lunes, 29 de noviembre de 2010
¿Geek? De toda la vida
Recientemente, por casualidades del surfeo on line, he visto un curioso e ingenioso vídeo que plantea una amena y, a mi juicio, acertada revisión del significado del término geek. Porque, si bien hoy en día se suele manejar dicha palabra para etiquetar a una persona fanática de las nuevas tecnologías, lo cierto es que este vocablo alude a una actitud que no debe circunscribirse exclusivamente al ámbito tecnológico.
¿Qué actitud? La de estar abierto al progreso y formar parte activa de la evolución intelectual, técnica, científica y, en definitiva, social. Hoy el futuro orbita en torno a las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) igual que antaño lo hizo alrededor de la invención de la rueda, el desarrollo de la arquitectura civil, los viajes más allá de los límites conocidos o la investigación en Física, por poner ejemplos extraídos del vídeo. Por tanto, aceptando como válida esta extrapolación semántica, podemos afirmar que geeks han existido siempre, desde el mismo momento que a un audaz homínido le dio por caminar erguido sobre sus dos pies para perplejidad del resto de sus congéneres.
Lógicamente, ser pionero en algo o anticiparse a lo que un día será usual son decisiones sólo al alcance de muy pocas personas, por la valentía y apertura de mente que se requiere. De ahí que la connotación marginal o minoritaria del término que nos ocupa no sea peyorativa, sino bastante descriptiva y, en cierto modo, elogiosa de quienes no temen salirse del dictado o paradigma imperante y situarse en la soledad de la vanguardia. Un atrevimiento que tiene una estupenda recompensa: Disfrutar del porvenir antes que la mayoría.
En definitiva, hora es ya de enterrar el uso del término geek como retorcido sinónimo de friki o inadaptado, porque son estos "fans de la evolución" los que contribuyen decisivamente a la prosperidad y el desarrollo, ya que de nada servirían las ideas revolucionarias ni los avances científicos si no hubiera nadie dispuesto a asumirlos en su vida diaria. Los "geeks" son los primeros en caminar por el futuro. Que nadie olvide ni menosprecie eso.
jueves, 25 de noviembre de 2010
Un poco de insecticida, por favor
¿Qué hay dentro de la mente de Zapatero? ¿Cuál es el género de Falete? ¿De qué planeta procede Karmele Marchante? ¿Por qué fingen los luchadores de wrestling? ¿En qué trabaja la Familia Real? ¿A qué miran los moáis? ¿Qué consume Karlos Arguiñano antes de salir ante las cámaras? ¿Con qué se tiñe Mariano Rajoy?¿Por qué todo el mundo desvía la mirada dentro de un ascensor? ¿Dónde diantres está la Atlántida? ¿Cómo se puede uno librar de los teleoperadores? ¿Es Belén Esteban la primera oleada de una invasión extraterrestre? ¿El jeta nace o se hace? ¿Se quedan sin saliva los lameculos? ¿Induce al suicidio escuchar la música de Álex Ubago? ¿Cuánta vida hay en el suelo de un váter público?¿Quién me ha robado el mes de abril?...Todas ellas son inquietantes cuestiones que flotan en el inconsciente colectivo de los españoles desde hace tiempo. Yo tengo otra: ¿Por qué se sigue emitiendo "El hormiguero"?
El programa de Cuatro (neuronas), cuyo nombre va de perlas para reflejar la altura física e intelectual de su responsable, ha sido recientemente objeto de una curiosa polémica a propósito de la entrevista perpetrada contra los protagonistas del, por cierto, interesante film "La red social"; una escena en la que el más cretino de todos los hobbits, también conocido como Pablo Motos, volvió a demostrar que la estupidez suele ir acompañada de una absoluta falta de complejos.
Dejando a un lado la posterior y exagerada reacción de Jesse Eisenberg, lo cierto es que razones no le faltan para abjurar de su paso por un espacio televisivo en la que el menguado engendro barbilampiño y su patulea de colaboradores se dedican al curioso cometido de hacer el idiota, cuando no simplemente a actuar como perfectos bobos de baba. Quizás a Motos y sus colegas se les ha pasado por alto que "ir de graciosos" es algo muy distinto a "ser graciosos". ¿Por qué? Porque la gracia requiere inteligencia y un mínimo de preparación, virtudes ambas que brillan por su ausencia en el interior de "El hormiguero", será porque no caben o porque la vanidad no combina muy bien con el talento y de aquella "Pocket Motos" va sobrado.
Una cosa es querer hacer un programa original, desenfadado y con el (buen) humor como base y otra muy diferente realizar un programa cuyo guión parece escrito por un politoxicómano de cinco años; los colaboradores, abducidos de un botellón; y las entrevistas a los invitados, preparadas cinco minutos antes en el inodoro. Cualidades todas ellas que hacen de "El hormiguero" un estupendo candidato a engrosar la lista de programas sépticos como "Chulos, putas y viceversa", "Sálvame de Belén Esteban", "Las chonis de la corona", "La noria de las vanidades", "Enemigos íntimos de la vergüenza", "Supervivientes (por desgracia)", "Mercedes Milá Show", "Resistiré este horror","Dónde estás carroña", "El diario de la chony","El intermedio de la nada", "Vuélveme boba"...
La culpa de esto no la tiene Motos, que ya era así antes de "El hormiguero", sino quien mantiene en emisión un programa de vergüenza ajena cuyo público objetivo, a juzgar por la calidad de sus contenidos, debe ser o bien los inquilinos de un jardín de infancia o bien los habitantes de un frenopático, con todos los respetos para unos y otros.
En definitiva: ruego encarecidamente que alguien extermine televisivamente a los memos de "El hormiguero", aunque sólo sea para evitar que los extranjeros que acudan a él salgan con la idea de que España es un país de gilipollas.
martes, 16 de noviembre de 2010
"Scott Pilgrim vs El mundo": Oda la generación friki
El pasado fin de semana vi en el cine "Scott Pilgrim contra el mundo": divertida, ingeniosa, original y llamativa a rabiar, esta película de Edgar Wright, basándose en la exitosa saga de cómics de Bryan Lee O'Malley, es, de lejos, el mejor retrato generacional que conozco de esos jóvenes que han crecido al amparo de los videojuegos, los tebeos, el cine palomitero y la música; jóvenes que han hecho de sus vidas una apuesta por la originalidad y una marginación voluntaria de las convenciones imperantes; una juventud que ha encontrado en seres ficticios de dos dimensiones estupendos referentes, compañeros y vías de escape para un mundo no lo suficientemente atractivo; gente como yo que recibe la etiqueta de "friki" por una sociedad tendente a premiar lo plúmbeo, lo previsible y la homogeneidad.
Atendiendo sólo a su ámbito cinematográfico, "Scott Pilgrim contra el mundo" es una estrafalaria e hilarante comedia romántica de corte "indie" en la que el lozano protagonista, Scott Pilgrim (sensacional Michael Cera), desafía a todo y todos con tal de lograr el amor de una peculiar y misteriosa chica que le deparará más de una sorpresa, dolor de cabeza, contusión...e incluso besos.
Trufada de guiños al mundo del noveno arte, a los videojuegos, al manga/anime y a la "cultura pop", la cinta destaca especialmente en el apartado visual (brillante híbrido de cómic y videojuego) y sonoro (fantástico y demoledor surtido de canciones), lo cual supone un perfecto envoltorio para un producto imaginativo y divertido que proporciona un amenísimo rato para el espectador, especialmente si comparte con los responsables del original y su versión fílmica su amor y admiración por esos mundos bidimensionales que tantísimos buenos ratos nos han hecho y hacen pasar.
¡Viva Scott Pilgrim! ¡Larga vida a los frikis!
domingo, 14 de noviembre de 2010
Obituario de un portento
Ayer el cine español y, por ende, la cultura española perdieron a uno de sus hombres más merecidamente brillantes: el maestro Luis García Berlanga. Lúcido, talentoso y modesto, Berlanga puede ser considerado con razón uno de los cineastas más brillantes que ha dado, no ya España, sino Europa al séptimo arte en su centenaria historia. Un director que no sale en absoluto mal parado de comparaciones con genios inmortales como, por ejemplo, Billy Wilder, con el que, por cierto, entroncaría por el dominio de ambos de un humor irónico e inteligente de poso amargo. No en vano, Berlanga lo único que tiene que envidiar a los mitos de la dirección hollywoodiense es que ellos tuvieron un país que les valoró como merecían....
Habilísimo retratista social y excelente crítico de los pecados y vicios que han formado parte indeleble de la historia española del último medio siglo, Berlanga fue quizás el miembro más brillante de esa hornada de directores españoles (Bardem, Nieves Conde, Forqué...) que demostraron que el ingenio es el único color que necesita el blanco y negro...o que la censura jamás puede ni podrá eclipsar la luz del talento.
Para la posteridad quedan joyas como "Bienvenido, Mister Marshall", "Calabuch", "Los jueves, milagro", "Plácido" o "El verdugo", películas para la admiración y reflexión de quienes, como yo, echaremos de menos a portentos de esta magnitud y brillantez sin parangón ni relevo...
Descanse en paz.
lunes, 8 de noviembre de 2010
El hombre de hielo
Recientemente, he concluido la lectura de "El hombre de hielo", detalladísima biografía realizada por el periodista Philip Carlo de uno de los mayores y más desconocidos asesinos del siglo XX: Richard Kuklinski. Responsable de más de 200 asesinatos, Kuklinski es un fascinante y típico ejemplo de psicopatía: Infancia tortuosa marcada por unos padres extremadamente violentos, irresponsables, y patológicos (alcoholismo paternal, extremismo religioso maternal); juventud en un ambiente insanamente pendenciero y mafioso; y madurez al abrigo de las grandes familias de la Mafia norteamericana, que avivaron, gratificaron y se aprovecharon del gran talento de este hombre: Matar con suma efectividad y nulos remordimientos. Terminadas de leer las más de 500 páginas de la historia de Kuklinski, tengo claro que él ni nació ni se hizo asesino; le hicieron; y esto no quiere decir, bajo ningún concepto, que yo le exculpe de las atrocidades que cometió. Tuvo una vida lo suficientemente atípica y desgraciada como para que se convenciera, desafortunadamente, de que lo único que hacía sin problemas era matar.
Sin embargo, dejando a un lado su acongojante currículum como "hitman" o sicario de la Mafia, lo que más me ha llamado la atención de esta biografía es otro rasgo que suele acompañar en no pocas ocasiones a los psicópatas o los asesinos en serie: Que nadie de su entorno más cercano, incluyendo su propia familia, se percató de la monstruosa doble vida que llevaba Richard Kuklinski hasta que lo detuvieron. ¿Por qué? Porque este despiadado asesino fue, sorprendentemente, un marido, padre y vecino ejemplar; exceptuando, eso sí, los ocasionales ataques de furia que se apoderaban de él y que desembocaban en episodios de lo que hoy llamamos "violencia doméstica". Más, incidiendo en este transtorno bipolar entre el ángel y el diablo, no puedo dejar de preguntarme cuántos monstruos acechan tras luminosas y bondadosas fachadas...
De todos modos, siendo sincero, el único motivo que tengo para reprobar sin paliativos al apodado "hombre de hielo" es el mismo del que él se arrepintió profundamente todos los días de su truculenta vida: las brutales peleas con su mujer. Es decir, que no lo repruebo como asesino. ¿Por qué? Porque casi la totalidad de los hombres (no mataba ni a mujeres ni a niños) que asesinó , por iniciativa propia o por encargo, pertenecen, para mí, a la escoria de la sociedad: matones, estafadores, traficantes de armas o drogas, sicarios, pedófilos, ladrones, vagabundos camorristas...¿Merece gentuza de esta ralea vivir? Para mí, no. Al menos no en un mundo donde la Policía y la Justicia fallan más que una escopeta de feria. Por tanto, ¿qué hay de malo en erradicar a esa bazofia humana de una forma segura y definitiva? ¿Qué hay de malo en borrar de la faz de la tierra a esos bellacos sin escrúpulos? ¿Qué hay de malo en privar de cualquier derecho a gentuza repugnante como la referida? Sólo una cosa: Que solamente podemos esperar que nos libre de ellos alguien como Richard Kuklinski...Y eso es lamentable.
Igual que lo es cómo se comportó la Policía con la familia de Kuklinski en el momento de su detención o la sospechosa muerte de éste en la cárcel justo cuando estaba a punto de tirar de la manta en un escándalo de primera magnitud que habría estremecido los pilares judiciales, legales y policiales de Estados Unidos: el bochornoso pacto de las autoridades norteamericanas con un mafioso vil y traidor como fue Sammy Gravano.
En definitiva, "El hombre de hielo" es un libro que supera a muchos de los mejores "thrillers" que nos ha brindado la ficción en las últimas décadas y un interesante motivo para reflexionar sobre lo siguiente: ¿Qué clase de sociedad es ésta que convierte en una bendición a un monstruo como Kuklinski? Quizás la misma sociedad donde los policías son unos cobardes, los jueces unos ineptos y los criminales pueden vivir con insultante comodidad...
jueves, 28 de octubre de 2010
Tecnohistorias para no dormir
Con las inminentes celebraciones de los días de Difuntos y Todos los Santos, se avecina en nuestro país, un año más, la importada festividad de Halloween, fecha en la que se nos invita a reírnos de nuestros miedos, empezando por los de ultratumba.
