La vida es curiosa. Casi estrambótica. Quizás ahí reside parte de su encanto. Y es que, a veces, se hacen las cosas más insospechadas por motivos de lo más inverosímil. Por ejemplo:
- Conseguir lo contrario de lo que logran los políticos, esto es: unir a toda la ciudadanía y no sentir vergüenza de ser español.
- Enarbolar y presumir sin prejuicio alguno de la bandera que nos representa a todos sin que ningún necio te llame "facha" por ello.
- Poner de acuerdo a millones de personas dentro y fuera de nuestras fronteras para que sean felices sin más justificación que la de "¿Y por qué no?".
- Rememorar viejas gestas de tiempos pretéritos y más belicosos sin necesidad de derrarmar una sola gota de sangre.
- Hacer realidad algo que hasta anoche sólo estaba al alcance de la imaginación o los videojuegos.
- Lograr erradicar de nuestros pensamientos durante un tiempo lo que es innegable: Que vivimos una de las crisis políticas, económicas y sociales más miserables y hondas que se recuerdan.
- Dejar en evidencia a cierta comadreja en menos de un minuto.
- Regalar a todo el mundo un recuerdo memorable, una historia antológica que cada español podrá contar con orgullo y emoción a sus hijos, nietos, bisnietos y demás como si fuéramos el replicante Roy.
- Ganar un Mundial, jugando al fútbol como un equipo, contra un conjunto anaranjado de expertos en artes marciales y lucha libre.
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