martes, 13 de octubre de 2015

El día de la Polémica Nacional

Ayer fue 12 de octubre: día del Pilar, día de la Fiesta Nacional, día de la Hispanidad, día del Descubrimiento de América, día de Colón...pero, especialmente, día de la Polémica, especialmente aquí en España.

El cisco viene por lo que a mi juicio consiste en mezclar churras con merinas de tal forma que se ha creado una "frankenfiesta" bastante mejorable, por decirlo eufemísticamente. El problema está en que hay quienes utilizan esto para orinar fuera del tiesto o atizar a todo lo que huela a España o a los conceptos de "nación" o "patria". Un problema que se solucionaría, como casi todo en esta vida, con más sensatez, honradez y cultura, logro que casi siempre se consigue leyendo mucho y bien.

Así que, visto el percal, mi intención con este artículo es intentar aclarar todo el embrollo y de paso dar mi opinión sobre algunos aspectos polémicos intentando no salirme en ningún momento de la honestidad, aunque eso pueda molestar a unos y otros por igual.

- Sobre el 12 de octubre como "frankenfiesta":
Me parece un gran error mezclar en un mismo día una celebración de tipo religioso (Nª Sª del Pilar) con otra de tipo patriótico  (Fiesta Nacional), otra de tipo histórico-conmemorativo (Descubrimiento de América) y otra de tipo etnográfico-cultural (Hispanidad) y sintetizar todo ello en un desfile de tipo militar. Cada cosa a su tiempo y cada tiempo a su cosa. 
Para empezar, si se trata de celebrar la "hispanidad", debería apostarse por una celebración menos monotemática, más civil y cultural, que apostara por realzar lo que une a todos los países hispanohablantes (no sólo a España) y también lo que, diferenciándolos, contribuye a crear una cultura enorme en interés, potencial y matices.
Por otra parte, si lo que se busca es celebrar a España como nación al estilo de lo que hacen los EEUU el 4 de julio, creo que hay cosas mejores que festejar y de las que enorgullecerse, principalmente de tipo cultural, científico, intelectual y deportivo, antes que reducirlo todo a un pavoneo militar por tierra y aire. Ojo: no critico que se ensalce la labor del ejército a la hora de defender a los intereses y ciudadanos españoles sino jibarizarlo todo a eso, pasándose por la piedra a decenas de escritores, pintores, pensadores, científicos y deportistas españoles vivos o muertos que no sólo forman parte de la historia nacional sino también de la universal con todo merecimiento.
Porque, en línea con lo anterior, si lo que se quiere es celebrar exclusivamente a las Fuerzas Armadas y honrar a los caídos, para eso existe ya un día distinto. Punto.
En cambio, si lo que se pretende es honrar a la Virgen del Pilar, lo más lógico sería hacer algo similar a lo que se hace en la festividad del Apóstol Santiago. Tan sencillo como eso.
Por último, si lo que se ansía es conmemorar la fecha en la que España puso un pie en la Luna en lo que a términos históricos se refiere, me parece que "descubrir" América es algo con la suficiente entidad como para fusionarlo con una fiesta de enfoque más amplio y localista y, en cualquier caso, sin sacar de quicio el asunto, como explicaré a continuación.

- Sobre el descubrimiento y la conquista de América:
Buena parte de la polémica que rodea al 12 de octubre tiene que ver con esto. ¿Los culpables? Varios: el patrioterismo más rancio, la demagogia de lo políticamente correcto, los complejos heredados a cuenta de las insidias y calumnias de la "leyenda negra", la manipulación político-historicista y, como causa de todo lo anterior, la falta de estar lo suficientemente bien leído. Y es que, en este asunto, chocan varios intereses antagónicos pero igual de gilipollescos por su ceguera y falta de honestidad. 
* Respecto al descubrimiento de América: Que se sepa, antes que Colón y sus carabelas españolas, y dejando aparte la controversia
sobre el chino Zheng He, los primeros en poner un pie al otro lado del Atlántico fueron Erik, el Rojo y su hijo Leif Eriksson, más de 400 años antes de que Rodrigo de Triana estuviera al borde de la angina de pecho. Así que, descubrir, lo que se dice descubrir...no. En todo caso, España sí fue la primera en realizar con éxito una colonización en territorio americano.
* Respecto a la colonización y conquista española de América: La mayoría de los países (presentes o pasados) han sido a lo largo de su historia colonizados y colonizadores de igual manera que han sido conquistados y conquistadores. En el caso de España, basta con recordar que lo que hizo en América ya lo había vivido en carne propia hacía siglos de la mano de los romanos y los árabes, por citar sólo dos ejemplos. Conviene aquí apuntar que toda colonización se asienta sobre una conquista previa y ésta a
su vez en un conflicto entre los foráneos y los nativos solucionado por las armas ¿antaño? y por la economía hoy. No hay que olvidar que hasta hace relativamente poco en lo que a términos de Historia universal se refiere, las fronteras de las naciones se pintaban con sangre. España, en este sentido, no es una excepción...pero eso no quiere decir que fuera ni la primera ni la única potencia en hacerlo y quien quiera negar tanto lo uno como lo otro hace mal. 
Igual que hace mal quien quiera escudarse en ese argumento para justificar, mitigar o pasar de puntillas por todas las numerosas atrocidades y barbaridades cometidas por los conquistadores y colonos españoles: matanzas, torturas, esclavitud, abusos...Es lo que pasa cuando das carta blanca a gente con pocos escrúpulos y demasiada codicia (el argumento de la evangelización es un chiste de mal gusto). Dicho de otro modo: la conquista española de América no la hicieron precisamente unas beatas (como tampoco eran monjes tibetanos los indios autóctonos). Todos los países del mundo tienen una lista de cosas de las que avergonzarse y, en el caso de España, lo que se hizo en el "Nuevo Mundo" está en el hit parade junto a la Inquisición y las guerras civiles.
Igual que hace mal quien sólo quiera ver masacres y aberraciones
perpetradas por españoles y se olvide de que también fueron españoles quienes denunciaron estos desmanes o quienes promovieron disposiciones para velar por el cuidado de la población indígena. Ahí está para demostrarlo a quien tenga interés el testamento de Isabel, la Católica (capítulo XII), las Leyes de Burgos o las Leyes Nuevas.
Por eso, quien opte por adoptar un planteamiento maniqueo está demostrando más habilidad para quedar como un gilipuertas que para poner las cosas en su justo contexto.
* Respecto a la mortandad de los nativos americanos: Negar que la llegada de los españoles a América supuso una diezma nivel aniquilación de la población local es una estupidez tan patética y repugnante como negar, por ejemplo, el holocausto judío a manos de las nazis. Atribuir exclusivamente a la guerra, la tortura y la explotación española todas las muertes, también. Más que nada porque hay bastante consenso entre los expertos a la hora de atribuir la mayoría de las muertes (para necios: mayoría no es
sinónimo de totalidad) a las epidemias y enfermedades sufridas por los nativos como consecuencia de los gérmenes que inconscientemente llevaron consigo los españoles; la única controversia que existe actualmente está en fijar el porcentaje de muertes con causas "patógenas" (unos hablan del 65%, otros del 95%, etc). Por tanto, puestos a hablar de las muertes de los nativos, sería más correcto hablar de "mortandad" que de "genocidio" y más honesto no ningunear la culpa que tuvieron en ella la viruela y demás pandemias. Que el comportamiento abominable de los españoles no ayudó, es cierto. Que antes de la llegada española los indios ya se mataban/sacrificaban/comían entre ellos, también.
* En definitiva: ante la demagogia y la estupidez, nada como estar informado. En ese sentido, si alguien quiere profundizar en el tema y contextualizar debidamente todo este asunto, recomiendo leer los libros La conquista de América, una revisión crítica y Guía políticamente incorrecta de la civilización occidental.           
Por tanto, visto lo visto, ¿qué haría yo el 12 de octubre? Seguir la postura de Ernesto Sábato y no quedarme ni con la leyenda negra ni con la leyenda blanca para poder celebrar lo que nos une, esto es, los hitos logrados por hispanohablantes de todos los tiempos, tomando una Mahou con mis amigos, sean del lado del Atlántico que sean.

