viernes, 28 de agosto de 2015

El efecto desidia

El célebre concepto del "efecto mariposa" dice, grosso modo, que una acción o perturbación, por muy pequeña y/o distante que sea, genera una reacción en cadena que puede provocar efectos mayores, imprevistos y no tan distantes ni en el espacio ni en el tiempo. Ya saben: el aleteo de una mariposa en una parte del mundo provoca un huracán en otra.

Atendiendo a las incesantes y trágicas noticias sobre la masiva llegada de refugiados e inmigrantes a Europa que se han convertido desgraciadamente en la "canción del verano" en el plano informativo, creo que es un siniestro ejemplo del efecto mariposa aplicado al ámbito sociopolítico. Me explico: los conflictos olvidados y los no tan ignorados de los que de un tiempo a esta parte tenemos constancia periodística son el aleteo de la mariposa y la multitudinaria y constante huida hacia Europa
el huracán. Y esto no se produce tanto por el conflicto en sí (ya hablemos de guerra, terrorismo yihadista, hambruna, pobreza extrema, etc) o por los países de origen (que sólo se pueden calificar como "fallidos" o "corruptos" o "fantasma") como por la hipocresía y, especialmente, la desidia con la que ¿atienden? y ¿gestionan? esos conflictos los países que, por potencial (económico, militar, histórico, etc), están en condiciones de solventarlos. Por poner ejemplos concretos: no puedes lavarte las manos con un conflicto como el de Siria y esperar que las consecuencias no llamen a tu puerta tarde o temprano; ni puedes apartar la vista de las tragedias enquistadas en África y esperar que la gente
deje de buscarse y jugarse la vida para tener un futuro mejor aun a riesgo de acabar en el fondo del Mediterráneo. No puedes. Y menos todavía en un mundo totalmente conectado, en fondo y forma, como el actual. Cerrar los ojos no hará que el dinosuario desaparezca del jardín. Cerrar los ojos no hará que vivamos en un mundo mejor ni más digno ni más llevadero.

Claro que, en la trastienda de esa hipocresía y dejadez, como explicación y causa de ambas, se encuentra un problema aún más profundo y muy distintivo de nuestro tiempo: el "ninguneo" de 360º; la incapacidad o la decisión del hombre actual de no ver al otro; la eliminación del prójimo como factor a tener en cuenta; la cosificación de "los demás"; el vaciamiento de importancia e
interés de cualquier persona que nos sea ajena en lo afectivo; la alergia a todo aquello que no entendamos como "asunto nuestro". Un problema esencialmente ético pero con consecuencias en lo político, económico, social, cultural, familiar que llenan la actualidad oficial o cotidiana de millones de personas en todo el mundo. Ya no es que miremos a otro lado, es que miramos y no vemos porque no queremos ver. Y mientras este problema no se solucione de base, situaciones como las que estamos viviendo ahora no dejarán de suceder. 

Pero, volviendo al tema de la huida-llegada a Europa de refugiados procedentes de Oriente Medio y África, aún más indignante que la inoperancia e/o intolerancia que están demostrando los países receptores resulta su irritante capacidad para olvidar su pasado reciente (¿cuántos europeos no han salido/huido/emigrado hacia otros países buscando una vida mejor por culpa de la ratonera económica?), no tan lejano (con actitudes como las demostradas ahora, la Segunda Guerra Mundial habría sido una masacre aún mayor en Europa), lejano (¿hablamos de cómo los países que hoy forman Europa antaño conquistaron y/o colonizaron territorios de los que ayer presumían y hoy se desentienden?) o cultural (si fuera por el talante actual, a Odiseo le habrían dado por donde no da el sol y La Odisea sería una obra de apenas unas líneas). ¿Cuánta gente abandona su hogar o familia por gusto? ¿Cuántas personas arriesgan sus vidas por fastidiar? ¿Cuántas deportaciones han acabado con una guerra? ¿Cuántas vallas han solucionado hambrunas? ¿Cuántas declaraciones han frenado las bombas? No es demagogia. Es sensibilidad. Es sentido común.

Que los únicos que están demostrando estar a la altura de las circunstancias sean las ONG (aquí en Europa o allá sobre el terreno), los ciudadanos rasos y las propias víctimas dice mucho de cuánto tienen que cambiar las cosas para que las potencias occidentales no lo sean sólo en desvergüenza, que el "ser" se gane el calificativo de "humano" y que el mundo en que vivimos, al menos en Europa, se merezca el adjetivo de "civilizado". Además, siendo francos, entre tratar a los refugiados como si fueran una plaga y convertir al país en una barra libre hay un término medio y ahí, como dijo el clásico, siempre estará la virtud.

¿Qué haría yo para solucionarlo si fuera el diriginte de un país con potencial y recursos para ello? Dejarme de brindis al sol,
discusiones bizantinas y cogérmela con papel de fumar e intervenir activamente, aunque eso no case con esa majadería de lo "políticamente correcto", habida cuenta de que la ONU sirve para poco; que los gobiernos de los países en problemas son un desastre ya casi atávico; que la UE se preocupa más por las cuentas que por las personas; que EEUU ha renunciado a su rol de Supermán; que naciones como Rusia, mafias como los traficantes de emigrantes y terroristas como el Estado Islámico se aprovechan-descojonan de las soluciones burocráticas; que las convenciones internacionales se han demostrado a todas luces ineficaces; que las ONG no dan abasto y que el tiempo no pone las cosas en su sitio. ¿Qué tipo de intervención? Directa, colegiada (si fuera posible) y en el origen: militar cuando sea preciso (para zanjar un conflicto armado o paliar una catástrofe) y, en todo caso, tutelar en lo político-económico (una vez "normalizada" la situación), pero (y ojo que es un "pero" muy importante) sin ningún interés lucrativo ni colonialista ni político sino con la sola intención de ahorrarse gastar tiempo, dinero y recursos en achicar torpemente problemas como los presentes y de evitar a miles de refugiados y exiliados emprender el amargo camino del desengaño. Claro que, para ello, deberíamos vivir en un mundo mucho más altruista y sensato, algo muy improbable, visto lo visto. ¿Es una solución radical? Sí, igual que lo es amputar una pierna para evitar la gangrena y así salvar la vida. ¿Hay otra solución alternativa? Siendo honesto y realista y tirando de hemeroteca, lo dudo mucho. Prefiero apostar por una actitud paternalista o vigilante antes que dejar tirado al personal o parchear indefinidamente un problema. Siempre será más práctico para evitar un hundimiento tapar la vía por la que entra el agua que sacarla con cubos.

