Las obras de metaficción no son algo frecuente. Y menos aún las que merecen la pena: hay que tener ingenio, habilidad para tomar cierta perspectiva respecto al referente, empatía para conseguir la complicidad del receptor, etc. Por eso, siempre es una agradable sorpresa disfrutar con obras que aciertan a la hora de referenciar o jugar con las convenciones, los arquetipos y los clichés de los géneros de la ficción. El caso del género del terror, en su vertiente cinematográfica, es un buen ejemplo de todo esto que estoy diciendo.
En las últimas dos décadas, los aficionados al cine en general y al terror en particular hemos tenido la suerte de poder disfrutar con películas que se atreven a ir más allá de lo convencional y adentrarse en el campo de lo autorreferencial. Títulos como "Scream", "Zombies party", "Behind the mask: the rise of Leslie Vernon", "Tucker y Dale contra el mal", "Bienvenidos a Zombieland", "La cabaña en el bosque" o "Las últimas supervivientes" no sólo funcionan como productos de entretenimiento (dado que la mayoría son comedias o tienen una fuerte carga autoparódica como sucedía con El jovencito Frankenstein respecto a las películas de terror de la Universal)
sino también como análisis del género de terror en sentido amplio y de sus diferentes subgéneros y/u obras maestras. Así, mientras Scream, Behind the mask, Tucker y Dale y Las últimas supervivientes nos remiten al género del slasher en general y a clásicos como "Halloween" (Scream), "La matanza de Texas" (Tucker y Dale) o "Viernes 13" (Las últimas supervivientes), películas como las divertidísimas Zombies party y Bienvenidos a Zombieland se aproximan al género zombi al tiempo que otros títulos como la muy recomendable La cabaña en el bosque funcionan como un homenaje-compendio-análisis transversal de los grandes subgéneros, temas y personajes del terror cinematográfico de los últimos lustros.
El valor de estas películas que cito no está sólo en su capacidad para entretener (porque absolutamente todas te hacen pasar un buen rato) sino en que demuestran todo un ejercicio previo de introspección y conocimiento de la materia en cuestión que, en mi opinión, las hace mucho más interesantes que el resto de películas de terror al uso hechas en los últimos años (exceptuando las magistrales The conjuring o La visita) por cuanto no contribuyen a devaluar el cine de terror mediante innecesarias redundancias sino a enriquecerlo desde la originalidad, el cariño y la complicidad.
En ese sentido, me parece que la obra más reciente, "The Final girls" (una vuelta de tuerca al juego planteado por La rosa púrupura del Cairo) es un ejemplo de esto que acabo de decir: de cómo se puede hacer una obra desde el conocimiento y el respeto que tenga valía no sólo de forma autónoma sino también como ejercicio de metaficción y eso que esta película es muy modesta en sus pretensiones. La clave está en que tiene muy muy claras sus intenciones y, tal vez por ello, funciona tan bien no como producto de terror (que ni lo es ni quiere serlo) sino como comedia (especialmente a la hora de cachondearse del terror ochentero) y obra de metaficción sobre el género del slasher.
En definitiva, que, para quien quiera descubrir las líneas maestras del cine del terror sin sobresaltos pero con una sonrisa de satisfacción, ya sabe unas cuantas películas que debería ver...
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