Hay partidos irrelevantes que marcan la diferencia entre ganar o perder
un campeonato. Hay partidos irrelevantes que toman el pulso al hambre de
un equipo. Hay partidos irrelevantes en los que rivales que no pintan
nada te pueden pintar la cara. El de ayer fue uno de esos partidos.
Antaño, partidos como el de ayer en los que, por diversas razones, los colchoneros esperábamos que Charlize Theron saliera de la tarta, solían acabar como si nos hubiéramos quedado encerrados en el ascensor con Leticia Sabater. Antaño quiere decir "antes del Cholo" porque lo cierto es que desde la llegada de Simeone el Atleti es tan pasota e inofensivo como un Terminator. El entrenador, los jugadores y la afición tienen claro el objetivo (ganar) y el método (dejarse el alma en el césped y la grada) con independencia de la competición o el rival de que se trate. Y eso quedó demostrado ayer: a este equipo lo mismo le da luchar contra un aspirante a la Champions que contra un aspirante al descenso.
Por eso, el Atleti ayer, pese a un inicio en el que Godín demostró que es humano, pasó por encima del Granada, que es todo un poema y no precisamente de García Lorca. Por eso, el Atleti ayer, pese a tener que remontar, brindó al Calderón la mejor fiesta por su 50 y último cumpleaños gracias a Hattrick Carrasco, enésimo milagro del Cholo, que ayer se puso en modo Stephen Curry y sembró el pánico en el conjunto nazarí como si hubieran invitado a Jason Voorhees a una fiesta de springbreakers. Por eso, el Atleti ayer, decidió convertir un partido peligrosamente irrelevante no sólo en un hito para las estadísticas y la historia colchonera sino en un mensaje para el resto de gallos de la competición: "Alégrame el día".
Según la mitología griega, la granada te ata al Hades. Según la mitología cholista, te lleva al Olimpo. Y es que ayer, en el cumpleaños en diferido del Calderón, todo el estadio acabó con esa sonrisa irremediable y tonta de post-orgasmo que provoca sentirse parte de un momento memorable y difícilmente repetible.
Antaño, partidos como el de ayer en los que, por diversas razones, los colchoneros esperábamos que Charlize Theron saliera de la tarta, solían acabar como si nos hubiéramos quedado encerrados en el ascensor con Leticia Sabater. Antaño quiere decir "antes del Cholo" porque lo cierto es que desde la llegada de Simeone el Atleti es tan pasota e inofensivo como un Terminator. El entrenador, los jugadores y la afición tienen claro el objetivo (ganar) y el método (dejarse el alma en el césped y la grada) con independencia de la competición o el rival de que se trate. Y eso quedó demostrado ayer: a este equipo lo mismo le da luchar contra un aspirante a la Champions que contra un aspirante al descenso.
Por eso, el Atleti ayer, pese a un inicio en el que Godín demostró que es humano, pasó por encima del Granada, que es todo un poema y no precisamente de García Lorca. Por eso, el Atleti ayer, pese a tener que remontar, brindó al Calderón la mejor fiesta por su 50 y último cumpleaños gracias a Hattrick Carrasco, enésimo milagro del Cholo, que ayer se puso en modo Stephen Curry y sembró el pánico en el conjunto nazarí como si hubieran invitado a Jason Voorhees a una fiesta de springbreakers. Por eso, el Atleti ayer, decidió convertir un partido peligrosamente irrelevante no sólo en un hito para las estadísticas y la historia colchonera sino en un mensaje para el resto de gallos de la competición: "Alégrame el día".
Según la mitología griega, la granada te ata al Hades. Según la mitología cholista, te lleva al Olimpo. Y es que ayer, en el cumpleaños en diferido del Calderón, todo el estadio acabó con esa sonrisa irremediable y tonta de post-orgasmo que provoca sentirse parte de un momento memorable y difícilmente repetible.
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