Tras "lo del Madrid" (ese concepto), el Atleti se había convertido en
protagonista de dos polémicas contraproducentes. Una, si el Atleti debe
ser la filarmónica de Viena o Metallica (y por qué). La otra, si Koke
merece cadena perpetua por blasfemar contra Dios después de que Éste le
bendijera con un puñetazo por la espalda. La polémica sobre la identidad
futbolística está dentro de lo deportivo y por eso es aceptable; en
cambio, la que atañe a la especie protegida made in Portugal se enmarca
dentro de lo estrictamente soplapollesco y por tanto merece tanta
atención como Leticia Sabater poniéndote ojitos. El caso es que,
enredado en esas enrevesadas digresiones, el Atlético ha estado estos días más
pendiente de comportarse como un preocupante y preocupado Woody Allen
que de volver a ser ese carismático y cabrón Negan que había paseado su
Lucille por España y Europa. Y, así, con el Atleti en el diván, llegó la
Champions con un PSV bajo el brazo.
El Atleti presentó en su once titular cuatro cambios respecto al
último siniestro. Decir que los relevados quedan así "señalados" sería mentir. Decir que los relevados están su mejor momento también sería mentir. Decir que los cambios aseguraban una mejoría sería meterse en un jardín. No se trataba tanto de buscar chivos expiatorios como de encontrar soluciones.
último siniestro. Decir que los relevados quedan así "señalados" sería mentir. Decir que los relevados están su mejor momento también sería mentir. Decir que los cambios aseguraban una mejoría sería meterse en un jardín. No se trataba tanto de buscar chivos expiatorios como de encontrar soluciones.
La primera parte sólo ofreció algo interesante: comprobar cómo crecía la
hierba cada vez que el portero del PSV tenía que poner el balón en
juego. Por lo demás, el Atleti, pese a los cambios, siguió comportándose
como un matrimonio con hijos ya casados en lugar de como esa pareja
adolescente on fire que muchos echamos de menos.
La segunda parte fue casi un remake de la primera. El casi fueron dos
goles del Atleti. El casi fue Antoine Griezmann, que decidió recompensar
la paciencia y el apoyo de la hinchada dando el primer gol, marcando el
segundo y empleándose a fondo para remendar el desaguisado que tiene
el equipo rojiblanco en el mediocampo.
Así las cosas, lo mejor del tedioso partido fue el resultado ante un rival cuya mediocridad merecía un buen rapapolvo. Quizás por eso mismo lo peor del decepcionante encuentro fue que el Atlético únicamente despejó una duda: lo que le pasa no es cuestión de nombres (las novedades no aportaron mejoras sustanciales) ni de sistema (el regreso al doble pivote primigenio no arregló el circo que hay montado en la medular) ni de estilo (no está fino ni jugando al toque ni al contragolpe) ni de forma física (los que están más frescos no muestran mejores prestaciones que los más cargados de minutos); es esencialmente una cuestión mental. Dicho de otro modo: faltan dos cosas fundamentales como son la actitud y la claridad de ideas. Por qué lo que antes era un tanque de pirañas encabronadas es ahora un vistoso acuario relajante es un misterio que yo no sé explicar.
En definitiva: la fría noche en Madrid concluyó como había empezado: con el Atleti en el diván. No queda otra que seguir creyendo.
Así las cosas, lo mejor del tedioso partido fue el resultado ante un rival cuya mediocridad merecía un buen rapapolvo. Quizás por eso mismo lo peor del decepcionante encuentro fue que el Atlético únicamente despejó una duda: lo que le pasa no es cuestión de nombres (las novedades no aportaron mejoras sustanciales) ni de sistema (el regreso al doble pivote primigenio no arregló el circo que hay montado en la medular) ni de estilo (no está fino ni jugando al toque ni al contragolpe) ni de forma física (los que están más frescos no muestran mejores prestaciones que los más cargados de minutos); es esencialmente una cuestión mental. Dicho de otro modo: faltan dos cosas fundamentales como son la actitud y la claridad de ideas. Por qué lo que antes era un tanque de pirañas encabronadas es ahora un vistoso acuario relajante es un misterio que yo no sé explicar.
En definitiva: la fría noche en Madrid concluyó como había empezado: con el Atleti en el diván. No queda otra que seguir creyendo.
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