sábado, 24 de mayo de 2014

Jornada de reflexión

Hay gente que cree en la Unión Europea. Yo no. No puedo creer en algo que teniendo el potencial y el deber de ser una federación imponente es una confederación fallida por el egoísmo nacional y la miopía de miras de sus miembros. Algo que, por otra parte, se veía venir mucho antes de que crisis como la económica o la ucraniana lo dejara en patética evidencia. En Europa o, mejor dicho, en la UE, a la hora de la verdad, todos los países siguen yendo a la suyo porque ir a lo suyo es lo que han hecho durante siglos...y no les ha ido mal (en la mayoría de los casos), así que ¿para qué cambiar? Mientras los países, los gobiernos y los ciudadanos de la UE sigan pensando y actuando en clave nacional y no como parte de un todo, la UE seguirá siendo un experimento destinado al fracaso y al ridículo. Así las cosas no puede extrañar a nadie que la UE se haya convertido en una enorme majadería burocrática en la que cualquier persona mínimamente sensata no puede ni debe tener puesta esperanza alguna. Creer en la UE es llamar Charlize Theron a Leticia Sabater.

Hay gente que cree en los partidos políticos españoles. Yo no. O, al menos, en ninguno de los "habituales" (es decir, cualquiera que tenga hoy representación en las Cortes). No puedo creer en unos partidos que han utilizado el sistema democrático y la paciencia ciudadana para su propio lucro. No puedo creer en unos partidos a los que sólo les interesa el poder y el dinero. No puedo creer en unos partidos que en lugar de servir a la ciudadanía se sirven de ella. No puedo creer en unos partidos que han convertido la política en un chollo para ineptos y lerdos de todo género, tipo y condición. No puedo creer en unos partidos que no conocen la honradez ni la vergüenza. No puedo creer en unos partidos abonados a la mentira, la mediocridad y la chapuza.
No puedo creer en unos partidos cuya falta de preparación académica, intelectual y moral ha devastado económica y socialmente al país. No puedo creer en unos partidos que sólo se sostienen en el Congreso de los Diputados por el apoyo de unos militantes y simpatizantes que deben tener el cerebro en búsqueda y captura y el respaldo de una clase empresarial que en eso de no conocer la decencia siguen siendo los putos amos. No puedo creer en unos partidos que lo único para lo que sirven es para dar risa, pena o asco. Creer en los partidos políticos españoles es un billete de ida a la depresión.

Hay gente que cree en las elecciones. Yo no. Pero, más que nada, porque ha quedado sobradamente demostrado aquello que dijo Tierno Galván hace años: "Las promesas electorales están para incumplirlas". Último ejemplo: Partido Popular. Y eso que yo pertenezco a ese extraño grupo de personas que cuando votan no lo hacen desde la víscera, esto es, no pensando que se vota "contra" o "para que no ganen otros". El caso es que la "sensancional" labor desempeñada por PP y PSOE (tanto monta, monta tanto) estos años ha originado una norma que todo ciudadano debería recordar en ocasiones como ésta: "no votar a quien te miente o engaña". Y es que nuestros infames "representantes" han convertido el hecho de votar en un acto contrario a la propia democracia. Olé.

Así las cosas, no me extraña nada que haya gente a la que le importen mucho más los ritos funerarios de los pigmeos que las elecciones europeas de mañana. Máxime después de la campaña electoral "nivel Conchita Wurst" que se han marcado los dos
partidos principales (a la hora de dar vergüenza ajena) con Gañete y el florero de Rubalcaba a la cabeza. Una campaña que, más allá de la estúpida polémica demagógica sobre feminismo-machismo, ha sido una vez más utilizada y tergiversada en clave nacional. ¿Qué tiene que ver la Unión Europea con España? Además de dar la misma pena, quiero decir. No obstante, si se trata de refrendar lo hecho por A, por B o por Z en España en los últimos años...mañana las urnas electorales deberían estar vacías porque lo único que se merecen los partidos actualmente representados en las Cortes españolas es el exterminio electoral.

Por todo ello, si yo no creo en la UE ni en los partidos políticos habituales ni en las elecciones, lo lógico sería que mañana no vaya a votar...pero vivimos tiempos absurdos que requieren soluciones ilógicas. Mañana votaré. Y votaré a uno de esos nuevos partidos tan pequeños que sólo les cabe la esperanza. Uno de esos partidos que han sido criticados de manera indecente y prepotente tanto por el PP como por el PSOE (lo que hace el miedo...). Uno de esos partidos que se han convertido en el remedio de última hora contra la abstención. Uno de esos partidos que parecen querer demostrar que otra forma de entender y hacer la política es posible. Por eso votaré. Porque, ya que la UE no sirve para lo que debería, por lo menos que sirva para mandar un mensaje. Bueno, por eso y porque, como dicen en Ratatouille, lo nuevo necesita amigos. Ojalá que sirva de algo. 

No hay comentarios: