He sido, soy y seré un gran amante de los cómics. Hasta el momento, puedo decir que he leído cientos y de todo tipo. En la mayoría de casos, al cerrar la última página, mi sensación era la de quien ha disfrutado de un entretenimiento tan buscado como fugaz en el tiempo y la memoria. En otros, no muchos (y de ahí su valor), al cerrar la última página, tuve la convicción no sólo de haber disfrutado enormemente sino también de haber leído algo que formaba o formará parte de la historia del noveno arte con todo merecimiento (Watchmen, V de Vendetta, 300, From Hell, Sin City, La Liga de los Hombres Extraordinarios, Batman: Año Uno, The Authority, Kick Ass, Walking Dead...). Pero sólo con uno me ha pasado que, al cerrar la última página, no sólo he tenido la convicción de haber disfrutado tremendamente con un cómic histórico sino que me he llenado de emociones; de emociones inesperadas, personales y reales. Ese cómic ha sido Y, el último hombre, reeditado en España en los últimos veinte meses por ECC Ediciones. Reeditado, sí, así que quizás esta reseña llegue tarde, varios años tarde de hecho, ya que esta obra conoció su primer número en 2002 y finalizó en 2008. Pero eso no importa tanto como haber tenido la suerte de leerlo.
Y, el último hombre, introduce al lector en las aventuras deYorick Brown, un joven de NY aficionado al escapismo que es el único superviviente masculino de una súbita extinción de todos los seres vivos de ese género. Así, junto a su mono Ampersand, la agente secreta 355 y la doctora Mann, Yorick deberá viajar/huir/escapar por el mundo en busca de una explicación y ¿cura? para el "genericidio" y de su novia Beth. Que esa búsqueda no será fácil ni breve es obvio, máxime en un mundo donde este cataclismo ha dado paso a un ¿nuevo? tipo de sociedad en la que, pese a la extinción masculina, se siguen reproduciendo las mismas grandezas y miserias que han acompañado siempre al ser humano.
Así, las aventuras de Yorick y sus amigas se revelan como un viaje tanto exterior como interior, remitiéndonos casi automáticamente a la clásica Odisea, puesto que, al igual que sucede con Ulises, el Yorick que comenzó el viaje no es el mismo que lo terminó, gracias a un camino salpicado de imprevistos, decisiones difíciles y personajes de lo más variopinto. Quizás por todo ello, se podría decir que estamos ante una historia iniciática dado que la búsqueda de Yorick no es más que el largo viaje hacia la madurez, hacia el desengaño que nos prepara para la vida y para valorar las cosas y las personas en su justa medida.
A todo esto hay que añadir que la obra está creada y escrita por Brian K.Vaughan, uno de los grandes referentes y atractivos del mundo del cómic en lo que va de siglo XXI, gracias a trabajos como éste o como Ex Machina, Runaways o Saga. ¿Por qué? Porque tiene un auténtico don para los diálogos, para manejar el temponarrativo y para las elipsis. Porque tiene una innegable maestría para hablar de asuntos, sentimientos y pasiones de profundidad Shakespeariana pero con un estilo muy fresco, actual, cargado de referencias culturales (tanto clásicas como pop) y en el que el humor, la ironía y el sarcasmo complementan y subrayan a la perfección todo lo que ocurre dentro y fuera de los protagonistas. Porque tiene una extraordinaria habilidad para crear personajes llenos de vida, matices y paradojas que se te clavan en la memoria y el corazón en apenas unas viñetas. Porque, en definitiva, Vaughan hace que parezca muy sencillo algo algo que es tan complicado que, para muchos, es imposible.
Si a ello se le suma el excelente trabajo de la dibujante Pia Guerra, con unas ilustraciones llenas de precisión y realismo, Y, el último hombre, tiene absolutamente todos los ingredientes para gustar a cualquier amante de las buenas historias, ya estén escritas en prosa, viñetas o fotogramas. Por eso no extraña que esta obra ganara en 2008 el presitigioso Premio Eisner a la mejor serie o que fuera nominada a los no menos prestigiosos premios Hugo y Harvey. Como tampoco sorprende la enorme repercusión que tuvo y sigue teniendo, pese a los años transcurridos.
Pero, si hoy estoy escribiendo todo esto es porque ayer cerré elúltimo volumen de esta historia. Ayer acabé el viaje. Ayer finalicé la aventura. Ayer me impresioné, emocioné y conmoví como nunca antes me había pasado con un cómic. ¿Por qué? Bueno, quizás porque Y, el último hombre es una obra llena de vida y, como tal, llena de triunfo y fracaso, alegría y amargura, felicidad y pena, furia y silencio, sorpresa y desencanto, preguntas y respuestas, presencias y ausencias, amor y dolor, rebeldía y aceptación, vida y muerte. Porque, en definitiva, es una celebración de todo lo que nos hace sentirnos vivos. Es un cómic capaz de arrancarte sin permiso una sonrisa o una lágrima o ambas a la vez. Y, tal vez por ello, siento una profunda envidia de quienes tengan la suerte de adentrarse por primera vez en sus páginas.
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