Por eso, es una buena ocasión para abordar con el mismo carácter desenfadado algunos de los terrores que en los últimos lustros se han asociado a las nuevas tecnologías, temores de nuevo cuño más cercanos a las leyendas urbanas glosadas por Jan Harold Brunvand que a las evidencias científicas empíricamente demostrables.
Por ejemplo, quién no recuerda la cantidad de acusaciones y maledicencias vertidas contra la telefonía móvil. Cáncer, leucemia, esterilidad, cefalea, fritura de encéfalo…los terminales móviles o, en su defecto, las antenas de telefonía han sido vituperados mediática y popularmente como si fueran los nuevos jinetes del Apocalipsis o los sofisticados portadores de unas remozadas plagas bíblicas. ¿Qué hay de verdad en todo ello? Pues que no hay ni un solo informe médico o científico serio que dé pábulo concluyente a quienes ven en los teléfonos y las antenas que los habilitan perniciosos manantiales de enfermedades y dolencias varias. Así pues, lo único temible que puede reportarnos el uso del teléfono móvil es una cuantiosa factura, que, ésa sí, dará una jaqueca mayúscula al usuario, mientras que la mayor amenaza potencial que engendra una antena es que se precipite accidentalmente desde las alturas.
Otra muestra la tenemos en el pánico global que suscitó el denominado “efecto 2000”, según el cual todo el orbe involucionaría hasta la edad de piedra en términos informáticos a partir del 1 de enero de 2000, un bug presentado como el ragnarok de todo software conocido que ocasionó una alarma mundial por prevenirlo, lo que, a la postre, se tradujo en millones de dólares invertidos en esa lucha contrarreloj, nunca mejor dicho. ¿Qué ocurrió realmente? Que si bien con el cambio de milenio se produjeron algunos errores en determinados programas y aplicaciones informáticas, éstos distaron mucho de tener la magnitud cataclísmica que muchos agoreros y oportunistas anunciaron a los cuatro vientos.
La Red tampoco se ha librado de ser protagonista y diana de escalofriantes murmuraciones y bulos, casi siempre con el correo electrónico como uno de sus protagonistas principales. ¿Quién no ha recibido un email donde se nos insta o emplaza a reenviarlo a más personas so pena de ser víctimas de infortunios de toda índole si no lo hacemos? Esto, igual que muchos de los correos que pueblan la bandeja de entrada de nuestros buzones electrónicos, no es otra cosa que un ejemplo de hoax, arteras invenciones que campan a sus anchas en el mundo online y cuyas intenciones más tienen que ver con el marketing y el vano chismorreo que con acongojantes profecías o maldiciones. Así que nuestro ánimo no debe vacilar a la hora de eliminar instantáneamente estas peculiares cibermisivas.
Por todo ello, si lo que se quiere es pasar miedo a cuenta de las nuevas tecnologías, la única opción fiable es recurrir a la ficción, pues el cine y la literatura nos han brindado estupendos títulos para pasar un mal rato con teléfonos, ordenadores, cadenas de emails y demás ingenios en estas fechas tan inquietantes. Unas recomendaciones:
Por eso, es una buena ocasión para abordar con el mismo carácter desenfadado algunos de los terrores que en los últimos lustros se han asociado a las nuevas tecnologías, temores de nuevo cuño más cercanos a las leyendas urbanas glosadas por Jan Harold Brunvand que a las evidencias científicas empíricamente demostrables.
Por ejemplo, quién no recuerda la cantidad de acusaciones y maledicencias vertidas contra la telefonía móvil. Cáncer, leucemia, esterilidad, cefalea, fritura de encéfalo…los terminales móviles o, en su defecto, las antenas de telefonía han sido vituperados mediática y popularmente como si fueran los nuevos jinetes del Apocalipsis o los sofisticados portadores de unas remozadas plagas bíblicas. ¿Qué hay de verdad en todo ello? Pues que no hay ni un solo informe médico o científico serio que dé pábulo concluyente a quienes ven en los teléfonos y las antenas que los habilitan perniciosos manantiales de enfermedades y dolencias varias. Así pues, lo único temible que puede reportarnos el uso del teléfono móvil es una cuantiosa factura, que, ésa sí, dará una jaqueca mayúscula al usuario, mientras que la mayor amenaza potencial que engendra una antena es que se precipite accidentalmente desde las alturas.
Otra muestra la tenemos en el pánico global que suscitó el denominado “efecto 2000”, según el cual todo el orbe involucionaría hasta la edad de piedra en términos informáticos a partir del 1 de enero de 2000, un bug presentado como el ragnarok de todo software conocido que ocasionó una alarma mundial por prevenirlo, lo que, a la postre, se tradujo en millones de dólares invertidos en esa lucha contrarreloj, nunca mejor dicho. ¿Qué ocurrió realmente? Que si bien con el cambio de milenio se produjeron algunos errores en determinados programas y aplicaciones informáticas, éstos distaron mucho de tener la magnitud cataclísmica que muchos agoreros y oportunistas anunciaron a los cuatro vientos.
La Red tampoco se ha librado de ser protagonista y diana de escalofriantes murmuraciones y bulos, casi siempre con el correo electrónico como uno de sus protagonistas principales. ¿Quién no ha recibido un email donde se nos insta o emplaza a reenviarlo a más personas so pena de ser víctimas de infortunios de toda índole si no lo hacemos? Esto, igual que muchos de los correos que pueblan la bandeja de entrada de nuestros buzones electrónicos, no es otra cosa que un ejemplo de hoax, arteras invenciones que campan a sus anchas en el mundo online y cuyas intenciones más tienen que ver con el marketing y el vano chismorreo que con acongojantes profecías o maldiciones. Así que nuestro ánimo no debe vacilar a la hora de eliminar instantáneamente estas peculiares cibermisivas.
Por todo ello, si lo que se quiere es pasar miedo a cuenta de las nuevas tecnologías, la única opción fiable es recurrir a la ficción, pues el cine y la literatura nos han brindado estupendos títulos para pasar un mal rato con teléfonos, ordenadores, cadenas de emails y demás ingenios en estas fechas tan inquietantes. Unas recomendaciones:
jueves, 21 de octubre de 2010
El viaje a ninguna parte
El desGobierno ha cambiado. El vértigo cada vez mayor que suscitan los próximos años electorales y la sensación de sentirse como Ripley en la Nostromo, ha obligado al señor POE a remodelar su teatrillo de marionetas, quitando a las más deterioradas (Mortaja de la Vega, Moratones Exteriores, Liviana Aído, Corredor sin Salida, Cretino Corbacho, Espinosa Usente), parcheando las bajas con nuevas incorporaciones (Leire Quítame-allá-esos-pajines, Valeriano UGómez, Chaquetera Aguilar y Ramón Qué-hago-yo-aquí), remendando otras (Rasputín Pérez Rubalcaba y Derrotas Jiménez) y dejando al resto de comparsa.
