"La visita" es la última película de M.Night Shyamalan y no sólo es nueva sino que es buena; algo que, vistos (o no) sus últimos truños, hace de ella una excelente noticia y muy agradable sorpresa para quienes nos temimos que la carrera de este cineasta estuviera ya tocada y hundida bodrio tras bodrio. Afortunadamente, el ingenio es como un adolescente en plena transición mental y fiesta hormonal: no sigue el camino previsible. Y Shyamalan, de ingenio, va sobrado. Por sobrarle, en esta ocasión, le sobran hasta las grandes estrellas y los millonarios presupuestos; algo que, lejos de perjudicarle, le permite volver a reencontrarse con su género favorito, su estilo narrativo y su público haciendo una película más "modesta" pero infinitamente mejor que las últimas y (casi) a la altura de sus excelentes inicios.
A medio camino entre la comedia y el terror, Shyamalan nos ofrece en "La visita" una película que parece una mezcla entre una historia de Chris Columbus y otra de Michael Haneke. Un rareza (¿qué peli suya es convencional?) tan efectiva (que no efectista) y entretenida (mucho) que lo mismo te hace reír que te tensa e incomoda. La historia principalmente cuenta la estancia durante una semana de dos niños con sus abuelos maternos en una recóndita localidad estadounidense mientras su madre intenta rehacer su alegría en un crucero con su nuevo novio. Una estancia gracias a la cual (o por culpa de la cual, según se mire) la chica y el niño protagonistas descubrirán que la condición humana, que la existencia cronológica, biológica y sentimental, que la vida es mucho más siniestra que el más perverso cuento de brujas.
Así, las tramas y subtramas que integran "La visita" ponen en marcha una maquinaria narrativa en la que se combinan el viaje iniciático, el found footage, el drama familiar, la comedia adolescente, el thriller psicológico, la cultura popular y la metaficción con un resultado más que aceptable en cuanto a interés y entretenimiento se refiere. El riesgo, cuando va acompañado de talento, siempre tiene premio. No en vano, este arriesgado y simultáneo manejo de géneros y subgéneros sería imposible sin la gran habilidad que demuestra Shyamalan para elaborar un relato construido sobre una constante e inteligente dialéctica entre el humor y el horror, lo cotidiano y lo universal, la rutina y la sorpresa, lo implícito y lo explícito, lo clásico y lo postmoderno, la seriedad y la guasa, lo real y lo mental, la calma y el caos, la juventud y la vejez, el rencor y el perdón, la negación y la aceptación, la inocencia y la experiencia, la sensatez y la demencia, la vida y la muerte...
De todos modos, para que quede claro, "La visita" es una película de miedo en la línea del terror gótico y que, si no fuera por sus puntuales concesiones al humor y la distensión, sería absolutamente demoledora. Sin querer entrar en spoilers, diré que lo más inquietante de "The visit" no son los "sustos" (de los que ya nos vacunan en los tráilers) sino los dos temas de los que está constantemente hablando al espectador y cuya capacidad para inquietar está directamente unida a la condición humana:
Por un lado, "La visita" gira en torno al horror del paso del tiempo en lo corporal, en lo neurológico, en lo afectivo, en lo anímico, en lo mental...Una inquietud ante lo inexorable perfectamente entendible y reconocible y que el director subraya sin dramatismos ni efectismos pero con claridad en los primeros tres cuartos de la película...hasta ese giro argumental, marca de la casa por lo brillante e inesperado, que inicia el tour de force que precipita la historia hacia su desenlace y en la que
abandona cualquier concesión al drama para zambullirse en el terror más "convencional", sin renunciar eso sí a colar el humor en alguna que otra frase bastante bien traída en medio de un cisco demencial, en todos los sentidos.
Por otro lado, "La visita" nos habla de las dificultades de la aceptación: de la aceptación del pasado, de nuestras taras (físicas, emocionales, afectivas...), de los errores (propios o ajenos), de lo hecho y de lo no hecho, de nuestros miedos, de nuestros traumas, de la vida como un deterioro lineal, progresivo e irremediable, del presente como única oportunidad para improvisar la felicidad...En este sentido, todos los personajes de la película, pero muy particularmente los dos hermanos protagonistas, se enfrentan al desafío de la aceptación, un reto ante el que el fracaso sólo conduce a la locura y/o la muerte.
Si a todo lo dicho hasta aquí se le suma que "La visita" tiene un casting bastante acertado, unas interpretaciones muy solventes y convincentes y un buen montaje, no cabe duda que estamos ante una producción que, sin ser una obra maestra (ni tener pretensión de ello), sí es una película notable, entretenida e interesante. Quizás, por ponerle algún "pero", se podría decir que son perfectamente prescindibles los dos epílogos (el "familiar" y, sobre todo, el "rapeado") que Shyamalan incluye quizás con la idea de dotar con una moralina buenista que no aporta gran cosa a una historia que no necesita moralejas.
Pese a estos detalles a pulir, que es pura cuestión de gusto y absolutamente discutible, "La visita" vale los euros y los minutos que gaste cualquier espectador porque es inquietantemente humana y la ¿confirmación? del regreso del mejor M. Night Shyamalan.
Por un lado, "La visita" gira en torno al horror del paso del tiempo en lo corporal, en lo neurológico, en lo afectivo, en lo anímico, en lo mental...Una inquietud ante lo inexorable perfectamente entendible y reconocible y que el director subraya sin dramatismos ni efectismos pero con claridad en los primeros tres cuartos de la película...hasta ese giro argumental, marca de la casa por lo brillante e inesperado, que inicia el tour de force que precipita la historia hacia su desenlace y en la que
abandona cualquier concesión al drama para zambullirse en el terror más "convencional", sin renunciar eso sí a colar el humor en alguna que otra frase bastante bien traída en medio de un cisco demencial, en todos los sentidos.
Por otro lado, "La visita" nos habla de las dificultades de la aceptación: de la aceptación del pasado, de nuestras taras (físicas, emocionales, afectivas...), de los errores (propios o ajenos), de lo hecho y de lo no hecho, de nuestros miedos, de nuestros traumas, de la vida como un deterioro lineal, progresivo e irremediable, del presente como única oportunidad para improvisar la felicidad...En este sentido, todos los personajes de la película, pero muy particularmente los dos hermanos protagonistas, se enfrentan al desafío de la aceptación, un reto ante el que el fracaso sólo conduce a la locura y/o la muerte.
Si a todo lo dicho hasta aquí se le suma que "La visita" tiene un casting bastante acertado, unas interpretaciones muy solventes y convincentes y un buen montaje, no cabe duda que estamos ante una producción que, sin ser una obra maestra (ni tener pretensión de ello), sí es una película notable, entretenida e interesante. Quizás, por ponerle algún "pero", se podría decir que son perfectamente prescindibles los dos epílogos (el "familiar" y, sobre todo, el "rapeado") que Shyamalan incluye quizás con la idea de dotar con una moralina buenista que no aporta gran cosa a una historia que no necesita moralejas.
Pese a estos detalles a pulir, que es pura cuestión de gusto y absolutamente discutible, "La visita" vale los euros y los minutos que gaste cualquier espectador porque es inquietantemente humana y la ¿confirmación? del regreso del mejor M. Night Shyamalan.
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