El célebre concepto del "efecto mariposa" dice, grosso modo, que una acción o perturbación, por muy pequeña y/o distante que sea, genera una reacción en cadena que puede provocar efectos mayores, imprevistos y no tan distantes ni en el espacio ni en el tiempo. Ya saben: el aleteo de una mariposa en una parte del mundo provoca un huracán en otra.
Atendiendo a las incesantes y trágicas noticias sobre la masiva llegada de refugiados e inmigrantes a Europa que se han convertido desgraciadamente en la "canción del verano" en el plano informativo, creo que es un siniestro ejemplo del efecto mariposa aplicado al ámbito sociopolítico. Me explico: los conflictos olvidados y los no tan ignorados de los que de un tiempo a esta parte tenemos constancia periodística son el aleteo de la mariposa y la multitudinaria y constante huida hacia Europa
el huracán. Y esto no se produce tanto por el conflicto en sí (ya hablemos de guerra, terrorismo yihadista, hambruna, pobreza extrema, etc) o por los países de origen (que sólo se pueden calificar como "fallidos" o "corruptos" o "fantasma") como por la hipocresía y, especialmente, la desidia con la que ¿atienden? y ¿gestionan? esos conflictos los países que, por potencial (económico, militar, histórico, etc), están en condiciones de solventarlos. Por poner ejemplos concretos: no puedes lavarte las manos con un conflicto como el de Siria y esperar que las consecuencias no llamen a tu puerta tarde o temprano; ni puedes apartar la vista de las tragedias enquistadas en África y esperar que la gente
deje de buscarse y jugarse la vida para tener un futuro mejor aun a riesgo de acabar en el fondo del Mediterráneo. No puedes. Y menos todavía en un mundo totalmente conectado, en fondo y forma, como el actual. Cerrar los ojos no hará que el dinosuario desaparezca del jardín. Cerrar los ojos no hará que vivamos en un mundo mejor ni más digno ni más llevadero.
deje de buscarse y jugarse la vida para tener un futuro mejor aun a riesgo de acabar en el fondo del Mediterráneo. No puedes. Y menos todavía en un mundo totalmente conectado, en fondo y forma, como el actual. Cerrar los ojos no hará que el dinosuario desaparezca del jardín. Cerrar los ojos no hará que vivamos en un mundo mejor ni más digno ni más llevadero.
Claro que, en la trastienda de esa hipocresía y dejadez, como explicación y causa de ambas, se encuentra un problema aún más profundo y muy distintivo de nuestro tiempo: el "ninguneo" de 360º; la incapacidad o la decisión del hombre actual de no ver al otro; la eliminación del prójimo como factor a tener en cuenta; la cosificación de "los demás"; el vaciamiento de importancia e
interés de cualquier persona que nos sea ajena en lo afectivo; la alergia a todo aquello que no entendamos como "asunto nuestro". Un problema esencialmente ético pero con consecuencias en lo político, económico, social, cultural, familiar que llenan la actualidad oficial o cotidiana de millones de personas en todo el mundo. Ya no es que miremos a otro lado, es que miramos y no vemos porque no queremos ver. Y mientras este problema no se solucione de base, situaciones como las que estamos viviendo ahora no dejarán de suceder.
Pero, volviendo al tema de la huida-llegada a Europa de refugiados procedentes de Oriente Medio y África, aún más indignante que la inoperancia e/o intolerancia que están demostrando los países receptores resulta su irritante capacidad para olvidar su pasado reciente (¿cuántos europeos no han salido/huido/emigrado hacia otros países buscando una vida mejor por culpa de la ratonera económica?), no tan lejano (con actitudes como las demostradas ahora, la Segunda Guerra Mundial habría sido una masacre aún mayor en Europa), lejano (¿hablamos de cómo los países que hoy forman Europa antaño conquistaron y/o colonizaron territorios de los que ayer presumían y hoy se desentienden?) o cultural (si fuera por el talante actual, a Odiseo le habrían dado por donde no da el sol y La Odisea sería una obra de apenas unas líneas). ¿Cuánta gente abandona su hogar o familia por gusto? ¿Cuántas personas arriesgan sus vidas por fastidiar? ¿Cuántas deportaciones han acabado con una guerra? ¿Cuántas vallas han solucionado hambrunas? ¿Cuántas declaraciones han frenado las bombas? No es demagogia. Es sensibilidad. Es sentido común.
Que los únicos que están demostrando estar a la altura de las circunstancias sean las ONG (aquí en Europa o allá sobre el terreno), los ciudadanos rasos y las propias víctimas dice mucho de cuánto tienen que cambiar las cosas para que las potencias occidentales no lo sean sólo en desvergüenza, que el "ser" se gane el calificativo de "humano" y que el mundo en que vivimos, al menos en Europa, se merezca el adjetivo de "civilizado". Además, siendo francos, entre tratar a los refugiados como si fueran una plaga y convertir al país en una barra libre hay un término medio y ahí, como dijo el clásico, siempre estará la virtud.
¿Qué haría yo para solucionarlo si fuera el diriginte de un país con potencial y recursos para ello? Dejarme de brindis al sol,
discusiones bizantinas y cogérmela con papel de fumar e intervenir activamente, aunque eso no case con esa majadería de lo "políticamente correcto", habida cuenta de que la ONU sirve para poco; que los gobiernos de los países en problemas son un desastre ya casi atávico; que la UE se preocupa más por las cuentas que por las personas; que EEUU ha renunciado a su rol de Supermán; que naciones como Rusia, mafias como los traficantes de emigrantes y terroristas como el Estado Islámico se aprovechan-descojonan de las soluciones burocráticas; que las convenciones internacionales se han demostrado a todas luces ineficaces; que las ONG no dan abasto y que el tiempo no pone las cosas en su sitio. ¿Qué tipo de intervención? Directa, colegiada (si fuera posible) y en el origen: militar cuando sea preciso (para zanjar un conflicto armado o paliar una catástrofe) y, en todo caso, tutelar en lo político-económico (una vez "normalizada" la situación), pero (y ojo que es un "pero" muy importante) sin ningún interés lucrativo ni colonialista ni político sino con la sola intención de ahorrarse gastar tiempo, dinero y recursos en achicar torpemente problemas como los presentes y de evitar a miles de refugiados y exiliados emprender el amargo camino del desengaño. Claro que, para ello, deberíamos vivir en un mundo mucho más altruista y sensato, algo muy improbable, visto lo visto. ¿Es una solución radical? Sí, igual que lo es amputar una pierna para evitar la gangrena y así salvar la vida. ¿Hay otra solución alternativa? Siendo honesto y realista y tirando de hemeroteca, lo dudo mucho. Prefiero apostar por una actitud paternalista o vigilante antes que dejar tirado al personal o parchear indefinidamente un problema. Siempre será más práctico para evitar un hundimiento tapar la vía por la que entra el agua que sacarla con cubos.
Lo que está claro es que, dejando las cosas como están, es decir, no haciendo nada para arreglar de verdad el problema, la mariposa seguirá batiendo sus alas y las tragedias seguirán llamando a nuestra cara para que se nos caiga de vergüenza.
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