Antes del clic: la ciudad declarando el estado de ebullición, el
bostezo alquitranado de la madrugada, el réquiem enlutado del viento,
los hielos deshaciéndose en sueños etílicos, el tango siniestro de las
cucarachas, los dedos hundiéndose en la raíz del suspiro, el blues
insomne de los relojes, el sudor encendiendo pieles de neón, la baliza
remota de un avión evaporándose, las camas rumiando cuerpos en
centrifugado, la luna derritiéndose en un espejismo de vainilla, el aleteo sin vuelo de los abanicos, las
sábanas devorando secretos de ojos cerrados, el jazz fantasmal de los
grillos, la Navidad en los labios de tacón y esquina, la alarma incansable de la chicharra, los televisores
entonando la letanía de la silicona entre ruletas y abdominales, las
farolas arrullando el frenesí de los mosquitos, el jadeo de pechos como
calderas heridas, la geometría sedienta de las terrazas varadas a la
orilla del asfalto, la deserción de los cuerpos fundidos, los pies
hinchados como ballenas putrefactas, la luz mesiánica de las neveras
abiertas, los ecos de sirenas quebrando en colores la tranquilidad de
las siluetas, el aire llenándose de postales del desierto, los guiños de
las estrellas en un mar de tinta, la desnudez violada por lenguas de
fuego y sal, las horas derramándose como condenas sobre el precipicio
del olvido, las miradas abiertas como ventanas asfixiadas, el magma errático de la vigilia, el deshielo púbico de las
pasiones mentales, el callejero de los silencios cartografiado por
coches sonámbulos, los gatos doblando las esquinas del tiempo en
oscuridad infinita, las almohadas empapando el sabor de imposibles, el
hedor espectral de la basura en su nicho de plástico, el soul negro de
las pesadillas para noches en blanco, el sordo griterío de las ventanas
abiertas, el tic y el tac de las miradas perdidas, el espacio detenido
en la pausa ahogada del sofoco.
Después del clic: tocata y fuga del infierno, el gol de Iniesta, el
Mesías de Händel, la dimisión del volcán, Disneylandia a flor de piel,
el primer beso, "You win", el Calderón cantando victoria, Lázaro bailando por boreales, el exorcismo
del hielo susurrado, la carga de la brisa ligera, el rumor glacial del
alivio, julio es el nuevo enero, próxima estación: Groenlandia, el
ronroneo del vello acariciado por el frío, la declaración de indiferencia, el orgasmo narcótico de los
ojos cerrados, el oasis ártico de una ciudad disfrazada de trópico, la
sonrisa de nieve y tiza, la existencia desaparecida en el lienzo del relax, el aire como página en blanco en que reescribir
el tiempo perdido, el paraíso en un zumbido, la tregua polar de una
noche en llamas.
Claro que él no pensaba en nada de esto. Con la ropa naufragada en
alguna parte de la habitación, sentado en total oscuridad, frente al
aparato encendido del aire acondicionado, sujetando su mando como un
cetro, dejando que su cuerpo desnudo se bebiera todo el frescor, lo único que
él tenía en su mente era "¡Joder, qué gusto!".
viernes, 10 de julio de 2015
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