El pasado viernes vi el estreno de la película "300", de Zack Snyder, copia casi literal de la homónima obra maestra del cómic creada por Frank Miller. ¿Qué puedo decir? Disfruté como un bellaco y hacía tiempo que no pasaba un rato tan extraordinario: Será por el espectacular film, porque he leído y poseo el famoso cómic, o porque soy un verdadero admirador y entusiasta de Esparta en general y la batalla de las Termópilas en particular (y mis estanterías son testimonio evidente de ello). Disfruté hasta el nirvana. Pero, como ya es costumbre, iré paso a paso.
- La película: Zack Snyder firma una cinta vibrante y entretenida que, a partir de una historia épica en todos sus parámetros, ofrece unas escenas de una factura visual acongojante y espectacular cuyo único parangón cinematográfico a la altura sería el "Sin City" de Robert Rodríguez y Quentin Tarantino, también inspirado, por cierto, en una obra de Frank Miller. En cuanto a las interpretaciones, Gerard Butler y Lena Headey son el mejor ejemplo de un reparto que da vida y energía a unos personajes históricos vistos desde la magistral óptica de Frank Miller. Nadie los nominará a los Óscar, pero ni falta que hace. Están como tienen que estar: geniales. Por otra parte, quien quiera ver en esta película lecturas o mensajes políticos actuales debería ir al sexólogo o al psiquiatra, por practicar onanismos mentales. Violenta, trepidante, impactante..."300" es el Mátrix del cine épico y una adictiva e interesante aproximación a una de las batallas más famosas e importantes de toda la Antigüedad.
- La historia: Por decirlo brevemente, la Batalla de las Termópilas es la crónica de una derrota que pasó a la Historia con la gloria de una victoria. ¿Qué ocurrió? Pues que gracias al heroico y suicida sacrificio del rey espartano Leónidas y sus 300 mejores soldados (y pocos más, no nos engañemos) en el desfiladero de las Termópilas, el todopoderoso soberano persa Jerjes y su colosal y multiétnico ejército sufrieron un retraso en el tiempo y un varapalo en el orgullo que permitió posteriormente el triunfo final de la coalición helena en las Guerras Médicas. Sin la voluntaria y consciente inmolación espartana en las Termópilas el esplendor griego habría sufrido casi con toda seguridad un eclipse permanente y la cultura occidental que hoy tenemos y heredamos no habría sido la misma. Para quien quiera profundizar en el tema y por no demorarme más, invito a navegar por los diferentes links que aparecen en este apartado.
- Esparta: Sobre Esparta se pueden leer y escuchar muchas tonterías, tales como que es el antecedente y referente histórico del totalitarismo y el fascismo, que eran unos retrógrados que sólo sabían guerrear, etc, etc, etc. A mí, soportar estas sandeces me produce la misma irritación que aguantar la demagogia y la incultura. Allá los asnos con sus rebuznos. Para cualquier persona que tenga curiosidad o interés por saber más acerca de los lacedemonios, basta con decir que era un pueblo que destacó por un enorme pragmatismo y una obsesión por la eficacia. Si eso se tradujo en una cultura de la guerra es algo meramente secundario. Esparta fue hija de su tiempo y contexto (polis en constante pugna por una cuota más de territorios y hegemonía) que tuvo que apañarse con lo que tenía (una tierra no muy propicia para la prosperidad económica). Es decir, o aprendía a comer o sería devorada. Y aprendió a comer. ¿Cómo? Guerreando. Y no nos rasguemos ahora las vestiduras: El hombre lucha entre sí desde que era un homínido y así se forjaron y consolidaron los grandes imperios siempre y quien diga lo contrario, miente. Fieros e implacables en el combate, los espartanos se regían en su vida por tres grandes conceptos casi sagrados para ellos: honra personal, bienestar común por encima del individual, y la patria entendida a todos los efectos como una gran familia. ¿Esto es malo? En absoluto, de hecho, eso, unido al pragmatismo antes citado, fue clave para la supervivencia y éxito de Esparta durante siglos. Lógicamente, como cualquier sistema de vida o político, esta forma de ser tenía sus aspectos oscuros: los niños expósitos, la esclavitud de los ilotas, la Krypteia (una policía secreta que "regulaba" el excedente de ilotas)...Pero, como digo, no hay ningún sistema perfecto, así que no pongamos el grito en el cielo. Más que nada porque a lo mejor el berrido demagógico nos hace pasar por alto que Esparta gozaba de una división del poder político (mezcla de monarquía, oligarquía y democracia) incomparable en el mundo antiguo o que, por ejemplo, las mujeres espartanas tenían un reconocimiento social y una dignidad impensables en cualquier otra parte (incluida la idealizada Atenas), o que a efectos de posesiones (territoriales) ningún espartano tenía más que otro gracias a la política de "kleroi", por citar sólo algunos ejemplos. Tradicionalmente, de Esparta se tiene la versión de sus enemigos (ya sean vencidos o vencedores) y eso es algo lamentable, a pesar de la bibliografía y novelas ( "La odisea de los diez mil" de Michael Curtis Ford, "Las puertas de fuego" de Steven Pressfield y "Talos de Esparta" de Valerio Massimo Manfredi) existentes sobre el tema. Para quien quiera profundizar más en este interesante pueblo, basta con que navegue por los tres links que hay al comienzo de este apartado.
En fin, olé a esa entretenidísima película y gloria eterna para Leónidas y sus trescientos valientes. ¡Qué grande es el cine! ¡Qué espectacular es la Historia!
No hay comentarios:
Publicar un comentario