Pep Guardiola deja el F.C.Barcelona. El hombre que convirtió a un equipo de fútbol en algo superior a cualquier dibujo animado o videojuego, se va. Guardiola, el tipo de voz eternamente serena, de lengua habilísima y lucidez envidiable deja un club al que ha situado en la historia y en la leyenda gracias no tanto a los impresionantes títulos que adornan su paso por el Barça sino por el estilo de juego que ideó, inculcó y caló en todo un país hasta el punto de conseguir que lo asumiera como propio la selección nacional (con los resultados ya conocidos) y que incluso los equipos más modestos o cutres intentan imitar con desigual fortuna. Por eso, es lógico que Guardiola haya conquistado, lo quiera o no, el calificativo de "mejor entrenador de la historia" (al menos, del Barcelona). Además, que varios de sus pupilos sean considerados hoy los mejores jugadores del mundo dice mucho, muchísimo de su mentor porque resulta evidente que la relación de Pep con su plantilla es algo más que estrictamente deportiva. Quizás por ello, mejor interrumpirla ahora que sólo hay buenos recuerdos a la espalda.
Es cierto que en los últimos tiempos, Guardiola, quién sabe si por cansancio, estrés o crispación, tuvo (o simuló) unos ataques de victimismo, de mosqueo de niño consentido, de genio incomprendido. Actuaciones ridículas e innecesarias cuando se tiene tantísimo talento. Pero no le puedo culpar: cuesta muy poco imaginar lo insoportable que debe ser la presión para convirtió la excelencia en una filosofía no sólo deportiva. Ayer, sin embargo, el hombre que todo el mundo vio en la rueda de prensa fue de nuevo ese gentleman impecable que paseó el "seny" catalán dentro y fuera de un campo de fútbol.
Dejando a un lado las gilipollescas ínfulas políticas que rodean al Barcelona en los últimos lustros y la soberbia que han demostrado algunos directivos y jugadores (tontos del culo hay en todas partes), poca gente puede discutir que lo que han hecho los hombres entrenados por Pep en el césped es algo muy parecido al arte. Y es que, cuando algo es bueno y brillante, la discrepancia es una muestra de gilipollez.
Por todo ello, comprendo muy bien que Guardiola quiera tomarse un respiro porque, aunque jamás volviera a sentarse en un banquillo, lo que ha hecho y lo que representa es algo tan descomunal que recordaremos no sólo nosotros, si no las próximas generaciones. Estoy convencido.
Dicho esto, creo que la despedida deportiva de Guardiola en la final de Copa del Rey contra el heroico Athletic va a ser algo memorable y una suerte para cualquier aficionado al fútbol entendido como algo más que un deporte y un espectáculo. Una concepción que, en el siglo XXI, lleva una única firma: la de Josep Guardiola.
1 comentario:
Como culé que soy (no tan fanática como parece en el blog, que eso es más que nada por hacer cachondeo) me dio penilla enterarme de que Pep se va. Lo que ha hecho este hombre con el Barcelona es muy grande, pero supongo que él habrá sufrido durante estos años un estrés y una presión psicológica que no debe ser fácil soportar. Nos queda el consuelo de que lo sustituirá Tito Vilanova, quien creo que seguirá en la misma línea que Guardiola.
Hablando con gente aquí en Barcelona, casi todo el mundo está convencido de que en un futuro Guardiola volverá.
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