¿Qué conclusiones se pueden sacar de este trile gubernamental?
- Conclusión número 1: A simple vista, los cambios parecen demostrar que (por fin) el iluminado de La Moncloa ha decidido renunciar a sus principios (frivolidades, ocurrencias y majaderías varias) a cambio de fortalecer un gabinete con mayor (que no es sinónimo de mejor) experiencia política y mejor cartel fuera y, especialmente, dentro del partido. Y digo parecen porque, prestando atención a los canjes, uno se de cuenta de que colocar a un sindicalista al frente del Ministerio de Trabajo y dar a cierta inepta boceras la cartera de Sanidad evidencian que el Presidente no ha perdido del todo su peculiar sentido del humor político.
- Conclusión número 2: Lo que sí es bastante notorio es que este nuevo Gabinete es más un escaparate sucesorio que un Ejecutivo funcional. El próximo líder del PSOE está en el Gobierno: Ya son todos los que están y están todos los que son. La sucesión en Ferraz se pilota desde La Moncloa.
- Conclusión número 3: Son cambios hechos más para poner sordina al ruido de cuchillos de su propio partido que para paliar el probable descalabro electoral. Se ha potenciado a los auténticos aurigas del PSOE (Rubalcaba y Blanco), se ha contentado a la vieja guardia (Rubalcaba y Jáuregui) y se ha dado un poco de coba a las bases (Pajín y Jiménez). Así el señor POE erradica cualquier posible rebelión a bordo de la nao socialista en el proceloso viaje de esta agónica legislatura.
- Conclusión número 4: Por todo lo hasta aquí dicho, la remodelación del desGobierno invitaría a ser razonablemente optimista...de no ser porque se ha encumbrado al hombre más mezquino, vil y maquiavélico que ha tenido el PSOE en décadas: el nombre detrás de muchos de sus más turbios escándalos y el responsable de utilizar demagógica y cruelmente una masacre para dar un vuelco electoral y volver a las esferas del poder. Si el señor POE es Alejandro VI, Alfredo es César Borgia. Y por eso, su acrecentamiento no es, en absoluto, una buena noticia.
Pero, por encima de tales conjeturas, lo más importante es aventurar hacia dónde ha puesto proa el zapatero remendón con estos tejemanejes: Exactamente a ninguna parte.
jueves, 14 de octubre de 2010
El (otro) gran carnaval
Un minero atrapado en un túnel, mientras en la superficie se organiza un circo mediático de no te menees a propósito de su desdichada situación al tiempo que su liberación se va postergando más y más, acrecentando así el interés informativo y el morbo social...¿Les suena? ¿Y si les digo que éste es el argumento de una de mis películas favoritas del genio Billy Wilder: "El gran carnaval" (1951)? A veces la línea que separa la realidad de la ficción es tan fina como odiosa...
Los 33 mineros chilenos ayer por fin fueron regurgitados por Gea después de 70 días confinados en los dominios de Hades. Lógicamente, me alegra que su sepultura haya sido sólo temporal y ahora todos estén sanos y salvos junto a sus familias, amantes, mascotas y amigos. Lo que ya no me hace tanta gracia es la bochornosa cobertura informativa con la que los medios de comunicación han travestido de periodismo serio lo que es morbo puro, duro y soez.
El único interés de toda esta historia subterránea ha sido la curiosidad malsana de saber si finalmente iban a palmar o no la treintena de desdichados chilenos. Y eso es, por definición, morbo. Un morbo que ha sido explotado a conciencia por los medios de comunicación de todo el mundo con una cobertura constante y excesiva, trufada de elucubraciones aviesas, anécdotas de baratillo (Ej: La trifulca puteril de cierto minero), crónicas efectistas en busca de la congoja, etc, etc. De ahí que las audiencias de todos los medios se hayan disparado con la desventura de la mina chilena. Y como donde hay audiencia, hay negocio, no han tardado en hacer acto de presencia entidades y personalidades dispuestas a tener su minuto de gloria a cambio de una filantropía y un altruismo más que dudosos. Las moscas no tardan en acercarse a las heces...
Resulta patético comprobar la desmesura y el sensacionalismo que se han instalado como un cáncer en el Periodismo y los medios de comunicación actuales. Cualquier cosa vale para llamar la atención y ser los más vistos, leídos o escuchados. Hoy Chuck Tatum, el avieso periodista de "El gran carnaval" magnifícamente interpretado por Kirk Douglas, tendría muy pero que muy difícil destacar en su cometido, porque todos sus colegas de profesión y los jefes de éstos tienen su misma carencia de escrúpulos. Lo triste es que Tatum es sólo un personaje de ficción...
Y después de esto, ¿qué? Pues los ¿periodistas? se irán a otra parte en busca de la audiencia, como tiburones que siguen el rastro de la sangre, porque ése es su modus operandi...Porque, en el fondo, la vida de los mineros y la tierra que los parió nunca les ha importado gran cosa, como a la inmensa mayoría de miles de espectadores que han seguido este drama tunelario en todo el orbe.
Lo único me agrada entre tanto despropósito es comprobar, una vez más, la agudeza crítica, (en ocasiones como ésta, visionaria) de ese coloso del séptimo arte que fue, es y será Billy Wilder.
miércoles, 13 de octubre de 2010
Muerte de un matón
Ha muerto un matón, un maltratador, un salvaje, un indeseable, un ser con muy poco de humano. No diré que me alegro, pero desde luego no lo lamento. Cuando la Justicia se mueve entre el error y la inoperancia, la muerte es una solución bastante adecuada para quienes amargan o quitan vidas inocentes. Lo único penoso es que el deceso de estas bestias inexcusables e indefendibles siempre llega cuando el mal, su mal, ya está hecho irremediablemente.¡Cuántas vidas inocentes se habrían salvado si estos cobardes de cerebro lento y hostia rápida se hubieran quitado de en medio antes de cercenar la existencia de sus parejas!
Puede que alguien me acuse de insensible o cruel, pero lo cierto es que pocas cosas hay que me solivianten tanto como aquellos monstruos que valiéndose de una superioridad física agreden o matan a niños, ancianos o mujeres, especialmente éstas, como ya demostré en un artículo hace casi tres años. Para mí, toda esa caterva de maltratadores y asesinos se merecería un suplicio indescriptiblemente sádico, agónico y diario, ya que la muerte me parece un castigo demasiado escaso y rápido para esa escoria nefanda y nauseabunda.
Pero, por aquello de tener un poco de consideración y demostrar algo de bondad, he de reconocer que deseo de corazón que los gusanos y demás microorganismos carroñeros no se envenenen con los restos de este tipejo, si es que alguien decide utilizarlo como abono en lugar de contaminar el aire incinerándolo.