Lo que está claro es que, dejando las cosas como están, es decir, no haciendo nada para arreglar de verdad el problema, la mariposa seguirá batiendo sus alas y las tragedias seguirán llamando a nuestra cara para que se nos caiga de vergüenza.

miércoles, 26 de agosto de 2015

El show de Matrix

La casualidad ha querido que en los últimos tiempos haya leído varios artículos que, de forma directa o indirecta, abordan el tema de la realidad como ficción, de la vida como simulacro, de la experiencia como ensoñación, de la irrealidad como verdad. Un asunto bastante jugoso del que, desde diversas perspectivas, ya han dado y dan buena cuenta la filosofía (Platón y su metáfora de la caverna, Zhuanzgi y su sueño de la mariposa, Descartes y su hipótesis del genio maligno, Dancy y Putnam y su argumento del cerebro en una cubeta...), la literatura (La vida es sueño de Calderón de la Barca, Niebla de Unamuno, Tlön, Uqbar, Orbis tertius de Borges...), el cine (Tron, El show de Truman, Matrix, Nivel 13, Abre los ojos...), la televisión (series como Black Mirror o documentales como Could our universe be a fake?) y los videojuegos (simuladores sociales como The Sims o Tomodachi Life, juegos tipo sandbox como GTA o Read Dead Redemption; aventuras interactivas como Heavy Rain, LA Noire, The Walking Dead, Mass Effect...) , pero no tanto la ciencia (o eso creía).

Quizás por ello, me ha llamado la atención descubrir que tipos como el astrónomo Lord Martin Rees diga que puede que seamos una mera simulación hecha por una inteligencia superior o como que el matemático y cosmólogo John Barrow considere la posibilidad de vivir en universo simulado o como que el filósofo Nick Bostrom plantee que somos el resultado de una simulación tecnológica o que el físico nuclear Silas Beane argumente la hipótesis de que
todo cuanto existe no es más que el producto de una simulación externa o que el astrónomo y directivo en la NASA Rich Terrile proponga que estamos viviendo en algo similar a un videojuego, que la neurocientífica Susana Martínez-Conde afirme que sería imposible probar que no somos una simulación de ordenador o que científicos de la Universidad Tecnológica de Viena anuncien haber demostrado el "principio holográfico" según el cual el universo sería un holograma. En resumen, que me ha sorprendido comprobar que lo que se ha dado en llamar "hipótesis de la simulación" no es algo precisamente minoritario ni cosa de una banda de "freaks" o "fumaos".

Dejando al margen cualquier refutación de esas hipótesis científicas (doctores tiene la ciencia), no deja de ser tan sugerente como inquietante la posibilidad de que todo cuanto somos, vivimos, hacemos, sentimos, pensamos o recordamos no sea más que producto de un juego o simulación que
escapa a nuestro control y entendimiento; que seamos títeres, avatares o creaciones de un programador o jugador icognoscible (¿Juega Dios a Los Sims con nosotros? ¿Hay Dios o es un simple programa informático?); que seamos personajes, artificios, puras ficciones; que no existimos de verdad, en definitiva. Así, de ser cierto lo que hoy son sólo planteamientos, ante la inexistencia de cualquier libre albedrío no tendríamos que preocuparnos ni por el futuro ni por la culpa ni por el remordimiento ni por la responsabilidad ni por el estrés. Y eso sería positivo. Igual que podríamos mandar a la papelera cualquier sistema legal, social, político, filosófico, ético, moral o religioso. Y eso sería interesante. Igual que no tendría sentido reflexionar sobre conceptos como "conciencia", "consciencia", "libertad", "mortalidad", "identidad", "personalidad" o "alma". Y eso sería curioso. Ni tendríamos que preocuparnos por saborear la vida y todo aquello que hace que valga la pena. Y eso no sería ni positivo ni interesante. La simple posibilidad de que algo o alguien esté haciendo el gilipollas con nosotros por mera especulación, experimentación, curiosidad o divertimento es algo sencillamente humillante, encabronante y siniestro. El planteamiento o la hipótesis de la simulación es de un nihilismo tan devastador que sólo se puede superar mediante la locura o la ignorancia.

Así las cosas, ante una situación así, en la que se nos plantea en fondo y forma algo que escapa al entendimiento de cualquier
persona, la única salida válida es la que tanto practicaban los sabios de la Antigüedad (y que, por cierto, tan olvidada tenemos hoy en día): aceptar con serenidad que hay cosas que no podemos ni podremos conocer (y, por extensión, prever, controlar o remediar) y centrarse en las que sí. Cualquier otra opción, es reservar un billete de ida para Arkham o la morgue.

De todos modos, por si acaso y para que conste: que nadie acabe mi partida ni cierre mi sesión aún, por favor. Ya habrá tiempo más adelante para el "Game over". Gracias. 

viernes, 14 de agosto de 2015

Estrellas

Ni una. Ni una sola. Llevaban un buen rato tumbados, con sus menudos cuerpos perdidos en un mar de hierba y sus ojos intentando abrazar más cielo del que podían. La madrugada había traído una brisa agradable que limpiaba el recuerdo del sofocante bochorno diurno. Sus bocas no paraban de enredarse en un zigzag de palabras aún frescas por el regusto del helado de chocolate con el que habían finiquitado la cena. Siguiendo los consejos de los mayores, que los vigilaban como faros desde el cobertizo, se habían colocado en la zona menos iluminada para ver mejor eso que unos llamaban "lágrimas de San Lorenzo", otros "Perseidas" y la mayoría "estrellas fugaces". Pero ni una. Ni una sola...de momento. No desesperaban. Sobre ellos, el cielo nocturno de agosto desplegado hasta donde se acaban los adjetivos.

Él estaba vestido como una versión en miniatura de su propio padre. Aún era demasiado joven para analizar esa extraña obsesión con la que algunas madres visten así a sus retoños. Ella estaba vestida como si fuera a ser expuesta en un escaparate de alguna carísima juguetería. Aún era demasiado joven para darse cuenta de que las mujeres nunca dejan de jugar a las muñecas. Ambos deshilvanaban el mundo en una crónica atolondrada e ingenua en la que la risa y la bobada forman todo un corpus filosófico. Lejos, el enjambre de la conversación de los mayores, con sus fachadas y sus silencios.

Habían perdido la noción del tiempo que llevaban tumbados a la espera de que alguna estrella fugaz picara el anzuelo. Quince minutos. Media hora. Tal vez más. Lo único que sentían pasar eran las nubes espectrales a la carrera. No les importaba. Toda su ilusión se concentraba en ver el arañazo plateado de una estrella camino a ninguna parte. Y mientras esperaban a quedarse sin palabras, rellenaban con ellas todas las costuras del reloj, intentando ignorar la creciente amenaza de una voz adulta finiquitando la magia con un "Chicos, nos vamos".

De pronto, él calló. Sus ojos se abrieron como un bostezo perezoso y se incorporó bruscamente.
- ¿La has visto?
- ¿El qué?
- Una estrella. ¡Una estrella fugaz!
- ¡¿Dónde?! - dijo ella mientras se levantaba sorprendida.
- ¡Allí! Entre esas dos.
- ¿Allí?
- No, ahí.
- No.
- ¡Ja! ¡He visto una!
- Pues yo no.
- No pasa nada. Habrá más. Dicen en la tele que hay muchas.
- Vaya chasco. Qué rabia...
- Si veo otra te lo digo.
- ¿Seguro que era una estrella fugaz?
- Yo creo que sí.
- ¿Crees o estás seguro?
- Creo que estoy seguro.
- Bueno, sigamos mirando.
- Eso.
- El truco es tener los ojos abiertos.
- ¿Tú puedes estar mucho sin parpadear?
- Sí. ¿Y tú?
- Yo también.
- Guay.
Se quedaron sentados en silencio y el aire se llenó de voces de padres y grillos. 

Cuando llegaron a recogerlos, se habían quedado dormidos. La noche era demasiado grande y ellos demasiado pequeños; lo suficiente como para ignorar que las estrellas, fugaces o no, no solamente las podemos encontrar en el cielo; lo suficiente como para, aun desconociendo todo eso, evitar que la vida les arruinara una buena sonrisa.

martes, 4 de agosto de 2015

"Del revés": sentir, pensar, crecer

El cine es un arte. Crecer es una aventura. Teniendo por ciertas ambas afirmaciones, se puede decir con toda tranquilidad que "Del revés" es una de las  mejores películas de aventuras jamás rodadas. Pero eso sería quedarse corto. Mucho. También es una de las mejores películas jamás hechas sobre el interior del ser humano, muy por encima de clásicos como "Viaje alucinante" o "El chip prodigioso". Pero eso también sería quedarse corto. Demasiado. Porque "Inside out" es una obra de arte con la que Pixar completa magistralmente su tríptico sobre el paso del tiempo integrado por las extraordinarias "Toy Story 3" y "Up".

La película muestra al espectador el funcionamiento de la mente (o, siendo rigurosos, del sistema límbico) de una niña de once años llamada Riley especialmente a propósito de la "traumática" mudanza con sus padres desde su Minnesota natal a San Francisco. Así, el público al otro lado de la pantalla asiste a la progresiva configuración y consolidación de la personalidad de Riley a través de la interacción entre las experiencias, los recuerdos y las cinco emociones encargadas de dirigir las acciones y decisiones de la niña: alegría, tristeza, miedo, ira y asco. Para ello, Pixar plantea una película donde la excelencia técnica se convierte en un soporte fenomenal para un guión muy inteligente que nos propone una serie de tramas y subtramas que ofrecen un logradísimo equilibrio de géneros: comedia, aventura, fantasía y drama. De esta manera, el espectador recibe una lección magistral sobre psicología humana mientras la sonrisa, la risa o la lágrima se alternan en su rostro.

Quizás por todo ello, "Del revés" es una película literalmente para todos los públicos ya que la disfrutarán mucho más aún los adultos que los niños...y eso que muy seguramente los peques quedarán encantados con las aventuras y desventuras de Alegría y compañía. Pocas veces en el cine veremos plasmado con tanto ingenio, honradez y "sencillez" cómo somos, pensamos, actuamos y sentimos las personas. Porque, conviene remarcarlo, ésta no es una película sobre monigotes haciendo gracietas: que sea una película animada no significa que sea una película infantil. No, "Inside out" es una obra que nos (re)descubre aquello que unos llaman mente, otros psique, algunos alma y otros personalidad y eso tiene poco o nada de "naif". Además, lo hace con tanto rigor, con tanto buen gusto, con tanta creatividad, con tanta honestidad y con tanta sensibilidad que resulta casi imposible no colocar a esta película entre las mejores de Pixar. Por otra parte, en contra de lo que he leído en algunos sitios, no me parece en absoluto una película ñoña, salvo que erróneamente se confunda el optimismo con la ñoñería. De otras majaderías oídas/leídas como el supuesto machismo que late en la película o las críticas por el hecho de que Alegría tenga buen tipo y Tristeza sea rellenita o que tiene un mensaje conservador en cuanto a lo familiar, sólo diré que quien eso piense efectivamente hace mal yendo a ver "Inside out" en lugar de a un psiquiatra.

