martes, 3 de abril de 2007

Cisnes de quirófano

La última moda televisiva es dedicar programas a que personas de belleza inusual o distraída derramen lágrimas de cocodrilo para que algún cirujano les dé una solución gratuita a su cubo de rubik. Me refiero a bazofias como "Cambio radical" de Antena 3 o "TNT" de Telecinco. Es lo que tiene la televisión de hoy en día: programas sin escrúpulos hechos con gente sin complejos (ni vergüenza). No haré aquí un ensayo sobre la belleza, pero ya que hay gente a la que le place que les metan el bisturí, no puedo resistirme a hacerles algunas incisiones.


Para mí, tanto la gente que puede llegar a deprimirse por su físico como aquella que valora personal, profesional o sentimentalmente a los demás por su físico sólo se merecen gratis una cosa: las visitas al psiquiatra. Pero me centraré en el primer grupo:
  • En el caso de "ellas": Se empieza por jugar con las Barbies. Luego se hace de las revistas femeninas una especie de biblia que tiene en la publicidad su mesías y llena las tiendas de ropa y cosméticos de cientos de feligresas. Y cuando un día se les ocurre mirarse al siempre honesto espejo, reniegan de un reflejo que no es ni nunca fue Barbi y empiezan a tener tentaciones de quirófanos y siluetas que, en los casos más repugnantes, las conducen a la anorexia, la bulimia, el tunning del bisturí o a llorar en programas como los arriba citados.
  • En el caso de "ellos": A diferencia de las féminas, los hombres empiezan a cuestionarse su aspecto físico por meras cuestiones culinarias, que se resumen en el dilema "Me como un colín o no me como un colín, he ahí la cuestión". Cuando descubren que se vuelven invisibles a la hora del cortejo, apareamiento y copulación, la depresión les da una clase magistral en la que aprenden que nunca fueron Madelman, ni Brad Pitt, ni Colin Farrell, ni Backstreetboy. Entonces, la berrea amatoria da paso a la autocompasiva y ellos se mueven en la incertidumbre de ir a un gimnasio y transformarse en "La Cosa" o bien poner velas a Quasimodo para encontrar a un Doctor Frankenstein que revierta el proceso.

Habrá quien pueda pensar que estoy en contra de las operaciones de cirugía estética. Siento la decepción pero sí estoy a favor siempre y cuando estén destinadas a arreglar algún desperfecto que perjudica o puede perjudicar la salud de la persona. Y punto. Para el resto de personas que modelan su autoestima con bisturí, amantes del quita y pon, y fanáticos del tunning corporal, les recomendaría que aprendan a querer y valorar aquello que ven en el espejo, porque es la persona con la que convivirán el resto de su vida. El mejor regalo que se podría hacer a esta gente, si no una visita al psiquiatra, sería un ejemplar del cuento de "El patito feo" de Hans Christian Andersen o bien de "La bella y la bestia" de Madame Leprince de Beaumont, a ver si obtienen alguna moraleja compatible con la sensatez y la cordura mental.


Programas como "Cambio radical" o "TNT", donde las presentadoras no son más que la versión actual del feriante que voceaba antaño "¡Pasen y vean la criatura más horrible que sus ojos han visto!", además de un atentado contra la calidad televisiva, son una muestra de hasta qué abismo está llegando la sociedad de nuestro tiempo bajo la tiranía de la imagen. Una tiranía ante la cual yo me rebelo porque siempre he pensado y pensaré que una persona no es lo que se ve, sino lo que demuestra ser.


Así pues, para esa legión de jetas y desquiciados mentales que cambian lágrimas por operaciones y para todos aquellos que se aprovechan de ellos para hacer negocio, les dejo unas citas célebres de personas que, bellas o no, son un referente de sabiduría, con el ánimo de que reflexionen: Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla (Confucio), La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora (Ortega y Gasset), La belleza exterior no es más que el encanto de un instante (George Sand), ¿Qué es la belleza? Una convención, una moneda que tiene curso en un tiempo y en un lugar (Henrik Ibsen), La hermosura es una tiranía de corta duración (Sócrates), Llamamos bello a aquello que es elogiado por el periódico y que produce mucho dinero (Stendhal).


Yo, por mi parte, a ese ejército de bellos por imposición, cáscaras artificiales, aspirantes a Apolo/Afrodita y cisnes de quirófano, sólo puedo decirles una cosa más: La pena no es que seáis así, sino que penséis así. Con congéneres como vosotros, yo prefiero ser feo y sensato a guapo e idiota.

No hay comentarios: