viernes, 10 de julio de 2015

Calor nocturno

Antes del clic: la ciudad declarando el estado de ebullición, el bostezo alquitranado de la madrugada, el réquiem enlutado del viento, los hielos deshaciéndose en sueños etílicos, el tango siniestro de las cucarachas, los dedos hundiéndose en la raíz del suspiro, el blues insomne de los relojes, el sudor encendiendo pieles de neón, la baliza remota de un avión evaporándose, las camas rumiando cuerpos en centrifugado, la luna derritiéndose en un espejismo de vainilla, el aleteo sin vuelo de los abanicos, las sábanas devorando secretos de ojos cerrados, el jazz fantasmal de los grillos, la Navidad en los labios de tacón y esquina, la alarma incansable de la chicharra, los televisores entonando la letanía de la silicona entre ruletas y abdominales, las farolas arrullando el frenesí de los mosquitos, el jadeo de pechos como calderas heridas, la geometría sedienta de las terrazas varadas a la orilla del asfalto, la deserción de los cuerpos fundidos, los pies hinchados como ballenas putrefactas, la luz mesiánica de las neveras abiertas, los ecos de sirenas quebrando en colores la tranquilidad de las siluetas, el aire llenándose de postales del desierto, los guiños de las estrellas en un mar de tinta, la desnudez violada por lenguas de fuego y sal, las horas derramándose como condenas sobre el precipicio del olvido, las miradas abiertas como ventanas asfixiadas, el magma errático de la vigilia, el deshielo púbico de las pasiones mentales, el callejero de los silencios cartografiado por coches sonámbulos, los gatos doblando las esquinas del tiempo en oscuridad infinita, las almohadas empapando el sabor de imposibles, el hedor espectral de la basura en su nicho de plástico, el soul negro de las pesadillas para noches en blanco, el sordo griterío de las ventanas abiertas, el tic y el tac de las miradas perdidas, el espacio detenido en la pausa ahogada del sofoco.

Después del clic: tocata y fuga del infierno, el gol de Iniesta, el Mesías de Händel, la dimisión del volcán, Disneylandia a flor de piel, el primer beso, "You win", el Calderón cantando victoria, Lázaro bailando por boreales, el exorcismo del hielo susurrado, la carga de la brisa ligera, el rumor glacial del alivio, julio es el nuevo enero, próxima estación: Groenlandia, el ronroneo del vello acariciado por el frío, la declaración de indiferencia, el orgasmo narcótico de los ojos cerrados, el oasis ártico de una ciudad disfrazada de trópico, la sonrisa de nieve y tiza, la existencia desaparecida en el lienzo del relax, el aire como página en blanco en que reescribir el tiempo perdido, el paraíso en un zumbido, la tregua polar de una noche en llamas.

Claro que él no pensaba en nada de esto. Con la ropa naufragada en alguna parte de la habitación, sentado en total oscuridad, frente al aparato encendido del aire acondicionado, sujetando su mando como un cetro, dejando que su cuerpo desnudo se bebiera todo el frescor, lo único que él tenía en su mente era "¡Joder, qué gusto!".

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