Volviendo a la película, "Del revés" está repleta de personajes geniales (empezando por las cinco emociones mencionadas, siguiendo con el conmovedor Bing Bong y acabando incluso por los liquidadores de recuerdos)y escenas y secuencias bien entrañables (la salida del basurero mental, el abrazo entre Riley y sus padres), bien divertidísimas (el disparate en El Sueño Producciones, el atajo por el pensamiento abstracto, el recuerdo recurrente del anuncio del chicle y las desternillantes comparaciones entre las distintas mentes).

Por si eso fuera poco, "Inside out" nos regala algunas lecciones que tanto niños como, especialmente, adultos, no deberíamos olvidar nunca (si no queremos sufrir o equivocarnos más de la cuenta en esto de vivir):
- Crecer consiste fundamentalmente en aprender a dejar atrás.
- En ocasiones, la mejor manera de pensar es no pensar conscientemente en tanto que dejarse llevar.
- La mejor manera de saber comienza por hacer.
- Hay que dejar a la tristeza hacer su trabajo.
- La clave es no perder nunca la alegría, pase lo que pase.
- Para ser hay que pensar y para pensar hay que sentir.
- Nos cambia lo que vivimos no lo que somos.

Si, además de todo lo dicho, la película viene precedida por un corto tan soberbio en fondo y forma como "Lava", poco más hay que añadir excepto que "Del revés" merece estar en la retina, en el recuerdo y en la filmoteca de cualquier persona que tenga la mente (y el corazón) en su sitio.
     

jueves, 30 de julio de 2015

Simplemente José

Las cosas más importantes del Periodismo no las aprendes en la facultad ni en prestigiosos másters ni en caros cursos de posgrado. Igualmente, las cosas más importantes de la vida no las aprendes en ningún aula. No. Esas cosas, las que te pueden sacar de un lío (periodístico o no), las que verdaderamente importan, te las enseñan fuera o, mejor dicho, las aprendes fuera. ¿De quién? De personas como José Torrecilla Iturmendi, conocido por muchos como "José de Astería" y por casi todos simplemente como José.

Creo que la mejor palabra que define a José (Oteiza, Navarra, 1929) es "entrañable". Es alguien que se hace querer sin pretenderlo y eso, en los tiempos que corren, es mucho e inusual. Es de esas personas que, sin estridencias y con humildad, se va acomodando en tu memoria y corazón y de ahí no lo saca ni el tiempo ni la distancia ni el agua hirviendo. ¿Quién es José? Podría decir que es el auténtico corazón de la delegación estellesa del Diario de Navarra, con independencia de quién ocupe el puesto de director. O que es una enciclopedia viviente de todo lo que tenga que ver oficial u oficiosamente con Estella y sus alrededores. O que es un apasionado seguidor y cronista del deporte (fútbol, ciclismo, pelota vasca...), el folclore y los festejos estelleses. O que es un entusiasta defensor de "lo navarro" (ese concepto). O que es, como dice la canción, un "estellica de temple sin igual". Pero, más allá de todo eso, que es cierto, José es buena gente.

Lo conocí hace ya unos cuantos veranos, en mis prácticas en la redacción de Estella del Diario de Navarra. A los pocos días, José ya se había convertido en mentor, antiestrés y salvavidas. Alguien en esa ciudad debería promover la canonización de José como santo patrón de los becarios. Y no lo digo por su forma de llevar al novato de turno por las carreteras
comarcales (¡qué piloto se perdió la Fórmula 1!). Lo digo por su fondo y por sus formas. Lo digo por esas horas de conversaciones a pie, en coche o sentados en la oficina en las que con José o gracias a él aprendes todo lo que necesitas saber y nunca te atreviste a preguntar o se decidieron a contarte sobre el periodismo y lo que no es el periodismo. Lo digo por esos momentos en los que la llaneza y experiencia de José resuelve nudos gordianos de todo tipo. Lo digo por esas charlas inesperadas que a menudo acababan en sonrisa cuando no en carcajada. Con José es difícil, casi imposible, no coleccionar decenas de buenos recuerdos. Con él siempre aprendes y siempre cosas buenas. Por eso es tan fácil estarle agradecido. Por eso es tan sencillo apreciarlo.

Siempre he pensado que los homenajes y reconocimientos es mejor hacerlos en vida. Por eso me gusta escribir este artículo. Por eso me parece fantástico que se haya elegido a José para que mañana prenda el "chupinazo de fiestas", que, para quien no esté familiarizado con las costumbres de aquellos lares, es un renocimiento nivel Nobel en esa peculiar idiosincrasia navarra. Por eso espero que José disfrute y se emocione con ese momento. Con su momento. Creo que pocas personas como él en Estella se merecen tanto afecto, gratitud y respeto como este periodista heterodoxo pero eficaz, estellés tranquilo y dicharachero, trabajador incansable y esmerado, hombre afable y tierno a quienes muchos, periodistas o no, tenemos el orgullo y la suerte de querer. Porque todo lo bueno que le pase se lo ha ganado a pulso...hace ya mucho tiempo. Así que bienvenido sea el homenaje a Torrecilla. Disfruta, José.

domingo, 26 de julio de 2015

De leones y hombres

Me encanta. Soy un auténtico fan. Confieso que mojo la ropa interior pensando en cazar. Se me acelera el corazón con la sola idea de darle matarile a un animal. Sueño con decorar mi casa con trofeos y logros de la taxidermia. Ahora que tengo tu atención, dejaré de ser irónico.

