Ayer el cine español y, por ende, la cultura española perdieron a uno de sus hombres más merecidamente brillantes: el maestro Luis García Berlanga. Lúcido, talentoso y modesto, Berlanga puede ser considerado con razón uno de los cineastas más brillantes que ha dado, no ya España, sino Europa al séptimo arte en su centenaria historia. Un director que no sale en absoluto mal parado de comparaciones con genios inmortales como, por ejemplo, Billy Wilder, con el que, por cierto, entroncaría por el dominio de ambos de un humor irónico e inteligente de poso amargo. No en vano, Berlanga lo único que tiene que envidiar a los mitos de la dirección hollywoodiense es que ellos tuvieron un país que les valoró como merecían....
Habilísimo retratista social y excelente crítico de los pecados y vicios que han formado parte indeleble de la historia española del último medio siglo, Berlanga fue quizás el miembro más brillante de esa hornada de directores españoles (Bardem, Nieves Conde, Forqué...) que demostraron que el ingenio es el único color que necesita el blanco y negro...o que la censura jamás puede ni podrá eclipsar la luz del talento.
Para la posteridad quedan joyas como "Bienvenido, Mister Marshall", "Calabuch", "Los jueves, milagro", "Plácido" o "El verdugo", películas para la admiración y reflexión de quienes, como yo, echaremos de menos a portentos de esta magnitud y brillantez sin parangón ni relevo...
Descanse en paz.
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