Desde hoy, desde hace escasos minutos, queda inaugurada oficialmente la era Trumputin. La entronización del delirante Donald Trump supone el inicio de una etapa en la
que el mundo se verá en manos de las dos mayores amenazas a los
derechos y las libertades fundamentales desde la atroz dicotomía
Hitler-Stalin. Con Donald Trump en Occidente y Vladimir Putin en
Oriente, la comunidad planetaria puede y debe sentirse en alerta porque
lo que pase o deje de pasar en el mundo dependerá del inquietante
capricho de estos dos personajes tiránicos, opresivos, ambiciosos,
reaccionarios y liberticidas que hacen de cada uno de sus gestos un
insulto a la legalidad, la tranquilidad, la inteligencia y la
legitimidad ética y política.
Lo cierto es que Putin lleva ya años de ventaja al cafre de Trump a la hora de desempeñar el papel de gran villano internacional. Es un matón vocacional que, ofensa a ofensa, ha hecho de Rusia la nueva URSS en lo que a capacidad para amenazar la paz mundial se refiere. Basta percatarse del llamativo, desproporcionado e injustificado aumento del ejército ruso para darse cuenta de que Putin no se está preparando para celebrar Woodstock precisamente. Alguien debería tomarse esto más en serio tanto por la secular vocación expansionista rusa como por las evidentes "señales" enviadas por Putin a la comunidad internacional (especialmente en lo que a los países europeos con pasado soviético se refiere) movido por su obsesión de recrear un nuevo "imperio ruso", como también advierte el experto en Rusia Marcel Van Herpen en su libro Putin's Wars. Joe Biden, recientemente, lo ha dicho muy claro: "Rusia es la mayor amenaza para las democracias" y quien crea que Biden está exagerando o mintiendo comete un error.
Lo cierto es que Putin lleva ya años de ventaja al cafre de Trump a la hora de desempeñar el papel de gran villano internacional. Es un matón vocacional que, ofensa a ofensa, ha hecho de Rusia la nueva URSS en lo que a capacidad para amenazar la paz mundial se refiere. Basta percatarse del llamativo, desproporcionado e injustificado aumento del ejército ruso para darse cuenta de que Putin no se está preparando para celebrar Woodstock precisamente. Alguien debería tomarse esto más en serio tanto por la secular vocación expansionista rusa como por las evidentes "señales" enviadas por Putin a la comunidad internacional (especialmente en lo que a los países europeos con pasado soviético se refiere) movido por su obsesión de recrear un nuevo "imperio ruso", como también advierte el experto en Rusia Marcel Van Herpen en su libro Putin's Wars. Joe Biden, recientemente, lo ha dicho muy claro: "Rusia es la mayor amenaza para las democracias" y quien crea que Biden está exagerando o mintiendo comete un error.
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De todos modos, el alzamiento de Trump no es más que un nuevo síntoma de
la putrefacción de un mundo al que le quedan ya pocos Nortes por
perder, lo cual es el verdadero problema de fondo: el vivir en una sociedad
resignada, cortoplacista, huérfana de paradigmas fiables y que se
asienta sobre los cascotes de promesas y predicciones incumplidas. Ojalá que esta funesta ventura que promete el tándem Trump-Putin sea una más de esas predicciones incumplidas.
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