sábado, 14 de noviembre de 2015

Troya es cualquier parte

Anoche, de nuevo, el horror. Y la piel fría y los latidos lentos y los pensamientos frenéticos y el silencio quebrándose por un torrente de palabras a ninguna parte. Anoche, de nuevo, la muerte. Y el terror. Y la rabia. Y la pena.

La cadena de atentados que la pasada noche hirió a todo el mundo libre a la altura de París nos ha vuelto a dejar en shock. Las imágenes, las informaciones, las sensaciones, los testimonios, las reflexiones...todo lo que emana de la matanza en Francia lo afrontamos y sentimos como un demencial déjà vu y abre de nuevo las cicatrices de sucesos como los Ankara, los del Charlie Hebdo, los atentados en Londres, el 11-M, el 11-S...Y esto ocurre porque vivimos unas décadas vertebradas por el terror. El terror letal de quienes buscan la eliminación más despiadada y atroz de aquellos que no son como ellos se ha convertido en parte tanto de la historia oficial como de la íntima: está en las hemerotecas, en las noticias y en nuestros recuerdos.
 
Lo fácil (e injusto) ahora sería dejar que las vísceras se pongan a los mandos y ciscarse en todo lo que huela a Islam, clamar por la demolición de mezquitas, pretender la expulsión de los musulmanes, criminalizar sistemáticamente  a quien tenga pinta de moro, proponer la fumigación de Oriente Medio hasta que no quede nadie mirando a La Meca...
Lo estúpido (y políticamente correcto) ahora sería seguir apostando por la oración, la tolerancia, el diálogo, la diplomacia y los brindis al sol como remedios a un problema que sólo se puede solucionar de una manera y ésta no pasa precisamente por el Imagine de John Lennon ni por compartir hashtags o imágenes virales.
Lo inteligente ahora es saber poner en contexto lo que pasa y entender que todo esto no es más que el resultado de:
 1) Una siniestra interpretación de una religión. En este caso, ninguna religión está libre de que un lunático y/o malnacido la interprete de forma que legitime cualquier monstruosidad ni de que haya otros mierdas que sigan tal tergiversación. La Historia está llena de ejemplos de ello tanto en lo cronológico como en lo geográfico. Y ojo que con esto no quiero decir que el Islam sea un credo pluscuamperfecto, porque basta recordar las motivaciones que llevaron a Mahoma a crear esa religión para saber de qué va el tema. Lo que estoy queriendo decir es que todas las religiones tienen en su historial una sarta de barbaridades y salvajadas en nombre del Dios de turno suficente para no ponerse estupendo a la hora de demonizar. O, dicho de otra forma, la religión siempre será una excusa pero no la causa.
2) La hipócrita y pésima gestión de los conflictos en Oriente Medio: hacer negocios con quienes financian o amparan a terroristas, criticar públicamente el uso de armas que son vendidas por los mismos que critican, sustentar económica y armamentísticamente a "rebeldes" que al hacerse mayores se convierten en Al Qaeda o el Estado Islámico, no eliminar bélicamente y en su origen a los grupos terroristas, seguir confiando en gobiernos títeres y/o fallidos para que ¿solucionen? la papeleta, jugar al Risk con los territorios árabes por mero interés geopolítico o económico, ningunear las bajas civiles en los conflictos de aquellas tierras, ignorar cualquier problema del que no se pueda sacar tajada, cogérsela con papel de fumar cuando Israel decide masacrar o humillar a sus vecinos...En el terrorismo yihadista la culpa no la tienen sólo unos barbudos que sueñan con huríes.
3) La persistencia de un problema de falta de integración de personas que bien por ineptitud, bien por decisión propia no quieren formar parte de una sociedad libre.
4) La extraordinaria dificultad de combatir a lulas durmientes y lobos solitarios.
5) La propia cobardía o complicidad de las autoridades árabes, que los descarta como ayuda útil en este asunto.

6) La demoledora habilidad de los terroristas para aprovechar los defectos en materia legal, penal, migratoria, coordinación policial...
7) Una forma de estar en el mundo que convierte en diana a todo aquel que disienta de lo que mande el cabecilla de turno. Por eso, hay que entender que esto es sólo un ataque contra todos los valores arraigados o, mejor dicho, defendidos (con mayor o menor hipocresía) en la llamada "civilización occidental" sino contra toda persona que no sea ellos. Por este motivo, tanto cuentan (o deberían contar) las muertes en Europa como las que se producen en Oriente Medio a manos de estos locos sanguinarios. La única diferencia es que aquí en el ¿primer mundo? nos creemos a salvo por la falta de frecuencia en las barbaridades que, allende el Mediterráneo, son diarias desde hace mucho tiempo. De ahí que sea conveniente recordar al hilo de esto que la distancia, tanto geográfica como emocional, siempre juega a favor de quien mata y no de quien es matado.  
8) Creer que se puede solucionar desde la lógica lo que proviene de lo irracional.

Dicho esto, creo que el problema del terrorismo yihadista sólo se puede solventar apostando sin complejos por una extrema contundencia legal, policial y militar. Como dijo Edmund Burke:"Para que triunfe el mal, basta con que los hombres buenos no haga nada" y eso es lo que ha pasado, que no se está haciendo nada correctamente ni en fondo ni en forma. En ese sentido, prefiero lamentar errores a lamentar muertes, prefiero perder en libertad si con ello gano en seguridad tanto para los míos como para mí porque ha sido la tibieza a la hora de entender y resolver este problema la que ha llevado la inseguridad a todo el planeta, la que ha convertido a cualquier país y ciudad del mundo en Troya. 

Así que rezar, sí, por supuesto, recemos por las víctimas y sus seres queridos...pero esto no lo va a solucionar Dios ni ninguna clase de sugestión espiritual. La locura terrorista es una enfermedad con un único tratamiento posible y no pasa precisamente por oraciones ni por clases de integración ni por cumbres buenrollistas ni por fotos de concordia. Los responsables de estos y otros atentados, tanto materiales como intelectuales, donde quiera que estén, sólo pueden tener una respuesta por parte del mundo libre: su aniquilación. Como dicen en cierta película: "no tengáis piedad, pues ninguna habéis de recibir".

No quiero finalizar el artículo con tanta oscuridad. Quiero terminarlo con la admiración por la excepcional y magistral reacción tanto de las autoridades como de la población francesa ante la atrocidad. Contra el miedo, libertad. Contra la muerte, dignidad. Contra los desafíos, firmeza. Bravo por ellos.

No hay comentarios: