En el Mortal Kombat, videojuego de culto para toda una generación, hasta el más estrafalario de los enemigos te podía pintar la cara. Por eso, yo, al final del Atleti-Barça, esperaba que en los videomarcadores del Vicente Calderón apareciera el mensaje de "Mateu wins". Quizás no hacía falta. Lo que está claro es que esta criatura valenciana hizo al Atleti un fatality en toda regla. Ni Scorpion, ni Sub-Zero ni Goro ni Raiden: Antonio Miguel Mateu Lahoz. Lo suyo es digno de un DLC gratuito para la última versión del Mortal Kombat. Y hablo en serio porque el Atlético de Madrid cayó ante el F.C.Barcelona más mediocre que se ha visto en
años por el Calderón por tres motivos: la mala fortuna (dos goles rivales a trancas y
barrancas y varias ocasionas falladas por parte de los locales), la falta de contundencia defensiva (de haberla tenido, no
habrían entrado los tantos blaugranas) y Mateu Lahoz, que desde el
primer minuto al último perpetró un show bochornoso, siendo con mucha
diferencia el mejor del Barça en el terreno de juego, atenazando, desactivando y desesperando con sus decisiones al equipo rojibilanco (a ver qué equipo no se resiente cuando le torpedean con 28 faltas en contra y 5 tarjetas amarillas y, al mismo tiempo, se deja sin punir en beneficio del rival infracciones objetivamente claras y castigables). ¿Fue un robo? No, porque el árbitro no resultó decisivo en el resultado. ¿Fue un despropósito clamoroso? Sí, porque el árbitro resultó decisivo en el juego. ¿Importan los matices? Mucho. ¿Necesitan equipos como el Barça o el Madrid arbitrajes tan escandalosamente favorables como éste? Parece ser que sí...
Tras la machada en Alemania en Champions, el Atleti hizo un partido no
brillante pero sí bastante serio en todas sus líneas en el que, por ejemplo, el mediocampo estuvo a
un notable nivel (con alguna excepción belga). El Barça, mientras el Atleti presentaba sus credenciales para la
victoria, se encomendó a la solvencia defensiva de Piqué porque jugar,
lo que se dice jugar al fútbol, nada de nada. Por suerte para el
conjunto de Barcelona, la suerte y el árbitro acudieron al rescate.
Contra la mala suerte nada se puede decir ni hacer. Contra el arbitraje poco
que hacer pero sí algo que decir: Mateu Lahoz fue un mamporrero
escandalosamente diligente a la hora de facilitar las cosas a un Barça
con demasiadas disfunciones. La repugnante actuación del valenciano no resultó decisiva
en los goles pero sí en todo lo demás, demostrando que también en la
Liga de Fútbol hay jueces dispuestos a salvar a la realeza. Y es que
Mateu Lahoz hace del agravio norma y de la tomadura de pelo un estilo de
vida porque tiene menos vergüenza que vello en la cabeza. Lo peor no es
que este menda sea malísimo sino ese afán de notoriedad que rezuma; ser
un inepto no es tan perjudicial como ser un inepto ansioso por ser
centro de atención, que es lo que le pasa a este miserable cretino que, nacido por donde sale el sol, le encanta dar por donde no da y actuar como si una cámara lo siguiera permanentemente. Eso
sí, el mensaje está claro y es una puerta a la esperanza para los muchos
idiotas que hay en España: siempre puedes hacer carrera en el colectivo
arbitral. Por eso, en esta ocasión, los cambios de Simeone no fueron el revulsivo necesario, porque éste únicamente pasaba por cambiar al árbitro y empaquetarlo al espacio exterior.
En resumen: ni el Barça mereció ganar ni el Atlético perder pero...las cosas son así. Lo malo: la tercera plaza se complica un poco más y la cuarta ya veremos. Lo bueno: el Atleti sigue emitiendo señales positivas. Por todo eso, lo mejor es pasar página cuanto antes y seguir enfocados en los objetivos. ¡Aúpa Atleti!
En resumen: ni el Barça mereció ganar ni el Atlético perder pero...las cosas son así. Lo malo: la tercera plaza se complica un poco más y la cuarta ya veremos. Lo bueno: el Atleti sigue emitiendo señales positivas. Por todo eso, lo mejor es pasar página cuanto antes y seguir enfocados en los objetivos. ¡Aúpa Atleti!
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