¿Qué es la caza?
Objetiva e históricamente: es un anacronismo, una práctica injustificable y "desfasada" desde que hace 10.000 años al hombre le gustó eso de la ganadería
Para algunos: es también un hobby, una pasión, una afición equiparable, según esos "algunos", a practicar algún deporte, leer un libro, ir al cine, jugar al ajedrez, escuchar música, construir maquetas o hacer fotos.
Para mí: es la más cruel y repugnante excusa que encuentran algunos, esos mismos "algunos" del párrafo anterior, para tapar, aliviar u olvidar algún tipo de trauma, tara, complejo, patología o disfunción. Como las operaciones estéticas o irse de fulanas pero liquidando especies para alimentar no el estómago sino un ego que haría las delicias de cualquier diván. Así, para mí, la caza es una ventana a un mundo de barbarie y vísceras donde todo es brutal, cruel e inhumano. En este sentido, desde el punto de vista de la ausencia flagrante de consciencia y conciencia que demuestran los protagonistas, la diferencia entre un cazador y un asesino, un terrorista, un violador o un pederasta es quién resulta perjudicado por sus aberrantes actos. Por lo demás, ninguna distinción. En resumen, que si me dan a elegir entre la existencia de un animal y la de un cazador que no cace por estricta y urgente necesidad alimentaria, mi elección será siempre el animal. Qué le voy a hacer: aprecio demasiado a los animales y muy poco a los bestias. ¿Por qué? Porque éstos, los bestias, los salvajes con nombre y sin vergüenza, han olvidado lo que dijo el conservacionista James Oliver Curwood e inmortalizó la fenomenal película El Oso: "Sólo hay un placer mayor que matar: dejar vivir".

¿A qué viene esto? 
A noticias como la de que un cazador ha liquidado a un león en Zimbaue. Hace poco más de un año hablaba en este mismo blog de la muerte del elefante "Satao". Ahora ha cambiado el animal pero no la salvajada ni la maldad ni la cobardía ni el horror ni la tragedia ni el disparate ni el asco ni la vergüenza ni la pena que me provocan sucesos así. Lo peor es cómo se ha producido la muerte o, mejor dicho, el asesinato de "Cecil", el león de la noticia: con nocturnidad, alevosía, engaño, ensañamiento y soborno (de 50.000 euros). Terrible. Es la enésima señal de la obscena y sistemática falta de respeto del ser humano por cualquier otra cosa que no sea él mismo. Es un argumento más de que "humanidad" y "civilización" son palabras a descartar. Es el penúltimo ejemplo de que sólo hay algo comparable en magnitud al ingenio del hombre: su crueldad.

La ley de la impunidad
En este caso concreto, lo peor de todo, que ya es decir, es esa certeza de que existe gente que mata no sólo por placer sino para exhibir su poder o, tal vez, lo que el malnacido de turno entiende por "poder". Que con la que está cayendo haya personas capaces de aflojar 50.000 euros para matar a un animal es para hacérselo mirar colectivamente. Es la demostración de que hace tiempo, mucho, tal vez demasiado e incluso de manera irremediable, la exhibición del poder, como medio y fin en sí mismo, está por encima de cualquier ley humana o natural. De que la ley de la impunidad no distingue las cosas desde un punto de vista ético, moral o biológico sino monetario. De que esta sociedad tiene excedente de psicópatas con posibles que lo mismo te joden la vida desde un despacho que acercan la sexta extinción masiva en la sabana africana. Y de que (y aquí viene la verdadera tragedia) hagan lo que hagan estos bastardos, se irán de rositas dejando una estela de destrucción. Matan porque pueden. Destruyen porque pueden. Se libran de cualquier castigo porque pueden.

Así pues y por acabar, teniendo presente que muy probablemente Walter James Palmer, el asesino de Cecil, se quede sin castigo, sólo espero que ese miserable, ese mierda, esa escoria humana, ese monstruo que ha matado al león tenga cuanto antes el mismo destino que deseo para cualquiera capaz de matar a un animal o inocente: la muerte más atroz y agónica posible. Así la vida se quedará para quienes la respetamos y éste será un mundo mucho menos malo de lo que ya es.

domingo, 12 de julio de 2015

Mi capitán

Nunca he sido ni seré del Real Madrid, pero Iker Casillas siempre será mi capitán. Y lo será por algo más allá de los números y estadísticas que lo ubican en el terreno de lo extraordinario. Y lo será por algo más allá de esas actuaciones más propias de un partido de "Óliver y Benji" que de una persona de carne y hueso. Y lo será por algo más allá de todos los hitos y trofeos conseguidos que lo sitúan en el ámbito estrictamente reservado a las leyendas. Y lo será por algo más allá del gracejo, naturalidad y espontaneidad que lo han convertido en una persona entrañable. Y lo será por algo más allá del hecho de ser capitán, líder y corazón de la mejor Selección española de fútbol de todos los tiempos. Y lo será por algo más allá de ser el mejor portero español de todos los tiempos y uno de los mejores cancerberos de toda la historia del fútbol mundial. Lo será por los valores que él ha encarnado mejor que nadie en el fútbol español de las últimas décadas: la humildad, la nobleza, la disciplina, el esfuerzo, la profesionalidad, la constancia, la educación, el respeto, la sensatez, la templanza, la elegancia, la valentía ante la adversidad...Lo será por todas esas virtudes y cualidades que lo han aupado con todo merecimiento en ese altar laico que es el deporte.