lunes, 12 de octubre de 2015

Titanic: una exposición para recordar

Hace escasos días se ha inaugurado en Madrid la exposición Titanic, the exhibition. La muestra, de carácter internacional y albergada hasta el próximo marzo en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, está dando bastante que hablar no sólo por el magnetismo intrínseco de todo lo que rodea al citado barco (que se lo digan a James Cameron) sino por el éxito de público que está cosechando estos días en forma de largas colas, entradas agotadas, etc. Un éxito más que justificado ya que, además del colosal potencial de lo histórico, esta exposición, aun siendo mejorable (como todo en esta vida), está organizada con un excelente criterio y es asequible en todos los sentidos, completa en fondo y forma y muy satisfactoria. Pero, por encima incluso de todo esto, el gran mérito de la exhibición es que resulta francamente emocionante en lo humano, al hacer visibles algunas de las historias dentro de la historia; esas historias perdidas en la polvareda de los datos y la crónica de brocha gorda; esas historias que nos hablan de personas reales asociadas para siempre a la tragedia del Titanic por cómo murieron o cómo sobrevivieron en aquella fatídica noche; esas historias con las que no cuesta nada conectar gracias a la eficaz combinación de reseña biográfica, fotografías y objetos personales. De ahí que no sean pocos los momentos en los que el escalofrío o la lágrima puede aparecer por sorpresa fuera del guión de la audioguía.

Se dice que el Titanic es desde su terrible hundimiento un barco mítico. Y es cierto que algo de mítico tiene pues es relativamente fácil ver reflejados en su tremenda peripecia los ecos de mitos tan antiguos y universales como los de Prometeo, Ícaro o Aquiles. Pero, aun siendo esto verdad, lo verdaderamente conmovedor de todo lo relacionado con el Titanic es su capacidad para sintetizar en unos hechos objetivos y concretos algo tan
universal como la contradictoria condición humana, esa que oscila entre la vida y la muerte, la bondad y la vileza, la suerte y la desgracia, la realidad y el deseo, la valentía y la cobardía, el altruismo y el egoísmo, la templanza y la locura, la lealtad y la traición, la responsabilidad y la despreocupación, la lucidez y la estupidez, lo racional y lo irracional...Quizás, parte del descomunal atractivo que aún conserva el Titanic se debe a que, en esencia, no deja de ser un colosal "memento mori" pronunciado en un grito que desgarra los límites de lo geográfico y lo temporal. O tal vez se deba simplemente a que nos recuerda de una forma rotunda y estremecedora de qué somos capaces en una situación límite, para bien o para mal. De ahí lo acertado de esta exposición al conceder la misma importancia a lo más personal y "anónimo" que la prestada a lo más histórico y conocido.

En definitiva, Titanic, the exhibition es una exposición francamente buena y muy recomendable porque, más allá de saciar suficientemente la curiosidad o el interés que pueden suscitar los hechos y los datos, la muestra nos deja sensaciones y enseñanzas que no debemos dejar olvidadas en el fondo de ningún océano.

jueves, 8 de octubre de 2015

El baile

El problema no es carecer de gracia (física, motriz, estética, retórica, intelectual o humorística). Los feos, los torpes, los horteras, los sosos y los cretinos tienen exactamente los mismos derechos y libertades que los guapos, los hábiles, los estilosos, los sabios...
El problema no es tener una autoestima desproporcionada e injustificable. Todo el mundo está perfectamente legitimado para venirse arriba aunque la realidad no acompañe.
El problema no es que exista un programa como "El hormiguero". Todas las parafilias, incluidas las televisivas, tienen su público.
El problema no es que una persona se vuelva viral o trending topic. Internet es un circo de infinitas pistas y siempre tiene demanda de payasos, mujeres barbudas y demás freaks.

El problema es que la mayoría de políticos de este país, ante su propia incapacidad y desfachatez, haya decidido cambiar el "programa, programa, programa" por otros "programas" bien diferentes pensando que la ciudadanía de este país es tan deficiente mentalmente y retrasada políticamente que prefiere apoyar electoralmente las ocurrencias antes que las ideas, las patochadas antes que los proyectos y el esperpento antes que la seriedad.
El problema es que, con la que ha caído y está cayendo, con lo que ha hecho y está haciendo, la única alternativa que ofrece el Gobierno a su torrente de torpezas, perjuicios y ofensas sea a su vicepresidenta moviendo el mondongo como si se creyera Tony Manero.
El problema es pasarse por el arco genital la inteligencia, el respeto, la consideración y la dignidad debidas a una población que ha demostrado estar en líneas generales muy por encima de sus gobernantes y representantes.
El problema es actuar con esa peligrosa mezcla de soberbia y despreocupación cuando tantísima gente lo ha pasado o lo está pasando especialmente mal o cuando tu único aval y legado es un Everest de errores y agravios. 
El problema es que una representante del Gobierno tenga tan poca o nula sensibilidad y criterio como para entender que su numerito del martes sobra en un país cuyo estado de bienestar ha sido dinamitado por la ineptitud/desvergüenza de sus gobernantes, cuyo estado de Derecho ha sido aniquilado por la corrupción de sus políticos, cuya separación de poderes es en el mejor de los casos cuestionable, cuya clase media ha sido arrasada para costear despilfarros y pelotazos varios, cuya juventud tiene que elegir entre la emigración y la frustración, cuya libertad de información ha sido laminada, cuya libertad de expresión ha sido sodomizada legalmente, cuyo sistema laboral es un laberinto de indignidad y precariedad, cuya Justicia da risa, cuya Educación da pena, cuya Cultura está lisiada fiscalmente o cuyo Ejecutivo provoca simple y llanamente asco.
El problema es, en definitiva, tomar a la gente por idiota. Eso es lo verdaderamente grotesco. Eso es lo auténticamente aberrante. Ése es el problema. No que alguien pase a los anales de la teratología política y televisiva por hacer el ridículo

lunes, 28 de septiembre de 2015

La noche de las contradicciones vivientes

La noche del 27-S apuntaba maneras. Maneras de histórica. Maneras de punto de inflexión. Y así ha sido, aunque por razones muy distintas a las diferentes expectativas que se manejaban en el ámbito político, mediático y ciudadano:
- Para los independentistas catalanes, iba a ser la noche en la que el separatismo iba a hacer hablar catalán en la intimidad a Charlize Theron y acabó con un gatillazo de los que mandan la hombría al centro de la Tierra.
- Para el bipartidismo, iba a ser la noche en la que se pondría freno a la caída libre que viven desde hace meses. Aún a esta hora seguirán recogiendo dientes del suelo.
- Para Podemos, iba a ser la noche en la que Coleta Morada cantaría eufórico "Al vent" y acabó con un nítido mensaje del electorado: Que te den champú.
- Para UDC, iba a ser la noche en la que demostrar al electorado y a sí mismos que había vida más allá de CiU y acabó con el sepelio más breve de toda la historia política reciente.
- Para Ciudadanos, iba a ser la noche en la que evidenciar que de convidado poco y de piedra menos y acabó con Naranjito transformado en Bruce Lee.

Y es que la noche del 27-S fue, por encima de todo, contradictoria:
- Ganó "el partido del sí" pero triunfaron "los partidos del no" (con el 52,26% de votos). Realidad 1 - Independentistas 0.
- Juntos por el sí celebró su victoria como si hubieran arrasado en escaños pero su resultado fue peor (9 escaños menos) que el obtenido en 2012 por los partidos que ahora integran esa coalición. Realidad 2 - Independentistas 0.
- Juntos por el sí fue el partido más votado pero el gran triunfador de las elecciones en cuanto a aumento de votos y escaños fue un partido en sus antípodas como es Ciudadanos (16 escaños y casi 500 mil votos más que en 2012). Realidad 3 - Independentistas 0.
- Juntos por el sí pidió una movilización a todo el electorado para poder seguir adelante con "el procés" y lo cierto es que el electorado se movilizó de forma extraordinaria (más del 77%)...pero para demostrar que más de la mitad de las personas que votaron ayer están tan interesados en separarse de España como en tener una cita con Leticia Sabater. Realidad 4 - Independentistas 0.
- Los partidos secesionistas enfocaron las elecciones como si tuvieran carácter plebiscitario (donde no hay voto ponderado y todos cuentan lo mismo) pero ahora su única tabla de salvación viene de considerar los comicios desde el punto de vista meramente electoral (y, por tanto, con voto ponderado). Realidad 5 - Independentistas 0. En sentido inverso, el bipartidismo renegó desde el minuto uno de cualquier finalidad plebiscitaria pero ahora sólo la mayoría de votos a partidos contrarios a la independencia les ayuda a ¿maquillar? o desviar la atención de su debacle electoral.

Lo que no fue nada contradictorio y sí muy coherente con su dinámica de enajenación mental permanente fue el triunfalismo demencial, tanto en las formas como en los argumentos, del "molt imputable" Mas, el hombre-puerco Junqueras y el hombre-atrezo Romeva. Nada fuera de la (a)normalidad en la que viven instalados desde hace tiempo los de Juntos por el sí: cuando te pasas sistemáticamente por el arco genital la Historia, la Constitución, la Ley, la ética, el sentido común, la responsabilidad y el seny...¿por qué no hacer lo mismo con lo que digan fríamente unos datos? ¿por qué no pasarte por la piedra con la misma naturalidad lo que piense la mitad de tu ciudadanía? ¿por qué dejar que la realidad te estropee un momento de euforia? Lo cierto es que, con independencia de cómo quede todo una vez se asiente el polvo, el coche del secesionismo catalán está cada día más cerca de ser el Ford Thunderbird de Thelma y Louise que el DeLorean de Regreso al futuro. Y todo el mundo sabe cómo acaba el Ford...

Dicho esto, en mi opinión, los resultados de las elecciones en Cataluña estaban dentro de lo previsible, especialmente si tenemos en cuenta la campaña electoral vivida los días previos y en la Ciudadanos es el único partido que se ha molestado en hacer y proponer algo digno, serio, sensato y viable, porque lo de los demás partidos hace que las astracanadas de Muñoz Seca parezcan películas de Bergman:
- Juntos por el sí: A tope y sin drogas.
- PSOE: En defecto de líder y programa, apostaron por Priscilla, reina del desierto. Y...¡no les ha ido mal!
- PP-Gobierno: Táctica Froilán (pegarse un tiro en el pie): la elección del macarra XXL como candidato, el machacón discurso del miedo, la intimidación nivel teletubbie del Presidente del Ejecutivo, el antológico Rajoy-Alsina, el debate Margallo-Jabalí, el vídeo de los all stars del partido hablando en catalán...Lo único que podría haber sido peor que lo que han hecho habría sido cerrar la campaña pasándose la senyera por donde no da el sol para incendiarla como broche final.
- Ciudadanos: lo ejemplar se comenta solo.
- Catalunya sí que es pot: el nuevo Mr.Potato del arribista Iglesias le ha salido de aquella manera porque las ambiguedades, como las imprudencias, se pagan...carísimas. 
- CUP: Los otros grandes beneficiados del río revuelto son los peores enemigos para los intereses de Pablo Iglesias y Artur Mas...y la estética y la lógica. Hay más valía y viabilidad en la escobilla de un retrete que en esa formación.
- UDC: D.E.P.

