Una buena serie, como cualquier obra de ficción, necesita unos buenos personajes (buenos = definidos, carismáticos), unas buenas tramas (buenas = interesantes y bien desarrolladas) y una buena forma de contar y decir (buena = con personalidad y eficaz).
Una buena serie de televisión, como cualquier producto de ficción audiovisual, necesita un buen casting (bueno = interpretativamente solvente y creíble), una buena producción (buena = no cutre ni pretenciosa), un buen timing (el equivalente en televisión al tempo narrativo, un no-sé-qué que ya sea a través de las historias, los personajes, la estética o los actores consiga conectar/enganchar a una audiencia considerable, y, por encima de todo, necesita un buen guión.
Por eso, entre otras cosas, "The Newsroom" es una muy, muy buena serie. Por eso, no es casual que se emitiera en una cadena como HBO, madre de seriones como The Wire, Los Soprano o Juego de Tronos. Por eso, no es casual que su actor protagonista, Jeff Daniels, además de recibir nominaciones y premios por su interpretación, haya regalado al acerbo televisivo a uno de los personajes más carismáticos de la televisión con su magistral encarnación del periodista Will McAvoy. Por eso, no es casual que su creador, productor y guionista sea Aaron Sorkin, responsable de la también exitosa El Ala Oeste y problabemente uno de los mejores de su gremio y el más brillante(ex aequo con Tarantino) escritor de diálogos vivo, como ha demostrado tanto en cine como en televisión, del que esta serie es su penúltimo y sobresaliente ejemplo.
Pero...¿qué es/era "The Newsroom"? Es un dramedia (mezcla de drama y comedia) que sumerge al espectador en los avatares personales y profesionales del staff
de un telediario nocturno que decide olvidarse del circo de la
audiencia para centrarse en su responsabilidad de cara a la sociedad.
Así, por sus tres únicas temporadas, junto a sucesos más o menos inventados, desfilan otros por todos conocidos: el desastre de la plataforma petrolífera de BP en
el Golfo de México, la polémica ley inmigratoria de Arizona, la revuelta
en Egipto contra el (ex)presidente Mubarak, el desastre nuclear de
Fukushima, la muerte de Bin Laden, la crisis del techo de deuda, la reelección de Obama como presidente, los atentados de Boston…Hechos
que escena a escena nos permiten descubrir la personalidad y la
profesionalidad del mordaz y carismático presentador-editor Will McAvoy y de todo su joven equipo a la hora de lidiar con los desafíos puramente periodísticos pero también con los éticos (o deontológicos si se prefiere) ya que esta serie también cuenta los retos que suponen las influencias, injerencias y presiones ajenas a lo estrictamente informativo y procedentes de ámbitos tan fáusticos como el empresarial, el político, el gubernamental, el judicial o el marquetiniano. Todo ello mientras los diversos personajes intentan llegar a buen puerto o, al menos, no hundirse en lo que se refiere a su vida estrictamente personal.
Si a esto se le añade el hecho de contar con unos variopintos personajes ¿secundarios? (MacKenzie, Jim, Don, Sloan, Neal, Sloan, Charlie...) cuya carencia de matices se suple con un magnetismo descomunal, con un impecable factura técnica y con un respeto (también llamado sentido común) hacia los espectadores y hacia sí misma fuera de toda duda (por eso, como dijo Daniels, "acaba cuando debe"), "The Newsroom" está bastante lejos de ser una serie del montón. Si ya metemos en la ecuación sus diálogos...es simplemente una de las mejores series en ese aspecto de los últimos años/lustros/décadas.
Decía al comienzo que "The Newsroom" es una muy, muy buena serie por varias cosas. Esas "otras cosas" tienen que ver con el Periodismo. Con lo que debería ser el Periodismo. Porque en esta serie, desde McAvoy hasta el último personaje sirven para recordar, a un lado y otro de la pantalla, que el buen
periodismo no es sólo decir la verdad (aunque duela o tenga consecuencias negativas), sino también atacar la mentira,
ser la molesta voz de la conciencia para ese magma de personas tan acostumbradas
a olvidarla que reciben el nombre genérico de “poderosos” y no caer en el juego del "todo por la audiencia". Porque el Periodismo, más que una profesión, es un ejercicio de honradez, una
responsabilidad. Es practicar la "religión de la decencia" (por citar al propio McAvoy). Algo que resulta evidente desde el comienzo con aquella memorable escena de "América no es el mejor país del mundo"). Una pretensión tan idealista como no disimulada pero francamente necesaria e inspiradora y que lleva a esta serie a ser más verosímil que realista y a emanar un espíritu quijotesco que impregna a todos sus protagonistas. No en vano, las referencias al Quijote, tanto en la propia ficción como en las declaraciones de Sorkin, son claras y decisivas, como muy bien remarca su excelente episodio final (por cierto, toda una lección de narrativa televisiva). Por eso, "The Newsroom" debería ser una serie de obligada consulta en las facultades de Periodismo y en las redacciones informativas de todo el mundo: porque lo que se hace actualmente, salvo raras y contadas excepciones, no es Periodismo ni se le parece. En el mejor de los casos, es fast food mediático (y así nos va).
En definitiva, que ahora que hace poco ha salido a la venta su tercera temporada y faltan días para el aniversario de su desenlace, cualquier seriéfilo, guionista o periodista ya sabe qué hacer: honrar el recuerdo de una serie simplemente estupenda.
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