Sin duda que sus condiciones físicas ya no son las de antaño; de lo contrario estaríamos hablando de alguien simplemente no humano. No obstante, siendo objetivos, el paso de "portero increíble" a "portero muy bueno" no creo que sea como para
llevarse las manos a la cabeza, rasgarse las vestiduras, reclamar su finiquito, etc, etc. Por eso, es especialmente llamativo, ridículo y patético que haya gente que critique a Casillas por el declive físico al que toda persona se ve abocada conforme va cumpliendo años. Y aún más particularmente despreciable que haya gente gente que aproveche ese ocaso físico para dar rienda suelta a comentarios y críticas que no tienen nada que ver ni con lo físico, ni con lo futbolístico, ni con lo deportivo y sí mucho con la ingratitud, la estupidez y la carencia de memoria, ética y escrúpulos.

Dicho lo cual, creo que la salida de Casillas de su club de toda la vida (25 años), del equipo en el que siempre quiso retirarse, no hay que entenderla tanto en el plano físico o deportivo como en el personal y ajeno a lo futbolístico. La marcha del capitán del Real Madrid no se entiende sin José Mourinho ni Florentino Pérez. O, mejor dicho, sin su mal fondo y peores formas, sin la persecución extradeportiva, el ensañamiento infundado, la obsesión enfermiza, la presión psicológica y la envidia personal que esos dos repugnantes divos que nada tienen que ver con el fútbol como deporte han dedicado al mejor estandarte de los valores e ideales de los que supuestamente presume el Real Madrid (risas enlatadas). En definitiva, la salida de Casillas no se puede entender sin el descomunal, descarado e inmerecido mobbing que ha sufrido por culpa de Mourinho entonces, de Pérez siempre y de sus respectivas camarillas de impresentables jugadores (Arbeola, Xabi Alonso, etc) y voceros mediáticos (Pedreroles y cía). Un despropósito amargo y cruel que acabó por trasladarse a la grada, donde una parte no pequeña de la ¿afición? del Real Madrid demostró que tiene una memoria a la altura de su educación y ética, demonizando a quien hasta hace nada veneraban como "santo". Una situación así, tan injusta, inmerecida, indefendible y erosiva como mantenida en el tiempo, acaba con la moral, la ilusión, la concentración y la motivación de cualquiera, se llame o no Iker Casillas. Quizás no debería haber aguantado tanto, ni en tiempo ni en forma. En ese sentido, no creo que Iker Casillas se haya rendido sino que hace mucho, mucho tiempo el club y buena parte de su afición dejó de merecerlo y hoy por fin ha quedado absolutamente claro. Lo que está fuera de toda duda es que Casillas, en toda esta desagradable situación, es el único que siempre ha estado muy por encima de las circunstancias, incluso en su magistral despedida. Del resto de protagonistas e intervinientes sólo cabe expresar que han quedado retratados como lo que son.

Así las cosas, sólo se puede decir que el Real Madrid y el madridismo han perdido el único espejo en el que mirarse mientras que el Porto ha ganado un porterazo y un jugador ejemplar dentro y fuera del campo. Un tipo al que cualquier amante del fútbol y el deporte puede, debe y tiene que estar agradecido. Siempre. Y esto lo digo yo, que nunca seré madridista, que nunca fui "Casillista" pero que siempre fui, soy y seré de las buenas personas. ¡Hala Iker! 

viernes, 10 de julio de 2015

Calor nocturno

Antes del clic: la ciudad declarando el estado de ebullición, el bostezo alquitranado de la madrugada, el réquiem enlutado del viento, los hielos deshaciéndose en sueños etílicos, el tango siniestro de las cucarachas, los dedos hundiéndose en la raíz del suspiro, el blues insomne de los relojes, el sudor encendiendo pieles de neón, la baliza remota de un avión evaporándose, las camas rumiando cuerpos en centrifugado, la luna derritiéndose en un espejismo de vainilla, el aleteo sin vuelo de los abanicos, las sábanas devorando secretos de ojos cerrados, el jazz fantasmal de los grillos, la Navidad en los labios de tacón y esquina, la alarma incansable de la chicharra, los televisores entonando la letanía de la silicona entre ruletas y abdominales, las farolas arrullando el frenesí de los mosquitos, el jadeo de pechos como calderas heridas, la geometría sedienta de las terrazas varadas a la orilla del asfalto, la deserción de los cuerpos fundidos, los pies hinchados como ballenas putrefactas, la luz mesiánica de las neveras abiertas, los ecos de sirenas quebrando en colores la tranquilidad de las siluetas, el aire llenándose de postales del desierto, los guiños de las estrellas en un mar de tinta, la desnudez violada por lenguas de fuego y sal, las horas derramándose como condenas sobre el precipicio del olvido, las miradas abiertas como ventanas asfixiadas, el magma errático de la vigilia, el deshielo púbico de las pasiones mentales, el callejero de los silencios cartografiado por coches sonámbulos, los gatos doblando las esquinas del tiempo en oscuridad infinita, las almohadas empapando el sabor de imposibles, el hedor espectral de la basura en su nicho de plástico, el soul negro de las pesadillas para noches en blanco, el sordo griterío de las ventanas abiertas, el tic y el tac de las miradas perdidas, el espacio detenido en la pausa ahogada del sofoco.