En fin. Hoy el mundo es un lugar un poco mejor para vivir.
¡Ay, 12 de octubre!
Doce de octubre. Antaño "Día de la Hispanidad" y hogaño "Fiesta Nacional". Denominaciones aparte, esta festividad resulta un calco absurdo e inexplicable del día de las Fuerzas Armadas, lo que cuestiona la existencia actual de ambos festejos. No obstante, informativamente, es cierto que da mucho juego, por todas las anécdotas bochornosas que genera, lo cual aumenta mis dudas sobre su conveniencia, al menos con el formato y el concepto actuales...
Dicho esto, el rancio y pretencioso desfile militar sobre el gira la jornada se ha convertido de facto en los últimos años en una mera excusa para que la ciudadanía abronque al desGobierno de este país y para que las revistas del corazón y otras vísceras comenten los modelitos y las chuminadas de Lord Gagá y su parantela de liberados, avergonzando así inmerecidamente a los integrantes del Ejército y sus familiares. Así pues...¿por qué propiciar este escarnio y cisco?
Cierto es que el Ejército actual es un reflejo tenue, devaluado y casi insultante de lo que fue en el pasado, pero no por eso se merece que su desfile y el homenaje a sus caídos se eclipse por los silbidos y gritos del gentío descontento contra los desastrosos timoneles de esta nave patria. No por que no estén justificados, que lo están, sino porque hay ocasiones y días mejores para manifestar el descontento sin agraviar a nadie inocente, como, por ejemplo, en las elecciones.
Dado que el magnicidio ni está ni se le espera y que la sede socialista de Ferraz no va a implosionar en día de cónclave, no hay más remedio que esperar a ciscarnos en el desGobierno votando en los comicios electorales con toda la rabia y la indignación que algunos, cuando no deben, liberan por la boca somo si fueran espitas.
Es lamentable que lo único positivo o simpático que cabe esperar del 12 octubre sea la presencia de la cabra legionaria y la bandera española difuminada en el cielo por un escuadrón. Por eso, porque el Ejército se merece algo mejor y la Fiesta Nacional más si cabe, es prioritario que los organizadores del cotarro se replanteen las formas para que no sigan menoscabando el fondo.
Por lo demás, a mí me da absolutamente igual si al señor POE y su camarilla les gritan de todo menos "guapos", si el Borbón necesita más geriatras que desfiles o si Venezuela sigue demostrando que es un país bananero. Para mí, la única noticia importante que hay que lamentar en este doce de octubre de 2010 es la pérdida de uno de los mejores actores que ha disfrutado el cine español: Manuel Alexandre. Todo lo demás es chufla y pandereta.
martes, 12 de octubre de 2010
"Louise-Michel": Vaya dos...
Anoche vi, en preestreno en España, y eso que se filmó en 2008, la película francesa "Louise-Michel", comedia de humor negro, delirante y estrafalario que, partiendo del drama que supone el cierre de empresas (una fábrica, en este caso), construye una vengativa y extravagante odisea para castigar a los responsables (los dueños de la factoría) protagonizada por dos seres humanos con el cerebro tan invertido como su sexo, cómicamente interpretados por Yolande Moreau (la furiosa desempleada "Louise") y Bouli Lanners (el inepto matón "Michel").
El film dirigido por Gustave de Kervern y Benoît Delépine se sitúa a medio camino, por poner ejemplos patrios, entre el cine de Álex de la Iglesia (por el humor negrísimo y la violencia cómica que preside el metraje) y el de Santiago Segura (por los personajes "freaks" de baja estofa), o entre el esperpento de Valle-Inclán y el astracán de Muñoz Seca. En él tienen cabida personajes extraviados en lo físico, psíquico y/o social que protagonizan situaciones tan inverosímiles y demenciales que encajan como un guante en el género cómico. De ahí que en esta película se pueda ver a enfermos terminales convirtiéndose en sicarios sanguinarios, artistas metalúrgicos y paranoicos obsesionados con el 11-S, transexuales cabareteras cantando a Jesucristo, responsables de RRHH voyeurs y onanistas...
El film dirigido por Gustave de Kervern y Benoît Delépine se sitúa a medio camino, por poner ejemplos patrios, entre el cine de Álex de la Iglesia (por el humor negrísimo y la violencia cómica que preside el metraje) y el de Santiago Segura (por los personajes "freaks" de baja estofa), o entre el esperpento de Valle-Inclán y el astracán de Muñoz Seca. En él tienen cabida personajes extraviados en lo físico, psíquico y/o social que protagonizan situaciones tan inverosímiles y demenciales que encajan como un guante en el género cómico. De ahí que en esta película se pueda ver a enfermos terminales convirtiéndose en sicarios sanguinarios, artistas metalúrgicos y paranoicos obsesionados con el 11-S, transexuales cabareteras cantando a Jesucristo, responsables de RRHH voyeurs y onanistas...
Por todo ello, "Louise-Michel" es una cinta que hay que ver siendo conscientes en todo momento de que, desde su reveladora secuencia inicial, su irreverencia e iconoclastia son tales que la acercan al anarquismo (el título es un juego de palabras que homenajea a una destacada anarquista francesa). Por tanto, no sería raro que hubiera personas que, pasando por alto esto, les incomode o desagrade algunas escenas de esta película, igual que habrá gente que piense que este film es una hez, ignorando que se ha llevado dos galardones en los prestigiosos festivales de Sundance (Premio especial del jurado a la originalidad) y San Sebastián (Premio del jurado al mejor guión).
En definitiva, "Louise-Michel" es una comedia original y transgresora que hace pasar un rato francamente divertido a quienes acepten acompañar a estos "Bonnie y Clyde" del esperpento francés en su azarosa y estrafalaria venganza.
jueves, 7 de octubre de 2010
"Buried": Enterrando la inocencia
Anoche vi "Buried (Enterrado)", película española (en coproducción con Australia) que parece mentira, para bien, que sea española, por su originalidad, calidad, valentía y contundencia. Ignoro si el director, Rodrigo Cortés, ha querido homenajear deliberadamente al maestro Hitchcock, pero lo cierto es que le ha salido una obra cinematográficamente tan redonda como las del genio inglés, que ya desde los títulos de crédito iniciales evoca a los que el fabuloso Saul Bass hizo para el orondo director ("Con la muerte en los talones", "Vértigo", "Psicosis").
Podría dedicar el artículo a loar las cualidades técnicas e interpretativas de "Buried", que son bastante notables, pero eso sería desviarme del mérito principal de este título: Tomar como base uno de los miedos más cervales del ser humano como es el de ser enterrado vivo (sublimado en la ficción por titanes como Edgar Allan Poe, véase su relato "El entierro prematuro") para hacer una película que en apariencia es un thriller (con altas dosis de crítica contra la belicista Administración norteamericana, la ¿ética? de las multinacionales, la delirante burocracia de cualquier trámite telefónico...) pero que en el fondo es una conmovedora y descarnada tragedia nihilista y pesimista como pocas he visto en una pantalla.
"Enterrado" narra, casi en tiempo real, el angustioso padecimiento del civil Paul Conroy (magnífico Ryan Reynolds), un contratista norteamericano secuestrado en Iraq por unos insurgentes y cuya lucha por la vida queda confinada en un ataúd enterrado en algún lugar de esa avernal región. Sin más armas en tal denodada lucha que un teléfono móvil y un mechero, Conroy sumerge al espectador en una espiral de tensión creciente e implacable que avanza demoledoramente hacia un agónico clímax final en el que el aliento se corta.
"Buried" es una película sencilla, desoladora y efectiva como una cuchillada, la que hace que el ánimo del espectador sangre a borbotones al término de este estupendo film que entierra, quizás para siempre, la inocencia de quienes lo vean...
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Huelga la huelga
Hoy es 29 de septiembre y, supuestamente, hay huelga general en España. Yo la única diferencia que noto respecto a otros días es que, conforme se acerca uno al centro de Madrid, para ir al trabajo en mi caso, se ve más inmundicia de la habitual: pintadas, pasquines y sindicalistas. Yo no sé qué dirán las estimaciones oficiales de seguimiento de la huelga, pero, visto lo visto, creo que no serán para que los sindivagos derrochen champán, cava o vino Don Simón.
Además, todos sabemos que el éxito de una huelga, especialmente de este calibre, no depende tanto de la vocación de los trabajadores de secundar esta iniciativa, como de la acción coercitiva de esas bandas de zafios bastardos a las que se suele denonimar eufemísticamente "piquetes informativos", maleantes sindicales que, salvo contadísimas excepciones, no tienen problema en estropiciarte el negocio, zarandearte o mancillarte hasta la séptima generación de ancestros por la osadía de querer trabajar. Por eso, cualquier padecimiento o castigo que sufra esa gentuza me parecerá formidable, ya que, si de mí dependiera, servirían de carnaza para el carcharodon carcharias.
Además, todos sabemos que el éxito de una huelga, especialmente de este calibre, no depende tanto de la vocación de los trabajadores de secundar esta iniciativa, como de la acción coercitiva de esas bandas de zafios bastardos a las que se suele denonimar eufemísticamente "piquetes informativos", maleantes sindicales que, salvo contadísimas excepciones, no tienen problema en estropiciarte el negocio, zarandearte o mancillarte hasta la séptima generación de ancestros por la osadía de querer trabajar. Por eso, cualquier padecimiento o castigo que sufra esa gentuza me parecerá formidable, ya que, si de mí dependiera, servirían de carnaza para el carcharodon carcharias.
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Dos jetas y un destino. |
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Piquetes "informando" a la Policía. |
Además, a nadie se le escapa que ésta es una huelga tardía y de boca pequeña, hecha porque no les quedaba más remedio, de cara a la galería y sin más pretensión que la de seguir en el puesto antes que otro cafre arribista les quite la silla y el chollo. ¿Por qué? Pues porque los sindicatos están (oficiosamente siempre y con frecuencia oficialmente) a lo que diga el desGobierno, que para eso los paga y consiente. A Méndez, Toxo y sus marionetas les parecerá fetén todo lo que diga La Moncloa mientras les sigan dejando campar a sus anchas...y así estamos. Y quien no quiera ver eso, que se dedique al loable oficio de vender cupones.
¿Y después de la huelga...qué? Pues todo seguirá igual: El país estará en manos de cretinos y gandules, la economía en la UVI, la cola del INEM emulando a la Gran Muralla China, los afortunados trabajadores ganándose el pan duramente y los sindicatos... avergonzando a quienes dicen representar. En definitiva, esta huelga huelga.
Por cierto, un saludo a Juan Carlos, que hoy, oficialmente, ha decidido no trabajar. En materia de liberados eres también "primus inter pares".
lunes, 27 de septiembre de 2010
"El americano"...impasible
Imagínese un thriller que no sea el típico y tópico "made in Hollywood": Con personajes verosímiles y bien trabajados, con un ritmo que no parezca un ataque epiléptico, con una trama realista, con en escenarios no muy sofisticados y con un final no necesariamente feliz. Es decir, piense en una película noir a la europea (Chabrol, Melville...). Lo mismo, creo, que buscaba hacer el realizador Anton Corbijn en su segunda incursión cinematográfica, "El americano". Lástima que no lo haya conseguido.
El director holandés, conocido por su pericia como fotógrafo (que evidencia aquí en algunos encuadres e iluminaciones francamente interesantes) y director de videoclips, realiza una película sin alma ni brío que se sostiene a duras penas por la presencia de un solvente actor (George Clooney, único reclamo-aliciente-clavoardiendo de este film) y unas inconclusas buenas intenciones (las de homenajear/emular el cine negro que se hace a este lado del Atlántico). Y eso que la impactante escena inicial de "The American" te hace esperar una cosa muy distinta a una decepción...
¿Decepción? Sí. ¿Por qué? Porque el guión es tan raquítico como el de una película porno; Clooney (productor del cotarro, ojo) hace lo que puede con un personaje lacónico, adusto y pétreo (un artesano del asesinato) que se ahoga en una trama demasiado débil cuando no absurda; el montaje dota a la cinta de un ritmo rayano con lo comatoso y cualquier atisbo de suspense o tensión se esfuma entre escenas más propias de anuncios de coches o viajes que de una película al uso, algo a lo que, por cierto, contribuye mucho la banda sonora de "hilo musical de ascensor" que pulula por el metraje...
En definitiva, "El americano" es una más de esas películas que entran dentro de la categoría "Pudo ser y no fue", porque se contempla con la misma indiferencia e impasibilidad que rezuma. Eso sí, es francamente aconsejable si lo que se quiere es echar una cabezadita o disfrutar de la compañía (si es que se es tan afortunado como para una u otra cosa).
Y, para terminar, dejo el tráiler del film, ejemplo de cómo persuadir al público de que una película es de una determinada manera...y en realidad es justo de la contraria.
El director holandés, conocido por su pericia como fotógrafo (que evidencia aquí en algunos encuadres e iluminaciones francamente interesantes) y director de videoclips, realiza una película sin alma ni brío que se sostiene a duras penas por la presencia de un solvente actor (George Clooney, único reclamo-aliciente-clavoardiendo de este film) y unas inconclusas buenas intenciones (las de homenajear/emular el cine negro que se hace a este lado del Atlántico). Y eso que la impactante escena inicial de "The American" te hace esperar una cosa muy distinta a una decepción...

