Es curioso. La nueva película de la franquicia X-men tiene como objetivo lo mismo que la trama: cambiar las cosas para que jamás llegue a existir un futuro desastroso. O, dicho de otra forma, el regreso de Bryan Singer a la dirección (responsable de las excelentes X-Men y X-Men 2) es un ejercicio poco disimulado de erradicar de la memoria de cualquier aficionado cualquier recuerdo de esas aberraciones tituladas X-Men 3: The last stand (y, por tanto, The Wolverine) y X-Men Orígenes: Lobezno y de modificar cualquier posible futuro que pudiera haber tenido la interesante precuela X-Men: Primera generación. Sin embargo, si bien esa "reforma" era necesaria (especialmente por culpa de esas basuras que fueron, son y serán la tercera entrega y la primera de Lobezno), creo que Singer ha utilizado esa "cirugía" iconoclasta para exhibir un ego muy poco tolerante en algunos casos.
Y es que, más allá de su contenido (inspirado en el mítico cómic homónimo), X-Men: Días del futuro pasado es una película que da la sensación de ser en el fondo una reacción alérgica de Bryan Singer hacia "todo lo que no fuera suyo". Y esa "saña" se nota cuando no duda en matar a determinados personajes aprovechables que no salieron en "sus películas" ni en eliminar de la existencia algunas posibilidades argumentales vistas en
"posteriores-previas" entregas y que, quizás, sólo quizás, no merecían un comportamiento tan drástico. Vamos, que Singer, en esta película, no se ha cortado un pelo: ha actuado con lo hecho por los otros directores como un centinela en una convención mutante.
No obstante, esta "pataleta de autor" sirve para que la franquicia tenga una coherencia argumental más sólida que la que tenía previamente (aunque ello no quita que no se moleste en solucionar-explicar "paradojas" como que el profesor X original aparezca vivito y coleando en su cuerpo después de que lo desintegraran en X-Men 3...) y para que el espectador pueda despedirse de los X-Men "originales", esto es, en su "versión adulta". Despedida que, por cierto, se produce hacia el final de la película y que resulta una de las sorpresas más inesperadas y entrañables del film.
Más allá de eso, X-Men: Días del futuro pasado, es una película
que si bien está bastante lejos del nivel de las dos primeras entregas (dirigidas por el propio Singer), sí demuestra un guión razonablemente trabajado (algo difícil con tanto cortar, pegar y borrar) y un sentido del entretenimiento aceptable, por mucho que dicho entretenimiento se vea afectado por esa vocación de "túnel de lavado-poda-lifting" que tiene esta producción. Si a eso se le une que está protagonizada por lo mejor que X-Men: Primera generación aportó a la franquicia (excelentes Michael Fassbender, Jennifer Lawrence y James McAvoy), pues queda una película lo suficientemente apañada como para cumplir su objetivo: replantear todo (la linealidad argumental de la franquicia queda ahora reducida a dos películas: X-Men: Primera generación y ésta, "desapareciendo" por tanto todas las demás) y preparar las bases argumentales y el reparto (la "versión joven" de los X-Men) de lo que será muy probablemente una película mejor (más entretenida e interesante) que ésta. Una futura entrega que, quien espere hasta la escena post-créditos, ya estará deseando ver...
En definitiva, X-Men: días del futuro pasado es una película sólo apta para fans y entendidos del universo mutante y que, sin ser especialmente brillante, cumple su cometido con una eficacia letal.
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