No es la primera vez que lo escribo. Hasta de un mal partido se pueden extraer lecciones interesantes. Incluso moralejas que trasciendan lo deportivo. El encuentro de Europa League entre Atlético y Sporting de Lisboa es un ejemplo de ello, un choque sin mucha historia en el que el Atleti se limitó a ser fiable mientras el rival portugués se disparaba en el pie. Cuando tu enemigo tiene un nivel "Coentrao", ya puedes mandar a Homero a su casa, porque la batalla no va a tener épica ni la victoria mérito. Se habría agradecido algo más de vistosidad o pasión por los rojiblancos, aunque sólo fuera por recompensar a su fiel hinchada, pero teniendo en cuenta los antecedentes y el momento de la temporada, un 2-0 apacigua lo suficiente cualquier reproche, por mucho que el rival se hubiera merecido una auténtica goleada.
Pero, como decía, el partido dejó lecciones que valen la pena. Una, la importancia de ganar; para lo cual resultaron decisivos Diego Costa (lástima que su clamoroso fallo empañara su estupendo partido) y Antoine Griezmann (que evidenció que causa aún más estragos en la mediapunta que en la delantera). Otra, la importancia de no perder lo ganado; en lo que un partido más resultó crucial ese portero de dibujos animados que es Jan Oblak, al que, por cierto, ya están tardando los prescritos en blindar. No confiarse, permanecer alerta, estar listo para hacerlo bien cuando lo inesperado te pone a prueba, dejar que tus actos hablen por ti, cuidar lo que has conseguido a base de esfuerzo y convicción, no dudar cuando la situación exige decisiones firmes y rápidas, estar en el momento y lugar adecuado cuando los demás necesitan de ti...todos estos mandamientos los cumple Oblak con un rigor casi inverosímil cada partido, incluido el del Sporting, dado que gracias al portero rojiblanco los portugueses no se marcharon con un 2-1 que habría puesto la eliminatoria mucho más incierta. No obstante, como apuntaba al principio, ese decálogo de Oblak se puede extrapolar fuera de lo futbolístico y aún de lo netamente deportivo. Esas enseñanzas que deja Oblak en su forma de ser y estar durante los partidos son estupendas para hacer bien las cosas en múltiples terrenos de la vida de una persona: sentimental, laboral, social, familiar...Y es que hay veces que estamos tan ensimismados o acostumbrados con lo que hemos conseguido que olvidamos que eso, lo logrado, requiere toda nuestra atención y dedicación si no queremos perderlo de buenas a primeras, con o sin merecimiento mediante.
Así que, no, no fue un buen partido pero al menos sirvió para que cualquier aficionado pueda recordar algo que merece la pena recordar, con independencia de la camiseta que vistas en tu corazón. ¡Aúpa Atleti!
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