¿Decepción? Sí. ¿Por qué? Porque el guión es tan raquítico como el de una película porno; Clooney (productor del cotarro, ojo) hace lo que puede con un personaje lacónico, adusto y pétreo (un artesano del asesinato) que se ahoga en una trama demasiado débil cuando no absurda; el montaje dota a la cinta de un ritmo rayano con lo comatoso y cualquier atisbo de suspense o tensión se esfuma entre escenas más propias de anuncios de coches o viajes que de una película al uso, algo a lo que, por cierto, contribuye mucho la banda sonora de "hilo musical de ascensor" que pulula por el metraje...
En definitiva, "El americano" es una más de esas películas que entran dentro de la categoría "Pudo ser y no fue", porque se contempla con la misma indiferencia e impasibilidad que rezuma. Eso sí, es francamente aconsejable si lo que se quiere es echar una cabezadita o disfrutar de la compañía (si es que se es tan afortunado como para una u otra cosa).
Y, para terminar, dejo el tráiler del film, ejemplo de cómo persuadir al público de que una película es de una determinada manera...y en realidad es justo de la contraria.
La talla de la sensatez
Recientemente ha aparecido en las noticias el caso de Carla Trujillo, una joven modelo española que sufre una absurda discriminación. ¿El motivo? Estar considerada por ciertos mandamases de la pasarela como "modelo de talla grande". Y ojo, que si alguien piensa ahora mismo en una adiposa sin complejos vestida de globo aerostático carísimo, se equivoca. La pizpireta Trujillo es una chica normal, con el bello encanto que da la sana lozanía, sí, pero corriente en cuanto a tallaje se refiere (talla 40). Y de ello da fe el hecho de que esta madrileña haya sido contratada por una prestigiosa agencia neoyorquina de modelos, lo cual no deja de ser paradójico.
¿Cuál es el problema entonces? Desde luego, el quid de la cuestión no hay que buscarlo en Carla, cuya madurez y mesura, por cierto, es impresionante para tener "sólo" 17 años. Quizás haya que dirigir la mirada inquisitiva hacia la alta costura, ese manantial de estrafalarios esnobismos y feroces complejos...¿Está tan ensimismada y enloquecida la moda que ha perdido definitivamente la noción de "normalidad"? ¿Qué deficiencia mental o audiovisual lleva a los modistos y gurús del prêt-à-porter (esto es, manfloritas y aledaños) a considerar como fémina estándar cualquier mujer que parezca pintada por El Greco? ¿Alguien oriundo de ese pretencioso vergel de sarasas y divas narcisistas va a caer en la cuenta de que son infames cómplices de la existencia de la bulimia y la anorexia en el mundo? ¿Las medidas ideales son las de un cadáver putrefacto?
Yo siempre suelo ser partidario del término medio que tanto alababa Aristóteles, así que supongo que se entenderá que, para mí, tan injustificable y necio es situar como paradigma a mujeres que harían las delicias de Rubens como colocar en idéntico pedestal a féminas que parecen recién liberadas de un campo de concentración nazi. Aunque, puestos a elegir, mejor una que parezca henchida de felicidad antes que otra que se asemeje a una invitación a la necrofilia...De todos modos, a mí me da absolutamente igual la flaqueza o la gordura, siempre y cuando tengan su justificación en razones genéticas o fisiológicas y no en dislates mentales o en simple e insalubre dejadez. La salud, al igual que la felicidad, empieza por la cabeza.
De cualquier forma, lo único cierto es que la moda, además de crear vestidos que muy pocas personas llevarían (por su precio, en el mejor de los casos), genera unos dictados cuestionables y unos referentes irreales que, combinados con una deficiente autoestima y una insuficiente madurez mental, han convertido a cientos de miles de mujeres en seres cadavéricos víctimas del espejo y el qué dirán y otro tanto sucede con aquellas cuya oronda figura se convierte en una absurda cárcel donde apresar la naturalidad y la alegría. Es un curioso contrasentido que un negocio que tiene por eje central a la mujer sea responsable de tantas penalidades femeninas. Un curioso, bochornoso y demencial contrasentido cuyos principales responsables no son las infelices y desdichadas mujeres que padecen tales complejos, sino los modistos, las modelos y los medios de comunicación que deciden prescindir del sentido común y vivir ajenos a la realidad más mundana, la misma a la que manipulan y enferman con sus delirantes "tendencias".
Por suerte, siempre habrá casos como los de Carla Trujillo, una chica bellamente normal que tiene una talla que muchas mujeres (y hombres) deberían anhelar: la de la sensatez.
De cualquier forma, lo único cierto es que la moda, además de crear vestidos que muy pocas personas llevarían (por su precio, en el mejor de los casos), genera unos dictados cuestionables y unos referentes irreales que, combinados con una deficiente autoestima y una insuficiente madurez mental, han convertido a cientos de miles de mujeres en seres cadavéricos víctimas del espejo y el qué dirán y otro tanto sucede con aquellas cuya oronda figura se convierte en una absurda cárcel donde apresar la naturalidad y la alegría. Es un curioso contrasentido que un negocio que tiene por eje central a la mujer sea responsable de tantas penalidades femeninas. Un curioso, bochornoso y demencial contrasentido cuyos principales responsables no son las infelices y desdichadas mujeres que padecen tales complejos, sino los modistos, las modelos y los medios de comunicación que deciden prescindir del sentido común y vivir ajenos a la realidad más mundana, la misma a la que manipulan y enferman con sus delirantes "tendencias".
Por suerte, siempre habrá casos como los de Carla Trujillo, una chica bellamente normal que tiene una talla que muchas mujeres (y hombres) deberían anhelar: la de la sensatez.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Los Tudor: Dios salve al Rey, a la Reina, la Corte...

Dejando a un lado las más que notables licencias (que a veces incurren directamente en la invención) que se toma en ocasiones, esta producción sólo puede recibir un calificativo: magnífica. "The Tudors" es una de esas cada vez más inusuales muestras de que la calidad no está en absoluto reñida con unos buenos datos de audiencia. Pruebas hay de ello. No en vano, la serie de Showtime tiene excelentes bazas a su favor: Un guión trepidante y excelentemente trabajado en tramas de lo más adictivo, unas interpretaciones solventes cuando no extraordinarias (el reparto está trufado de buenos actores), una banda sonora digna de reyes...y, lo más importante en mi opinión, la facilidad con la que despierta el interés o la curiosidad por conocer más de los sucesos y/o los personajes que en ella aparecen.