Así las cosas, me parece que anoche hubo que celebrar tres cosas: la alta participación; el posicioniamiento mayoritario de los votantes contra la independencia; y la consolidación de Ciudadanos como un partido que no está para ser comparsa sino para constituir la vía alternativa a los ensimismados y los enajenados. Respecto a lo demás, creo que la única separación factible e irremediable es la de Juntos por el Sí de este plano de la realidad y que la relación Cataluña-Resto del país será más de lo mismo pero quizás sin Mas. Ya lo veremos...

jueves, 24 de septiembre de 2015

Cuestión de nacionalidad

El todo por una parte. Ahí está el problema. En juzgar el todo por una parte. Estos días, el asunto de "ser" o "sentirse" español está de moda debido no tanto a la cagada tamaño Everest de Rajoy con Alsina (memorable entrevista para los anales del humor propio y la vergüenza ajena) como al desafortunado cinismo (fuera impostado o no) de Fernando Trueba al recoger el Premio Nacional de Cinematografía o al intento gubernamental, partidista, electoralista y penoso de capitalizar el triunfo de la selección de baloncesto al tratar de venderlo como un paradigma de la España auténtica, como si la España del paro, la corrupción, el capitalismo de amiguetes o Mujeres, hombres y viceversa no fuera tan real como las extraordinarias victorias de Gasol y compañía.

Yo creo que uno respecto a su país, nación o patria tiene la misma vinculación emocional y cerebral que se puede tener en cualquier relación familiar o afectiva. La clave para que ese vínculo no acabe en portazo consiste tanto en asumir los errores
y defectos de la otra parte sin disculparlos ni matizarlos como en no permitir que esas imperfecciones te impidan ver y disfrutar el resto del bosque. En cualquier relación personal (y la de un individuo con su país lo es), la lista de reproches unilateral siempre va a existir; el truco está en utilizar esa lista no como metralla arrojadiza sino como ancla que te ayude a mantener los pies en el suelo y así no elevarte a cotas donde el oxígeno no llega adecuadamente al cerebro. Dicho de otra manera: que la "madre patria" no se convierta en Norma Bates es tan fácil como saber poner las cosas en perspectiva, esto es, en un contexto completo, realista y alejado de cualquier maniqueísmo. En ese sentido, creo que renegar con desdén de una nacionalidad tiene mucho de esnobismo facilón y postureo cobarde pero también que alardear desaforadamente de esa misma nacionalidad tiene mucho de paletismo (intelectual, histórico, cultural y/o geográfico). Ambas posturas, tan antagónicas a priori, me parecen dos excelentes atajos hacia un mismo destino: la estupidez. De todos modos, la nacionalidad tiene más que ver con un sentimiento de pertenencia que con lo que diga o deje de decir el político de turno, la partida de nacimiento o con un texto legal; por tanto, como sentimiento, es escurridizo en no pocas ocasiones a la razón o a la lógica y a menudo puede resultar contradictorio o, incluso, tóxico. Por eso, como en cualquier otro sentimiento, lo mejor es basarlo en algo producto de la realidad y la vivencia y no en algo resultado de la imaginación o la demencia, no vaya a ser que la hostia luego sea de impresión...De ahí que, más que declaraciones y leyes, lo mejor para favorecer el patriotismo íntimo y personal sería dar hechos, realidades constatables que fundaran por sí solos algo parecido a orgullo, satisfacción o ilusión. Respecto a esto, creo que sería bueno recordar cómo los antiguos griegos se desvivían y hacían girar absolutamente todo en torno a la "polis", no tanto como lugar físico-político sino como constructo nacional, mental y emocional fuera del cual el desarrollo completo del individuo sería imposible. Claro que todo el mundo es libre de elegir ser un paria...

El problema, como decía antes, viene cuando se juzga al todo por una parte, para bien o para mal. En ese sentido, tan España es la de Mariano Rajoy Brey o José Luis Rodríguez Zapatero como la de Pau Gasol o Rafa Nadal. Tan España es la de Pablo Iglesias como la de Albert Rivera. Tan España es la del IBEX-35 como la de las colas del SEPE. Tan España es la de Florentino, Alierta y compañía como la del Padre Ángel y su gente. Tan España es la del Toro de la Vega como la del Museo del Prado. Tan España es la Francisco Marhuenda, Bieito Rubido o Alfonso Rojo como la de Ana Pastor, Jordi Évole o Carlos Alsina. Tan España es la de Salvador Sostres, Hermann Tertsch o Juan Manuel de Prada como la de Pedro Simón, Rubén Amón o Ramón Lobo. Tan España es la del enchufe, el pelotazo y las puertas giratorias como la que se levanta diariamente a las seis de la mañana para trabajar, estudiar o atender la casa. Tan España es La 1 como La Sexta. Tan España es
la que sale en el Hola como la que no sale en las noticias. Tan España es El chiringuito de jugones como La 2 Noticias. Tan España es Gym Tony como El Ministerio del Tiempo. Tan España es la de Tomás Roncero o Manolete como la de Iñako Díaz-Guerra o Rubén Uría. Tan España es la de Álex Ubago o Los Supersingles como la de Joaquín Sabina o Héroes del Silencio. Tan España es la de Jorge Javier Vázquez como la de Rafael Álvarez "El Brujo". Tan España es la de Belén Esteban como la de Federico García Lorca. Tan España es la de Kiko Rivera como la de Rafael Chirbes. Tan España es la de Paz Padilla como la de Arturo Pérez-Reverte. Tan España es la de los Borbones como la de los Trastámara. Tan España es la que tiene en su mesilla Cincuenta sombras de Grey como la que tiene Don Quijote de La Mancha. Tan España es la de los diputados como la de los ciudadanos. Tan España es la que despendola en el Orgullo Gay como la que visita el Santuario de Torreciudad. Tan España es la que los domingos va a misa como la que no pisa una
iglesia ni por turismo. Tan España es la de Leticia Sabater como la de la Reina Letizia. Tan España es la de Ferrán Adriá como la de la tasca de toda la vida. Tan España es la que se iba de vacío en cualquier competeción deportiva como la que cosecha medallas y trofeos urbi et orbe. Tan España es la que cobra en B como la que se esfuerza en A. Tan España es la que se gasta dinero votando en Gran Hermano como la que lo gasta en libros que leer o en exposiciones que visitar. Tan España es la de la juventud que aspira a ser tronista en Telecinco como la que emigra para buscarse el futuro. Tan España es las de los crossfiteros como la de los fofisanos. Tan España es la Guerra Civil como la de la Transición. Tan España es la de la matanza de Paracuellos como la que fusiló a las Trece Rosas. Tan España es la de Millán Astray como la de Miguel de Unamuno. Tan España es la de las vallas de Ceuta y Melilla como la que emigró en la postguerra. Tan España es la que lloró por Miguel Ángel Blanco como la que habla de "conflicto político en Euskalherria". Tan España es la del Santo Oficio como la de Ramón y Cajal o Miguel Servet. Tan España es la de Sálvame como la del Siglo de Oro...

