Doce de octubre. Antaño "Día de la Hispanidad" y hogaño "Fiesta Nacional". Denominaciones aparte, esta festividad resulta un calco absurdo e inexplicable del día de las Fuerzas Armadas, lo que cuestiona la existencia actual de ambos festejos. No obstante, informativamente, es cierto que da mucho juego, por todas las anécdotas bochornosas que genera, lo cual aumenta mis dudas sobre su conveniencia, al menos con el formato y el concepto actuales...
Dicho esto, el rancio y pretencioso desfile militar sobre el gira la jornada se ha convertido de facto en los últimos años en una mera excusa para que la ciudadanía abronque al desGobierno de este país y para que las revistas del corazón y otras vísceras comenten los modelitos y las chuminadas de Lord Gagá y su parantela de liberados, avergonzando así inmerecidamente a los integrantes del Ejército y sus familiares. Así pues...¿por qué propiciar este escarnio y cisco?
Cierto es que el Ejército actual es un reflejo tenue, devaluado y casi insultante de lo que fue en el pasado, pero no por eso se merece que su desfile y el homenaje a sus caídos se eclipse por los silbidos y gritos del gentío descontento contra los desastrosos timoneles de esta nave patria. No por que no estén justificados, que lo están, sino porque hay ocasiones y días mejores para manifestar el descontento sin agraviar a nadie inocente, como, por ejemplo, en las elecciones.
Dado que el magnicidio ni está ni se le espera y que la sede socialista de Ferraz no va a implosionar en día de cónclave, no hay más remedio que esperar a ciscarnos en el desGobierno votando en los comicios electorales con toda la rabia y la indignación que algunos, cuando no deben, liberan por la boca somo si fueran espitas.
Es lamentable que lo único positivo o simpático que cabe esperar del 12 octubre sea la presencia de la cabra legionaria y la bandera española difuminada en el cielo por un escuadrón. Por eso, porque el Ejército se merece algo mejor y la Fiesta Nacional más si cabe, es prioritario que los organizadores del cotarro se replanteen las formas para que no sigan menoscabando el fondo.
Por lo demás, a mí me da absolutamente igual si al señor POE y su camarilla les gritan de todo menos "guapos", si el Borbón necesita más geriatras que desfiles o si Venezuela sigue demostrando que es un país bananero. Para mí, la única noticia importante que hay que lamentar en este doce de octubre de 2010 es la pérdida de uno de los mejores actores que ha disfrutado el cine español: Manuel Alexandre. Todo lo demás es chufla y pandereta.
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