Creo que es muy difícil ver este impresionante fresco del convulso y decisivo reinado del demente y apasionado Enrique VIII y no tener ganas inmediatas de conocer cuánto de verdad hay en los hechos ficcionados y cómo fue la vida real de sus protagonistas. En mi caso, por ejemplo, ardo en deseos de documentarme mejor sobre la impresionante reina Catalina de Aragón (memorable y regiamente encarnada en la serie por la actriz Maria Doyle Kennedy). Si eso lo consigue también en cada uno de los millones de espectadores que tiene "Los Tudor" alrededor del mundo, la cultura tiene una deuda enorme con todos los implicados en esta serie. Y en cuanto a las notorias y puntuales "infidelidades" a la historia real...bueno, digamos que nunca estuvo mejor justificada una infidelidad, ya que, nos pongamos como nos pongamos, esta serie no deja de apostar por la historia y la cultura, haciendo de ellas premisa y eje de la producción.
Siento mucha admiración por esta serie. Admiración y también envidia, porque en España tenemos una historia tan rica o más que la de Inglaterra, con personajes tan apasionantes como los que "Los Tudor" nos ofrece y que, sin embargo y lamentablemente, no ha tenido digno eco en una traslación fílmica o televisiva comparable (cuando no inexistente) a la serie que ayer concluyó su segunda temporada en abierto en nuestro país (y eso que la cuarta y definitiva ya ha terminado su emisión al otro lado del Atlántico). Ojalá esta deficiencia se subsane en un futuro.
Y mientras llega ese momento, si es que llega, veré productos televisivos tan estupendos como "Los Tudor".

martes, 14 de septiembre de 2010
No es Conan, pero ¡qué bárbaro!

Rafa Nadal, un joven español con un físico portentoso sólo equiparable a su humildad y sensatez, ha entrado en el Olimpo de forma expeditiva e incontestable, como un lozano y remozado Heracles. Y lo ha hecho a través del tenis, una disciplina deportiva en la que sólo hay alguien capaz de ser su némesis: el gran, grandísimo campeón Roger Federer. ¿Cómo? Siendo el ganador más joven del denominado Grand Slam. Y lo ha conseguido a base de tenacidad, esfuerzo, sacrificio y modestia, cualidades todas ellas en las que pueden y deberían fijarse los jóvenes de todo el mundo, pues ésa es la receta para triunfar en la vida.
Con una fortaleza mental apabullante y un juego que destila poderío físico en cualquiera de sus movimientos, ese cruce imposible entre Gerónimo y el más famoso de los cimmerios ya es merecidamente inquilino de esos Campos Elíseos donde sólo los campeones son admitidos desde que el ciego Homero cantaba sus gestas.
En España, tenemos la suerte de habernos acostumbrado a lo inaudito, de esperar lo imposible y de celebrar lo increíble. Y todo ello, procedente desde el ámbito deportivo (como no podía ser de otra manera, visto cómo está el patio político, social, cultural...). Y lo cierto es que no deberíamos hacer eso, porque esta excelsa rutina de éxitos puede provocar que se desvirtúe el titánico mérito que tienen sus remitentes, ya sea Nadal, Gasol, las selecciones de fútbol (pese a Buenos Aires) y baloncesto (pese a Estambul), Alonso, Lorenzo...
Acabo ya, porque es momento más de disfrutar que de escribir y porque el asombro y el orgullo son difíciles asesores de tintero. Este manacorí no es Conan pero lo que consigue es bárbaro. ¡Y que sean muchas más como ésta!

lunes, 13 de septiembre de 2010
Turquía 2010: Memento mori

Respecto a nuestra selección, en una sonrojante y merecida sexta posición, podría repetir casi literalmente el artículo que escribí hace justo un año. Y me habría encantado hacerlo, si con ello hubiera tenido que retractarme por un motivo similar al que me llevó a ello entonces. Pero no. Esta vez, no.
La selección española de baloncesto que apareció en Turquía estaba y está más para un balneario o un diván que para un podio. De ahí el bochornoso espectáculo que ha brindado a los aficionados estas semanas. Hemos perdido la excelencia competitiva que nos caracteriza. Quizás se pueda deber a la ausencia de dos pilares fundamentales como Pau Gasol (descansando merecidamente en el Olimpo) y José Manuel Calderón (al que las lesiones parecen perseguirle con inoportuna saña). Pero justificarse así es igual de absurdo que ampararse en los méritos de los rivales que nos han dejado en evidencia en este campeonato. La falta de concentración, la nimia intensidad defensiva, la deficiente forma física y la ausencia de rumbo son factores que se han conjugado en forma de tormenta perfecta que ha dejado a esta Armada Invencible como la de 1588.
No sé si la ausencia de un jugador tan excepcional como Pau es motivo suficiente para perder esa voracidad que distingue a un equipo campeón de otro simplemente bueno. Pero es que, siendo todo el mundo conscientes de lo que es capaz esta selección, lo que se ha visto en Turquía sólo se puede calificar de mediocridad. Del infierno turco se podrían buscar culpables en nombres propios como Ricky (el día que la sensatez se una a sus virtudes, será un fuera de serie), Marc Gasol (incapaz de demostrar que es algo más que "el hermano de Pau"), Garbajosa (un campeón al que el físico ya no acompaña), comentar la intermitencia de Navarro y Rudy (que al menos han dado la cara en algún momento del campeonato), discutir la escasa utilización de Fran Vázquez (de lejos, el jugador más en forma del combinado), elucubrar los motivos por los que se selecciona a gente como Claver o San Emeterio (que han jugado entre poco y nada)...o por qué el entrenador ha sido incapaz de prever o revertir una concatenación de problemas como la vivida en este Mundial 2010.
Mi sospecha es que los jugadores, oficiosamente, no creen en Sergio Scariolo. Quizás no les falte razón. Creo que antes, con Pau, el nivel subía tan enormemente que se tapaban todas las carencias y, ahora que la marea ha bajado, el primero en quedar en paños menores ha sido un seleccionador que no ha sabido administrar deportiva ni psicológicamente un equipo como el que viajó a Turquía. Con esto no quiero decir que sea el gran Satán y el epicentro del papelón español en el Bósforo, pero sí que, a diferencia de sus jugadores, tiene mucho más que demostrar...Cuando la cabeza, el cuerpo y la fortuna acompañan, da igual quien se siente en el banquillo mientras en la pista estén unos titanes que se autogestionan en la excelencia. Cuando eso cambia...bueno, sucede lo que está ocurriendo ahora mismo.
De todos modos, doctores tiene la Iglesia para analizar lo acontecido y tomar decisiones. Yo, por mi parte, creo que no viene nada mal este brusco descenso al mundo de los mortales si con ello todo el mundo recuerda que la gloria se conquista y el éxito se trabaja.
Espero que la decepción de Turquía suponga para la selección de baloncesto lo mismo que el siervo que escoltaba al general romano victorioso en la Antigua Roma, a quien no cesaba de decirle: "Memento mori", esto es, "Recuerda que morirás", para que los laureles no se le subieran a la cabeza...
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