La noche en la que Fernando Torres se transformó en Óliver Atom, la noche en la que se falló otra vez un penalti, la
noche en la que Carrasco recompensó la paciencia de su entrenador, la noche en la que la defensa perdonó más que Gameiro, la noche en
la que Griezmann volvió a ser noticia por un gol y no por rumores, la noche en la que la grada fue una vez más decisiva en el césped, la
noche en la que Atlético y Celta homenajearon al fútbol con una
apasionante final de Copa alternativa, la noche en la que Simeone hizo de menos a Torres con unas declaraciones absurdas, la noche en la que el Calderón
escribió nuevamente con el alma en pie la épica crónica de una maravilla no
anunciada, esa noche el equipo del Manzanares demostró que Lope de Vega hace varios siglos ya
escribió en qué consiste ser del Atleti...o casi. Porque lo cierto es
que, con sólo un par de retoques, uno de sus más célebres sonetos vale
perfectamente para resumir "lo de anoche". Si alguien no me cree, que
lea con atención: "Desmayarse, atreverse, estar furioso,/ áspero, tierno, liberal, esquivo,/alentado, mortal, difunto, vivo,/leal, traidor, cobarde y animoso;/ no hallar fuera del bien centro y reposo,/ mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,/ enojado, valiente, fugitivo,/ satisfecho, ofendido, receloso;/ huir el rostro al claro desengaño,/ beber veneno por licor suave,/ olvidar el provecho, amar el daño;/creer que un cielo en un infierno cabe,/dar la vida y el alma a un desengaño;/esto es el Atlético, quien lo probó lo sabe". ¿Tengo o no tengo razón? ¡Aúpa Atleti!
lunes, 13 de febrero de 2017
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