Un minero atrapado en un túnel, mientras en la superficie se organiza un circo mediático de no te menees a propósito de su desdichada situación al tiempo que su liberación se va postergando más y más, acrecentando así el interés informativo y el morbo social...¿Les suena? ¿Y si les digo que éste es el argumento de una de mis películas favoritas del genio Billy Wilder: "El gran carnaval" (1951)? A veces la línea que separa la realidad de la ficción es tan fina como odiosa...
Los 33 mineros chilenos ayer por fin fueron regurgitados por Gea después de 70 días confinados en los dominios de Hades. Lógicamente, me alegra que su sepultura haya sido sólo temporal y ahora todos estén sanos y salvos junto a sus familias, amantes, mascotas y amigos. Lo que ya no me hace tanta gracia es la bochornosa cobertura informativa con la que los medios de comunicación han travestido de periodismo serio lo que es morbo puro, duro y soez.
El único interés de toda esta historia subterránea ha sido la curiosidad malsana de saber si finalmente iban a palmar o no la treintena de desdichados chilenos. Y eso es, por definición, morbo. Un morbo que ha sido explotado a conciencia por los medios de comunicación de todo el mundo con una cobertura constante y excesiva, trufada de elucubraciones aviesas, anécdotas de baratillo (Ej: La trifulca puteril de cierto minero), crónicas efectistas en busca de la congoja, etc, etc. De ahí que las audiencias de todos los medios se hayan disparado con la desventura de la mina chilena. Y como donde hay audiencia, hay negocio, no han tardado en hacer acto de presencia entidades y personalidades dispuestas a tener su minuto de gloria a cambio de una filantropía y un altruismo más que dudosos. Las moscas no tardan en acercarse a las heces...
Resulta patético comprobar la desmesura y el sensacionalismo que se han instalado como un cáncer en el Periodismo y los medios de comunicación actuales. Cualquier cosa vale para llamar la atención y ser los más vistos, leídos o escuchados. Hoy Chuck Tatum, el avieso periodista de "El gran carnaval" magnifícamente interpretado por Kirk Douglas, tendría muy pero que muy difícil destacar en su cometido, porque todos sus colegas de profesión y los jefes de éstos tienen su misma carencia de escrúpulos. Lo triste es que Tatum es sólo un personaje de ficción...
Y después de esto, ¿qué? Pues los ¿periodistas? se irán a otra parte en busca de la audiencia, como tiburones que siguen el rastro de la sangre, porque ése es su modus operandi...Porque, en el fondo, la vida de los mineros y la tierra que los parió nunca les ha importado gran cosa, como a la inmensa mayoría de miles de espectadores que han seguido este drama tunelario en todo el orbe.
Lo único me agrada entre tanto despropósito es comprobar, una vez más, la agudeza crítica, (en ocasiones como ésta, visionaria) de ese coloso del séptimo arte que fue, es y será Billy Wilder.
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