Después del clic: tocata y fuga del infierno, el gol de Iniesta, el Mesías de Händel, la dimisión del volcán, Disneylandia a flor de piel, el primer beso, "You win", el Calderón cantando victoria, Lázaro bailando por boreales, el exorcismo del hielo susurrado, la carga de la brisa ligera, el rumor glacial del alivio, julio es el nuevo enero, próxima estación: Groenlandia, el ronroneo del vello acariciado por el frío, la declaración de indiferencia, el orgasmo narcótico de los ojos cerrados, el oasis ártico de una ciudad disfrazada de trópico, la sonrisa de nieve y tiza, la existencia desaparecida en el lienzo del relax, el aire como página en blanco en que reescribir el tiempo perdido, el paraíso en un zumbido, la tregua polar de una noche en llamas.

Claro que él no pensaba en nada de esto. Con la ropa naufragada en alguna parte de la habitación, sentado en total oscuridad, frente al aparato encendido del aire acondicionado, sujetando su mando como un cetro, dejando que su cuerpo desnudo se bebiera todo el frescor, lo único que él tenía en su mente era "¡Joder, qué gusto!".

martes, 30 de junio de 2015

Deudas griegas

Hace siglos, cuando Grecia se tambaleaba, todo Occidente podía y debía echarse a temblar. Y, en esos supuestos de incertidumbre, de riesgo, de inquietud, Grecia, o, mejor dicho, los griegos supieron lo que tenían que hacer, decisiones que, en la inmensa mayoría de las ocasiones, no sólo fue la mejor para ellos sino para la civilización occidental, pese a los sacrificios y las secuelas que conllevó. Basta con recordar sus decisiones en las Guerras Médicas para saber a qué me estoy refiriendo. 

Hoy, Grecia vuelve a tambalearse y todo Occidente puede y debe echarse a temblar. Hoy como antaño, todos miramos a Grecia porque, parafresando la máxima, "nada de lo griego me es ajeno".

En ese sentido, para entender lo que ocurre y lo que está en juego, conviene hacer un breve resumen

- Lo que ocurre
  • En las últimas décadas, Grecia ha sufrido una dirección política y económica sencillamente desastrosa, cuyos culpables no hay que buscarlos tanto en la ciudadanía como en los nefastos responsables políticos y económicos que ha padecido aquel país y cuya impunidad ofende tanto como su desvorgonzaday  corrupta gestión. Una situación endémica y endógena que saltó por los aires al desatarse la crisis económica mundial y que en última y desesperada instancia llevó a la ciudadanía griega a votar por un arriesgado cambio de gobierno, que, al menos de momento, lejos de revertir la agonía, la ha empeorado. Antes, el problema de Grecia era ser un Estado corrupto. Ahora, el problema es que, además, puede ser un Estado fallido.
  • Desde sus inicios (ya optemos por el Tratado de la CEE de 1957 como por el Tratado de la UE de 1992) e hipocresías aparte, la UE siempre ha sido y funcionado como una asociación internacional de carácter económico y comercial en la que, dejando al margen el Derecho comunitario y los idealismos de baratillo, la voz cantante la ha llevado de forma preponderante o única Alemania, que es la mayor potencia, a todos los niveles y por méritos propios, de lo que se entiende por Europa. No obstante, en su afán por disimular lo que es o por aspirar a ser lo que debería, la UE ha devenido con el paso de las décadas en un monstruoso aparato burocrático y diplomático cuya inoperancia sólo es comparable al nivel de detalle y complejidad de sus procesos. Así las cosas, la UE no está ni siquiera remotamente cerca de ser una federación cohesionada, coherente y jerarquizada como pueden ser los Estados Unidos de América (que sería lo ideal) sino que sigue funcionando como un extravagente y clasista club en el que el derecho de admisión gira en torno al euro con demasiados brindis al sol e intereses creados. Si esto compensa todas las concesiones, cesiones y renuncias políticas y económicas que han tenido que hacer los países miembros de la UE a lo largo de los años...Yo pienso que no.
  • La crisis económica global, además de para sacar a la luz todas las miserias que escondían en alfombras y armarios las naciones de todo el planeta, en el ámbito europeo ha servido además para que Alemania aproveche la coyuntura para reforzar (aún más) su hegemonía e influencia respecto a todos los demás países de la UE sometiéndolos a una ¿tácita? coacción económica; una actitud más que discutible en lo ético y que revela que la UE tiene de unión poco y de europea menos, pero que se asienta tanto en méritos propios como en deméritos ajenos que no conviene despreciar. Dicho lo cual, queda patente que la crisis, más allá de las consecuencias que están sufriendo las distintas sociedades, ha servido para lo mismo que servían antaño las guerras: para reconfigurar el teatrillo del poder...hasta la siguiente crisis, claro. Así, en lugar de haber millones de muertos consecuencia de las contiendas bélicas como sucedía en el siglo XX, ahora en el XXI tenemos millones de humillados a raíz de las contiendas económicas. Lo cual debería hacer reflexionar al personal sobre cómo las vidas de millones de personas en todo el mundo dependen de la voluntad de entes no electos por los propios afectados y cuya responsabilidad ante ellos no pasa por ninguna clase de control judicial, legal, público ni serio (y ojo que no estoy hablando de eso que la chusma populista y demagoga denomina "mercados").
  • La gestión de la crisis en Grecia, tanto en el propio país como desde las instituciones europeas e internacionales, ha sido una concatenación de medidas ineficaces cuando no directamente contraproducentes.
  • Las negociaciones a tres bandas entre FMI, UE y Grecia han consistido en un choque entre la responsabilidad que se debe asumir y exigir a la hora de contraer y subsanar deudas y la viabilidad no ya económica sino social y cotidiana de toda una ciudadanía. Una tormenta perfecta a la que están contribuyendo todas las partes en conflicto al estar más pendientes de sus reyertas verbales y políticas que de dar una solución a un país que agoniza en la miseria y la inseguridad. Nadie quiere ponerse en el lugar del otro y así el entendimiento que requiere todo acuerdo es francamente difícil. Todos piensan en números (unos de euros, otros de votos) pero nadie piensa en las personas y así va la situación como va...Está claro que Grecia tiene que pagar íntegramente lo adeudado; pretender lo contrario es una tomadura de pelo no sólo a las propias instituciones y naciones acreedoras sino también a los propios griegos y a los ciudadanos de otros países que, como España, están haciendo grandes sacrificios para ser más responsables que sus mandatarios. Lo que no está tan claro, y debe ser revisado y negociado, es que la forma de pago impida el propio pago o que éste se haga a costa de reducir a cenizas el futuro de los ciudadanos griegos. Y esto es algo que principalmente la UE debe entender si quiere que Grecia devuelva todos los millones de euros, salvo que admita el pago en ruinas arqueológicas, claro.
- Lo que está en juego:
  • La propia UE. La solución a la crisis con Grecia redefinirá a la UE en fondo y forma. Si Grecia opta en el referéndum por aceptar las "reglas del juego", la UE seguirá como hasta ahora, para bien y, especialmente, para mal y Grecia verá cómo su agonía económica y social se prolonga indefinidamente en el tiempo. Si, en cambio, Grecia opta por decir a la UE "vuestras propuestas me las paso por la soberanía nacional", la UE habrá quedado en evidencia y abocada a un ejercicio de sana, forzosa y urgente autocrítica mientras que Grecia habrá dado un
    salto al vacío lleno de dignidad pero sin una sola razón para el optimismo
    . Es decir, que lo que está en juego es quién se sentará en el diván cuando la polvadera se disipe: la UE o Grecia.
  • La sostenibilidad de Grecia, como Estado, en el político y en lo social.
  • También están en juego la viabilidad de la democracia y el papel de la soberanía nacional en un contexto en el que los intereses económicos han engullido a todos los demás (políticos, sociales, culturales, civiles, éticos, etc).
  • La dignididad y visibilidad de los ciudadanos frente a las instituciones. Y es que, en mi opinión, lo que estamos viviendo en estos últimos años es un despotismo basado en la negación sistemática del individuo. Algo que es bastante peligroso, porque ya sabemos cómo acaba cualquier clase de depostismo...
Así las cosas, todo es un problema de deudas. Por un lado, las
económicas, las que deliberadamente ha contraído Grecia en los últimos años para ¿salvar? su economía. Por otro, las culturales e identitarias, que inconscientemente tiene Occidente respecto a Grecia desde hace siglos, como muy bien recordaba el escritor Julio Llamazares en un artículo ayer. Ambas, importantísimas. Ambas, insaldables. Por eso, querer negar unas deudas para destacar otras no hace un favor a nadie, griego o no.