Negar eso es negar la realidad, traicionar la sensatez, follarse la honestidad y pasarse por la piedra toda coherencia. Dicho esto, respecto a España o "lo español", hay que saber perfectamente de qué estar orgulloso y de qué no, qué valorar y qué criticar, qué me representa y qué no, con qué/quién me identifico y con qué/quién no. Y esto es absolutamente compatible con ser patriota (que es algo muy distinto a ser un patriotero o un gilipollas con problemas de sinapsis). Es decir, por resumirlo en una sola frase: yo me siento orgulloso de ser español pero no de todo lo que hizo o hace España ni de todos los españoles previos o actuales. Por eso, quien quiera, siempre podrá contar conmigo para hablar bien de España cuando se lo merezca y mal cuando no, pero nunca para renegar de una tierra, una historia, una cultura y unas gentes que, mayoritariamente, merecen la pena ayer, hoy y siempre. 

lunes, 21 de septiembre de 2015

"La visita": inquietantemente humana

"La visita" es la última película de M.Night Shyamalan y no sólo es nueva sino que es buena; algo que, vistos (o no) sus últimos truños, hace de ella una excelente noticia y muy agradable sorpresa para quienes nos temimos que la carrera de este cineasta estuviera ya tocada y hundida bodrio tras bodrio. Afortunadamente, el ingenio es como un adolescente en plena transición mental y fiesta hormonal: no sigue el camino previsible. Y Shyamalan, de ingenio, va sobrado. Por sobrarle, en esta ocasión, le sobran hasta las grandes estrellas y los millonarios presupuestos; algo que, lejos de perjudicarle, le permite volver a reencontrarse con su género favorito, su estilo narrativo y su público haciendo una película más "modesta" pero infinitamente mejor que las últimas y (casi) a la altura de sus excelentes inicios.

A medio camino entre la comedia y el terror, Shyamalan nos ofrece en "La visita" una película que parece una mezcla entre una historia de Chris Columbus y otra de Michael Haneke. Un rareza (¿qué peli suya es convencional?) tan efectiva (que no efectista) y entretenida (mucho) que lo mismo te hace reír que te tensa e incomoda. La historia principalmente cuenta la estancia durante una semana de dos niños con sus abuelos maternos en una recóndita localidad estadounidense mientras su madre intenta rehacer su alegría en un crucero con su nuevo novio. Una estancia gracias a la cual (o por culpa de la cual, según se mire) la chica y el niño protagonistas descubrirán que la condición humana, que la existencia cronológica, biológica y sentimental, que la vida es mucho más siniestra que el más perverso cuento de brujas.

Así, las tramas y subtramas que integran "La visita" ponen en marcha una maquinaria narrativa en la que se combinan el viaje iniciático, el found footage, el drama familiar, la comedia adolescente, el thriller psicológico, la cultura popular y la metaficción con un resultado más que aceptable en cuanto a interés y entretenimiento se refiere. El riesgo, cuando va acompañado de talento, siempre tiene premio. No en vano, este arriesgado y simultáneo manejo de géneros y subgéneros sería imposible sin la gran habilidad que demuestra Shyamalan para elaborar un relato construido sobre una constante e inteligente dialéctica entre el humor y el horror, lo cotidiano y lo universal, la rutina y la sorpresa, lo implícito y lo explícito, lo clásico y lo postmoderno, la seriedad y la guasa, lo real y lo mental, la calma y el caos, la juventud y la vejez, el rencor y el perdón, la negación y la aceptación, la inocencia y la experiencia, la sensatez y la demencia, la vida y la muerte...

De todos modos, para que quede claro, "La visita" es una película de miedo en la línea del terror gótico y que, si no fuera por sus puntuales concesiones al humor y la distensión, sería absolutamente demoledora. Sin querer entrar en spoilers, diré que lo más inquietante de "The visit" no son los "sustos" (de los que ya nos vacunan en los tráilers) sino los dos temas de los que está constantemente hablando al espectador y cuya capacidad para inquietar está directamente unida a la condición humana:
Por un lado, "La visita" gira en torno al horror del paso del tiempo en lo corporal, en lo neurológico, en lo afectivo, en lo anímico, en lo mental...Una inquietud ante lo inexorable perfectamente entendible y reconocible y que el director subraya sin dramatismos ni efectismos pero con claridad en los primeros tres cuartos de la película...hasta ese giro argumental, marca de la casa por lo brillante e inesperado, que inicia el tour de force que precipita la historia hacia su desenlace y en la que
abandona cualquier concesión al drama para zambullirse en el terror más "convencional", sin renunciar eso sí a colar el humor en alguna que otra frase bastante bien traída en medio de un cisco demencial, en todos los sentidos.
Por otro lado, "La visita" nos habla de las dificultades de la aceptación: de la aceptación del pasado, de nuestras taras (físicas, emocionales, afectivas...), de los errores (propios o ajenos), de lo hecho y de lo no hecho, de nuestros miedos, de nuestros traumas, de la vida como un deterioro lineal, progresivo e irremediable, del presente como única oportunidad para improvisar la felicidad...En este sentido, todos los personajes de la película, pero muy particularmente los dos hermanos protagonistas, se enfrentan al desafío de la aceptación, un reto ante el que el fracaso sólo conduce a la locura y/o la muerte.

Si a todo lo dicho hasta aquí se le suma que "La visita" tiene un casting bastante acertado, unas interpretaciones muy solventes y convincentes y un buen montaje, no cabe duda que estamos ante una producción que, sin ser una obra maestra (ni tener pretensión de ello), sí es una película notable, entretenida e interesante. Quizás, por ponerle algún "pero", se podría decir que son perfectamente prescindibles los dos epílogos (el "familiar" y, sobre todo, el "rapeado") que Shyamalan incluye quizás con la idea de dotar con una moralina buenista que no aporta gran cosa a una historia que no necesita moralejas.

Pese a estos detalles a pulir, que es pura cuestión de gusto y absolutamente discutible, "La visita" vale los euros y los minutos que gaste cualquier espectador porque es inquietantemente humana y la ¿confirmación? del regreso del mejor M. Night Shyamalan.     

domingo, 20 de septiembre de 2015

Yo vi jugar a España

Antes, las grandes gestas y sus protagonistas legendarios quedaban escritos en los susurros de los ancianos, en la piedra mordida por el viento de los días, en los papeles olvidados por el tiempo, en las estrellas donde los inmortales velan los sueños de los que no lo son.
 
Ahora, hay grandes gestas y protagonistas legendarios que no necesitan ni los susurros ni las piedras ni los papeles ni las constelaciones. Basta con cerrar los ojos e invocar al recuerdo, con consultar archivos para remontar hasta llegar al escalofrío, con dejar que tus oídos te cuenten el eco de noches de risas
inmensas, ojos llorosos, corazones revolucionados y puños apretando la felicidad entre los dedos. Ahora, basta con ellos, con la selección de baloncesto, con los que vencieron en la titanomaquia mundial, los que prevalecieron tras el ragnarok europeo, los que siguieron en pie tras el armagedón olímpico. Ahora basta con ellos, con la selección de baloncesto, con los que tienen el esfuerzo como hoja de ruta, la humildad como mantra y la magia como arma secreta. Ahora basta con ellos, con la selección de baloncesto, el principal exponente de la mejor generación de deportistas españoles de toda la Historia, con los más grandes de todos los increíbles. Ahora basta con ellos, con la selección de baloncesto, con nuestras armas de satisfacción masiva, con los que dan lecciones magistrales dentro y fuera de la cancha. Ahora basta con ellos, con la selección de baloncesto, con el equipo liderado por un héroe inolvidable que nació en Sant Boi para vivir en la eternidad.

Ahora basta con ellos, con quienes nos han enseñado que en el deporte, como en la vida, lo importante no es cómo se empieza
sino cómo se acaba; que el premio no está en la meta sino en lo que aprendes y (te) demuestras hasta que llegas a ella; que las limitaciones y carencias nos ayudan a reconocer las cualidades sobre las que construirnos; que ningún camino fácil lleva a algún sitio que merezca la pena; que el futuro nunca se ha escrito en el pasado; que no hay que tener miedo a los grandes retos porque son los únicos que te hacen mejorar; que es en los momentos de dificultad donde se plantan las semillas de las alegrías; que el éxito no depende del marcador sino de la actitud; que juntos siempre se llegará más lejos y más alto de lo que podría llegarse solo; que la felicidad no te la regala nadie sino que hay que sudarla, pelearla, conquistarla campeonato a campeonato, partido a partido, cuarto a cuarto, jugada a jugada, segundo a segundo, décima a décima.

Así que por lo que nos/me habéis hecho ver, sentir, vivir y aprender, gracias. Gracias por darnos, por darme, otra vez (y van...) un motivo más para poder decir que yo tuve la suerte, el honor y el placer de ver jugar a España. Muchas, muchas gracias, campeones.

martes, 15 de septiembre de 2015

La cortina catalana

Aviso para navegantes nº1: tengo apellidos catalanes, sangre catalana y amigos catalanes. Y estoy orgulloso de todo lo catalán que forma parte de mí.
Aviso para navegantes nº2: no es la primera vez que escribo en el blog sobre "lo de Cataluña" (ver El día después (del ridículo) o A vueltas con Cataluña, por citar los posts más "recientes") pero sí me encantaría que fuera la última, al menos por los motivos actuales.
Aviso para navegantes nº3: Soy plenamente consciente de que estos días se han escrito excelentes y muy recomendables artículos sobre este mismo asunto, como por ejemplo los de David Jiménez, Javier Marías, Javier Cercas, Jordi Évole o Risto Mejide. Por eso, mi intención con este post no es superar a otros ni imitarlos sino simplemente dar mi opinión respecto a un asunto que no merece el silencio ni la ambigüedad.

Dichos estos avisos, al grano: "lo de Cataluña" (que es lo de las elecciones del 27 de septiembre, pero también lo del sobado "procés" soberanista, lo de las incansables e insaciables reivindicaciones regionalistas, lo del atávico y patológico victimismo "nacionalista" y lo de la manipulación de la Historia, los conceptos, el lenguaje y los sentimientos por parte de personas-personajes que de políticos poco y de demócratas menos) me parece una cortina, no sé si de humo, pero cortina al fin y al cabo y, como tal, pretende ocultar lo que hay "al otro lado", con independencia del lado en que esté uno. Me explico: 
- A un lado de la cortina tenemos a un presidente, autonómico, Artur Mas, quien, junto a sus compadres, cómplices, socios, rémoras y voceros, quiere esconder bajo la "estelada" la basura que han acumulado con años de chapuzas, golfadas, farsas y
despilfarros que no perdonaría ningún elector en su sano juicio. ¿Cómo lograr esto que a priori parece imposible? Como está haciendo: recurriendo a la sugestión emocional, a la persuasión sentimental, a la movilización visceral, a la tergiversación de la realidad, a la perversión del lenguaje, a la manipulación de la Historia (hasta niveles desternillantes), a la intensificación de un discurso victimista tan efectivo como insostenible, a la escenificación de un mesianismo cuyo reino no es de este mundo (y de ninguno), a la equiparación de ilegalidad con democracia, a la mutación del "president" en "amado líder", a la conversión del discrepante en amenaza, a la reiteración de promesas infundadas e incumplibles, a la impostura como estilo de vida...lo que sea con tal de que nadie en aquellos lares caiga en la cuenta de que Cataluña ha estado y está en manos de una "gente" que hace que los 40 ladrones de Alí Babá parezcan la banda de Danny Ocean; lo que sea con tal de que nadie en Cataluña se convenza de que el problema no es España sino la cleptocracia
con barretina; lo que sea con tal de no ser arrollado por la responsablidad. Es decir, que, ante su demostrada incapacidad de afrontar la realidad y/o asumir errores y/o aportar soluciones y/o diseñar un proyecto político serio y tangible, Artur Mas y sus complementos circunstanciales han decidido huir hacia delante, poniéndose el mundo por montera y pasándose por la quilla el "seny", las leyes, la lógica, la ética y todo aquello que recuerde al emparador que está no ya caminando, sino corriendo despendolado y en pelotas. Por eso, más que una campaña electoral o política, lo que Mas y sus colegas han desarrollado es una campaña de enajenación mental que no parece ser transitoria
- Al otro lado de la cortina tenemos a otro presidente, estatal, Mariano Rajoy, quien, junto a sus palmeros, camarilla, compañeros y mamporreros propagandistas, quiere esconder bajo la bandera nacional una legislatura ensimismada, enajenada, chulesca,
deprimente, desquiciada, indignante, cuya mejor crónica la podemos encontrar en las revistas satíricas y en los sumarios de los juzgados y que no perdonaría ningún elector en su sano juicio. ¿Cómo lograr esto que a priori parece imposible? Como está haciendo: apostando por la ineptitud, el tancredismo y el comportamiento pasivo-agresivo como hoja de ruta personal, gubernamental y política que permita convertir un problema perfectamente subsanable de base (con el cerebro en la cabeza y el ordenamiento jurídico en la mano) en una situación de tiroteo en O.K. Corral que habilite o justifique abonar, avivar, alimentar y anfetaminar el discurso del miedo, que es la única tabla de salvación para quien ha naufragado en lo político, lo social, lo intelectual, lo ético, lo moral y lo sináptico, como es que el caso del PP en general, el Gobierno en particular y Mariano Rajoy en lo individual. Así las cosas, la actitud del Gobierno hacia "lo de Cataluña" tiene bastante de bombero pirómano no tanto por originar el cisco como por consentirlo, ya que ha permitido deliberadamente que un teletubi como Artur Mas se venga arriba y se crea Conan el Bárbaro. ¿Por qué? Porque con el incendio catalán, espera o está convencido de que el personal o, al menos, los electores del PP, se distraigan con el humo (ya que llamas, de momento, hay pocas) y olviden (al menos hasta después de las elecciones generales) que ha sido el Gobierno de Mariano Rajoy quien ha disecado económica y fiscalmente a la clase media, emprobecido el mercado laboral, penalizado la cultura, sodomizado a los medios de comunicación tradicionales, puteado a los jueces independientes, convertido la iniciativa legislativa en un chachachá, ofendido tanto a quien le votó como a quien no, hecho el ridículo diplomático o navajeado el bienestar, por citar sólo algunos de los "greatest hits" de Mariano's band. Pero, nuevamente...¿Por qué? Porque Mariano Rajoy (o las vocecitas que tengan en su cabeza) cree que fabricando un anticristo como Mas él se podrá presentar electoralmente como el cordero encarnado y mesías de una España cojonuda.  

