quedarse mirándola así, en silencio, todos los segundos que le quedaran al mundo. Podía quedarse mirándola así, en silencio, hipnotizado por su serenidad. Podía quedarse mirándola así, en silencio, imaginando la posibilidad de despertarla con un beso lleno de luz. Podía quedarse mirándola así, en silencio, pensando en si en ese preciso instante estaría soñando con él. Podía quedarse mirándola así, en silencio, sonriendo al recordar el trueno feliz de su risa. Podía quedarse mirándola así, en silencio, resctando el sabor salado y fresco de su cuerpo en sus labios. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, bajándose del tren del tiempo y renunciando a todos los mapas y coordenadas. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, expulsando de su memoria todos los recuerdos grises. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, reviviendo en sus ojos la primera vez que la vió. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, recordando en su pulso la primera vez en que ella lo miró. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, aguantándose las ganas de cartografiar su piel con sus dedos. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, conspirando con el azar para regalarle un nuevo momento de felicidad. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, volviendo al instante en que un beso lo cambió todo. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, esperando el momento de volver a acunarla en un abrazo. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, reinventándola en su nariz en un agradable olor a champú y perfume. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, reviviendo el terremoto del primer orgasmo compartido. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, dejando que su mano sobrevolara su precioso pelo negro y surfeara el horizonte delicado de su delgadez. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, disfrutando con la oportunidad de volver a sentir su piel como pan recién hecho sobre su pecho. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, deseando escuchar su respiración calmada y sutil. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, cambiando las palabras por sensaciones y el pasado por el presente. Podía queda quedarse mirándola así, en silencio, a su lado, para siempre...y así lo había decidido. El ataúd era incómodo y el aire escaso. Nada de eso le importaba. El mundo y su lógica quedaban varios metros por encima y tenía toda la eternidad para acostumbrarse. Lo importante era ella. Siempre lo había sido. Lo importante era que iba a estar a su lado. Como siempre. Para siempre.
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