Por eso, ante la gravedad del cisco, a todos nos apetece encontrar culpables y dibujar dianas para lanzar reproches. Pues bien, en mi opinión, culpables hay varios factores a tener en cuenta a la hora de repartir las culpas:
- La demencial y suicida gestión política y económica que ha tenido Grecia desde hace lustros "gracias" a sus dirigentes políticos (progresistas, conservadores, etc) y responsables económicos y financieros. Y ojo al "sus". Un error colosal y perpetuado en el tiempo con la connivencia de los propios griegos que revela la aún más grande y bochornosa falla ética y moral que ha llevado a Grecia a la ruina, en todos los sentidos. Conviene recordar, una vez más, que, antes de la famosa y siniestra "troika", Grecia ya era un país condenado. Y eso no hay que perderlo de vista.
- La falta de memoria y sensabilidad de los países miembros de la
Unión Europea. No ya sólo respecto a las deudas culturales que mencionaba antes, sino, por ejemplo, a que ahora muchos parecen no acordarse de la consideración que se ha tenido históricamente con las deudas de Alemania o, por ejemplo, de los préstamos que impuso la Alemania nazi a otros países, Grecia inclusive.
- La falta de vergüenza, educación, humildad, respeto y honradez de Alexis Tsipras y su ministro Yanis Varufakis, quienes no han ayudado en absolutamente nada a sus compatriotas griegos. Lo único bueno que ha hecho Tsipras ha sido convocar un referéndum pero, para ese viaje, no hacían falta estas alforjas ni tomar el pelo al personal durante tantas semanas. Decir que Tsipras y Varufakis son dos impresentables es quedarse muy corto. Son dos sinvergüenzas que no han mejorado en nada a quienes les precedieron  (y eso que lo tenían muy sencillo). Unos macarras a los que su amateurismo, malas maneras y falsas promesas han conducido a un callejón de difícil salida.
- La falta de tacto y responsabilidad en las negociaciones mantenidas entre la UE y Grecia, en las que la diplomacia y la
inteligencia han brillado por su ausencia y donde unos y otros han mantenido una actitud soberbia, prepotente y próxima al "matonismo". Todos tienen responsabilidades que asumir pero nadie las asume porque consideran que "la culpa es del otro". Una actitud irresponsable que ha desembocado en una situación en la que todos se lavan las manos y dejan la responsabilidad en manos de los ciudadanos griegos, que son las únicas víctimas de tanto despropósito.
- La desmedida competición de egos e intereses nacionales en un entorno supuestamente igualitario y supranacional como debería ser la UE.
- La propia ciudadanía griega, por sostener electoralmente un sistema corrupto, clientelar, inviable y enajenado. Claro que, si no hay nada bueno donde elegir, pues...difícil acertar. Toda una tragedia y no precisamente teatral. Así que mejor dejarlos en paz con su karma, porque en el pecado ya llevan la penitencia.

En resumen, faltan pocos días para ver cómo acaba este sindiós y yo no tengo nada claro qué va a pasar. Lo único que espero es que Grecia, hoy como antaño, vuelva a hacer lo correcto, sea lo que sea eso.