Recientemente he terminado de ver La peste, serie de Movistar + que, junto a El Ministerio del Tiempo, es quizá una de las mejores muestras de la buena salud de la ficción televisiva española.
La serie, creada por Alberto Rodríguez y Rafa Cobos (responsables del estupendo film La isla mínima), nos adentra en la Sevilla de mediados del siglo XVI, cuando España era EEUU y Sevilla su Nueva York, para hacernos testigos de la investigación de una serie de macabros asesinatos con trasfondo religioso, trama que casi constituye un delicioso Macguffin para hacer un asombroso fresco la sociedad de la época y donde vemos desarrollarse a unos variopintos personajes en busca de su identidad mientras la peste va diezmando la población. Misterio y revelación, sufrimiento y placer, pobreza y riqueza, religión y ciencia, humildad y ambición, ignorancia y conocimiento, luz y oscuridad, vida y muerte...toda esta ficción está asentada sobre un enjambre de antagonismos que ayudan magníficamente a dotar de cierto aire tenebrista a la ética y estética de esta producción.
La peste podría definirse como un thriller de época y lo es porque la trama principal viene a ser un Se7en en la España del Siglo de Oro. Pero, contemplada en su conjunto, esta producción trasciende el entretenimiento del "thriller" y el historicismo del "de época", para tocar temas que, por desgracia, no han pasado de moda: la corrupción, la degradación cainita en los tiempos de crisis, la minusvaloración de la mujer, el dirigismo ideológico, la persecución de cualquier disidencia, el clasismo, el conocimiento como herramienta subversiva, la ética de los prejuicios, el desarraigo identitario en un mundo febril y arrollador...Temas tan interesantes como estos están en La peste y son una de sus varias virtudes.
La serie tiene ecos de Rinconete y Cortadillo de Cervantes, El capitán Alatriste de Pérez-Reverte, Venganza en Sevilla de Asensi y La leyenda del ladrón de Gómez Jurado (que, por cierto, ha suscitado una acusación de plagio contra La peste). A ello hay que añadir que la pareja protagonista, el experimentado y desencantado Mateo Núñez y el novato pero espabilado Valerio Huertas, es bastante de deudora no tanto del legendario tándem Holmes-Watson de las célebres novelas de Arthur Conan Doyle como de la famosa dupla que formaban Guillermo de Baskerville y Adso de Melk en El nombre de la rosa de Umberto Eco. Por todo ello, los amantes de la literatura estarán más que conformes con la narrativa de esta producción, incluso aquellos que les guste la pseudoliteratura porque La peste tiene un ritmo y unos giros de guión dignos de cualquier aventura del profesor Robert Langdon.
No obstante, en paralelo a su indudable calidad narrativa, merece la pena destacarse la dirección artística, la fotografía, el vestuario y el maquillaje porque resulta francamente impresionante la sensación inmersiva que provoca en el espectador tanto talento y esfuerzo conjunto, de manera que, más que ver una ficción, parece que la pantalla se convierte en una ventana desde la que el público se asoma al pasado. Hay fotogramas que poco tienen que envidiar a lienzos de Zurbarán, Velázquez o Caravaggio y eso son palabras tremendamente mayores y quizás el mejor elogio que se puede hacer al equipo técnico de La peste, artífice de que te creas totalmente la sordidez de los suburbios y la suntuosidad de los palacios que dan el marco perfecto a esa lucha de luz y sombra que vertebra todo el relato.
A todo lo dicho hay que sumar el estupendo trabajo del reparto (Pablo Molinero, Sergio Castellanos, Patricia López Arnáiz, Cecilia Gómez, Paco León, Manuel Solo, Paco Tous, Tomás del Estal, Antonio Dechent...) que interpreta con solvencia a personajes más o menos ricos en matices pero siempre verosímilmente humanos, con los suficientes claroscuros internos para alejarse de cualquier arquetipo o cliché. Por cierto, Paco León demuestra una verdad que a menudo se olvida: dentro de cada cómico hay un buen actor.
Por si fuera poco, quienes sean víctimas de la insaciable curiosidad, pueden ahondar en los entresijos de la serie, Sevilla y la época gracias a la interesante iniciativa interactiva de "La Ruta de la Peste".
¿Qué más se puede pedir? Una segunda temporada, tal vez. Llegará en 2019. Por tanto, nada más que pedir y sí mucho que disfrutar porque La peste es entretenimiento del bueno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario