A veces a la vida es como una vaca pastando: carente de toda poesía y épica pero rebosante de eficacia y pragmatismo. El partido de anoche entre el Atlético y el Deportivo fue una vaca pastando.
Fue un encuentro sin mucha historia en el que el Atleti se llevó más sustos de los esperables, sofocados afortunadamente por Oblak (hacerle un gol es tan frecuente como tener a Charlize Theron en tu agenda del móvil) y Lucas (espectacular su acción supersónica en la segunda parte, desbaratando una clarísima ocasión de gol deportivista). Más allá de eso, el Atlético tuvo sus nombres propios en Gameiro (que dejó de ser un holograma para marcar brillantemente un riguroso penalti), Thomas (que dirige al equipo infinitamente mejor que Koke) y Carlos Isaac (quien derrochó honradez canterana por la banda derecha, cuajando un buen debut). Aparte de esto, nada que destacar. O quizá sí: Correa volvió a ser "el increíble hombre-pifia"; una vez más, todo lo que hizo el voluntarioso pero atolondrado jugador argentino estuvo mal. Tiene un don. Quizá el mismo que el que rediseñó cierto escudo, por desgracia para todos los que queremos al club...
En resumen: el 1-0 fue el mejor legado de un encuentro sin sal ni picante pero que supone exactamente el mismo número de puntos que habría dejado una victoria apoteósica y orgásmica. El jueves, con la Europa League en juego, muy probablemente será otra historia. Afortunadamente. ¡Aúpa Atleti!
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