viernes, 14 de octubre de 2016

La respuesta está en el viento

El Premio Nobel de Literatura de 2016 ha sido otorgado al cantautor Bob Dylan. Si, aun con toda esta concisión y asepsia, leerlo produce un no-sé-qué, asimilarlo ya...

Antes de entrar en faena y para que no queden dudas al respecto: reconozco sin matices ni letra pequeña la valía y la relevancia de un cantautor como Dylan; sería necio ignorar la enorme trascendencia que este artista ha tenido para la música. Que me guste ya es otro cantar, nunca mejor dicho. Tampoco es que lo deteste. Simplemente, no me llama la atención.

Yendo ya al meollo de la cuestión: el Nobel de Dylan me parece una frivolidad, una estridencia, un disparate, un patinazo, una majadería, un ejercicio de postureo irrisorio, un error. No porque considere que un tipo como Dylan no se merezca un Nobel sino porque pienso que se merece el de Literatura tanto como el de Física o el de Química. Si querían dar un Nobel a Dylan, mejor habrían hecho en crear una categoría nueva (la de "Música") en lugar de hacer lo que han hecho: buscar una pirueta argumental ("haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense") que les permita dar "porque sí" dicho galardón al cantautor estadounidense, especialmente cuando este buen señor no ha escrito una sola obra que se pueda considerar literaria. De ahí que la controversia generada al calor de la concesión no sólo sea lógica sino que es sana y necesaria.

Me parece un error dar el Nobel de Literatura a Dylan respirando aún escritores tan magistrales como Richard Ford (para mí el mejor narrador vivo), Paul Auster, Don DeLillo, Ian McEwan o Philip Roth, por citar sólo algunos ejemplos y dejando conscientemente al margen a magníficos poetas y dramaturgos por ahorrar tiempo y espacio. ¿Por qué pienso que es un error? Porque la calidad estrictamente literaria de Dylan es por lo general mediocre. Es cierto que, combinando la letra y la música, Dylan consigue hacer indudablemente arte y algo innegablemente genuino, pero, atendiendo a todo lo que no es puramente musical, el ingenio "poético" de Dylan brilla en muy contadas ocasiones (por ejemplo, en la legendaria Blowin' in the wind). Dicho de otro modo: Dylan como cantautor es un icono pero como "poeta" es del montón. Y si alguien quiere discutir eso, invito a que se lea con detenimiento las letras de las canciones de Dylan porque descubrirá que muchas no son precisamente para tirar cohetes (por cada letra aceptable hay varias que o bien te dejan frío o directamente dan vergüenza ajena). Poesía es lo de Lorca, Lautréamont, Cavafis, Szymborska o Sabina; lo de Dylan es otra cosa. Por eso resulta sorprendente, ofensivo y francamente gilipollesco que habiendo tanta calidad donde elegir se premie a un artista que pasará a la Historia de la Música pero jamás a la de la Literatura. El Nobel a Dylan es una bofetada que ni Ford ni Auster ni DeLillo ni Roth ni otro buen puñado de escritores excepcionales (incluso el sobrevalorado Murakami) se merecen. Si el campo literario actual fuera un erial...pues vale, pero no es el caso ni mucho menos. Además, que este cantautor tenga el mismo Nobel que se negó a autores tan prodigiosos como Borges, Tolstoi, Ibsen, Miller, Kafka o Calvino es una broma de mal gusto. Punto. 

Por otro lado, puestos a premiar a foráneos ajenos a la "nación literaria", ¿por qué no un guionista o un director de cine? Al fin y al cabo, son de facto contadores de historias y, muchos de ellos, objetivamente mejores que Dylan en esos menesteres: ahí están Lynch, Nolan, Eastwood, Haneke, Malick, Tarantino...

Hay quien se ha venido arriba y ha salido en defensa del Nobel de Dylan apelando a Homero, Safo, los juglares, los trovadores y los cantares como refutación a quienes pensamos que un cantautor no se merece el Nobel de Literatura o a quienes creemos que meter a la música dentro de la literatura es mezclar churras con merinas. Aun a riesgo de desilusionar a quienes han eyaculado champán al calor de este Nobel, las canciones de Dylan nada tienen que ver ni con la cólera de Aquiles ni con las peripecias de Odiseo ni con el esquivo Santo Grial ni con la espada de Roldán ni con el perro de Culann ni con el amor cortés ni con todo este etcétera que integra la denominada "literatura oral". La literatura oral fue una necesidad en un contexto en el que la voz era el mejor soporte cuando no el único. En el siglo XXI, apelar a la "literatura oral" para respaldar a Dylan es, como mínimo, anacrónico y, muy probablemente, una estupidez. Además, volviendo a lo de "contar historias" oralmente y a la "tradición estadounidense", Dylan es un mero telonero comparado con monstruos como Johnny Cash (cuyo Nobel brilla por su ausencia). Hasta Bruce Springsteen (que tiene en su haber el mismo Nobel que Cash) ha sabido contar-cantar la historia reciente de los EEUU mejor que Dylan. Así las cosas...¿alguien me quiere decir, por ejemplo, qué historia cuenta el flamente Nobel en la famosa Knockin' on Heaven's door? ¿La calidad literaria reside en repetir una y otra vez la misma frase como si estuvieras al borde del coma etílico?

No obstante, el Nobel a Dylan tiene dos consecuencias positivas. La primera, que el debate ha rebasado los círculos gafapastas, a diferencia de lo que venía ocurriendo los últimos años. Y la segunda: España está hoy más cerca de reptir Nobel en Literatura con...Joaquín Sabina. Es todo un consuelo.

Ahora bien, la respuesta a por qué se ha dado el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan sigue siendo difícil de encontrar...quizás porque esté en el viento.

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