Así las cosas, vistas en perspectiva y de forma comparada las razones y las actuaciones de Mas y Rajoy, se puede sacar en claro que el antagonismo no es total e, incluso, se podría decir que es
cosmético, superficial. ¿Qué quiero decir? Que Mas y Rajoy tienen más puntos en común de los que a priori podría pensarse, como por ejemplo...
- Ambos actúan, hablan y piensan con la soberbia y el convencimiento de que representan el ser, pensar y sentir de todo un colectivo, cuando la verdad es que ni Cataluña es Mas ni España es Rajoy. Lo único que representan es al colectivo de "Impresentables No Anónimos". 
- Ambos tratan con desdén o, directamente, con beligerancia, cualquier opinión, consejo o postura que no encaje con su pensamiento. Son dos yonquis del discurso único.
- Ambos demuestran una absoluta falta de sensibilidad o empatía que les permita calibrar el alcance de sus desaciertos. Están demasiado pendientes de autocomplacerse, del "qué hay de lo mío" en vez de ponerse en la piel de una ciudadanía que es la única víctima de tanta turbulencia.
- Ambos se necesitan para tapar sus respectivas vergüenzas y desmanes.
- Ambos se necesitan mutuamente para presentarse ante los suyos como antídotos y "salvapatrias", como única vía/salida hacia un futuro mejor cuando ellos nunca formaron ni formarán parte de la solución sino del problema.
- Ambos necesitan los constantes errores y provocaciones del otro para vertebrar y fundamentar un discurso de garrafón como sustituto de cualquier ideario político serio o programa electoral.
- Ambos buscan alimentar y perpetuar una situación de tensión máxima que ponga al electorado "on fire" y acuda a las respectivas urnas como quien acude a una cita con Charlize Theron/Brad Pitt.
- Ninguno de los dos quieren electores civilizados, bien informados y con la sensatez en "modo on". Ellos quieren hooligans o, mejor dicho, quieren los votos de los hooligans, y, para eso, les sobran los cerebros (suyos y ajenos). 
- Ambos encarnan una forma de entender y hacer la política muy española en tanto que el esperpento es un género made in Spain. Son dos aberraciones impensables en otro país que no fuera tan tragicómico como España.
- A ninguno de los dos les mueve la ética, la moral, la razón, el altruismo ni la responsabilidad. Son dos ejemplos de la estupidez humana, dos especímenes de la involución política española y dos muestras con validez universal de qué significa la palabra "irresponsabilidad". 
- Ambos han actuado y actúan con un comportamiento poco o nada democrático, no sólo por su ninguneo o demonización a "todo-aquel-que-no-sea-como-yo" sino porque demuestran ignorar o haber olvidado que, en democracia, los votos cuentan pero las leyes también y que del mismo modo que no puede haber nada fuera de las leyes tampoco puede haber leyes fuera de la realidad

No obstante, conviene aclarar o subrayar que el único culpable
(político y penal) de crear esta situación es el enajenado Artur Mas...igual que el único responsable (político y legal) de consentirla o solucionarla es el absurdo Mariano Rajoy. Cuando dos partículas así chocan, lo normal es que surjan agujeros negros como el que se ha abierto. El desenlace, incierto.

Por otra parte, entiendo perfectamente que haya gente que se crea la cantinela del "país" que promete a sus deudos Artur Mas:
pasarse por el forro las leyes nacionales, los tratados internacionales, las deudas económicas, la Historia, la lógica, los errores propios, los aciertos ajenos...es muy seductor para quien quiera mandar la conciencia y la consciencia a por tabaco. El estado catalán que promete Mas hace que Jauja parezca un gulag. La Cataluña a la que dice aspirar Mas es una película de Disney con guión de los Hermanos Marx. Claro que, yo, humildemente, desconfiaría de un proyecto apoyado por freaks como Karmele Marchante...

De todos modos, en el fondo, más allá de lo político, "lo de Cataluña" es un asunto en torno al cual se ha articulado una peligrosa dialéctica de contrarios de la que no puede, por definición, salir nada bueno (ahí está la Historia, la nuestra y la universal, para dar muestra de ello). De momento, la amenaza de quiebra social, de herida íntima, ya está ahí...Es una pena que políticos y ciudadanos hayan olvidado lo que dijo el clásico: la virtud siempre estará en el término medio. Pero mayor pena es todavía que exista gente capaz de dejarse influenciar por lo que hagan o digan tipos como Artur Mas o Mariano Rajoy.

Por eso y para acabar: no me preocupa tanto una España sin Cataluña como una España con estupidez. Sea como fuere, aún están/estamos a tiempo de impedir que la cortina se convierta en muro.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Distancia

La inauguración había sido un éxito: los cuerpos chocaban en brindis, las sonrisas se intercambiaban como tarjetas de visita, las bocas centrifugaban canapés, los zapatos bailaban el chotis del espacio menguante, los ojos escrutaban las extrañas esculturas con un afectado voyeurismo y el aire se llenaba de palabras donde antes había oxígeno. La mayoría de los presentes apenas se conocían entre sí pero todos tenían el nexo común del artista taciturno que ahora surfeaba por la galería entre saludos comprometidos y elogios de garrafón mientras su ego declaraba el estado de obesidad mórbida. Fuera, la noche de julio llevaba el agosto a las terrazas y el sudor a los recovecos corporales.

