El mundo del cine es curioso. Se dan casos de personas que, al abandonar la interpretación, alcanzan mejor valoración que cuando aparecían ante las cámaras. Es lo que les pasará a buena parte de actores españoles actuales cuando hagan el impagable favor de "retirarse" (empezando por la insufrible mema divinizada que responde al nombre de Penélope Cruz). Y es lo que ha ocurrido con Clint Eastwood y, más recientemente, Ben Affleck. Gracias a ello, el maestro Eastwood ha legado al cine en los últimos años soberbias muestras de arte cinematográfico como "Sin Perdón", "Mystic River", "Banderas de nuestros padres" o "Cartas desde Iwo Jima". Y, gracias a ello, el señor Affleck ha debutado en la dirección con una magistral película que le sitúa, por razones estilísticas y conceptuales, en la shakespeariana senda del mejor Eastwood director: "Gone, baby, gone", película a cuyo preestreno tuve la inmensa suerte de poder acudir anoche.
"Adiós, pequeña, adiós", como se ha traducido al castellano, es una modesta ópera prima con un talento y una calidad desbordantes en todos los aspectos desde los que se quiera mirar: Dirección, guión, reparto, interpretaciones...En esta película, la primera de Affleck tras las cámaras, hay más cine, genio y arte que en la filmografía de bastantes directores, presentes y pretéritos, cuyos nombres, por decoro, no voy a citar. El argumento del film, basado en la novela homónima de Dennis Lehane (autor de la excelsa "Mystic River"), aborda la desaparición de la niña Amanda McCready en un humilde barrio de Boston, hecho que lleva a una joven y honesta pareja de detectives privados a implicarse en una búsqueda en la que los aspectos más sombríos no están siempre en el lado ajeno a la ley y que les deparará, como al espectador, más de una sorpresa...Un imponente drama con aroma de thriller que tiene una credibilidad rayana en el documental gracias a las sensacionales interpretaciones de los acertadísimos Casey Affleck y Michelle Monaghan, la solvencia habitual de dos maestros de la interpretación como Morgan Freeman y Ed Harris y un plantel de secundarios que bordan sus personajes.
Quien quiera buscar en esta película el morbo de la desaparición de menores o la insana comparación con un hecho real con tintes tan increíbles como cinematográficos, quedarán decepcionados. No es por tanto un film morboso ni oportunista y sí una película con más verdad y honestidad que cualquier declaración del matrimonio McCann. "Adiós, pequeña, adiós", habla de conflictos humanos y morales con una forma y rotundidad que sólo se encuentra en los dramas de William Shakespeare y las películas dirigidas por Clint Eastwood. Así de sencillo. Es un film que, además de deleitar cinematográficamente, plantea al espectador cuestiones como ¿está siempre clara la frontera que separa "lo bueno" y "lo malo"? o, la pregunta sobre la que gira la esencia de la película, ¿hacer lo correcto implica siempre estar haciendo lo mejor? Una duda que, cuando menos, especialmente después de ver la película, da que pensar...y mucho.
En definitiva, "Adiós, pequeña, adiós", es un film pequeño en sus pretensiones y absolutamente colosal en sus resultados, es cine de primera magnitud y una película agridulce que demuestra que Ben Affleck como actor es incluso mediocre pero como director tiene visos de maestro.
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