Allí, en esa sofisticada sala convertida en caja de gusanos engalanados, se vieron. Había pasado tiempo. No mucho. El suficiente. Semanas. Tal vez meses. La mirada apenas duró un segundo. No mucho. Lo suficiente. Ambos estaban enmarañados en esas conversaciones en las que la gente acostumbra a dejarse llevar por una inercia insustancial e inocua. Ambos escondieron bajo su rostro cualquier gesto o expresión que delatara sorpresa, pensamiento, sentimiento o intención. Ambos siguieron dialogando mecánicamente con sus aledaños como si aquel cruce de miradas hubiera sido un choque fortuito del que no había necesidad de dar parte. Ambos decidieron no volver a mirar para evitar verse. Ambos trataron de autoconvencerse de la ausencia de toda importancia. Pero la tenía. No mucha. La suficiente.

Mientras se afanaban en su disimulo, sus respectivas mentes volvieron al pasado. Al penúltimo capítulo. Dos versiones de un mismo hecho. Una conversación en la que la lejanía física disfrazó de valentía a la cobardía. Un diálogo en el que la imposibilidad de ver y oír al otro desnudó las palabras en toda su crudeza. Una reyerta librada entre pantallas y teclas. Una inesperada tormenta textual de metralla sentimental. Un trapicheo febril de culpas y reproches. Una pirotecnia de palabras difíciles de olvidar. Un brusco y tosco lavado de conciencia propia con sangre ajena. El atronador naufragio de una relación desorientada hasta aquel momento por la ambigüedad y el ajedrecismo de quien no queriendo perder se olvidó de ganar. El estrépito antes del silencio. El hundimiento en el pasado de todo presente y, quizás, de todo futuro. Una herida a cobro revertido. La sangre, el pus y la lágrima.

Dudaban. Dudaban si dejarse llevar por el rencor y apostar por la indiferencia o bien dejarse llevar por la sensatez y apostar por la educación. Dudaban si mantener en pie las trincheras de los reproches o bien construir un puente de entendimiento. Dudaban si tomar la iniciativa o bien quedarse a la espera de lo que hiciera el otro. Dudaban si recuperar el ayer o sentenciar el mañana. Y mientras dudaban, no dejaban de pensarse. Y mientras dudaban, conversaban, sonreían, comían y saludaban con las personas de su alredor como si en su cabeza estuviera sonando Vivaldi en lugar de Marilyn Manson.

De pronto, la especulación terminó. Él dejó la copa en una bandeja, se despidió de los hombros que lo rodeaban y atravesó la sala convertido en la proa de un barco con la mirada clavada en ella. Ella miró con el rabillo del ojo e intentó fingir que lo que se aproximaba era un fantasma, alguien del pasado, incorpóreo, invisible, muerto. Conforme la distancia y las personas entre ellos menguaban, la sangre se volvió una riada que descosió cualquier guión. Bienvenidos al punto de no retorno. Dos metros. Un metro. Un segundo. Ella se giró hacia él con toda la serenidad de la que fue capaz y mantuvo su boca cerrada a la espera de que él abriera la suya. Él siguió caminando hacia ella, pasó a su lado y la dejó atrás. Luego, desapareció por la puerta de salida y no volvió.

lunes, 31 de agosto de 2015

Wes Craven sin tópicos (o casi)

Es raro y complicado huir de tópicos y lugares comunes a la hora de escribir sobre el fallecimiento de Wes Craven. Podría decir que me fastidia o, hablando claro, que me jode mucho su muerte porque algunas de sus películas están entre mis favoritas en lo que a terror cinematográfico se refiere, siendo dicho género mi favorito dentro de mi afición cinéfila. Podría decir que lamento su pérdida más que la de muchos cineastas actuales porque era uno de los tres nombres claves (junto a Carpenter y Cronenberg) para entender las "horror movies" contemporáneas: ellos fueron al miedo lo que Hitchcock al suspense o los hermanos Marx a la comedia, así de sencillo. Podría decir que por mérito/culpa de Wes Craven muchas noches en mi infancia me costó quedarme dormido. Y aun habiéndolo dicho, tengo la sensación de que, escriba lo que escriba, me dejaré algo en el tintero; así que mejor seré breve.

Siendo honestos, Wes Craven fue como la mayoría de los buenos directores (a excepción de Billy Wilder, porque los genios no cuentan): imperfecto. Realizó películas antológicas (Pesadilla en Elm Street), brillantes (La última casa a la izquierda, Las colinas tienen ojos y las tres primeras entregas de Scream), entretenidas (La serpiente y el arco iris, El sótano del miedo, Vuelo nocturno) y truños indefendibles (Shocker, Un vampiro suelto en Brooklyn, La maldición, Almas condenadas y Scream 4). Por ello, hay que valorar merecidamente a un tipo capaz de idear personajes como el ya legendario Freddy Krueger o a un Ghostface casi convertido en icono de la cultura pop actual. Porque quizás
Wes Craven no fuera un genio (que no lo fue) pero sí un cineasta que sabía hacer muy bien su trabajo y con una envidiable capacidad analítica para entender el terror como género fílmico y las películas como parte del imaginario popular y la cultura colectiva, como quedó más que patente en la genial trilogía de Scream. Además, no sólo demostró que comprendía perfectamente que el terror consiste en asomarse a aquello que, voluntariamente o no, está oculto a nuestra vista y/o consciencia sino que también abordó como un tema casi distintivo la delgada línea que separa la realidad de la ficción, lo real de lo que no lo es, lo vivido de lo imaginado; asunto éste muy interesante (al menos para mí) y que podemos encontrar en películas tan emblemáticas suyas como las ya citadas Pesadilla en Elm Street (1 y 7), La serpiente y el arco iris y Scream.

Por todo eso, hoy, con su muerte, no sólo se han quedado huérfanos Freddy, Papá Júpiter, Ghostface y demás sino todos los amantes del cine en general y del terror en particular. Ha muerto alguien capaz de conseguir que tópicos como el que acabo de decir y quería evitar tengan pleno sentido. Ha muerto alguien de quien echaremos de menos su buen hacer tras la cámara, ésa que tantos buenos sobresaltos nos ha regalado durante casi cuarenta años a varias generaciones de espectadores. Descanse en paz.